Alicia Castro, embajadora argentina en el Reino Unido: «Jeremy Corbyn se ha manifestado a favor de una solución pacífica y negociada de la controversia de soberanía en Malvinas»

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Por Marcelo Justo

En el tema Malvinas, conservadores y laboristas británicos se han diferenciado históricamente más por el tono que por la sustancia. Los conservadores reaccionan con imperial arrogancia a cualquier sugerencia de una negociación mientras que los laboristas se inclinan por un perfil más bajo. Pero ni el Nuevo Laborismo de Tony Blair y Gordon Brown ni desde ya los conservadores del actual primer ministro David Cameron se han apartado de una firme negativa a dialogar sobre la soberanía de las islas. La elección de Jeremy Corbyn como líder del laborismo ha cambiado las cosas. Corbyn participó de la reunión de los grupos europeos pro diálogo Malvinas organizada en 2013 por la embajadora argentina en el Reino Unido, Alicia Castro, y tiene una larga relación amistosa tanto con el país como con el resto de América latina. Página/12 dialogó con Alicia Castro sobre el nuevo líder laborista y las perspectivas que abre para el Reino Unido, Europa y Argentina.

¿Cuál es su reacción a la elección de Corbyn?

Alegría, una gran satisfacción. Prueba de que la política está viva y de que un político honesto con ideas claras puede cambiar el estado de las cosas y, quizás, el rumbo del país y contribuir a un orden mundial más justo. Hay quienes sostienen que los jóvenes están despolitizados; sin embargo, vemos que en los últimos tres meses cientos de miles se sumaron al laborismo para apoyar a Corbyn. Ha salido del “molde” del político profesionalizado que recita un libreto tibio y conservador para no arriesgarse. Mientras otros discutían dónde realizar los recortes económicos, Corbyn se manifestó radicalmente en contra de las medidas de austeridad. Ha desafiado todos los convencionalismos y arrasó, resultó electo como líder del laborismo con el 60 por ciento de los votos.

Usted lo conoce hace tiempo. ¿Qué nos puede decir de Corbyn como político y ser humano?

Conocí a Corbyn en el 2002. Ambos éramos diputados, él es el parlamentario británico que demuestra más interés en América latina y tiene, también, fluidos contactos con el mundo sindical. Yo entonces viajaba a Londres una o dos veces por año como miembro del comité ejecutivo de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF). El llegaba a las reuniones en bicicleta, siempre lleno de entusiasmo, a militar en distintos temas: toda causa justa lo convoca, es un político en lucha. Ha desarrollado una profunda comprensión de los temas de América latina y comparte nuestras preocupaciones; ha celebrado los niveles inéditos de unidad regional que alcanzamos en los últimos diez años bajo los gobiernos Kirchner, Lula, Chávez, Morales, Correa. Muchas veces en sus discursos ha presentado a la Argentina como ejemplo de un país que resiste las fórmulas de ajuste del capitalismo salvaje, y que ha renacionalizado los servicios públicos esenciales, como él postula. Se ha pronunciado enfáticamente en solidaridad con Argentina en contra de los intereses usurarios de los fondos buitre y a favor de la renegociación soberana de las deuda. En fin, es uno de “los nuestros”. Hasta hoy, cuando viene a nuestra embajada, llega con la misma bicicleta y el mismo entusiasmo. Es una persona amable y con sentido del humor, que sabe escuchar. Gran orador, le puede dar inteligibilidad a asuntos complejos –como su firme oposición a las intervenciones militares y las armas nucleares– y tiene una dimensión pasional que la política necesita. Es un militante las 24 horas del día.

¿Significa todo esto un cambio de vientos en el Reino Unido respecto de Malvinas?

Sin duda. Cuando llegué a Londres como embajadora en el año 2012 Corbyn se integró al Grupo Pro Diálogo Malvinas. Ya en 1982 se opuso a la guerra y trabajó junto al parlamentario escocés Tam Dallyel que publicó dos libros críticos de la posición británica. Invariablemente se ha manifestado a favor de una solución pacífica y negociada de la controversia de soberanía, lo cual puede verse en sus intervenciones parlamentarias, la última de ellas el 24 de marzo de este año, cuando cuestionó el aumento del presupuesto militar en Malvinas. Es anticolonialista y un reconocido pacifista, y forma parte de la Campaña contra el Desarme Nuclear (CND) que se ha pronunciado contra la militarización del Atlántico Sur. Participó en la reunión de Grupos Pro Diálogo de toda Europa que tuvo lugar en 2013 en nuestra embajada en Londres y allí se refirió a los vínculos culturales que unen históricamente a nuestras dos naciones, a nuestro trabajo para promover el diálogo a nivel parlamentario, y concluyó diciendo que el diálogo era posible y que las actitudes están empezando a cambiar, que lo que se logró en Irlanda del Norte, se puede lograr también aquí. Su liderazgo puede orientar decisivamente a la opinión publica británica a favorecer el diálogo entre los gobiernos del Reino Unido y de Argentina, a tono con el reclamo de la comunidad internacional. Como vemos, las convicciones de Corbyn no son una utopía, o, en todo caso, son una utopía realizable. Se trata, como se dijo ayer, del “implacable poder de la esperanza”.

Corbyn va a ser tan atacado por los medios como Cristina Fernández de Kirchner o Dilma Rousseff. Malvinas y otros aspectos de su política exterior van estar en la mira. Daría la impresión de que le va a convenir por un tiempo mantener un perfil bajo sobre estos temas.

Creo que hay dos tipos de políticos: los que repiten lo que las encuestas o los consultores les indican como “lo que la gente quiere oír” para ganar elecciones, y los políticos que dicen lo que creen que la gente tiene que entender y los guían hacia allí, con una dimensión pedagógica de la política. Corbyn es de la segunda estirpe. Justamente por eso está revitalizando la política interna, poniendo temas serios en debate. La gente lo percibe como una persona real, que dice lo que piensa y hace lo que dice. Votó 500 veces en el Parlamento contra su partido, no traiciona sus principios por conveniencia. Un día me contó que guarda todos los papeles, discursos y panfletos de toda su carrera política. Y estoy segura de que, si los revisamos, encontraremos una coherencia perfecta. La prensa no podría atacarlo más de lo que hizo en los últimos tres meses para evitar que resultara electo como líder de la oposición. Corbyn siguió diciendo y haciendo lo que piensa y cada vez tenía más adhesiones. No creo que baje su perfil, no está calculando su conveniencia personal, sino el interés general. Y no habla sólo de su país, sino del mundo, de la humanidad.

El tema de fondo es si la opinión pública británica está abierta a un cambio de perspectiva sobre este tema. ¿Cuál es su opinión?

En poco más de tres años de gestión puedo percibir un cambio significativo en la opinión pública en el Reino Unido. Hay diversos sectores a los que apelamos que nos apoyan por diversas razones. Están quienes no quieren verse identificados con una política colonialista, los ambientalistas que saben que la exploración de petróleo en las islas sin infraestructura y vinculación con el continente podría provocar un desastre ecológico, los que –en medio de una crisis económica que recorta el presupuesto en salud, en educación, en vivienda y tiene a un millón de personas comiendo en bancos de comida (food banks)– no quieren ver invertidos sus impuestos en mantener una costosa base militar en unas islas remotas, con el alegado propósito de detener una invasión que nunca ocurrirá. Hoy comprobamos que estas posiciones, que son precisamente las que sostiene Jeremy Corbyn, tienen un amplio consenso.

Página 12

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