Rebecca Lane, artista guatemalteca: “La mayoría de nosotras vive en silencio cuando alguien nos golpea o nos grita”
Cada año 66.000 mujeres son asesinadas en el mundo y uno de los lugares donde esto ocurre con más frecuencia es Guatemala, que tiene una de las tasas más altas de feminicidio del mundo.
¿Por qué es tan peligroso ser mujer en el país centroamericano?
«Nos están matando nuestros padres, hermanos, padrastos… la misma gente que se espera que nos cuiden», dice Rebecca Lane, una rapera feminista de la ciudad de Guatemala.
«La mayoría de nosotras ha tenido que vivir en silencio cuando alguien nos golpea o nos grita, sólo cerramos nuestros ojos y aceptamos la situación. Tenemos que unirnos a otras mujeres y hablar de ello para darnos cuenta de que no es aceptable, no es normal», añade.
Cuando Lane tenía 15 años, se involucró con un hombre de mayor edad que no sólo era controlador, sino también un abusador sexual.
«Sabía lo que estaba haciendo –afirma–. Me aisló de mi familia y amigos. Sé lo que es sufrir la violencia desde una edad temprana». La relación duró tres años.
Ahora usa la música para promover los derechos de las mujeres. «La poesía me salvó la vida. Empezar a escribir fue vital para mi recuperación», asegura.
Su canción más conocida, «Mujer Lunar», es un llamado al respeto al cuerpo de las mujeres, a sus vidas y a su independencia.
También ha dirigido talleres para mujeres jóvenes en la ciudad de Guatemala para enseñarles sobre sus derechos y cómo enfrentar el tipo de abusos que ella sufrió.
Alta tasa de feminicidio
Guatemala tiene la tercera más alta tasa de feminicidio del mundo, después de El Salvador y Jamaica.
Entre 2007 y 2012 hubo 9,1 asesinatos por cada 100.000 mujeres, según la Policia Nacional de Guatemala.
El año pasado, al menos 846 mujeres fueron asesinadas en una población de poco más de 15 millones, dice la fiscalía nacional.
Las raíces de esta situación se remontan al pasado brutal del país y, en particular, a la guerra civil de 36 años.
La tía de Rebecca Lane desapareció en 1981 tras unirse a la guerrilla. Al momento de su muerte comenzaron a circular informes sobre el asesinato de decenas de miles de mujeres y niñas, la mayoría de comunidades indígenas mayas, a las que se acusaba de apoyar a los insurgentes.
Una década más tarde, un informe de la ONU afirmó que el abuso sexual había sido generalizado y sistemático. Se estima que un 25% o 50.000 de las víctimas de la guerra en Guatemala fueron mujeres.
La violencia sexual fue «usada al más alto nivel y fue un instrumento de guerra», dice Helen Mack, de la fundación Myrna Mack.
«El estereotipo era que las mujeres eran usadas para el sexo y vista como objetos y para servir a las familias, y eso continúa hoy en día», expresó.
Violencia sistemática
La hermana de Helen Mack, Myrna, murió tras ser acuchillada en las calles por un escuadrón de la muerte en 1990.
Myrna había puesto al descubierto hasta qué punto el ejército había usado la violencia física y sexual en contra de las comunidades maya durante la guerra.
Helen Mack sostiene que, tras la Guerra, unos 40.000 hombres que habían sido entrenados para violar mujeres retornaron a sus hogares y no recibieron ayuda para regenerarse.
Mack afirma que, por ello, redirigieron su agresividad contra de sus esposas, madres y novias.
«Esta semana recibimos una llamada de una mujer. Su esposo había conducido su vehículo sobre ella varias veces para asegurarse de que había muerto», dice Mack.
«Sobrevivió y la trajeron a la ciudad de Guatemala donde le trataron sus heridas. Pero su esposo no se rindió y envió a su padre a permanecer a su lado en el hospital y a amenazarla para que no denunciara el ataque ante los tribunales», dice Mack.
Es común, agrega Mack, que se mate a las mujeres y que las intimiden de esta forma.
En 2008, Guatemala fue el primer país en reconocer oficialmente el feminicidio como un crimen.
Pese a esto, la violencia en contra de las mujeres es, en la práctica, considerada como un asunto doméstico.
Cómo cambiar estas actitudes
«La diferencia en Guatemala entre el asesinato de un hombre y el de una mujer es que a las mujeres las hacen sufrir antes de la muerte, la violan, la mutilan y la golpean», dice la procuradora guatemalteca Thelma Aldana.
En 2011, cuando era presidente de la Suprema Corte, Aldana contribuyó al establecimiento de una red especial de tribunales en todo el país para lidiar con casos de feminicidios.
«La justicia puede hacer mucha para cambiar esa cultura», dice.
«Le pedimos a las mujeres que denuncien y rompan el silencio. Casos de feminicidios y otras formas de violencia contra las mujeres son hoy en día los crímenes más reportados, con un promedio de 56.000 reportes cada año», explica.
Hay tribunales de feminicidios en 11 de los 22 departamentos o provincias del país, donde los jueces y policías reciben entrenamiento sobre crímenes de género.
Aunque, en noviembre, en sólo una semana fueron hallados cinco cuerpos de mujeres asesinadas en la ciudad de Guatemala, Helen Mack piensa que se ha progresado.
«En los últimos 10 años hemos tenido avances. Ahora al menos las mujeres están hablando», dice en referencia a una generación de juezas y activistas que están impulsado cambios.