Néstor, Lula, Hugo – Por Aram Aharonian

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Aquel 5 de noviembre de 2005 sí que nos sentimos orgullosos de ser sudamericanos. Mar del Plata fue escenario del renacimiento regional, cuando de la mano de Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Lula da Silva 34 países dijeron NO al intento de Estados Unidos por crear un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), funcional a sus intereses y no a las necesidades de nuestros pueblos.

El ALCA surgió durante el gobierno de George Bush padre y luego continuó en el de Clinton el lindo. En la primera cumbre, en 1994 en Miami, ningún país se opuso: claro, Cuba no estaba invitada por no ser miembro de la OEA. Ninguno se opuso tampoco en Santiago, cuatro años después. Y en 2001, en la canadiense Quebec, el único que marcó su disenso fue el presidente venezolano Hugo Chávez, quien luego se convertiría en la locomotora de la integración regional. En esa misma reunión, Fernando de la Rúa propuso que Argentina fuera la sede para la firma del ALCA.

El 4 de noviembre de 2005 estaba todo preparado para que Estados Unidos cumpliera con su plan de poner en marcha -con el verso de la globalización- un área de libre comercio con todos nuestros países, para que nos olvidáramos para siempre de un modelo de desarrollo propio y más aún, de la posibilidad de cumplir el sueño de la integración de nuestros pueblos. EEUU estaba acostumbrado a mandar en las Cumbres de las Américas, y que todo su patio trasero obedeciera.

Pero allí estaban unos presidentes a los que no les gustaba el libreto, en medio de un debate que ya había comenzado sobre la necesidad de cambiar la matriz comercialista del Mercosur y comenzar a pensar en un desarrollo industrial basado en la complementariedad de sus países. Hablo de Néstor Kirchner y Lula de Silva, que comprendieron que debían asociarse para apostar por una integración productiva, una alianza estratégica que sirviera a los intereses de sus pueblos, marcando el paso a toda la región.

Fueron Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay (los cuatro del Mercosur entonces) junto con Venezuela, quienes decidieron enfrentar a los poderosos. En Mar del Plata no solo se rechazó el ALCA sino que se comenzó a debatir cuáles eran nuestros propios desafíos regionales y qué tipo de democracias queríamos.

Pudimos contarlos con los dedos de una mano: cinco países se plantaron ante otros 29 con la convicción de estar cuidando el interés de sus naciones y sembrando las bases de lo que después consolidarían como Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).

La Cumbre de Mar del Plata frenó el proyecto neoliberal, que hoy intentan revitalizar. Hombres como Néstor Kirchner, Lula da Silva y Hugo Chávez permitieron conservar nuestras autonomías, las que nos ayudan a soñar con construir nuestro propio destino.

De aquel 5 de noviembre recuerdo también la paralela «Cumbre de los pueblos» que contó con la participación de Chávez, Evo Morales (todavía no era presidente), Diego Maradona y hasta Manu Chao, y la televisación en directo de la recién inaugurada Telesur. Los militantes llegaron en tren a Mar del Plata para participar durante un par de días de una fiesta latinoamericana inolvidable. Allí, Hugo Chávez pronunció la frase que venía de los movimientos: «Alca, Alca, ¡al carajo!».

Parecía que la utopía esperaba a la vuelta de la esquina… pero sigue allá, en el horizonte, y nos alienta siempre a seguir caminando, luchando…

*Magister en Integración, periodista y docente uruguayo, fundador de Telesur, director del Observatorio en Comunicación y Democracia, presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana.

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