COP21: países latinoamericanos lograron que se diferencien las responsabilidades en el cambio climático entre países industrializados y aquellos en desarrollo

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Las delegaciones de los países participantes en la Conferencia Internacional de París sobre el Clima (COP21) aprobaron el sábado el primer acuerdo universal de lucha contra el cambio climático, en el cual se comprometen a transitar de manera conjunta hacia una economía baja en carbono.

América Latina jugó un papel importante en este acuerdo a través de sus propuestas e importantes contribuciones. El aspecto más destacado es que los países industrializados, responsables históricos del problema, deberán ayudar financieramente a los países en desarrollo.

Conozca las contribuciones de los principales países de Latinoamérica:

Venezuela presenta plan para reducir emisiones

La embajadora de Venezuela en Bélgica y jefa del equipo negociador de la COP21, Claudia Salerno, informó que la delegación venezolana consignó ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) su contribución al acuerdo sobre cambio climático que fue adoptado el sábado.

«Quiero anunciar formalmente que Venezuela ha consignado ya ante la secretaría de Naciones Unidas su contribución nacionalmente determinada y que estamos dispuestos a apoyar este acuerdo y toda la responsabilidad que acarrea”, dijo la funcionaria.

Por su parte, la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, informó a través de su cuenta en Twitter, que su país ejecutará un plan para acciones dirigidas a la reducción de sus emisiones y para la mitigación de efectos.

Dijo además que “es posible el desarrollo sostenible para todos los pueblos del mundo si los postindustrializados asumen abandonar los patrones de consumismo”.

Cuba propició el consenso

La delegación de Cuba se encargó de propiciar un análisis equilibrado y profundo para buscar el consenso, sin dejar de plantear los elementos que se deben seguir atendiendo con respecto al acuerdo del clima.

La ministra cubana de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), Elba Rosa Pérez, dijo que si bien no es perfecto el acuerdo climático alcanzado en la Ciudad Luz, sí recoge el consenso del trabajo realizado desde hace más de cinco años a partir de las incidencias del calentamiento global en todo el mundo.

«Todo lo que Cuba ha venido planteando, desde las sesiones preparatorias, como son los temas de adaptación, financiamiento, transferencia de tecnología, utilización de los resultados de las ciencias, entre otros, han estado reflejados en el acuerdo», indicó la funcionaria cubana.

Nicaragua exige responsabilidades

El jefe de la delegación de Nicaragua en la COP21, Paul Oquist, reiteró que su país exige responsabilidades históricas ante el fenómeno del cambio climático.

“Estamos exigiendo indemnizaciones de los países que han causado el fenómeno para que los otros países centroamericanos, y otros vulnerables del mundo, podamos hacerle frete al cambio climático sin poner en peligro nuestros logros de desarrollo ni limitar el potencial de desarrollo”, concluyó Oquist.

Reiteró además que Nicaragua seguirá luchando por el tema de las indemnizaciones, que no fue incluido en el documento de la COP21.

Bolivia propone enfoque no basado en mercados

El ministro de Planificación del Desarrollo y jefe de la delegación de Bolivia cumbre del cambio climático, René Orellana, informó el sábado que el acuerdo global incluye al menos cuatro propuestas bolivianas para frenar la crisis climática.

«Se ha incluido de la propuesta boliviana, el enfoque no basado en mercados que es importante porque es una propuesta que Bolivia promovió como contraposición a los mecanismos mercantilistas de carbono. Ciertamente se ha acordado, y está en el documento Bolivia lo ha observado, un sistema de trasferencia de resultados de mitigación y aquí vamos a tener problemas, pero Bolivia ha logrado el enfoque no basado en mercados», señaló.

Orellana apuntó que Bolivia ha consolidado su propuesta alternativa a los mecanismos de mercado y bosques que tiene un enfoque conjunto de gestión integral en adaptación y mitigación de los bosques, lo que -a su juicio- «es un avance significativo».

Brasil apunta a la reducción de emisiones

Brasil se propone eliminar la deforestación ilegal en la Amazonía para 2030 y espera reducir las emisiones de gases contaminantes en un 37 por ciento hacia 2025 y 43 por ciento hacia 2030 en comparación a los niveles de 2005, además de eliminar la tala ilegal, que no obstante ha incrementado 16 por ciento en los últimos 12 meses.

El Gobierno brasileño destacó la incorporación en el documento final de una «propuesta conjunta de Brasil y la Unión Europea de un mecanismo que promueva las inversiones privadas en proyectos de reducción de emisiones».

EL DATO: Sólo Suramérica tiene casi la mitad de la biodiversidad terrestre, más de un cuarto de sus bosques y es -biológicamente- la más diversa del mundo, de acuerdo con el informe «América Latina y el Caribe: una superpotencia de biodiversidad», realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

EN CONTEXTO

El Acuerdo de París que se firmó este sábado reemplazará a partir de 2020 al actual Protocolo de Kioto.

Las diferencias para alcanzar un acuerdo vinculante se centraron en asuntos vitales como fijar el límite de calentamiento global, alcanzar un acuerdo sobre las responsabilidades comunes pero diferenciadas entre los países desarrollados y en desarrollo; así como un tratado sobre el financiamiento climático, que reconozca la necesidad de los países vulnerables a los efectos adversos del cambio climático.

La COP21 se inició el pasado 30 de noviembre y concluyó este 12 de diciembre, las delegaciones y mandatarios de 195 naciones debatieron y plantearon propuestas para concretar alternativas que contribuyan a la preservación del medio ambiente.

TeleSur

Puntos claves del acuerdo de París sobre el clima

Casi 200 países adoptaron el primer pacto global para combatir los cambios climáticos aunque no impone sanciones a las naciones que no lo hagan.

El Acuerdo de París que se firmó este sábado reemplazará a partir de 2020 al actual Protocolo de Kioto y sienta las bases para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y, más importante aún, para empezar a soñar con un mundo sin combustibles fósiles.

A continuación los principales puntos del acuerdo sobre el clima adoptado este sábado en la conferencia de París (COP21) por 195 países, cuyo aspecto más destacado es que los países industrializados, responsables históricos del problema, deberán ayudar financieramente a los países en desarrollo.

Objetivo

Contener el aumento de la temperatura «muy por debajo de los 2 ºC» a finales de siglo, pero con la aspiración de que no suba más de 1,5ºC.

¿Cómo lograrlo?

Todos los países deben esforzarse para que las emisiones de GEI dejen de aumentar «lo antes posible» y empiecen a reducirse «rápidamente».

¿Quiénes deben cumplirlo?

Los países desarrollados deben recortar las emisiones de GEI en términos absolutos y los países en desarrollo, que aún necesitan generar energía con carbón y petróleo, deben también hacer progresivamente los recortes.

¿Es vinculante?

El texto es jurídicamente vinculante pero no su totalidad porque los objetivos nacionales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que presentan los países son de manera voluntaria.

¿Cuándo entra en vigor?

El pacto entrará en vigor en 2020 y cada cinco años los países deberán revisar sus compromisos de revisión de emisiones, y se marcarán metas de reducción.

¿Cómo se verificará el cumplimiento?

En 2018, dos años antes de la entrada en vigor del acuerdo, los países evaluarán los impactos de sus iniciativas contra el calentamiento global y analizarán nuevamente sus planes de reducción de emisiones de GEI.

Cuando el acuerdo cobre efecto, las revisiones de realizarán cada cinco años, a partir de 2023.

Financiamiento

Los países desarrollados deben proporcionar apoyo financiero a las naciones en vía de desarrollo para la reconversión energética.

El documento también establece la suma de 100 mil millones de dólares anuales como «mínimo» de los montos aportados por los países ricos. La suma se actualizará en 2025.

Los planes de reducción de gases de efecto invernadero

CHINA

El primer emisor mundial (aproximadamente 1/4 de las emisiones) se comprometió, por primera vez, a estabilizar sus gases de efecto invernadero (GEI) en 2030 a más tardar.

China es el primer consumidor mundial de carbón, la fuente de energía más dañina, y el primer inversor en renovables, y quiere reducir entre 60% y 65% su «intensidad carbono» (emisiones de CO2 respecto al crecimiento) en 2030 respecto a 2005.

ESTADOS UNIDOS

El segundo contaminador mundial quiere reducir entre 26% y 28% sus emisiones de aquí a 2025 respecto a 2005. Un objetivo inferior al de los europeos, pero más allá de las precedentes contribuciones estadounidenses.

UNIÓN EUROPEA

A principios de marzo, la UE (aproximadamente el 10% de las emisiones mundiales, en tercera posición) anunció su plan de reducir al menos en un 40% en 2030 sus emisiones respecto a 1990.

INDIA

India prometió reducir su «intensidad carbono» en un 35% en 2030 respecto a 2005, pero no se fijó un objetivo global de reducción de emisiones.

Para 2030 espera contar con un 40% de energía renovable, aunque reconoce su dependencia del carbón (espera duplicar su producción actual en 2020).

RUSIA

El quinto emisor mundial prevé emitir entre un 25% y un 30% menos en 2030 respecto a 1990.

Pero la organización Climate Action Tracker advierte que una vez retirado el efecto positivo generado por su vasta extensión de bosques, la reducción de sus GEI de origen industrial solo será de 6% a 11%.

JAPÓN

El sexto emisor mundial prevé reducir sus GEI en un 26% entre 2013 y 2030, teniendo en cuenta su retorno a la energía nuclear, que paró desde el tsunami y el accidente de Fukushima.

BRASIL

Brasil (2% de las emisiones) anunció que quiere reducir en un 43% sus emisiones de GEI en 2030 respecto a 2005, mediante la diversificación de sus fuentes de energía renovable.

IRÁN

Se comprometió a reducir en 2030 sus emisiones en un 4% en valores absolutos. Si consigue apoyo financiero y el levantamiento, según Teherán, de todas las «sanciones injustas», está dispuesto a hacer un esfuerzo suplementario del 8%.

INDONESIA

El país asiático anuncia un 29% menos de emisiones de GEI en 2030, que podrían llegar a -41% con ayudas financieras.

CANADÁ

El gobierno conservador, que decidió abandonar el Protocolo de Kioto, había anunciado una reducción de emisiones del 30% de aquí 2030 respecto a 2005. El nuevo gobierno liberal prometió revisar ese objetivo.

TeleSur

Documento final contra el cambio climático firmado en París

COP21: ¿Se puede combatir el cambio climático sin cambiar el modelo?

Los casi 200 países que participaron de la COP21 llegaron a un acuerdo considerado “histórico”. Es más que lo que hay hoy, indudablemente, pero ¿es suficiente?

Un acuerdo considerado en general razonable y satisfactorio ha clausurado la Cumbre de Cambio Climático o la COP21, encuentro que contó con la presencia de 195 países, 150 jefes de Estado y 120 mil policías, en una ciudad todavía consternada por los atentados terroristas de hace semanas. Luego de presenciar la aparentemente enorme victoria de la diplomacia francesa, que logró llevar a todas las naciones hasta el final sin una crítica radical de la sociedad civil, cabe una pregunta que parece ser de vida o muerte ¿podrán los gobiernos ahora acotar la voracidad trasnacional, si no han podido hacerlo en las décadas pasadas?

Esto está relacionado con el carácter vinculante del acuerdo, cuestión impulsada por la Unión Europea pero que finalmente fracasó. Estados Unidos, en particular, dio razones de tipo político: no tiene mayoría en el Senado y no tiene cómo transformar un acuerdo supranacional en ley del país. El presidente Obama ha dicho, de todos modos, que se compromete a bajar las emisiones entre un 26 y 28 por ciento a 2025, pero si su mandato expira el próximo año y ni siquiera es seguro que le suceda alguien de su partido ¿puede la humanidad estar tranquila de que ese compromiso se va a cumplir?

El texto, de entre 31 y 40 páginas dependiendo del idioma con que es escrito, logra en todo caso articular la situación de las grandes potencias emisoras de gases de efecto invernadero, como Estados Unidos y China, con la de los países menos poderosos, incluidas las pequeñas islas del Pacífico amenazadas por la subida del nivel de los océanos.

Los países industrializados, responsables históricos del problema, deberán ayudar financieramente a los países en desarrollo, bandera levantada muy fuertemente por las grandes organizaciones medioambientales y por países de esta región como Ecuador y Venezuela.

En el texto, todos los países se comprometen a controlar mutuamente sus planes de reducción de emisiones (INDC), con revisiones quinquenales a partir de 2023. El objetivo es que esas emisiones, principales responsables del calentamiento del planeta hasta los niveles actuales, dejen de aumentar “lo antes posible” y luego se reduzcan “rápidamente”, aunque sin fijar porcentajes ni plazos, como querían los países más resueltos, entre los cuales el liderazgo lo ejerció Angela Merkel, quien proponía un compromiso con plazos para reducir a cero las emisiones responsables del cambio climático.

El texto propone además limitar el aumento de la temperatura del planeta “muy por debajo de 2 grados celsius con respecto a los niveles preindustriales” y “seguir esforzándose por limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados celsius”. Este punto se ubica en un lugar satisfactorio para los países emergentes, que no quieren comprometer su desarrollo económico, como también para los países más vulnerables a los desastres meteorológicos.

Es entonces, por un lado, un acuerdo que supone un avance porque nunca había sido “universal”, como pomposamente dijo el presidente Hollande, lo cual supone incorporar a los principales contaminantes: Estados Unidos y China. Pero no lo es, porque la historia reciente nos demuestra que las grandes potencias no siempre se obligan a cumplir sus compromisos internacionales y porque los programas y compromisos solemnes siempre pueden ser revisados en el futuro, como también nos enseña la coyuntura chilena.

En última instancia, la gran duda que queda es si este gran consenso, donde caben todos en sus particularidades, no es una forma de esconder el inmovilismo. O, dicho de otro modo, si es posible combatir el cambio climático sin una transformación sustantiva del modelo que nos ha llevado al borde de la catástrofe. Porque, claro, compromisos hay, pero en lo formal no se toca la globalización comercial y de desplazamientos, justo en momentos en que doce de los países firmantes de la COP21, incluidos Estados Unidos y Chile, avanzan apresurados hacia la firma del TPP, el mayor tratado comercial de la historia de la Humanidad.

Al respecto, la periodista e investigadora canadiense Naomi Klein afirma en su último libro, Esto cambia todo, que hay un claro vínculo entre el capitalismo y el cambio climático. En su opinión, “si tienes un modelo económico basado en el crecimiento, te va a empujar hacia una relación extractiva con la Tierra, que trata los recursos del planeta como si fueran infinitos, y vas a tener un conflicto esencial. El neoliberalismo ha acelerado el problema de esta manera: con la fase de la globalización introducida mediante los acuerdos comerciales, con la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y con la liberación del capital para que pueda buscar la mano de obra más barata y evitar regulaciones que interfieran con las ganancias. El resultado es que producimos mucho más, y de una forma muy, muy derrochadora”. Esa lógica, ese paradigma, no ha sido parte de la reflexión de la COP21.

Bajo esta premisa, sería un error y un acto de alienación enfrentar las acciones que producen el cambio climático como desvinculadas de los patrones culturales, políticas y falta de políticas que lo han hecho posible. Combatir el cambio climático exitosamente implicaría no hacerlo directamente, sino abordar las reglas del comercio, las políticas de transporte, de ordenamiento territorial de las ciudades y la relación entre los Estados y el Mercado a nivel mundial. Pero en tal caso hubiera sido imposible un consenso y que el presidente anfitrión lo presentara como “el primer acuerdo climático universal”.

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