Monseñor Dionisio García, obispo de Santiago de Cuba: «En los últimos años hay más comunicación con el gobierno»
Por Lola González Giraldós
Monseñor Dionisio García, obispo de Santiago de Cuba, cuenta en una entrevista concedida a INFOVATICANA la situación actual de la Iglesia cubana con motivo de la visita del Santo Padre.
La Iglesia en Cuba está floreciendo de nuevo, después de cincuenta años soportando la presión de un régimen marxista que le arrebató colegios, asilos, hospitales y la posibilidad de estar cerca del pueblo cubano. Como ciudadanos de segunda clase en Cuba, los sacerdotes veían como los cubanos se alejaban de la Iglesia por miedo a las consecuencias económicas y políticas.
Ahora, los cubanos están volviendo a la Iglesia católica gracias a que “hay mayor comunicación con el Gobierno”, cuenta el arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Dionisio García, y a la acción incansable de sacerdotes, religiosos y laicos que han conservado la fe y la han seguido transmitiendo durante todos estos años.
A pesar de que Cuba está cambiando y la Iglesia puede mirar al futuro con esperanza, aún queda mucho por hacer. “No tenemos dinero para construir templos”, afirma monseñor Dionisio García, al tiempo que señala la necesidad de vocaciones que colaboren con la tarea de formar al pueblo cubano. El arzobispo de Santiago de Cuba confía en que la visita que Francisco está realizando estos días sirva para “fortalecer la fe” y “sentir la presencia de la Iglesia universal” porque “nosotros estamos un poco apartados”.
Monseñor Dionisio García, ingresó en el seminario San Carlos y San Ambrosio de la Habana en el año 1980, y fue ordenado sacerdote cinco años después. En 1996, el Papa Juan Pablo II lo nombró obispo de la recién creada diócesis Bayamo- Manzanillo, y en 2007, fue nombrado arzobispo de Santiago de Cuba por Benedicto XVI.
Con motivo de la esperada visita del Papa Francisco a Cuba, y en un momento de cambios y avances, Monseñor Dionisio nos cuenta la situación actual de la Iglesia cubana, que gradualmente va mejorando su relación con el Gobierno y los países vecinos. El obispo cubano contesta a nuestras preguntas de manera abierta y respondiendo siempre con aliento esperanzador.
¿Cómo se está preparando la Iglesia para la visita del Santo Padre?
Bueno pues… ya tenemos experiencia (risas). Esta es la tercera visita que yo preparo. La labor de la Iglesia es una labor de divulgación, decir quién es el Papa. En los medios de comunicación, que todos son estatales, dicen: “el Papa viene” y “el Papa es un Jefe de Estado” y se habla del Papa. Pero ¿qué es lo que nos corresponde a la Iglesia? Hablar de Francisco como el que guía a la Iglesia. Ese es el papel de la iglesia, por lo tanto uno de los mayores empeños nuestros es divulgar: quién es el Papa, cuál es la misión del Papa, qué servicio presta el Papa, qué relación hay entre el Papa y las iglesias particulares, la diferencia que hay del Papa con otro Jefe de Estado, como cabeza de la Iglesia, a qué viene el Papa. Hay gente que piensa que viene con una agenda política y nosotros tenemos que explicar que viene con una agenda pastoral, el viene a predicar a Jesucristo y a fortalecernos en la fe.
¿Cómo es la situación de la Iglesia católica en Cuba actualmente, y cuáles son sus principales retos?
La situación de la Iglesia es que tiene que tener mayor contacto con el pueblo, y nosotros tenemos muchos medios para hacerlo. En Cuba falta gente para la pastoral, hay muy pocos sacerdotes y religiosas. Pero bueno, esto que está sucediendo en Cuba, también está pasando en España, donde también faltan sacerdotes. Yo creo que la Iglesia cubana es como un laboratorio para muchas otras iglesias. Nosotros, al tener pocos sacerdotes, tenemos que promover el laicado. En Cuba, gracias a Dios, llevamos ya más de 50 años desde que se instauró un gobierno marxista, que durante los primeros 30 años fue muy duro, con muchas limitaciones para la Iglesia. Ahora tenemos pocos sacerdotes pero tenemos muchos laicos que también tienen la conciencia de que la misión es fundamental, y que si ellos no son misioneros y testigos, entonces, ¿cómo se distinguen frente al testo de la sociedad?
Otro reto que afrontamos es: una Iglesia sin recursos. Al principio de la revolución, durante los primeros dos años, la Iglesia perdió todo. A la Iglesia cubana no le quitaron grandes propiedades, ni fábricas, ni tierras, ni latifundios, lo que le quitaron fueron colegios, asilos y hospitales. Hubo mucho tiempo de separación entre el pueblo y los sacerdotes porque se impedía esa relación, entonces eso provocó que la predicación de la iglesia, la formación a los fieles cada día se hiciese más difícil, además del miedo de muchas personas de pertenecer a la Iglesia, porque eso les podía traer consecuencias económicas, políticas….Ahora hay un regreso de personas, no multitudes, pero sí hay un regreso a la Iglesia de personas debido al trabajo de evangelización, y entonces una de las fortalezas o mejor dicho uno de los retos que tiene que afrontar la Iglesia hoy, es como formar a esas personas para que conozcan a Jesucristo.
El otro reto es que no tenemos templos, tampoco tenemos dinero para construir templos. En 50 años no hemos podido construir casi ningún templo nuevo, pero sí han surgido muchas comunidades y no tenemos lugares de culto. Las personas prestan sus casas y ahí surgen comunidades. Otro reto que tenemos son: las vocaciones. Cuba es uno de los países con índice de natalidad más bajo, llevamos tres años en los que la natalidad disminuye, disminuye la natalidad y además disminuye la población por dos motivos, por la disminución de la natalidad y porque muchos jóvenes se van del país, por lo tanto la cantera natural de las vocaciones que son las familias con los hijos que van creciendo, si no nacen o se van del país, pues… ese es un gran reto que tiene la Iglesia.
¿Cómo es la relación de la Iglesia católica con el Gobierno?
Yo creo que en los últimos años hay mayor comunicación. Creo que el Estado ha entendido mejor el hecho religioso y también el ser cristiano, por lo tanto hay una mayor relación, hay una mayor comprensión. Antes, durante los primeros 30 años de la revolución, fueron años muy duros, nosotros éramos ciudadanos de segunda clase, ahora esto va cambiando, yo creo que hay una mayor relación, comunicación, hemos podido preparar dos visitas del Papa y ahora estamos preparando la tercera, hemos tenido contactos. La relación, no solamente a alto nivel nacional, sino también a nivel provincial y municipal ha mejorado la actitud del Estado ante los creyentes, hay un mayor clima de tolerancia al hecho religioso y a la práctica de la religión.
¿Cómo valora usted el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EEUU y cuál ha sido el papel de la Santa Sede?
A mí me parece muy positivo, es algo que la Iglesia siempre ha querido, en la última carta que hemos escrito los obispos cubanos: “La esperanza no defrauda”, uno de los puntos, el penúltimo punto precisamente habla sobre la relación de Cuba con todos los países vecinos y se dice que tenía que mejorar y se dice explícitamente que había que mejorar la relación de Cuba con los Estados Unidos. El Santo Padre ha hecho todo lo posible o por lo menos ha mediado, ha invitado a las dos partes a que todo esto se concrete y creo que, gracias a Dios, se está logrando, no creo que vaya a ser un proceso rápido, va a ser lento, pero ya es un camino que se ha abierto. Y la Iglesia quisiera romper cualquier muro que divida no solamente Cuba y Estados Unidos, sino muros en la sociedad cubana, porque es el papel de la Iglesia: reconciliar.
¿Cree usted que Cuba camina realmente hacia una apertura económica?
Yo creo que Cuba está cambiando, y esa apertura cada cual la interpreta de una manera. Para algunos, esa apertura puede ser una rendija, una puerta mediana o bien una puerta grande, pero cambios está habiendo. Una economía de mercado no lo veo, una apertura a una dinamización, hasta ahora tampoco lo veo. Hay cambios, pero tiene que haber más para que las personas puedan desarrollar su potencial. Mientras eso no se dé, la gente va a buscar su futuro en otros lugares, y eso no es bueno para Cuba, va a dificultar su desarrollo. Una de las pérdidas mayores que puede sufrir un país es la perdida de capital humano, de personas que puedan ayudar al desarrollo del país. Yo particularmente, creo que los cambios deben ser más rápidos.
¿Ve con esperanza el futuro de Cuba?
Yo creo que nunca he perdido la esperanza (risas). De hecho, la última carta de los obispos es la “Esperanza no defrauda”. En ella, pedíamos que haya cambios porque hay que hacerlos, entonces yo lo veo con esperanza, nunca la he perdido. Porque si ponemos esperanza en personas, ideologías, partidos, en soluciones económicas que apartan al hombre del centro, entonces eso crea decepción, fracaso muchas veces, y crea otros problemas mayores. La esperanza nos la da Jesucristo, eso es en lo que trabajamos. ¿Cuándo se va a dar? Dios lo sabe, y tenemos que hacer que ese reino esté presente, y hacer que haya esperanza, por lo tanto, tenemos que trabajar en ello.
¿Qué se espera usted de la visita del Santo Padre a Cuba?
Que, como en las visitas anteriores de un Papa, que nos fortalezca en la fe, sentir la presencia de la Iglesia universal como solidaridad con nosotros, que estamos bastante apartados. Movilizar a las comunidades. Que sea un aliento para todas las comunidades, porque la gente se siente implicada, la gente se siente comprometida, toma responsabilidad, ya solamente por eso es beneficiosa una visita del Papa, si a eso le sumamos el mensaje del Papa…
¿Cómo valora el reciente viaje del Papa a América Latina?
Pues muy bien, es decir que voy a decir, ustedes lo vieron más que nosotros, la acogida, la multitud de la gente, lo que dijo, no a todo el mundo le puede gustar, pero nadie puede decir que no estaba el Evangelio en el medio. Me parece que ha hecho un bien para todos los pueblos latinoamericanos y para la Iglesia.
¿Qué es lo que usted destacaría más de estos años de pontificado del Papa Francisco?
Destacaría la capacidad que tiene de comunicación. También la capacidad de enfrentar los problemas con respeto, pero diciendo las cosas con claridad. Los temas que se trataban de una manera delicada, él los arremete, y puede que eso no les guste a algunas personas, pero hace pensar a muchos. Se mete en situaciones que al mundo que no es católico, también les interesa. Él habla como persona humana que vive en este planeta. La última encíclica que trata sobre la ecología, la prensa la ha tratado como una “encíclica verde”, en la que hay que salvar la naturaleza, el mundo. Sin embargo, el Papa ha dicho que se trata de una encíclica de ecología humana, porque al primero que tenemos que salvar es al hombre.
¿Es difícil ser sacerdote hoy en Cuba?
Yo creo que ser sacerdote puede ser difícil donde sea, porque creo que el sacerdote en cualquier lugar que esté, tiene sus retos. En definitiva, es llevar a Jesucristo a los demás, y Jesucristo es una persona que cuestiona. Pero yo dificultades no he tenido, sí que me gustaría poder hacer más cosas, pero dificultades no he tenido, solo que estoy dificultado a la hora de hacer mi pastorado, que son dos cosas diferentes. Y yo creo que uno tiene que vivir el sacerdocio con esa disponibilidad hacia el Señor, y siempre con la conciencia de que uno hace algo.
Hoy mismo un grupo de jóvenes, hicieron una misión por las calles de Santiago de Cuba, en una plaza pública. Quizá para un sacerdote de España es una cosa normal, pero para nosotros no, es la primera vez que se hace. Por lo tanto es un valor que uno tiene, y uno vive con la alegría de estar dando pequeños pasos, pequeños pasos que son de Dios.
¿Cómo sintió su vocación al sacerdocio?
Aunque yo soy un sacerdote ya mayor, me ordené de mayor, después de trabajar ocho años, sentí la vocación para el sacerdocio en el instituto. Cuando tenía que entrar a la Universidad les dije a mis padres que quería entrar al seminario y me dijeron que era muy joven y que querían que yo estudiara fuera, un tiempo fuera y que me lo pensara mejor. Y así lo hice, y me matriculé en la Universidad. Mi padre no tenía una formación religiosa fuerte, pero era un hombre muy creyente, un católico firme en sus convicciones, pero sin mucha formación. Cuando terminé el primer año de carrera, él mismo me llamó y me dijo: “Mira Dionisio yo te dije que no, pero si tú quieres, puedes entrar dentro”. Y yo le dije que no, que había entrado en la Universidad, y que creía que tenía que seguir, porque eran momentos difíciles y se ponían las cosas duras para los católicos y me parecía que no podía dejar la Universidad en ese momento. Y le dije, yo voy a ser ingeniero, y él me dijo: “Tú vas a ser una cosa u otra, pero dos cosas no vas a ser”.
Y así se pasó el tiempo de Universidad, y mantenía ese deseo, pero se posponía para el momento en el que yo creía que tenía que dar el paso. Después me gradué y empecé a trabajar. Era una experiencia nueva. Empecé a estudiar por mi cuenta algunas asignaturas hasta que por fin vi que era el momento y dije, bueno pues ya entro. Dejé de trabajar, trabajaba en una empresa telefónica, en el departamento de proyectos construcción y montaje. Y entonces entré al seminario y me ordené. Esa es la historia de mi vocación.
¿Cuál es su lema episcopal y por qué lo eligió?
Pues el lema es “En tus brazos me sostienes”, que es un salmo de la Biblia, y la verdad es que siempre me he sentido sostenido por Él. Eso por un lado, y por otro lado, también me daba cuenta de que a lo que se me llamaba era algo que consideraba “un poco demasiado”. Pero también tenía confianza en Dios. Me he dado cuenta también que Él era el único que podía sostenerme en este trabajo, o servicio más que trabajo. En este servicio que hace falta tanta responsabilidad.
De cara al próximo Sínodo de la familia, ¿Cuáles cree usted que son los mayores retos?
Yo tuve la primera parte del Sínodo, y la prensa le dio mucha importancia a temas que no es que fueran secundarios, sino que eran “un tema más” entre otros temas. La doctrina de la Iglesia no va a cambiar, es decir, se hablaba muchas veces de que se van a permitir ciertas cosas a los homosexuales. Pero está el catecismo, la Iglesia pide respeto a los homosexuales, porque son personas. Sin embargo, de ahí a que se permita el matrimonio homosexual, eso es otra cosa, hay un catecismo.
Lo importante del Sínodo es que el mundo revalorice la familia. Si reducimos el Sínodo a “lo que se va a permitir o no”, lo reducimos a lo mínimo, a un Senado que legisla. Pero es una llamada a que nos demos cuenta que la familia hay que salvarla y apoyarla y que tener hijos es una gracia, no un problema. En los países menos desarrollados tienen hijos, y por ello no viven peor. Lo que pasa es que el hombre se vuelve egoísta, y se vuelve en contra de la familia. Y es algo que no se puede permitir, la familia es el centro de todo, la senda, y no solo lo dice la Iglesia, también la psicología, la ciencia. ¡Ojalá que de alguna manera, se oiga bien al Papa Francisco hablando de la familia, que es el centro de todo!