Terminar con la inicua explotación en Itaipú y Yacyretá – Diario ABC Color, Paraguay
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Contrariamente al espíritu y la letra de los respectivos tratados por los que Paraguay se asoció con Brasil y Argentina para la construcción y operación de las usinas hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá en un pie de absoluta igualdad de derechos y obligaciones, prevalidos de su mayor poder económico, ambos socios se agenciaron para montar un abusivo esquema administrativo y financiero que en la práctica anuló la equidad formalmente pactada. A su vez, esta perversa ingeniería financiera les sirvió de pretexto para implementar una modalidad administrativa que les posibilitaba sobornar a sus pares paraguayos de la administración conjunta nominalmente igualitaria, asegurándose de ese modo el manejo unilateral del ente binacional en provecho exclusivo de sus países, en directo perjuicio de los intereses nacionales allí comprometidos.
Desde los tiempos en que el dictador Alfredo Stroessner y su canciller Raúl Sapena Pastor firmaron los leoninos tratados con sus pares de Brasil y Argentina, la opinión pública paraguaya ha venido reclamando a sus gobernantes de turno el fin de tan ignominiosa explotación por parte de quienes en los papeles fungen como socios igualitarios, pero que en los hechos se comportan como amos. Lamentablemente, hasta ahora ninguno de nuestros gobernantes ha tenido el patriotismo de renunciar a las coimas encubiertas en forma de prebendas con que las astutas autoridades brasileñas y argentinas retribuyen su complicidad a favor del mantenimiento del statu quo expoliador.
Pero el pueblo paraguayo es consciente de que su exigencia por el fin de los abusos financieros y burocráticos prevalecientes en las usinas binacionales es algo que cae por entero dentro del alcance de la soberanía del Paraguay, y que por consiguiente no cejará en su empeño de lograr la recuperación de nuestra soberanía en ellas conculcada. Por lo demás, más allá de la indiferencia cómplice de nuestros venales gobernantes, los paraguayos estamos convencidos de que nuestros intereses y valores como nación requieren vigilancia y esfuerzo para perdurar. En consecuencia, no nos cansaremos de reclamar a nuestros socios el respeto a nuestros legítimos derechos en ambas asociaciones comerciales. Y cuantas veces tengamos la oportunidad de hacerlo en presencia de sus máximas autoridades, lo haremos con toda firmeza y respeto, como en esta ocasión.
Nuestros reclamos se fundan en realidades insoslayables, comprobadas y comprobables. Así, en Itaipú el Paraguay es víctima de una colosal estafa por parte de Brasil, que se apropia de nuestra electricidad a una irrisoria tarifa de 9,8 US$/MWh, para revenderla en su territorio a 120-200 US$/MWh, negándonos el derecho de que la comercialice la ANDE en vez de Eletrobrás, pese a haberse convenido que lo haga según el acuerdo firmado por los presidentes Fernando Lugo y Lula da Silva en 2008.
De haberse podido implementar este acuerdo, en 2014 el Paraguay hubiera podido vender su electricidad en el mercado brasileño a 129 US$/MWh, en vez de hacerlo a un ridículo 9,8 US$/MWh como hasta ahora. El monto percibido en esas condiciones hubiese ascendido a unos US$ 4.300 millones en vez de los US$ 298 millones que recibió ese año. El Brasil consume en promedio alrededor del 93 por ciento de la electricidad generada en la usina.
En cuanto a Yacyretá, la estafa allí perpetrada por la Argentina es equivalente en términos relativos a la que sufrimos en Itaipú. Durante los 20 años que lleva generando electricidad la usina hidroeléctrica, el promedio de la tarifa pagada al Paraguay como compensación por la electricidad cedida es otra vez de solo 9,1 US$/MWh. En el mencionado lapso, la Argentina ha consumido en promedio 93,7 por ciento de la electricidad generada en la usina, equivalente a 122.310.916 MWh, que al precio pagado totaliza apenas US$ 1.113 millones, en vez de los US$ 14.677 millones que corresponderían si la tarifa fuese de 120 US$/MWh (precio que cobra la ANDE a Electricidad Misiones SA –EMSA– por energía fuera de pico, que se eleva a US$ 150/MWh por energía de hora pico).
Con estas cifras reales que confirman la gran estafa de que el Paraguay es víctima en ambas usinas binacionales, el pueblo paraguayo tiene el justo derecho de decirle a la presidenta Dilma Rousseff que es hora de que el Brasil cumpla a cabalidad el compromiso asumido en el acuerdo Lugo-Lula, y permita que la ANDE comercialice la energía paraguaya en el mercado eléctrico brasileño en reemplazo de Eletrobrás.
Al presidente Mauricio Macri, a su vez, le decimos que acreditamos en su buena fe de gobernante en cuanto a su promesa de transparentar su gestión, con la esperanza de que alcance también a la Entidad Binacional Yacyretá, estigmatizada por el expresidente Carlos Menem como un “monumento a la corrupción”. La clave para avanzar en futuros planes bilaterales de aprovechamiento energético del río Paraná pasa indefectiblemente por la revisión del Anexo C del Tratado, que es el instrumento legal para clarificar la deuda de la entidad tanto con el tesoro argentino como con nuestro país y organismos financieros internacionales.
Le solicitamos también la remoción de las trabas interpuestas por el gobierno de su antecesora al comercio bilateral y a la libre navegación de la Hidrovía Paraguay-Paraná. Esta vía es crucial para la conexión del Paraguay con el mundo y, como tal, no deseamos que ella sea una arena de competencia geopolítica en el Cono Sur, ni de imposición hegemónica por parte de la Argentina.
Si los países más poderosos del bloque continúan amparándose en su fuerza para evitar saldar sus cuentas con los socios menores, no podrá hablarse de integración en el Mercosur, esa integración que los presidentes invocarán de boca para afuera en la Cumbre que se realiza en nuestra capital, pero que está lejos de la realidad.