El final de un ciclo para América Latina – Por Nelson F. Salvidio

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Algún día tenía que pasar. El Cono Sur americano se sacudió este miércoles 16 con noticias que eran esperadas, pero que hasta que no se produjeran, generan algunas dudas. En los Estados Unidos de América (EUA), la Reserva Federal (FED) concretó la suba de la tasa de interés de referencia de mercados.

En Argentina, el nuevo gobierno de Mauricio Macri concretó el anuncio del levantamiento del “cepo cambiario”, esa figura creada por los porteños para referirse a una maraña de restricciones a la compra de moneda extranjera.

En Brasil, el gobierno de Dilma Rousseff sufrió otro revés cuando la calificadora de deuda “Fitch Ratings” concretó la baja de nota, lo que en este caso no fue simplemente una rebaja, sino la caída de la categoría de “grado inversor” a “grado especulativo”, lo que en jerga bursátil denomina groseramente como “bonos basura”.

En Uruguay, el nuevo dato de PIB confirmó que la economía que desde fines de 2003 ha venido creciendo a tasas altas y de forma sostenida, se ha frenado bruscamente este año, y algunos sectores claves, como el comercio, el núcleo manufacturero y la parte agrícola del campo, están en fase contractiva.

La gente vive un shock noticioso y se formula una pregunta lógica: ¿los datos y anuncios son buenos o malos? La economía regional atraviesa un tiempo de complejidades.

Si imaginamos un viaje en avión, la situación es la del momento en el que las azafatas están sirviendo la cena, y el capitán anuncia por los altoparlantes que hay que suspender el servicio, porque la nave se acerca a una zona de posibles turbulencias. Nada parece dramático, pero es un cambio.

En realidad, esta semana es muy especial, pero es más especial el año que está concluyendo. Para el cono sur americano, el 2015 es un año bisagra con cambios sustanciales. Y no está claro necesariamente qué es lo que se puede venir para cada país. Pero lo cierto es que el quiebre es relevante.

En Brasil, la recesión se agudizó y el PIB muestra una tendencia de caída fuerte en dos años seguidos, como no se registran antecedentes, lo que se da en el marco de una severa crisis política, con una pérdida tremenda de aprobación a la presidenta que no tiene ni un año en el cargo, y con incertidumbre sobre la salida política.

Dilma tambalea y si no cae, es porque en el país hay una consideración política sobre lo que más conviene. La resolución de “Fitch”, de bajar la nota de la deuda brasileña de “BBB-“ a “BB+”, implicó la pérdida del investment grade, como ya había sido con “Standard & Poor’s” el 9 de setiembre.

Tres meses después, la calificadora “Moody’s” había anunciado que ponía bajo revisión la nota de Brasil, que en su escala está en ‘Baa3’, lo que es el último nivel del grado de inversión. Si concreta esa baja anunciada, también será dejarlo en el rango “especulativo”.

El dato es malo para Brasil, y si es malo para Brasil también es malo para el Mercosur. Pero Brasil no encuentra piso en su degradación y eso es lo peor para la región.

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En EUA, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de la Reserva Federal (FED) acordó su primer aumento en la tasa de interés desde junio de 2006. Eso, como una señal de su confianza en que la economía dejó atrás los problemas de la duras crisis financiera del 2007-9.

De esta forma, luego de varios meses de especulaciones sobre si la FED tomaría o no esa medida, la institución se decidió a iniciar un proceso gradual de normalización de la política monetaria. La tasa de interés que desde el 16 de diciembre de 2008 estaba en un rango de 0% a 0,25%, pasa a otra franja de 0,25% a 0,50%.

La medida supone una presión en mercados cambiarios para fortalecimiento del dólar frente a otras monedas, aunque también es cierto que el impacto ha sido anticipado, porque era muy esperado.

El dato no por ser esperado deja de ser malo para la región sudamericana, que se acostumbró a vivir con tasa baja y con captación de capitales que buscaban rentabilidad.

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En la Argentina hay un cambio diferente. El final del ciclo es el de un gobierno de tono populista que estableció un laberinto con restricciones a la economía, y que entre otras cosas, había quitado la libertad a la compra venta de moneda extranjera, lo que había derivado en marcado paralelo, en devaluación fuerte de la moneda, en pérdida de reservas, en inflación alta, en endeudamiento por operaciones intervencionistas, y sobre todo, en una distorsión de expectativas y de complicación permanente a los negocios.

Eso, atado a prohibiciones a exportar, prohibiciones a importar, impuestos a las ventas al exterior, barreras al turismo saliente …

El anuncio del nuevo ministro de Economía, Alfonso Prat-Gay fue del fin de un ciclo; el de “cepo cambiario” (los argentinos se ingenian para bautizar todo, como “corralito”, “corralón”).

“El que quiera comprar dólares, podrá comprarlos; el que quiera exportar, podrá exportar”, dijo el ministro en la tarde porteña de este miércoles 16. ¡Qué raro suena algo de sentido común en un país acostumbrados al collar de disparates del kirchnerismo!

El dato es bueno, porque movilizará comercio en la región, pero Argentina debe corregir desequilibrios varios, lo que no será sin sacrificios.

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En Uruguay se conoció el dato de PIB de julio-setiembre, que dio un crecimiento de 1% respecto a abril-junio, en términos desestacionalizados. La tendencia de aumento de todo el año es de algo más de uno por ciento, lo que contrasta con el crecimiento a una tasa acumulativa de 4,5% aproximadamente de años anteriores.

Pero incluso el actual aumento no es tal, si se mira con atención. El dato se debe a la forma de contabilizar la generación de energía hidráulica y térmica, y al impacto de una mega planta de celulosa inaugurada en segundo semestre del año pasado. La tendencia es preocupante.

La construcción está en recesión, el comercio baja sus ventas, el núcleo industrial (excepto tres fábricas de zonas francas) estaba estancado desde 2012 y este año está en contracción, el transporte sufrió el impacto de todo eso, y dentro del campo, la pecuaria y lo forestal aumenta, pero la agrícola baja.

El dato, parece bueno pero es malo.

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Final de ciclo.

Para Brasil, el de pérdida de confianza de inversores y otro empujón en una caída sin pausa.

Para Uruguay, el final de una bonanza que muta a una fase de leve crecimiento o estancamiento.

Para Argentina, el final de restricciones cambiarias y de comercio, pero el inicio de una etapa de correcciones, que también tendrá sus costos.

Para la región en su conjunto, se acabó el tiempo del dinero barato.

Volvemos a la imagen del avión.

El capitán anuncia que hay que ajustarse los cinturones. Y por las dudas, hay que ajustárselo.

Nelson F. Salvidio. Periodista uruguayo, analista económico.

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