Discurso de la presidenta de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en el debate general de la 70ª Asamblea General de las Naciones Unidas
Muchas gracias; señor presidente de la Asamblea; señores miembros de esta honorable Asamblea: permítanme, en primer lugar, agradecer un hecho que fue muy relevante y que tuvo lugar, en este mismo ámbito, hace pocos días, para ser más exactos el 10 de septiembre de este año, cuando la Asamblea, por 136 votos positivos, decidió aprobar los principios rectores, los principios básicos para la reestructuración de las deudas externas de los países.
Este ha sido un triunfo muy importante, se han consagrado nueve principios, los tengo aquí anotados para no olvidarme de ninguno de ellos, que son los deben regir el tratamiento y la resolución, cuando se decide renegociar, por parte de un país, su deuda externa: soberanía de un país para decidir su política macroeconómica y también para decidir cómo va a reestructurar esa deuda; la buena fe; la transparencia, la imparcialidad en el trato equitativo para no distinguir entre los distintos acreedores y que todos sean tratados de la misma forma; la inmunidad soberana de jurisdicción y ejecución; la legitimidad; la sostenibilidad, tal vez uno de los principios más importantes porque habla de pagar la deuda, y honrar las deudas, pero no a costa del hambre y la miseria del pueblo, sino a través de un proyecto político y económico y de variables macroeconómicas que hagan sustentable el desarrollo y el crecimiento de una sociedad. Y finalmente, tal vez el principio más importante que hoy esté faltando en materia de regulación para deuda soberana y que es un principio de lógica, que se aplica en todos los ordenamientos jurídicos internos, de casi todos los países del mundo: cuando una empresa quiebra, cuando una empresa no puede pagar sus deudas en cualquier país – inclusive en este – en los Estados Unidos, donde también está admitida la quiebra de los municipios cómo se logra el consenso, arribando a una mayoría calificada. Cuando el 66 por ciento de los acreedores, aquí en Estados Unidos, también en mi país – la República Argentina – acuerdan con el deudor formas y plazos de pagos, esto se convierte en ley y es obligatorio para el resto de los acreedores. 66 por ciento, vuelvo a repetir. Aquí este principio consagra también que cuando las mayorías deciden una forma de pago esta debe ser aceptada por el resto.
Este acuerdo, este principio, estos convenios, que se han aprobado aquí, y que nosotros hemos decidido enviar a nuestro Parlamento para hacerlo un instrumento de orden público, una ley de orden pública que rija el ordenamiento interno de nuestro país, tuvo su origen en el default que la Argentina tuvo en el año 2000, el default más grande soberano de la historia. El mundo, en ese momento, crecía a tasas más que buenas, sin embargo la Argentina quebró producto de un endeudamiento, que venía desde tiempo atrás; para ser más precisa comenzó con mucha fuerza, en 1976, cuando se quebró el orden institucional, cuando vino un golpe de Estado y comenzó a profundizarse, inclusive, durante la década de los 90, con el régimen de la convertibilidad, cuando nos hicieron creer a los argentinos que un peso valía un dólar. Esto finalmente culminó en el default, del año 2001y también en el quiebre de la institucionalidad, en una semana hubo cinco gobiernos.
La Argentina pudo reconstruir su economía, su sociedad cuando la política volvió a tomar el comando de la economía, a partir del 25 de mayo del año 2003, cuando la política retoma el comando de la economía y entonces se requiere convocar a los acreedores en una primera reestructuración, en el año 2005 y otra en el año 2010, ya durante mi presidencia; la primera fue durante la presidencia del Dr. Néstor Carlos Kirchner, quien en esta misma Asamblea, en su primer discurso, dijo que los muertos no pagan las deudas y que era necesario que los acreedores permitieran que Argentina creciera para poder pagar. No fue una premonición, no fue que adivinó el futuro, simplemente fue que aplicó la lógica económica de que es imposible pagar una deuda si no tiene crecimiento la economía del país deudor. Y allí comenzó, Argentina, su inexorable proceso de desendeudamiento, que tuvo que ver también cuando en el 2005, se decidió pagar la totalidad de la deuda al Fondo Monetario Internacional, que imponía las políticas macroeconómicas en nuestro país. A partir de allí, la Argentina comienza a crecer y se engancha como un vagón más en la locomotora de los países emergentes, que eran los que venía sosteniendo el crecimiento sostenido de la economía internacional.
No nos olvidemos que el mayor crecimiento lo protagonizaron, precisamente, los países emergentes, encabezados fundamentalmente por los gigantes asiáticos.
Me tocó a mí, en mi primera intervención, como Presidenta de la República Argentina, en este mismo ámbito, en septiembre del año 2008, ver como ese tren que venía arrastrando al mundo, en un crecimiento sostenido se le puso otra locomotora en la punta. Vieron esos trenes viejos, que tienen dos locomotoras: en una punta, China y el resto de los países emergentes tirando para el crecimiento, con tasas, que en el año 2007 – en el caso de China – alcanzaron 14 puntos de crecimiento del PBI y en el año 2008, explotó aquí –en Wall Street – con la caída del Lehman Brothers una crisis económica, que aún estamos viviendo, pero con varias modificaciones, porque la crisis empezó aquí, en el corazón de las finanzas mundiales; se venía pre-anunciando con la Crisis de la Subprime, en el 2007, y finalmente explota en el 2008. El 2009, es el año de la caída mundial de la economía, salvo lo de los países asiáticos; hacia Latinoamérica decrecimos, en ese año 2009; en el año 2010, se transfiere la crisis a la zona del euro y se va al rescate – se le llamó así –de los países endeudados.
En realidad, todos sabemos que es un eufemismo, lo que se fueron a rescatar fueron los bancos; miles de millones de dólares se transfirieron a las entidades bancarias. Aún recuerdo una discusión, en el G-20, en Londres, en el segundo G-20, donde nosotros sosteníamos que era necesario salvar a los bancos para no caer en una depresión, como la de 1930, pero era necesario, imprescindible una regulación, que permitieran que esa marea de recursos, que se inyectaban a los sectores financieros volvieran a la economía real, para entrar al circuito de la producción de bienes y servicios y comenzar a dar vueltas nuevamente en la rueda de crecimiento. Nada de eso se hizo, al contrario, la contraprestación al rescate de países fue política de ajuste y la política de ajuste, que se le impuso a la zona del euro provocó la recesión de esta zona y la caída del empleo a niveles históricos nunca antes visto: en Italia, 25 por ciento de los jóvenes ó 50 por ciento de los jóvenes desempleados; en España también desempleo de dos dígitos y llegamos así al 2014, 2015 con una caída fuerte de la demanda mundial y entonces vemos como el tren de la crisis, la locomotora del Lehman Brother, que arrancó acá, en el corazón de Wall Street, pasó después a Europa; ahora intenta ser trasladada precisamente a las economías emergentes, que fuimos las que hemos sostenido, durante tanto tiempo el crecimiento de la economía.
Argentina formó parte y forma parte de ese crecimiento y este año, pese a las dificultades, pese al hostigamiento de los fondos buitres, que no cobran, pero tampoco dejan que lo hagan el 92,7 por ciento de quienes acordaron las dos reestructuraciones, con la complicidad de cierto sector judicial de este país pretendieron que le pagáramos al 7 por ciento 20.000 millones de dólares, cuando la reestructuración al 92 por ciento había sido de 42 millones de dólares. ¿Qué lógica capitalista, qué lógica matemática tiene esto? Cuánto duraría la reestructuración del 93 por ciento, si accediéramos a las demandas de estos verdaderos depredadores financieros pagándoles a ellos solamente el 7 por ciento, la mitad de lo que se le pagó al 92 por ciento. Seguramente encontrarían algún juez con más lógica que diría: “no, está muy mal, no se le puede pagar al 7 por ciento la mitad de lo que se le ha pagado al 92 por ciento”. Máxime aún cuando algunos dicen que ese 7 por ciento compraron muchos de esos bonos cuando ya Argentina había defaulteado su deuda externa.
Por eso, esa aprobación de los principios básicos para la reestructuración de las deudas soberanas, que también ya tienen antecedentes con leyes anti-buitre, por ejemplo, en el Reino de Bélgica, significa no una ayuda a la Argentina, que está depositando el cien por ciento de lo adeudado a sus acreedores; es una ayuda para el resto del mundo, es un intento, el primer intento serio de poner razonabilidad y regulación a un sector, como es el financiero y de los derivados que a partir de transformación de bancos comerciales en bancos de inversión no ha tenido ningún tipo de intervención ni de contralor.
Por eso, decimos que esto que se ha aprobado, el 10 de septiembre, constituye un avance importantísimo que debe ser consecuencia, además, porque el mundo – señoras y señores – y no hace falta que se los diga yo, no está nada bien. Podríamos hablar de las crisis de los refugiados, producto de los depredadores financieros en los países que no alcanzan a sostener a su gente y emigran, hacía Europa, en canoas, en balsas desde el África, o a los refugiados producto de los señores de la guerra. Pero yo quiero hablarles también de un proceso de concentración económica inédita en el mundo. Según el último informe del Fondo Monetario Internacional el 1 por ciento de la población concentra, hoy, el 50 por ciento de la riqueza. Aquí mismo, en este país, que supo protagonizar el sueño americano, el sueño de las clases medias americanas, que empujaba a tantos latinoamericanos y sigue empujando, todavía, a venir aquí, donde el 1 por ciento tiene más del 30 por ciento del total de la riqueza. Cuánto tiempo puede sostenerse una sociedad, un mundo con ese grado de inequidad en materia de distribución del ingreso, con todo lo que eso conlleva.
Ayer, decíamos, en el Encuentro de Igualdad de Género, promovido por el Presidente Xi Jinping, de qué igualdad de género podemos hablar en un mundo, donde la distribución de los recursos es tan inequitativo; de qué igualdad de género podemos hablar en un mundo, donde se expulsan a la gente de sus países porque no pueden vivir y tampoco se las recibe adonde quieren ir. Estamos ante una situación en la que debemos abordar la problemática de los mercados financieros y la necesidad de volver a inyectar recursos a la economía real para que vuelva el empleo, para que vuelva la producción como los grandes motores generadores de bienestar de las sociedades.
También quiero congratularme y felicitar a los Estados Unidos de Norteamérica, a la República Islámica de Irán y también al resto de los miembros del Consejo de Seguridad Permanente, más Alemania, por haber arribado a un acuerdo, en materia nuclear que ayuda a descomprimir la situación y da más certeza y seguridad a un mundo envuelto en conflictos y en belicismos.
Nosotros sabíamos de estas negociaciones, estábamos esperanzados en que el acuerdo finalmente llegara. Ustedes se preguntarán y cómo sabíamos. Simple, en el año 2010, nos visitó, en Argentina, Gary Seymour, en ese entonces principal asesor de la Casa Blanca, en materia nuclear. Él nos vino a ver con una misión, con un objetivo que la Argentina que había provisto, en el año 1987, durante el primer gobierno democrático y bajo el control de OIEA, la Organización Internacional, en materia de control de armas y regulación nuclear, había provisto el combustible nuclear, del denominado reactor “Teherán”. Gary Seymour, le explicó a nuestro Canciller, Héctor Timerman que estaban en negociaciones precisamente para llegar a un acuerdo y que la República Islámica de Irán no siguiera enriqueciendo uranio, lo hiciera a menor cantidad, pero que Irán decía que necesitaba enriquecer este reactor nuclear de Teherán y esto entorpecía las negociaciones. Nos venía a pedir a nosotros, los argentinos que proveyéramos de combustible nuclear a la República Islámica de Irán. No estaba Rohani todavía, estaba Ahmadinejad, ya había comenzado las negociaciones.
Me acuerdo que el Canciller me vino a ver y me manifestó la propuesta que le había traído. Le había adelantado al enviado de la Casa Blanca que iba a ser muy difícil por la situación que Argentina tenía con la República Islámica de Irán, el atentado terrorista, que había sufrido la República Argentina, en la AMIA, el 18 de julio de 1994, y la decisión del juez de la causa de citar y acusar a cinco ciudadanos iraníes. En este marco se tornaba imposible la contribución de la Argentina a este proceso de negociación que, reitero, ya estaba en el año 2010. Me vino a ver el Canciller y lo recuerdo muy bien, en mi despacho y le dije que si la petición se hacía por escrito y firmada, nosotros pese a todo íbamos a colaborar porque creíamos era muy importante lograr el objetivo de la no proliferación nuclear.
Ustedes saben que Argentina integra el selecto club de países productores de energía nuclear, pero que también somos líderes en materia de no proliferación. Por lo tanto, para nosotros la no proliferación nuclear es también una cuestión de Estado.
Así se lo transmití a mi Canciller, quien lo transmitió al enviado de la Casa Blanca, Gary Seymour, que aceptaríamos proveer el combustible porque era propiedad de la Argentina desde el año 87 y teníamos además, la técnica para hacerlo a cambio, obviamente, de que fuera solicitado por escrito y firmado. Así fue transmitido, creo que fue la última vez, luego de esa comunicación, que nuestro Canciller vio a Gary Seymour.
Por eso, cuando en el año 2013, la Argentina firma el memorándum de entendimiento precisamente con la República Islámica de Irán, precisamente para destrabar la cuestión judicial que tenía paralizada la causa desde años, tengan en cuenta que el atentado se produce en 1994 y estamos hablando del año 2013, otros gobiernos habían sucedido, otras cosas habían pasado, nosotros tratábamos porque estamos firmemente convencidos en la lucha contra el terrorismo, y también en la memoria y en la verdad y en la justicia, de llegar a aclarar, a encontrar a los culpables y castigar a los culpables.
Ese fue el objetivo del memorándum de entendimiento. Sin embargo parece que al firmar el memorándum de entendimiento, se hubieran desatado los demonios. Al cabo del tiempo, cuando ahora el 2 de abril se firma el acuerdo entre los 5+1 e Irán, no ya con Ahmadinejad, pero Rouhaní, pero ya bien empezadas las negociaciones, uno se pregunta: ¿cuál era el motivo de oponerse si las críticas que se hacían que habíamos negociado con Irán, un simple acuerdo de cooperación judicial para que el juez de la Argentina pudiera tomar declaración a los cinco ciudadanos iraníes acusados en Teherán porque hay leyes que impiden la extradición de ciudadanos iraníes? ¿Cuál es el motivo? Lo escuché hoy aquí en boca de otro presidente cuando habló de la hipocresía en materia de las relaciones diplomáticas. Mucha hipocresía, mucha geopolítica mezclada en el medio y muy poco interés por saldar la memoria, la verdad y la justicia que exigen las víctimas y sus familiares.
Y más tarde, cuando enviamos este proyecto, este tratado al Congreso, que fue aprobado por el Congreso, yo le deseo fervientemente al Presidente Obama que su Congreso, el Congreso de los Estados Unidos apruebe también el acuerdo o, por lo menos, no lo trabe porque será una importante contribución a la paz mundial.
Nosotros somos coherentes, no es que lo que vale para nosotros no vale para los otros o, tal vez, utilizamos elementos o instrumentos que poco tienen que ver con los objetivos que declaramos para deteriorar la relación o la imagen de un país. Pero esta es la verdad de la situación.
Y, finalmente, el juez de la causa AMIA, también consideró viable para esclarecer y poder tomar declaración a los acusados, no lo hizo así un Tribunal de Alzada, y hoy la causa está paralizada virtualmente. Hoy podemos apelar a la buena voluntad únicamente de la República Islámica de Irán porque no tenemos otro instrumento para poder lograr la declaración de los iraníes.
Pero también han pasado cosas en mi país, la República Argentina. Hoy está en marcha el juicio de encubrimiento de las más altas autoridades y funcionarios de inteligencia y del Poder Judicial intervinientes en la causa AMIA desde el año 1994. Se ha abierto el juicio oral y público.
También, luego del desplazamiento que ordené de sectores de la inteligencia argentina por fuertes sospechas de entorpecer la investigación y de oponerse, precisamente, a lo que era destrabar la causa para ir a tomar declaración a los iraníes a fines del año pasado, produje el desplazamiento de algunos altos funcionarios, algunos de ellos que venían desde el año 1972, que pasaron por todas las dictaduras y también por todos los gobiernos, incluido también el nuestro y que hoy, están radicados aquí en Estados Unidos. A los pocos días de producirse este desplazamiento, se produce la muerte del fiscal Nisman a cargo de la causa.
Todo esto constituye algo más de lo que dije alguna vez. Yo sostenía siempre que la AMIA era un complicado tablero de ajedrez de la política internacional. Hoy siento que, además de ese tablero de ajedrez, es una telaraña, una telaraña de intereses externos a mi país; una telaraña en la que como en todas las telarañas solamente quedan atrapados los más débiles y los más chicos y los otros permanecen afuera.
En este juicio oral que se está llevando a cabo por encubrimiento, luego de catorce años de demora también en ser comenzado, también en la investigación que se está desarrollando por la muerte del fiscal Nisman, comienzan a aparecer datos reveladores y hasta estremecedores, señoras y señores, de vinculaciones con servicios secretos externos, con cuentas en el exterior, con vinculaciones con los fondos buitres, no denunciados por esta Presidenta, sino por propios miembros de la comunidad judía de mi país.
Yo no vengo acá a hablar con hipocresías ni con mentiras, vengo a contar las cosas que están pasando y también, hemos citado en una oportunidad, hace muy pocos días, al embajador norteamericano en nuestro país, para pedir explicaciones acerca de que en qué calidad se encuentra este exmiembro de los servicios de inteligencia argentina aquí en Estados Unidos. Él estuvo a cargo de toda la investigación de la causa AMIA desde el primer momento.
Cuando yo apenas era una diputada provincial allá en el Sur del país, en la Patagonia, donde era convencional constituyente cuando explotó la bomba en la AMIA, esta persona ya estaba a cargo de la investigación y ahora se está comprobando en la investigación sobre la muerte del fiscal Nisman, su vinculación total y absoluta con el fiscal y con otros personajes.
Nuestra embajadora en Estados Unidos entonces, por instrucciones de la Cancillería, ha presentado dos notas ante el Departamento de Estado y ha mantenido entrevistas con el Departamento de Estado también para requerir en carácter de qué se encuentra esta persona aquí en Estados Unidos, yo diría casi protegida, pero protegida no se sabe de qué ni de quién pero está aquí.
Y hace unos días, los nuevos fiscales a cargo de la causa AMIA, han pedido a Interpol que libre “orden azul”, esto es orden de paradero sobre esta persona. Con lo cual, como venimos haciendo desde el año 2007, primero el presidente Kirchner y, después yo, todos los años solicitando la colaboración de la República Islámica de Irán para el esclarecimiento del atentado, hoy también pedimos la colaboración de Estados Unidos. La están pidiendo fiscales en nuestro país que quieren saber el paradero de este funcionario al que todos mencionan como muy vinculado a la causa e inclusive se menciona también en la causa de encubrimiento.
Ustedes se preguntarán por qué dedico tanto tiempo a este tema. Es mínimo al lado del tiempo que organizaciones pagadas por los fondos buitres, han dedicado en este país a criticarnos, a difamarnos y a agraviarnos como que éramos cómplices del régimen iraní. Si somos cómplices del régimen iraní, ¿qué es el Presidente Barack Obama entonces? ¿También?
Yo pienso que no se puede seguir con la hipocresía ni con el doble estándar en materia diplomática. No podemos seguir utilizando armas, instrumentos de intriga internacional dignos de John Le Carré, pero antiguos, señores, porque ¿saben qué? El mundo de las comunicaciones, ese mundo de la globalización de Internet, que algunos soñaban con que iba a permitirles dominar mejor a todo el mundo, hoy también es un poderoso instrumento de comunicación para todo el mundo y para toda la aldea global donde al momento se sabe qué es lo que está pasando en un determinado lugar.
Por eso, en la Argentina, mi gobierno, nuestro gobierno va a seguir incansablemente buscando la verdad y la justicia en la causa AMIA. Solicitamos la colaboración, entonces, del país cuyos ciudadanos son acusados y de este país, Estados Unidos, para que también contribuya a aclarar la presencia de este ciudadano que va a ser requerido seguramente, como ya está siendo requerido por los organismos del Estado en nuestro país, la República Argentina.
Pero frente a este mundo de crisis económica, yo escuchaba atentamente algunos discursos hoy, y la verdad que los enemigos cambian y mutan con una velocidad asombrosa. Recuerdo la última reunión de la que pude participar del G-20, en la anterior no pude hacerlo por razones de salud, en San Petersburgo, donde prácticamente quienes se enfrentaban al gobierno de Siria, los fighter freedom, los guerreros de la libertad, eran los que debían ser apoyados por todo Occidente. Hoy, los freedom fighter forma parte del ISIS y la verdad, yo quiero preguntarles a ustedes, yo tengo un gran interrogante con respecto a cómo funciona este grupo islámico, aparentemente, quién lo financia, cómo se hace…porque cuando uno ve esas espantosas escenas donde se degüellan personas y donde uno observa claramente que hay tres o cuatro cámaras filmando la escenas. A quienes nos gusta el cine, podemos observar claramente que no se trata de una filmación casera como acostumbraba a hacer grupos fundamentalistas o grupos guerrilleros que con una camarita o una foto filmaban. No, no, acá hay un despliegue casi cinematográfico, parecería casi una película de Fancis Ford Coppola por momentos, cuatro o cinco cámaras, con cámaras que nunca se ven. Sería bueno que nos preguntáramos cómo, de dónde se financia todo esto.
Esto ayudaría, con seguridad, a que el mundo pudiera encontrar las claves para combatir uno de los peores flagelos que tiene hoy la humanidad y que son los fundamentalismos de cualquier índole, dogmáticos, religiosos y fundamentalmente aquellos que consideran al prójimo un enemigo y un objetivo a ser eliminado.
Yo no quiero irme hoy de esta Asamblea solamente con problemas de deuda y de economía o atentados terroristas y complicidades internacionales. Quiero irme también haciendo un homenaje al continente del cual me siento hija, Latinoamérica.
Hace pocas horas, estuvo aquí precediéndome en el uso de la palabra un presidente y compañero, al que quiero y admiro, el presidente de Cuba, Raúl Castro, que luego de 17 años, Cuba retorna con su presidente aquí, al seno de la Asamblea. Y la verdad que para nosotros los latinoamericanos, los integrantes del MERCUSUR, de la UNASUR, de la CELAC que tanto peleamos, que tanto debatimos, que tanto discutimos para que Cuba volviera a ser parte de los cuerpos multilaterales, hoy lo vemos como un triunfo de la perseverancia de la región y, fundamentalmente, de Cuba.
También reconocemos al gobierno de Estados Unidos que finalmente ha abierto su cabeza y ha comprendido que las cosas no podían seguir así. Y también agradecer a otro latinoamericano que estuvo también en este mismo recinto, que tiene tal vez más autoridad que nosotros porque se sienta en el Trono de San Pedro en Roma, y que tuvo un papel descollante en la articulación entre Cuba y Estados Unidos y que vino aquí a decirle al mundo y desde aquí decirle al mundo que las finanzas no pueden seguir manejando la política. Y que es fundamental un principio y un precepto que es entendido por todas las religiones: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.
Como latinoamericana también la alegría de ver el otro día en La Habana la fotografía del presidente de Colombia, del presidente de Cuba y del representante de la FARC dando principio al fin de un conflicto que lleva más de cincuenta años y que intentaron terminarlo a bombazos y a fusil. Y no, los conflictos políticos, sociales, culturales no se solucionan a bomba y fusil, se solucionan hablando, dialogando y con aceptación del otro.
Y me congratulo de ser parte de esta región Latinoamericana donde no tenemos enfrentamientos religiosos ni culturales, donde además somos todos hijos o nietos de inmigrantes, donde seguimos recibiendo inclusive migraciones internas. En mi país, las universidades nacionales públicas y gratuitas, reciben estudiantes de todo el continente, no le ponemos tarjeta roja a nadie, porque consideramos la necesidad de articular y de contribuir a un mundo más justo.
Por eso digo que Latinoamérica, de haber sido tal vez el emblema de la desigualdad, con el crecimiento que han logrado los gobiernos nacionales, populares y democráticos que algunos llaman populistas pero que hemos incorporado millones de compatriotas a los bienes culturales, educativos, de la salud, de la vivienda, de la educación, hoy decimos que somos un continente en crecimiento, un continente en integración.
Y tal vez, esta contribución que hemos hecho desde la Argentina, a la que le soltaron la mano en el 2001 y que hemos podido reconstruir nuestro país, hoy Argentina va a crecer al 2,7 por ciento del PBI, nos permite decir que la inclusión, que el crecimiento, que el desarrollo, que la producción, que el comercio solamente se va a reactivar a partir de incorporar a los millones de personas que han quedado sin trabajo, a mejorar el salario de los que ganan miserias, a respetar los derechos de los jóvenes y de los niños y, en síntesis, a ser una sociedad más justa, más equitativa y más igualitaria.
Muchas gracias a todos y a todas.