Cubanos de paso por el istmo centroamericano – Por Rafael Cuevas Molina

450

La migración de un contingente de cubanos, que vienen desde Ecuador, ha llamado inusitadamente la atención de los gobiernos y los medios de comunicación centroamericanos. En principio, parece tratarse de no más de dos mil personas, pero pueden ser solo la cabeza de playa de un contingente mayor.

Centroamérica es una región que, más que recibir, expulsa gente. Las economías de El Salvador, Honduras y Guatemala han hecho de las remesas de los que se van, un pilar para evitar el desplome.

Dada su condición ístmica, es también una zona de paso del sur hacia el norte, en donde está la meca de los que migran buscando mejores aires económicos. Estas migraciones son en su apabullante mayoría, ilegales, y eso ha llevado al florecimiento de una industria del “collotaje”, es decir, de aquellos que lucran llevando y trayendo gente a través de los países y las fronteras.

En Centroamérica se descubren, continuamente, contingentes de africanos, asiáticos y sudamericanos que van en peregrinaje “subiendo” hacia la Meca de todos ellos, los Estados Unidos de América. Y ni qué hablar de los mismos lugareños, que parten en oleadas incontenibles escenificando verdaderos dramas humanos porque son asaltados, violados o asesinados por el crimen organizado que ve en ellos una fuente de lucro perpetua que, en vez de mermar, crece.

En la semana que termina, sin embargo, la migración de un contingente de cubanos, que vienen desde Ecuador, ha llamado inusitadamente la atención de los gobiernos y los medios de comunicación. En principio, parece tratarse de no más de dos mil personas, pero pueden ser solo la cabeza de playa de un contingente mayor.

Los cubanos, aprovechando que el país sudamericano no les pide visa, han llegado hasta ahí, y luego han iniciado el peregrinar hacia el norte; esperan llegar a los Estados Unidos para aprovechar las ventajas que, sobre cualquier otra nacionalidad, les ofrecen la Ley de Ajuste Cubano (de la que pueden aprovecharse todos los habitantes de Cuba), y el Programa para Profesionales Médicos Cubanos.

La primera ley, también conocida como Pies Secos-Pies Mojados, establece que al cubano que logra llegar a territorio estadounidense se le permite quedarse automáticamente. Es, claro está, un “privilegio” del que nadie más goza, menos aún los migrantes de los países que en este momento atraviesa el contingente de cubanos del que hablamos, que son cazados, literalmente, en el desierto que sigue al paso de la frontera norteamericana.

El Programa dirigido a los médicos busca atraer personal profesional calificado que se encuentra estudiando, o trabajando en misión internacional cubana en el extranjero, hacia los Estados Unidos. Solo deben presentarse en misión consular del país del norte y, automáticamente, son recibidos con los brazos abiertos.

En el contingente de cubanos que viajan desde Ecuador no hay solo médicos y otros profesionales de la salud, pero sí muchos con estudios superiores, formados por la Revolución, que quieren hacer valer su formación para tener mejores ingresos en los Estados Unidos.

En el camino se han encontrado con múltiples obstáculos a su paso por Colombia y Panamá. Los que han logrado llegar hasta Costa Rica, cuentan con el apoyo económico de familiares que, desde los Estados Unidos, les envían dinero. Se contactan con las redes ilegales de tráfico de personas, alquilan avionetas y lanchas para sortear por mar el Tapón del Darién entre Panamá y Colombia, en donde solo hay selva densa.

En la frontera entre Costa Rica y Nicaragua se han debido estacionar. Este segundo país ha decidido no dejarlos pasar por el momento, aduciendo que su vecino del sur le envía un contingente de personas que no han realizado los trámites migratorios pertinentes para pasar por su territorio.

Dadas las históricamente ásperas relaciones entre los gobiernos de los dos países, han empezado a cruzarse acusaciones sobre el tratamiento que se les da a los cubanos. Es decir, dos pequeños países centroamericanos profundizan su animadversión en torno a un problema que ha sido causado por el hostigamiento permanente de los Estados Unidos hacia Cuba.

Como expuso en conferencia de prensa Manuel González, canciller costarricense, los centroamericanos, incluidos los costarricenses, siempre han visto para otro lado cuando de migrantes que atraviesan sus fronteras se trata.

Pero ahora, de pronto, deciden “hacerse cargo”, aunque no con los sudamericanos, asiáticos o africanos que siguen llegando y continúan utilizando los métodos clandestinos del crimen organizado, sino con los cubanos, con quienes rápidamente se politiza el problema y se empieza a llevar agua al molino de la “dictadura de los Castro”.

En este contexto, no ha faltado el cubano que empieza a caracterizarse como disidente en busca de la libertad. No quieren, sin embargo, quedarse en el país que se autocalifica como el históricamente más democrático de América Latina, Costa Rica, sino seguir a todo trance hacia el norte, de cualquier forma, incluso, como baraja Costa Rica, en un barco que, sin embargo, no los lleve a Estados Unidos, sino a Guatemala, Honduras o México, es decir, a algún lugar que les permita quitárselos de encima para que puedan seguir su camino sin que sean más un problema para el país.

El problema está en curso y no se le avizora solución. Es una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento. Tal vez eso es lo que algunos quieren.

*Rafael Cuevas Molina. Escritor, filósofo, pintor, investigador y profesor universitario nacido en Guatemala. Ha publicado tres novelas y cuentos y poemas en revistas.
Es catedrático e investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos (Idela) de la Universidad de Costa Rica y presidente AUNA-Costa Rica.

Más notas sobre el tema