Bolivia y la «certificación» estadounidense – Diario Los Tiempos, Bolivia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Es incomprensible que el Gobierno estadounidense insista en arrogarse un rol que nadie le ha otorgado al extender certificados de buena o mala conducta, cuando su falta de autoridad moral sobre la materia resulta incontrastable

El pasado martes, como ocurre el 15 de septiembre de cada año, el presidente de Estados Unidos presentó al Congreso de su país un informe acerca del estado actual de los acuerdos internacionales sobre interdicción y lucha contra las drogas. Se trata de un reporte anual sobre cuya base el Departamento de Estado decide qué países son “certificados” y por lo tanto, “premiados” con estímulos como preferencias arancelarias, y qué países, al no merecer la “certificación” estadounidense, son sometidos a diversos tipos de sanciones.

Por octavo año consecutivo, el informe en cuestión fue negativo y contradictorio para el país. Y como era de esperar y no podía ser de otra manera, tal como también ocurre sin excepción año tras año, el informe fue recibido por el presidente Evo Morales con términos muy duros. Ha vuelto a poner en duda la autoridad moral del Gobierno de Estados Unidos para hablar del tema y ha afirmado que la lucha antidroga de Estados Unidos es un “rotundo fracaso en el mundo”, declaraciones que le dan toda la razón.

En efecto, si se considera que EEUU no ha cosechado durante las últimas décadas nada más que fracasos en su “guerra contra las drogas”, resulta indefendible la tozudez con que sus élites burocráticas se aferran al papel de gendarmes del mundo. Peor aún si se considera que los países que más aplicadamente se ajustan a las fórmulas y a los criterios que guían a los “certificadores” muestran resultados que de ningún modo pueden ser vistos como dignos de ser imitados.

Un ejemplo de ese fracaso lo ha dado el presidente Evo Morales al salir al paso del informe estadounidense. Ha recordado que EEUU apoya a Colombia en su lucha antidroga “con siete bases militares, agentes de la agencia antidroga DEA, una flota naval y $us 400 millones por año, pero el resultado es un crecimiento de plantas de coca”. Mucho peor es el caso de México, país que desde 2006 decidió aplicar en su territorio las fórmulas recomendadas por Estados Unidos y no ha conseguido más resultados que sumirse en una atroz guerra que ya ha costado varios cientos de miles de muertes, sin que a cambio haya disminuido ni ligeramente siquiera el flujo de drogas hacia EEUU.

A pesar de todo, México y Colombia, países a los que el Gobierno estadounidense otorga calificaciones positivas, no son los que más fracasos han obtenido con la fórmula de “guerra contra las drogas”. Según el más reciente informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), que depende de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Estados Unidos encabeza la lista de los países consumidores a nivel mundial y las cifras confirman que con cada año que pasa esa situación empeora de manera sostenida. Así lo indican, entre muchos otros, los informes de la Administración de Servicios Sanitarios Mentales y de Abuso de Sustancias (Samhsa, por su sigla en inglés).

Con esos antecedentes, y como lo hemos expresado en forma insistente, con cada año que pasa resulta más incomprensible el empecinamiento con que el Gobierno estadounidense se pone a sí mismo en graves aprietos al arrogarse un rol que nadie le ha otorgado y a extender certificados de buena o mala conducta, cuando su falta de autoridad moral sobre la materia resulta incontrastable.

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