«El mejor homenaje a Chávez es no enterrar la crítica, el debate y la construcción del ‘nuevo socialismo del siglo XXI'». Artículo del intelectual venezolano Javier Biardeau, en el que reflexiona con tono crítico acerca del presente político en Venezuela y propone algunas líneas de acción para recuperar el legado del líder bolivariano
Con la celebración del natalicio del Libertador Simón Bolívar y del Presidente Chávez, se ha hablado de una jornada de “repolitización” para el campo de la revolución bolivariana y de reafirmación del “Legado de Chávez”. Aunque para una reafirmación de su legado, no hay que practicar reducciones, omisiones y desfiguraciones, sino una comprensión basada en una reconstrucción exegética de líneas fundamentales del pensamiento de Chávez. El que renuncie a la crítica teórica, a la creación intelectual, a la ética está renunciando al legado revolucionario de Chávez. No habrá repolitización sin debate, sin pensamiento crítico y creativo, por obra de una instrucción burocrática o bajo un clima de oscurantismo en cuestiones de polémica revolucionaria.
I.- ES ACERTADO CELEBRAR A BOLÍVAR Y CHAVEZ, AUNQUE NO PARA SILENCIAR UNA OBRA TRUNCA Y LOS DESAFIOS DEL PRESENTE
Con la celebración del natalicio del Libertador Simón Bolívar y del Presidente Chávez, se ha hablado de una jornada de “repolitización” para el campo de la revolución bolivariana y de reafirmación del “Legado de Chávez”. Aunque para una reafirmación de su legado, no hay que practicar reducciones, omisiones y desfiguraciones, sino una comprensión basada en una reconstrucción exegética de líneas fundamentales del pensamiento de Chávez, sobre la cual deben operar algunos requisitos mínimos: a) la fidelidad interpretativa, b) el rigor documental, c) una ética de la veracidad de las fuentes, así como d) una aproximación crítica que triangule informaciones cualitativas y permita otorgarle validez a las mismas.
Es acertado llamar a hacer una reafirmación en dirección a una repolitización, en momentos donde parecen licuarse o diluirse las articulaciones orgánicas de las ideas-fuerza fundamentales del Proyecto Nacional Simón Bolívar, sobre todo en su etapa de construcción socialista que ha venido desdibujándose desde el año 2013, en los ejes de conciencia revolucionaria y de reflexión teórica señalados por Chávez con claridad y precisión desde su discurso ante el Foro Social Mundial en el año 2005: a) el eje anti-neoliberal, b) el eje anti-imperialista, y c) el eje anti-capitalista.
Es acertado enmarcar el natalicio de estos grandes Líderes Históricos de la lucha por la autodeterminación frente a poderes coloniales e imperiales, a favor de las luchas populares por la justicia, la igualdad y la liberación en un conjunto de actividades culturales, festivas, recreativas, de llamados a la unidad política; siempre que no se omitan o debiliten aquellos aspectos referidos a las bases morales, ideológicas y teóricas de la revolución bolivariana. En fin, recuperar el debate sobre el socialismo moral al que Chávez hizo tan insistente referencia.
La “despolitización” no puede ser en ningún caso motivo de fiesta o de reforzamiento del “manguareo ideológico”, de reforzamiento de debilidades teóricas e intelectuales en el seno del pueblo. Del vagabundeo ideológico, ético y teórico claro que se derivan muchos vagabundos en cuestiones de ética pública. Y uno de los mensajes auto-críticos de Chávez sobre las debilidades de la revolución bolivariana fueron dos elementos claves: la“corrupción” y la“incapacidad”. (Discurso en Asunción; 2005)
Si se quieren encontrar las causas profundas de un reciente reconocimiento de la despolitización en el campo bolivariano, algunas están a la vista: debilitamiento de la esfera moral, ética, intelectual, digamos ideológica y teórica en el buen sentido de estos términos de la revolución bolivariana.
El pensamiento reflexivo, crítico y creativo que nuestras leyes en el ámbito educativo, comunicacional y tecnológico intentan impulsar, son considerados en otros ámbitos como rasgos negativos, como mañas de criticones, de ultraizquierdistas, casi de “leprosos”, de “hombres infames”.
De manera que una revolución sin pensamiento crítico y creativo, sin moral y luces, sin honestidad y capacidades, quedará bloqueada por sus propias debilidades éticas e intelectuales. Pero con todo, el llamado por la derecha “Dictador” fue un enamorado de la crítica y la auto-crítica.
El que renuncie a la crítica teórica, a la creación intelectual, a la ética está renunciando al legado revolucionario de Chávez. No habrá repolitización sin debate, sin pensamiento crítico y creativo, por obra de una instrucción burocrática o bajo un clima de oscurantismo en cuestiones de polémica revolucionaria.
II.- NO HAY LEGADO REVOLUCIONARIO DE CHÁVEZ SIN CONSIDERAR LAS BASES MORALES E INTELECTUALES DE LA CONSTRUCCIÓN SOCIALISTA PARA EL SIGLO XXI
Comencemos por cuestiones elementales. ¿No fue acaso y con meridiana claridad Chávez el que señaló lo siguiente?:
“Ahora bien, entre los elementos que pudieran definir el socialismo del siglo XXI yo diría que el primer rasgo es el moral. Hay que comenzar por ahí, por la conciencia, por la ética. (…) Luchar contra los demonios que sembró el capitalismo: individualismo, egoísmo, odio, privilegios. Creo que por ahí habría que comenzar. Es un trabajo de todos los días, una tarea cultural y educativa de largo aliento. En Venezuela hemos comenzado a debatir ese aspecto y es muy positivo. Es un arma en la lucha contra la corrupción, un mal que es propio del capitalismo. Empresas y empresarios corrompidos, negocios oscuros, funcionarios corruptos, movidos sólo por la ambición. Aunque también la corrupción se ha dado en el socialismo ese fenómeno tiene una raíz capitalista, es la ambición de riqueza. El socialismo debe defender la ética, la generosidad. Bolívar fue un ejemplo: abandonó todo por ser útil a su país. Hay que recordar también a Cristo y lo que dijo al hombre rico que quería ir al cielo: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres. El hombre se puso a llorar porque no era capaz de hacer eso. Fue entonces cuando Cristo lanzó aquella frase: «Será más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos»”. (Entrevista con Manuel Cabieses; 2005)
Es preciso esquematizar algunos aspectos para que el debate sobre la transición al socialismo no quede como un esfuerzo vano, como una práctica vacía de contenidos, sin alcances y sin impactos, cuando se hace referencia al legado revolucionario de Chávez.
Y es a partir de sus discursos e intervenciones donde encontramos la identificación de reiterados temas que han sido parte de la tradición socialista y de izquierda a la hora de pensar e imaginar las revoluciones.
Quiero simplificar para fines didácticos y de debate, pero cada uno encierra su propia complejidad, así como complejas son las relaciones entre estos ámbitos. En el orden de prioridad que les otorgó Chávez: a) las bases morales de la transición al socialismo, b) las bases sociales de la transición al socialismo, c) las bases políticas de la transición al socialismo, d) las bases económicas de la transición al socialismo. Podríamos agregarle un elemento clave que condiciona los anteriores: d) las bases internacionales para una posible transición socialista. Y cuando hablamos de bases, de fundamentos, de condiciones, obviamente estamos emplazando a la caracterización de las condiciones objetivas y subjetivas de un proceso revolucionario, a la vinculación estrecha entre el análisis de las correlaciones de fuerzas y las estrategias de acumulación de fuerzas.
Planteo Chávez en su discurso en Asunción, Paraguay en el año 2005:
“Ahora, el socialismo tiene, en mi modesto criterio, debe tener, para crearlo, para amasarlo, debe tener pues varios componentes, uno de ellos es, pudiéramos llamarlo el socialismo moral, o la moral socialista, y ese es muy importante. Si no hay moral socialista en nosotros, no hay socialismo posible. Esos valores, la moral, bueno sabemos, la ética, la moral, el comportamiento, la conducta, los valores, debemos comportarnos a conciencia, sin que nadie nos esté vigilando o dando con un látigo, en el marco de una moral nueva, distinta, que no es nueva, es vieja, una moral colectiva, una moral que tiene mucho con el pregón de Cristo, “amaos los unos a los otros”. La moral de la fraternidad verdadera, pero porque se sienta, no de palabra, de la boca hacia fuera, no aquí, desde el alma, desde el pecho, desde las entrañas de cada uno, de cada una, compartir con el otro, con la otra, vivir en comunidad, aceptarnos en comunidad, sentirnos parte de una comunidad, de un colectivo, sentir un hilo invisible que nos une a todos.”
Y más adelante señala en Asunción, Paraguay-2005:
“Entonces se trata de alimentar la moral socialista, o el socialismo de lo moral, el socialismo de lo pequeño, de lo cotidiano con los vecinos, aquí en el aula de estudio, allá en la fábrica. El de verdad sentir hermano al otro, a la otra, la solidaridad, el amor, ir dejando atrás el egoísmo, la ambición, la ambición de la riqueza, por ejemplo, ¡qué cosa tan perversa esa!”.
III. CON CORRUPTELAS Y DESPRECIO POR LA REFLEXIÓN TEÓRICA SE LE HACE UN FLACO FAVOR AL LEGADO REVOLUCIONARIO DE CHÁVEZ
Ya lo advertía en este año 2015 el Mayor General Pérez Arcay quien planteó dramáticamenteante quienes “pretenden hacer revolución sin libros ni maestros”, siguiendo una línea de coherencia con el espíritu de Simón Rodríguez y Bolívar: “Somos bolivarianos y no conocemos las obras y escritos de Simón Bolívar, al igual que chavistas sin leer a Chávez.”
De manera que ante los discursos y pensamientos de Chávez no hay que hacerse los distraídos. No es casual que el primer objetivo del Primer Plan Socialista de la Nación (2007-2013) (ya casi arrumado a los baúles de la memoria) fuera la “Ética Socialista” y que el Mayor General Jacinto Pérez Arcay haya planteado en este año 2015: “(…) para poder restaurar la moral de la República” es necesario convocar “una constituyente ética:
“Es necesario impulsar un proceso de refundación de la República sobre principios y valores. Sin formación no se hace patria. Este debe ser el compromiso de nuestros hijos un consenso social ampliado para definir/consensuar, entre todos, los acuerdos mínimos para la búsqueda del buen vivir para todos. Necesitamos definir qué tipo de ciudadano y sociedad deseamos construir de abajo hacia arriba. Esto significa consensuar contenidos éticos de nuestra sociedad” (http://www.aporrea.org/actualidad/n270820.html)
En palabras llanas: no hay debate ni construcción del Socialismo del siglo XXI sin partir de las bases morales, sin revalorizar los principios, valores, ideales e ideas-fuerza que Chávez colocó sobre la escena política, con rumbó claro hacia la transformación revolucionaria de la formación social venezolana y con alcances continentales. ¡A menos que todo haya sido fraseología vacía!
¿Lo creen así quienes hacen silencio frente a la interpelación socialista de Chávez? ¿Lo creen así quienes hablan de moral y luces de la boca para afuera, pero en su existencia social solo reproducen la ambición por la riqueza, la conquista de los privilegios contando para ellos con los medios de la corrupción?
IV. NO HAY QUE OLVIDAR EL IMPULSO REVOLUCIONARIO Y SOCIALISTA DADO POR CHÁVEZ EN EL AÑO 2005
El año 2005 fue para la Chávez y la revolución bolivariana un año de claro impulso y clarificación ideológica. Un año clave, quizás más clave en términos de definiciones ideológicas que el propio 4 de febrero de 1992 o que la victoria electoral en el año 2000.
Pero todo esto se está haciendo invisible, el impulso de Chávez hacia el socialismo parece debilitarse, parece dejarse a un lado por supuestas apreciaciones de mirada corta, de pragmatismo estéril, de oportunismo, de tacticismo. La maniobra de preservación del poder se devora la estrategia de transformación del poder.
En el año 2005 se despejaron muchas incógnitas que hoy nublan la conciencia de algunas tendencias del campo bolivariano. Se superó definitivamente en Chávez cualquier ambigüedad sobre la “Tercera Vía”, defendida en su discurso de 1998, y puesta en circulación mundialmente por el llamado Nuevo Laborismo en Gran Bretaña y barnizada teóricamente por Anthony Giddens, así como el viejo proyecto del “capitalismo humano” defendido por el ala de centro-derecha de la propia socialdemocracia histórica, un giro hacia la derecha adaptado a los nuevos tiempos neoconservadores, que liquidaba cualquier referencia directa al Socialismo, incluso al más ligero como lo es el “Socialismo Democrático”.
Chávez volvió a colocar la ecuación compleja sobre la mesa: Democracia, Socialismo, Internacionalismo para un bloque de poder continental y Revolución.
De modo que Chávez se superaba a sí mismo a un ritmo de politización y de radicalización ideológica que al parecer dejaba atrás a su “columna política”, impulsaba la vanguardia, cuestionaba a quienes seguían anclados en vagas referencias al “Árbol de las Tres Raíces”, o los llamados a un capitalismo con rostro humano, a la “Tercera Vía” o los cuadros mentales del reformismo socialdemócrata.
Pocos parecían seguir el ritmo del paso de los Andes al que apuntaba Chávez. Se conformaron con las cómodos valles, con los pequeños despojos de tierra que durante la independencia algunos caudillos conquistaron en medio de la guerra nacional de liberación, si acaso con un tibio “progresismo de izquierda”. Y es hora de analizar si la partida física de Chávez implicó entonces que sus continuadores no cuenten con el coraje ético e intelectual para sumir la senda de la construcción socialista del siglo XXI.
Se trata en algunos casos de omitir todo el ritmo de la aceleración histórica, cuando Chávez comenzó a referirse al tiempo y la carga histórica, desde aquel Taller de Alto Nivel que a finales del año 2004 dio en llamarse: el “Salto Adelante” para fijar un nuevo objetivo estratégico: trascender el modelo capitalista.
¿Quiénes se animaron a involucrarse en semejante desafío?
Muchos de estos textos e intervenciones han pasado al olvido, han sido reciclados y licuados en la operación de des-memoria. Y no sólo sobre el año 2005, sino sobre el año 2010 donde se intentó convocar a un primer esfuerzo de debate orgánico sobre el modelo socialista del siglo XXI con las particularidades de la revolución bolivariana.
No olvidemos como en la Escuela Venezolana de Planificación participaron Ali Rodríguez, Alberto Müller Rojas, Elías Jaua, Rodolfo Sanz, pero que ya venían dándose otras intervenciones en otros espacios en las voces de Jorge Giordani, Jesús Farías y Haiman el Troudi. Algunos de ellos insisten en la construcción socialista, otros se han ido o su ciclo vital se los impide, y finalmente están aquellos que prefieren plegarse defensivamente ante el cambio de ciclo político.
¿A dónde fue a parar todo este esfuerzo? ¿O los esfuerzos por concentrar investigaciones sobre estos temas en el Centro Internacional Miranda? O los esfuerzos de diversos colectivos y corrientes por pensar la cuestión socialista, para nombrar sólo algunos como el Frente Francisco de Miranda, el Frente Campesino Ezequiel Zamora, Corrientes sindicales de verdadero corte clasista y revolucionario, Múltiples colectivos estudiantiles que soñaron que la juventud no naciera vieja, herida de muerte por la prebenda y el clientelismo, tendencias como Marea Socialista que trataba de mantener una pequeña trinchera, hoy sometida (desde mi punto de vista) a caer en la trampa de la táctica de las purgas sigilosas, equipos como un Grano de Maíz y muchos otros, incluso vertidos en páginas de opinión como Aporrea.org, entre muchos y diversos espacios-medios de comunicación alternativos y comunitarios, como aquellos vinculados a ANROS o ANMCLA. Obviamente, si la instrucción fuera enterrar el poder constituyente para darle la paso a la desastrosa tesis de la institucionalización de la revolución, era previsible que el camino fuese no sólo la “contra-revolución burocrática” sino el espejo del PRI Mexicano. Mírense en el espejo de la liquidación histórica de la posibilidad revolucionaria.
El duelo por la partida física de Chávez parece nublar que el proyecto histórico, no forma parte del pasado sino del presente y del futuro. De modo que vale la pena poner sobre la escena algunos discursos de los años 2004-2005, para indagar sobre el “espíritu” (Geist) de un momento histórico; es decir: el espíritu de una coyuntura cuyo entusiasmo parecía encuadrarse en una etapa de ascenso revolucionario. Veamos un ejemplo que sintetiza un elan vital de una situación concreta:
“La nueva etapa es el empuje vital que dispara hacia delante el marco de las definiciones revolucionarias. Definiciones que ponen en alto relieve el debate sobre el socialismo como única alternativa frente al capitalismo. Hasta ahora se han estado realizando diversas maniobras acomodaticias que procuran asociar lo insociable, una revolución con claros signos socialistas en una sociedad capitalista. Con la nueva etapa se está haciendo camino al andar, se está ensamblando el nuevo Estado y la nueva sociedad que propugnamos, se ajusta el rumbo hacia un nuevo paradigma libertario, el socialismo del siglo XXI.” (Haiman El Troudi; la nueva etapa)
Se podría decir, en palabras de los analistas de los movimientos sociales, que se vivía un “estado naciente”, una etapa de efervescencia, de flujo y ascenso revolucionario. Hasta los más tibios parecían atrapados por el huracán revolucionario, alejados de la obsesión por la gestión y la subordinación de la política revolucionaria a una técnica de gobierno. Este peligro de retroceder al progresismo de una izquierda licuada ya había sido identificado por Chávez en el año 2005:
“Hasta hace pocos años se hablaba, incluso algunos intelectuales de la izquierda, vamos a llamar de la izquierda vieja cayeron en la trampa y algunos de buena fe, creo yo, de aceptar la tesis del Pater Noster, es decir, una especie de imperio virtual, de imperio bueno, protector, virtual que ya no necesitaba utilizar la fuerza militar, no necesitaba bombardear o invadir pueblos, que ya era el imperio económico y había que sumarse, pues a la corriente globalizadora del libre mercado y aprovechar, como llaman, las oportunidades de la globalización dándola como un hecho inevitable. Yo he oído y he leído discursos y escritos de intelectuales de izquierda, pensadores de respeto que llegaron incluso a plantear ese tema o llegaron a rozarlo, como rindiéndose ante la historia. Eso fue hasta hace pocos años y el mismo imperialismo se presentaba ante el mundo como el Padre Nuestro protector, proponente de áreas de libre comercio para las Américas, para el progreso de los pueblos, abrazándose.”
De manera que existe una vieja tentación de sectores de izquierda que al percibir las primeras dificultades se reciclan en el reformismo, el pragmatismo y el viejo oportunismo. Basta recordar palabras de Chávez en el año 2005:
“Nosotros hemos asumido la vanguardia, saben, pero con grandes defectos, con grandes debilidades. En el caso venezolano duelen tantas cosas, traiciones, inconsecuencia, vicios de una generación, repito, a la que pertenezco pero que fue bombardeada y hay mucho supuesto revolucionario que apenas tú lo pones en un cargo a manejar dinero, se le olvida la revolución”.
V. LA HIPOTESIS QUE PREVALECE ES LA DE LA TRANSICIÓN INTERRUMPIDA AL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
Vale la pena llamar la atención sobre estos momentos en los cuales la revolución bolivariana y determinados núcleos político-intelectuales, y no sólo Chávez, parecía convocar a la emergencia de la gran política, de acuerdo a Gramsci, a un debate de altura y profundidad sobre una alternativa hegemónica sostenible ante la crisis estructural del capital. Venezuela parecía prefigurar el arte de hacer posible lo imposible ante los enanos ideológicos del pragmatismo.
“Una revolución debe ser impulsada a través de un verdadero proceso de transición. Nosotros lo hemos definido así grosso modo, la vía venezolana. Habrá distintas vías, la vía venezolana, una democracia revolucionaria. Estamos en pleno proceso de hacer la democracia venezolana cada día más revolucionaria, instrumentos democráticos transformadores revolucionarios que conforman el eje central de una transición. Ahora, ¿hacia dónde? Ciertamente tenemos un proyecto, está en nuestra constitución elaborada por nuestro pueblo, aprobada por nuestro pueblo en el proceso constituyente del ’99. Últimamente hemos agregado un elemento más, esa transición que en Venezuela está en marcha ¿hacia dónde va? ¿Hacia dónde debe apuntar? La dialéctica y el avance dialéctico del proceso van definiendo horizontes y va definiendo perspectivas, va definiendo los cuadros mucho más claro. Y fue a comienzos de año, de este año cuando comencé a hacer el llamado, comenzamos a hacer el llamado a nuestro pueblo para que construyamos en el marco de esta democracia revolucionaria el rumbo hacia el socialismo”. (Discurso en Asunción; 2005)
En efecto, a atentos estudiosos del proceso bolivariano revolucionario y de sus intérpretes, no se le escaparía aquella reflexión de Istvan Mészáros en su texto: “Bolívar y Chávez: el espíritu de una determinación radical” incluido en su obra publicada como libro gratuito por el Gobierno Bolivariano en el año 2009: “La crisis estructural del Capital”.
En aquel texto, el ahora olvidado Mészáros señala: “Los discursos y entrevistas más importantes del Presidente Chávez – en los que pone de relieve la dramática alternativa entre “Socialismo y Barbarie” – ponen esto muy en claro hoy en día”. Era el año 2005. Diez años después, parece producirse una regresión a la timidez de los objetivos, a la pequeña maniobra, a devorar la gran estrategia por el tacticismo del “cómo vaya viniendo vamos viendo”, una vieja maña de sectores de izquierda que perdieron el reflejo de pasar a la ofensiva. Recordemos a Chávez:
“Estamos en tiempos de ataque, de ofensiva, de avance, son tiempos de ofensiva La ofensiva en todos los frentes, el ideológico, el político, el moral, el social, interno, externo, nacional, internacional. Es tiempo, como dijo el Che, ¿cómo fue que dijo el Che en su última carta o una de sus últimas? ‘Tomo mi adarga al brazo y vuelvo a sentir bajo mis piernas el costillar de Rocinante’, es tiempo de nuevo, ha llegado una nueva hora.”
Parece que con la partida de Chávez, aquella “nueva hora” fue enterrada y con ella la posibilidad revolucionaria en su fundamento existencial. Quedan despojos de su legado revolucionario. Pero esa posibilidad, lamentablemente para algunos, quedo marcada en múltiples textos, intervenciones y discursos. El espíritu sigue vivo, como un espectro, y en el seno del pueblo bolivariano reposa una disposición de lucha que no se conforma con ver las indecisiones de una dirección que se dice revolucionaria. Ese fue el auténtico legado revolucionario de Chávez: hacer una revolución, no permitir que la revolución fuese congelada, interrumpida, bloqueada, que operara la reversión de conquistas históricas.
No hablaremos como otras voces de “traición” por carecer de elementos certeros sobre las motivaciones subjetivas de algunos actores de la dirección política. Esto es parte de un debate que no puede participar del colapso de la promesa que Chávez intento sostener hasta en el discurso del 8 de diciembre de 2012. Un discurso que terminó siendo de despedida para el pueblo que lo escucho con una de las más pesadas angustias, quizás semejante a aquella cuando llegó la noticia: ¡Han asesinado a Ezequiel Zamora!
VI. LO QUE OTROS OLVIDAN: ISTVAN MÉSZÁROS IDENTIFICA TRES DISCURSOS FUNDAMENTALES PARA DESCIFRAR EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI EN CHAVEZ
¿Cuáles fueron, según Mészáros estos discursos y entrevistas que hacen referencia directa y sin eufemismos a la construcción socialista para el siglo XXI? Veamos:
- a)Discurso pronunciado en la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay, el que ya hemos venido citando, del 20 de junio de 2005, titulado: “Hay que ir organizando un gran movimiento continental”.
- b)Discurso pronunciado en el XVI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, Caracas, Venezuela, 13 de agosto de 2005, titulado: “la Revolución Bolivariana y la construcción del socialismo del siglo XXI”
- c)Entrevista con Manuel Cabieses: ¿A dónde va Chávez? Publicada en la revista Punto Final, el 19 de agosto de 2005.
Continuemos esta vez por el discurso final, siguiendo los consejos de Cortázar en Rayuela: usted comience por donde le parezca ¿Qué le dice Chávez a Cabieses que no puede olvidarse ni licuarse en la actualidad para que el legado revolucionario de Chávez no se trastoque en aquella sentencia: “Todo lo sólido se desvanece en el aire”?
En primer lugar, reiteramos a los olvidadizos, Chávez no se fue por las ramas ni por los eufemismos:
“Ahora entremos al tema del socialismo del siglo XXI. Primero, en lo personal se trata de un asunto de conciencia. ¿Por qué? Porque uno viene evolucionando en su pensamiento. En mi caso he venido adquiriendo experiencia y recogiendo ideas producto de esa dialéctica que se reproduce entre la teoría, los debates, las discusiones y la praxis de lo que está ocurriendo en Venezuela”. (Entrevista con Cabieses; 2005)
La evolución de las ideas-fuerza de Chávez es de por si un gran tema de investigación. No las llamamos sólo ideas. Chávez les inyecto de una pasión enunciativa que ahora evidentemente se extraña. Se trata de una máquina de afectos y enunciaciones. De una pasión amorosa por convocar grandes tareas y la estrategia señalada en el Foros Social de Porto Alegre en 2005. Sin embargo, no pasemos por alto lo siguiente. Chávez reconoce en esta entrevista con Cabieses que:
“(…) este tema de la ideología nunca lo había analizado como ahora, desde una perspectiva lejana”.
¿Y de qué se trata esto de la perspectiva lejana, aquella que permite mirar las experiencias a distancia y hacer balance de inventario?
De reconocer (como hay muchas fuentes documentales que así lo evidencian) que Chávez tuvo contactos con los ambientes marxistas y con la izquierda revolucionaria venezolana antes incluso de conformar el movimiento EBR-200 en el seno del ambiente militar.
Quizás hasta los encuentros en la vecindad de la familia Ruiz Tirado se estén perdiendo de vista. Que el sueño revolucionario de Chávez se incorporó a una oleada más de viejos ciclos de luchas, de profundas corrientes histórico-sociales que invocan incluso a Guaicaipuro, a Túpac Amaru, a José Leonardo Chirinos, de cumbes irredentas, de su referencia biográfica a Maisanta, a todos los discursos salvajes que la academia de la Ciudad Letrada (Ángel Rama dixit) han intentado regular, controlar y neutralizar.
Como plantea la irreverencia de Michel Foucault cuando señaló en su pequeña obra: “El orden del discurso”:
“(…) yo supongo que en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad.”
¿No fueron acaso hasta hoy los discursos de la academia de la Ciudad Letrada los que intentaron regular el acontecimiento-Chávez, el acontecimiento “Movimiento Bolivariano Revolucionario”, someterlo a procedimientos de exclusión, a procedimientos de control y delimitación del discurso permitido, para controlar finalmente el deseo social, el poder que insurge, el acontecimiento que rompe continuidades e inercias, y el azar que rompe la teleología de las concepciones hegemónicas?
No es casual que sea la comunidad de intereses, de discursos y de políticas de los tanques de pensamiento de la derecha, en el campo académico-intelectual, las que hayan realizado las más sofisticadas arqueologías o excavaciones de los antecedentes del movimiento político liderado por Chávez. No citaremos sus nombres, sólo diremos que la derecha aprende a impresionante velocidad, en contraste con la modorra que caracteriza a los que hablan de “preservar el poder”.
Obviamente, la dialéctica de la insurgencia y la contra-insurgencia operan con ferra necesidad. Y es terrible constatar que mientras la derecha excava y aprende en funciones de contra-insurgencia, la izquierda oficiosa y aburguesada, olvida y no quiere saber nada de su memoria y proyecto histórico:
“Mis primeros contactos con el mundo político, por ejemplo, fueron con un ex guerrillero venezolano a quien respeto mucho, Douglas Bravo. Me reuní con él varias veces, incluso antes que naciera nuestro movimiento. Douglas dirigía el movimiento Ruptura, que tenía una revista del mismo nombre. Luego me reuní también con la Causa R originaria, aquel movimiento que fundó Alfredo Maneiro, de claro planteamiento marxista. Sin embargo, eran los años en que comenzaba a resquebrajarse la Unión Soviética. Vimos cómo el planteamiento socialista fue desapareciendo, incluso en los círculos y publicaciones que venían del marxismo, y algunos hasta de la lucha armada. Luego vino en Venezuela la rebelión militar del 4 de febrero de 1992. Pero este movimiento bolivariano no tenía un planteamiento socialista.”
Chávez habla claro: el movimiento del 4-F vivía el laberinto ideológico de la pérdida de referentes políticos, y para poder descifrarlo era preciso ir a la raíz nacional-popular, a la matriz cultural de los conceptos que ensamblan el árbol de las tres raíces, a la matriz de significaciones imaginarias que algunos autores más sutiles han identificado como vinculadas a la transculturización narrativa en los imaginarios populares; y otros más directos, a darle voz a las mudez contenida del “Discurso plebeyo y salvaje”, a hablar no solo de los clásicos explotados sino de los excluidos, de los condenados de la tierra, aunque atrapados (y esto es invisible para los teóricos prácticos del “populismo sentimental”) por las redes imaginarias de los aparatos de hegemonía culturales y comunicacionales, en medio de resistencias ciertamente, pero por la administración de los deseos y demandas de una subcultura de cabo a raya capitalista, massmediática y consumista.
Por ejemplo, ¿Qué desea un jefe de una banda, cartel o mega-banda hoy? Pues los mismos gadgets, latosas (de la dimensión que sean) y anzuelos de consumo de la maquinaria de valores signos del Capital: Ellos también quieren Poder y ser Ricos, navegar en Yates, tener Aviones, hacer su “Industria”, hedonistas sin corazón y especialistas de la violencia. Y alguien le dio rienda suelta a estos desvaríos de mitificar al cualquier caudillo popular, independientemente de su contenido ético-cultural. Tema pendiente.
Pero vayamos al hilo. Por supuesto que la elite urbana se burlaría de ese magma ideológico llamado “Árbol de las Tres Raíces”. ¿Y acaso no estaban bien enterrados e invisibles Bolívar, Rodríguez o Zamora ante los nuevos imperativos de la modernización, la tecno-ciencia instrumental y la puesta a tono con la globalización neoliberal; es decir, los ejes del actual discurso segundo eurooccidental?
En contraste, Chávez analizó brevemente como poco antes de los 80 comenzó a formar en el seno del ejército una corriente bolivariana y nacionalista, “que ni siquiera se planteaba una revolución”.
A mediados de los 80 propuso a sus compañeros militares agregar la letra R –de revolución– a la sigla del movimiento que se llamaba EB-200 –Ejército Bolivariano 200, porque en 1983 era el bicentenario del nacimiento de Bolívar. De modo, que el movimiento nació en 1982 en un acto simbólico. Luego, en el año 87, Chávez dice “dimos una discusión que fue dura”. Los detalles pueden ser investigados, pero sigamos con nuestro hilo conductor:
“El movimiento había crecido pero todavía éramos pequeños grupos, que al fin nos definimos como un movimiento bolivariano revolucionario. Lo que perseguíamos era eso, una revolución, una transformación política, social, económica y cultural inspirada en el planteamiento de Bolívar. Diseñamos así lo que hemos llamado el «árbol de las tres raíces», que es nuestra fuente ideológica. Consiste en la raíz bolivariana (su planteamiento de igualdad y libertad, y su visión geopolítica de integración de América Latina); la raíz zamorana (por Ezequiel Zamora, el general del pueblo soberano y de la unidad cívico-militar) y la raíz robinsoniana (por Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, el Robinson, el sabio de la educación popular, la libertad y la igualdad). Este «árbol de las tres raíces» dio sustancia ideológica a nuestro movimiento…”
De modo que en palabras del mismo Chávez, se fueron asentando algunos estratos firmes, identificando los hitos y transformaciones de su evolución ideológica:
“(…) este movimiento bolivariano (4-F) no tenía un planteamiento socialista. Si revisas declaraciones mías de esos años, cuando nos preguntaban si éramos de izquierda o derecha contestábamos: «No, no, esa división no existe». Era una posición neutra, desconectada de la realidad pero muy influida por todo aquello del «fin de la historia», la caída de la URSS, etc. Luego viene la fase actual: llegamos al gobierno en 1999 y se formula el planteamiento de la revolución bolivariana que da un salto –como debes recordar– después del golpe de Estado de abril de 2002. Es entonces cuando esta revolución se declara antiimperialista.”
VII. QUEDARSE EN EL ARBOL DE LAS TRES RAICES PUEDE FUNCIONAR COMO EXCUSA PERFECTA PARA SACARLE EL CUERPO A LA CONSTRUCCIÓN DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
De manera que no hay que descontextualizar el proceso de evolución ideológica de Chávez, desligarlo de las transformaciones del sistema internacional en los años 80-90, el auge del discurso neoconservador de Reagan, de Thatcher, de la contrainsurgencia en Centroamérica, del asesinato de Monseñor Romero, de los documentos de Santa Fe, aspectos estos que reforzaban las tesis del “Fin de la Historia”, el derrumbe del marxismo soviético y del campo liderado por la URSS, así como también el auge de tendencias que prefiguraban el éxtasis de la globalización neoliberal, llamada inicialmente “re-estructuración capitalista” por un ya engreído G-7 y su Comisión Trilateral.
Es en este laberinto de rutas bloqueadas para las rebeliones populares, donde aparecen en determinados aspectos de la Agenda Alternativa Bolivariana los coqueteos con la retórica de la Tercera Vía. Se revitalizó la frase de Adenauer sin conocer el fondo del contexto de su emergencia: “Tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario”. Todo este viejo recetario reciclado por el giro a la derecha de la socialdemocracia envejecida: bajo las nuevas banderas ahora, de Blair, Clinton y Schröder.
De modo, que en la evolución ideológica de Chávez, mientras se mantiene la profunda raíz bolivariana del Movimiento, se liquida en medio de turbulencias políticas la referencia central a la Tercera Vía”, luego de las experiencias vividas en el período 2001-2003: “La revolución bolivariana que da un salto –como debes recordar– después del golpe de Estado de abril de 2002. Es entonces cuando esta revolución se declara antiimperialista.” (En Cabieses; 2005)
Toda la evidencia documental disponible posiciona la importancia del golpe del año 2002 para definir la bifurcación en Chávez. Esto queda suficientemente confirmado en la entrevista dada a José Vicente Rangel en el año 2011:
“Ahora viene el hombre y sus circunstancias: Chávez candidato presidencial, 1998. Las condiciones objetivas y subjetivas —Carlos Marx dixit— no daban para un planteamiento socialista y, por supuesto, no se trata de una decisión voluntarista individualista. Un partido: el Movimiento V República, y un programa de Gobierno y una alianza y una propuesta, pero tú debes recordar que yo planteé por todos lados la revolución, hay que hacer una revolución democrática.
Ahora, ganamos las elecciones, asumimos la Presidencia, la luna de miel, las indefiniciones. Tú recuerdas muy bien, tú eras mi canciller, y discusiones y discusiones. Luego viene la Constituyente. Constituyente para abrir, para romper y para abrir. Y luego la agresión imperial, y luego la agresión burguesa conjuntamente. Me di cuenta de que era imposible conciliar con esta burguesía capitalista, con estos gobiernos imperialistas. Y luego el golpe de Estado, y eso fue para nosotros y para mí como definitorio.
Debemos recordar que fue en febrero la guarimba, cuando en una gran concentración en Los Caobos, en la autopista, yo vine y declaré el carácter antiimperialista —aquí no se hablaba ni siquiera del imperio— de la Revolución Bolivariana, 2004. Luego, en Pekín, recuerdo, en una conferencia lancé la idea ante unos intelectuales (el socialismo), y en Moscú, a finales del 2004, hablé del socialismo.”
¿Cuándo se hizo entonces socialista Chávez? Pues lo dice con claridad: lo hizo desde muy joven. No nos vayamos por las ramas: entre el cristianismo y el bolivarianismo originario se fue preparando el terreno para la semilla revolucionaria de izquierda. ¿Pero por qué es recurrente en su negativa a declararse comunista como le señala a Agustín Blanco Muñoz? ¿Cuándo el impulso interior de Chávez se exterioriza como proyecto socialista públicamente? ¿Cuándo define su ubicación en el espectro ideológico-político?
Lo dice también muy claro: año 2004, hasta el punto que reconoce: “Luego se abrió el debate, ¡y cogió tanta fuerza…!, había gente que me decía: “No, ¿el socialismo?, ¡cuidado!”. Dije: “¡No! ¡Socialismo, socialismo!”.
¿Por qué Chávez considera bloqueado el camino del pacto en el año 2001-2002: “Me di cuenta de que era imposible conciliar con esta burguesía capitalista, con estos gobiernos imperialistas?”
Es interesante este punto desde el año 2001 hasta el año 2004: había gente que le decía a Chávez, ¡Cuidado con eso del Socialismo! ¿Quiénes y en cuáles circunstancias? Estas palabras parecen tan actuales hoy: pareciera decirse: ¡Cuidado con el legado revolucionario de Chávez! ¿Dijo usted socialismo del siglo XXI? ¡Usted está loco amigo, no hay condiciones, seamos prácticos, preservemos, defendamos, deje quieto eso de Chávez!
Además Chávez en aquella entrevista de 2011 con José Vicente Rangel, frente al tema del “pacto con la burguesía” fue muy claro: “Imagínate que yo hubiera terminado haciendo pacto con la derecha venezolana, con la burguesía capitalista; es más, yo estaría ya liquidado políticamente, y el país no sé dónde estaría.”
Y en la determinación de los factores estratégicos claves el mismo Chávez señaló:
“Si me preguntas, yo me juego el destino de la Revolución en la organización y movilización popular, en la unidad del pueblo, de la fuerza revolucionaria, en la unidad cívico-militar, en la conciencia de hacia dónde vamos, en la ideología. Las elecciones serán un evento más, pero no creo que ahí se determine el destino de la Revolución Bolivariana.”
Y ante la pregunta por el modelo de Democracia, en Chávez no parece haber duda que se trata de una “Nueva Democracia”: “De democracia verdadera, profunda, de economía, de valores espirituales. Lo que hay que abonar es la base espiritual del socialismo, la base amorosa.”
Sobre la Tercera Vía, en entrevista con Cabieses en el año 2005, Chávez planteó:
“(…) en los primeros años de nuestro gobierno –y te confieso que yo lo viví aunque por poco tiempo– hubo la ilusión de que podíamos estar bien con Dios y con el diablo. Alguna gente que se me acercó y que hasta cierto punto me rodeó en este palacio –tú sabes que en torno al poder y a quienes personificamos parte del poder, se van generando anillos de influencia–, llegó con un discurso de «no hay que buscar conflictos, hay que buscar consensos».”
Hoy se escuchan de nuevo estos cantos de sirena para asegurar un “pacto de gobernabilidad”. Los espectros de punto-fijo y del pacto de Nueva York vuelven a la escena. Hasta de adelantar elecciones presidenciales se hablan en determinados círculos de influencia, si leemos con atención la información etnográfica aportada por Maryclein Stelling (De las pasiones al pragmatismo; http://www.aporrea.org/oposicion/a211352.html)
Ya no se vive la oleada de popularidad de Chávez. La guerra de cuarta generación comienza a hacer estragos apuntalándose en los errores, defecciones ideológicas y ambivalencias del propio Gobierno. ¿No es esto lo que señaló recientemente Vladimir Acosta? (Vladimir Acosta: Medidas económicas desacertadas fueron el caldo de cultivo de la guerra económica:http://www.correodelorinoco.gob.ve/nacionales/vladimir-acosta-medidas-economicas-desacertadas-fueron-caldo-cultivo-guerra-economica/).
Es un hecho duro que debe asimilarse en sus causas y consecuencias. Para no asumir la táctica del avestruz.
VIII. ¿QUÉ ES AQUELLO QUE CORROE EN CORAJE POLÍTICO, INTELECTUAL Y MORAL PARA ASUMIR EL COMPROMISO PLANTEADO POR CHÁVEZ EN EL FORO SOCIAL MUNDIAL EN 2005?
Para re-encontrar el sendero político ya perdido de aquellas líneas de acción política del PSUV (un regaño autocritico a los malos resultados de las parlamentarias del año 2010) hay que hacer un esfuerzo que requiere coraje moral, intelectual y político.
Pero quedémonos en la superficie de los ámbitos ideológicos. No entremos en los condicionantes que vienen configurando los escenarios de las “tormentas perfectas”. Los datos duros de las experimentaciones numéricas con la combinación del análisis de brechas, tendencias electorales y las series coyunturales de encuestas confiables, así como los datos blandos de la prospectiva política nos llevarían a anticipar conclusiones de otro artículo en construcción. Pero adelantemos sólo una conclusión: ¡Pongamos las barbas en remojo! ¡Desechemos las ilusiones triunfalistas!
Para ser más precisos, no olvidemos cómo Chávez identificó en el año 2005 a los autores de construir determinados cercos para neutralizarlo, esos anillos de influencia sobre su persona:
“¿Tú no recuerdas que tuve de ministro del Interior a Luis Miquilena, por ejemplo? Él fue uno de los que articuló un férreo cerco en torno mío… Y tuve de ministro en la Secretaría de Gobierno nada menos que a Alfredo Peña. Y aquí venía Cisneros a almorzar con Peña. Hasta que me fui dando cuenta que me habían montado un cerco. Entonces yo era un muchacho, pero uno va madurando. Un general amigo, un sabio, el general Pérez Arcay, me dijo: «Hugo, tienes que graduarte de viejo. Aunque tengas 40 años debes ser un viejo, tienes que aprender rápido, no puedes esperar llegar a viejo, madura ahora». El me ayudó a abrir los ojos.”
¿Qué significó para Chávez abrir los ojos, hacerse no sólo político, sino estadista con maña de combatiente zamarro? Y para que no quede duda alguna a los abogan por presentar un legado de Chávez edulcorado de pragmatismo y de actitudes conciliadoras con ese oportunismo que fundamentaría cualquier apología del reformismo, leamos:
“En una época llegué a pensar en la tercera vía. Andaba en problemas para interpretar el mundo. Estaba confundido, hacía lecturas equivocadas, tenía unos asesores que me confundían todavía más. Llegué a proponer un foro en Venezuela sobre la tercera vía de Tony Blair. Hablé y escribí mucho sobre un «capitalismo humano». Hoy estoy convencido que es imposible.” (Cabieses; 2005)
De modo, que esta respuesta justificaría no hablar de un nebuloso “legado de Chávez”, sino del “legado revolucionario de Chávez”, pues el mismo Chávez reconoció nada más y nada menos que “andaba en problemas para interpretar al mundo”.
Esto no es poca cosa. Esto significa que había perdido la brújula ideológica, el contacto con la realidad y con sus tendencias de lucha: “Estaba confundido, hacia lecturas equivocadas”, tenía unos asesores que lo confundían todavía más”; es decir, que vivenció el punto de bifurcación en el cual la “humanización del capitalismo” era en sustancia para su horizonte una tarea imposible. Había que romper al líder en su jaula de cristal, jaula tendida por la trampa de las ilusiones de la línea de la menor resistencia de la que tanto hablaron Mészáros y el propio Chávez. ¿Y quién recuerda esto?
En este orden de ideas, si la socialdemocracia reformista, el populismo redistributivo o el desarrollismo conducían a administrar el capitalismo para intentar acomodar en algún grado regulable a las demandas de justicia social; es decir, integrar la justicia social a la propia regulación del metabolismo social del Capital, administrando ingentes montos de plusvalía ideológica (como lo planteó conceptualmente Ludovico Silva, o de identificación imaginaria con el orden simbólico del mando del Amo capitalista), entonces para Chávez, ese camino debía ser abandonado. Escúchese bien: no hay desde una fidelidad interpretativa con el discurso de Chávez una posibilidad de regresión a ese momento de alabanzas a la “Tercera Vía”:
“Pero esto ha sido producto de seis años de dura brega y de aprender de mucha gente. Me convencí de que el socialismo es el camino y así lo dije en Porto Alegre y después aquí, ante la Asamblea Nacional. He invitado al país a un debate. Creo que debe ser un socialismo nuevo, con planteamientos frescos, acoplado con una nueva era que apenas está comenzando. Por eso me atreví a llamarlo «socialismo del siglo XXI», como proyecto.”
IX. EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI DEBÍA SER NUEVO, FRESCO, NO LA AUSENCIA DE DEBATE NI LA IMPOSICIÓN DEL MONOLOGO DEL VIEJO SOCIALISMO A LA SOVIÉTICA
No olvidemos la materialidad de la cadena discursiva: se trataba de un socialismo fresco, nuevo, para una nueva era, no era una recaída en los viejos dogmas de los ladrillos soviéticos, en los manuales del comunismo científico, en las certezas de las sectas doctrinarias, en los grandes relatos sin fisuras ni dislocaciones. Había que asumir la crisis del viejo socialismo.
Mientras la derecha y el pragmatismo progresista se inquietaba por el mensaje del nuevo socialismo del siglo XXI, el doctrinarismo de la vieja izquierda planteaba que Chávez era un novato ideológico, que las respuestas ya venían prefabricadas en un modelo socialista a la carta predicado por sus sacerdotes teóricos.
La profecía de Chávez, como la de todo líder carismático, se enfrentaba a las incertidumbres de su promesa, como a las resistencias culturales y políticas de los sacerdotes del orden del discurso de izquierda. Pero lo cierto es que Chávez no traía soluciones a la carta, planteaba abrir un debate que los cobardes y oportunistas de siempre no quisieron asumir en nombre propio, pues si fallaban ante Chávez, perdían todo sus canales de ascenso y control de prebendas materiales.
Quizás allí reside un grave error de Chávez. El amiguismo. Pensó que el cálculo político contemplaba el abuso de medios amorales para la conquista de fines. El abuso de medios inadecuados fue generando anillos cuya subcultura fomentaba un abismo hacia cualquier construcción efectiva del Socialismo. Algo semejante ocurrió en la URSS: ¿De dónde salió la mafia rusa? Pues de las filas de la propia nomenclatura soviética.
Llegado a este punto, es preciso despejar mucha mitología mediática sobre el asunto del socialismo del siglo XXI. Chávez da su versión del asunto:
“Llegué a la conclusión –asumo la responsabilidad porque no lo discutí con nadie al hacerlo público en el Foro Social Mundial de Porto Alegre– que el único camino para salir de la pobreza es el socialismo.”
No extrañan entonces, los diversos relatos de contrastantes fuentes que comentan la perplejidad de algunos de los acompañantes de Chávez al retornar de aquel viaje al Foro Social en Porto Alegre, ahora con la inquietud sustantiva: ¿Y que será eso del Nuevo Socialismo del siglo XXI del que habla el Comandante Chávez? ¿En qué “peo” nos estamos metiendo? ¿Cálculos, ambiciones, posicionamientos en el tablero de juego, maniobras, nuevos cercos y anillos de influencia, que fue eso de “los alacranes”?
Otra pregunta que inquietaba: ¿Acaso no era un verdadero enigma para los doctrinarios del “socialismo científico” que entre el panteón de “viejos tipos” inspiradores de Chávez en aquel discurso no se hiciera mención directa ni a Marx ni a Engels?
Atención, no se trata de decir aquí que aquel discurso del Foro Social de Porto Alegre era un discurso completamente ajeno a cualquiera de las vertientes del marxismo, pero sí plantear que la raíz nacional-popular nuestra americana, junto con la reiterada insistencia de Chávez a las bases morales del Socialismo, haciendo constante referencia al cristianismo auténtico y a las posiciones del Che, fueron lo determinante en la interpretación de Chávez del Socialismo del siglo XXI. Allí está toda su referencia a los “viejos tipos y tipas”. Se trataba de un nuevo tipo de dirigente político, pero que no renunció a perder su memoria y su apuesta con determinados polos de identificación.
Todos sabemos que a su manera, el Che y Mao fueron marxistas, citados por Chávez en Porto Alegre en 2005, lo que no hemos captado adecuadamente es hasta qué punto fueron o no unos “Loros Marxistas”. Al parecer tuvieron razones para “pensar con cabeza propia” y de “navegar como peces en el agua” en el seno del pueblo, cuando lograron sintonizar condiciones objetivas y condiciones subjetivas. Y cuando no lo hicieron fueron derrotados:
“(…) creo que tenemos posibilidades objetivas, condiciones objetivas y condiciones subjetivas para que un poderoso movimiento popular vaya tomando cada día más fuerza, más forma, más perspectiva hacia la victoria. Habrá que tener paciencia, eso sí, pero la paciencia acompañada, decía Bolívar, otra vez Bolívar, paciencia acompañada por la constancia. Bolívar acuñó una frase también muy hermosa y muy orientadora, si queremos tener patria, tengamos paciencia y más paciencia, constancia y más constancia, trabajo y más trabajo’ agregaría yo, estudio y más estudio, para tener patria, lucha y más lucha, conciencia y más conciencia, desprendimiento y más desprendimiento.”
Paciencia, constancia, trabajo, estudio y lucha. Agréguele esto a la conocida consigna: Unidad, batalla, lucha y victoria. ¿Qué resultado obtenemos? Primero no olvidar las debilidades morales e intelectuales: derrotar la corrupción y la incapacidad política y técnica. Pero además, paciencia, constancia, trabajo, estudio, unidad, batalla, lucha y victoria.
¿Será imposible que un frente amplio revolucionario de fuerzas políticas y sociales encarnen estos principios para salvar el legado revolucionario de Chávez, ese cada vez más pequeño margen de maniobra que aún queda?
X. LOS PRESUNTOS ASESORES QUE DIRIGIAN LA AGENDA POLÍTICA DE CHAVEZ
Prestemos atención además a otros problemas. Mientras se descalificó históricamente a Chávez en su rol de dirigente político de nuevo tipo (pero inspirado en viejos tipos), la derecha internacional y la orquestación mediática intentaba troquelar la leyenda de los supuestos asesores de Chávez (es que Chávez no podía pensar), “los que le ponían las ideas ya masticadas en su agenda política”.
Que si había sido Ceresole y la tesis del “Caudillo, Ejército, Pueblo”, que si era Ramonet y su grupo francés, que hablaban de un nuevo tipo de dirigente político, mientras Chávez salía con la “historia de los viejos tipos” y su “panteón de inspiración revolucionaria” en el propio Foro Social; que si era Dieterich, la escuela de Bremen y la Escuela de Edimburgo, con su versión del socialismo del siglo XXI, (tesis que quedo desmontada por la propia opinión de Dieterich luego del discurso pronunciado en el XVI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Caracas el 13 de agosto de 2005), que si era Chomskyluego de la insistente referencia al texto “Hegemonía y Supervivencia” en diversas alocuciones de Chávez, que si finalmente eran los asesores españoles, incluyendo al gordo Roberto Viciano Pastor, al CEPS, a Monedero y su legión (convertidos mediáticamente en una suerte de “secuaces”), que si era el CIM, con apoyo de la dupla Harnecker-Lebowitz; que si era Mészáros, traído con alabanzas por el equipo Giordani-Navarro, o la red de intelectuales y artistas en defensa de la humanidad, o si finalmente siguió los consejos de Allan Woods, recalentado en sus sueños cuando escucho hablar de una Quinta Internacional. Todo esto es parte de una leyenda. Chávez quizás escuchaba y bebía de muchas fuentes, pero quedaba claro que el momento decisional pasaba por su persona, con sus aciertos y desaciertos.
En el fondo de toda esta leyenda de asesorías infalibles, hay una profunda subestimación a la propia capacidad de Chávez para configurar su propio repertorio simbólico, con improvisaciones y errores ciertamente, pero sabiendo que era lo que dejaba atrás, lo que quedaba invalidado por la propia dialéctica de la teoría y la práctica: la tercera vía y la conciliación con el reformismo de la “línea de la menor resistencia”.
Chávez como “animal político” no era un “aventurero” de la ultra-izquierda que desconocía el peso de los factores objetivos, pero tampoco parecía conformarse con esperar que “el viento soplara a favor” para reconocer cual era la ruta de navegación y su meta. La Utopía de Chávez no era el zigzagueo de los que suponen que la meta es el camino, y que el movimiento es más importante que los fines. No era un simple reformista que quería administrar el capitalismo para hacerlo humano.
Mientras los pragmáticos utilizaban a Chávez para alcanzar sus inconfesables fines, Chávez utilizaba a los pragmáticos para avances menores en el tablero estratégico. Pero hoy sin Chávez y debilitado su espíritu en las esferas del poder: oportunistas, pragmáticos y reformistas tienen el campo abierto para minar a fondo la gran estrategia del legado revolucionario de Chávez, dinamitar la posibilidad socialista.
En esto parecen coincidir algunas voces que alertan amargamente que el rumbo parece ser la vieja “Adequidad” y los “pactos tácitos” con los factores tradicionales de poder. De modo que dejemos a un lado el cuento de los asesores, por cierto todos internacionales, incluyendo para mentes aún más aquilatadas en las conspiraciones castro-comunistas, las conversaciones de Chávez con Fidel, Raúl, Alarcón, Hart, con Orlando Borrego y sus historias de primera mano sobre el Che.
No olvidemos que quienes le tendieron la trampa mortal a Chávez en el año 2002, fueron los que sin saberlo abrieron las puertas de la solidaridad internacional, incluyendo toda la reinvención en materia social que significó el apoyo de Cuba, conducida políticamente entonces por Fidel: allí está el auge y luego el estancamiento de la experiencia de las misiones sociales. Un estancamiento al que nadie parece querer ponerle el cascabel al gato.
De modo que frente a la leyenda de las influencias, me inclino a pensar y plantear otra hipótesis: es poco probable que Chávez haya recibido una influencia determinante de un pensador específico. Ni siquiera de Fidel (el maestro de la estrategia, según Chávez) y eso es mucho decir. Habría que analizar con mayor profundidad el campo heterogéneo de influencias en los planteamientos ideológicos de Chávez, más que suponer la influencia determinante de las tesis teóricas planteadas por una figura intelectual o política en particular. Cotejar con rigor y con honestidad de las fuentes, las entrevistas dadas y discursos de Chávez en diversos contextos, contrastarlo con los diversos planteamientos teóricos e ideológicos, todo esto sigue siendo una investigación central para comprender el devenir de las ideas-fuerza de la Revolución Bolivariana.
Claro, para algunos será investigar por investigar, para otros investigar para desfigurar, y finalmente, investigar para esclarecer y debatir. Que cada quien se posicione, que trate de demostrar sus verdades, la “terrenalidad de sus hipótesis o tesis”. Pero hay algo que debe plantearse sin lugar a confusiones: nuestro punto de partida insiste en un imperativo ilustrado (hasta donde sea posible por las limitaciones de nuestro horizonte-perspectiva y sus puntos ciegos): combatir las mentiras, los errores y medias verdades sobre el “legado revolucionario de Chávez”. Hay que poner en escena las estrategias de investigación y sus políticas de interpretación.
XI. ¿A DÓNDE FUE A PARAR LA DEMOCRACIA REVOLUCIONARIA Y EL PODER POPULAR?
Un ejemplo. Muy pocos conocen la profundidades del dilema entre los conceptos de “Revolución Democrática” y de “Democracia Revolucionaria” en los propios planteamientos de Chávez entre el año 2005 y 2006, aspecto este que intentó tematizarse polémicamente con Evo Morales en algún Aló Presidente, cuando éste último definió a su usanza la Revolución Boliviana como una revolución democrática, cultural y descolonizadora.
Sobre el tema de la “Democracia Revolucionaria” el mismo Chávez señaló en la entrevista con Cabieses del año 2005:
“En Venezuela lo he puesto de la siguiente manera: estamos en una transición y como decía Gramsci, que muera lo que tiene que morir y que nazca lo que tiene que nacer. Una transición que me atrevo a llamar «democracia revolucionaria», un término que tampoco es mío sino del poeta cubano Roberto Fernández Retamar. Habla de eso en una entrevista de 1992 que leí –cuando estaba preso– en un libro, América Latina, marca registrada, del chileno Sergio Marras. Fernández Retamar habla del bolivarianismo y la democracia revolucionaria. He retomado ese término para caracterizar el tipo de democracia que empuja como una caballería, que abre puertas y se impregna de pueblo. Es una fase de transición hacia el socialismo. Esta dirección está mucho más clara en Venezuela.”
En la intervención ante la Asamblea nacional en el año 2006:
“La democracia, hemos hablado de la Democracia Revolucionaria; no es ésta una “revolución democrática”, no. No es lo mismo hablar de revolución democrática, que de democracia revolucionaria. El primer concepto tiene un freno, como el caballo: es revolución, ¡ah!, pero es democrática. Es un freno conservador (…). El otro concepto es liberador. Es como un disparo, es como un caballo sin freno: Democracia Revolucionaria, democracia para la revolución.
(…) Es decir, nosotros somos representantes, pero hemos jurado darle vida a una democracia, no representativa sino participativa, y más allá: protagónica. Vea que somos una contradicción nosotros, porque si de democracia vamos a hablar, habrá que recordar la democracia liberal que se le impuso a todo estos países y cuyo modelo fue horriblemente copiado y sigue siendo copiado y pretende seguir siendo copiado por las élites de estos países nuestros, democracia que al final no es tal, no es tal.
Sobre esa gran contradicción tenemos que trabajar, cómo vencer las barreras que dificultan el surgimiento, el avance de la verdadera democracia, la participativa, la protagónica, para que sea revolucionaria. Porque la democracia de élites, representativa, no es revolucionaria, es antirrevolucionaria, es contrarrevolucionaria; una Asamblea Nacional encerrada en cuatro paredes, un Gobierno encerrado en cuatro paredes, tomando decisiones basado en la representación que un pueblo le dio, expropiándole al pueblo la soberanía, es contrarrevolucionaria…”
En entrevista dada a José Vicente Rangel en el año 2011 Chávez retoma el mismo tema: una nueva democracia. Y en su Programa de Gobierno del año 2012:
“Éste es un programa de transición al socialismo y de radicalización de la democracia participativa y protagónica. Partimos del principio de que acelerar la transición pasa necesariamente por, valga la redundancia, acelerar el proceso de restitución del poder al pueblo. El vivo, efectivo y pleno ejercicio del poder popular protagónico es insustituible condición de posibilidad para el socialismo bolivariano del siglo XXI. Por eso mismo, es la base fundamental y el vértice principal del Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2007–2013: nuestra carta de navegación en este ciclo que está culminando, enfatiza rotundamente su papel estratégico. Papel estratégico que en el próximo ciclo debe acentuarse todavía más”.
Cabe decir sin que quede duda alguna que la fuerza enunciativa de tal proposición del programa de Gobierno Chávez en el año 2012, quedó debilitada en la nueva redacción del Plan de la Patria, aparecido ya como Ley de la República para el Gobierno de Maduro el 3 de diciembre de 2013.
Insisto. No se trata del “legado de Chávez”. Ese legado puede significar sus gustos por el base-ball, su identificación con el “látigo Chávez” o por todo el panteón musical de la música llanera. Se trata en cambio del legado ideológico revolucionario de Chávez.
XII. LAS BASES POLÍTICAS DEL NUEVO SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
Decía Bolívar: la igualdad, la igualdad practicada en Venezuela, debe ser practicada’, debe ser la base fundamental de nuestro sistema de gobierno’. Y para el logro de esa igualdad sustantiva. Y si se quiere explorar a profundidad una suerte de semántica ideológico-política, no será casual encontrar textos que van tejiendo los hilos tanto argumentativos como narrativos de una propuesta en construcción:
“En la línea política uno de los factores determinantes del socialismo del siglo XXI debe ser la democracia participativa y protagónica. El poder popular. Esto es un elemento político definitorio que contrasta con aquello del partido único o centrar todas las decisiones en el partido. Hay que centrar todo en el pueblo, el partido debe estar subordinado al pueblo. No al revés.” (En Cabieses; 2005)
Y la estrategia del poder popular no era sólo nacional sino que ofrecía un debate de alcance continental: “¡Así que ese es el camino! de la conformación de una fuerza moral, una fuerza política, una fuerza física para ir construyendo ese camino. Simón Bolívar lo dijo, el gran día de la América no ha llegado, yo creo que ahora sí llegó el gran día de nuestra América.” (Discurso de Asunción; 2005)
Escuchemos bien, Chávez está repensando un principio central de la mediación política del socialismo real del siglo XX, lo hace a viva voz, con respeto pero con honestidad. Todavía leer estas ideas-fuerza en Chávez genera una vasta polémica a la luz del devenir del PSUV y la liquidación de la idea de una nueva internacional, que se debate internamente y externamente, a la luz de debates con factores del llamado GPP y con movimientos sociales, entre si se trata de configurar un partido dominante o hegemónico, como un partido-maquinaria electoral eje del sistema político venezolano, o si se inclina en potenciar el poder popular sin subordinaciones a redes clientelares o correas jerárquicas de transmisión de instrucciones a ser simplemente obedecidas y ejecutadas.
En el plano internacional, no hay ya nada que indique un impulso para que los sectores dirigentes de la revolución bolivariana participen en un debate más amplio en las izquierdas mundiales. La actitud defensiva es sólo de preservación de la revolución bolivariana. Nada de ofensivas, nada de movimientos internacionales.
Y si por si fuera poco, Cabieses en el 2005 preguntaba sobre la línea política al interior del país: ¿Un sistema político pluralista que permita participar a diferentes sectores? ¿Un poder popular real?
Chávez contestaba: “Claro que sí, una democracia participativa y abierta. En lo social, el socialismo debe conjugar igualdad con libertad. Una sociedad de incluidos, de iguales, sin privilegios, sin esta abismal diferencia entre extrema riqueza y extrema pobreza.”
Y luego se metía en el terreno económico. “En lo económico: un cambio del sistema de funcionamiento metabólico del capital (¿Meszáros?). Este es un tema complejo de tratar. Aquí hemos iniciado experimentos como el impulso al cooperativismo y al asociativismo, a la propiedad colectiva, a la banca popular y núcleos de desarrollo endógeno, etc. Se trata de dejar atrás la lógica de funcionamiento perverso del capitalismo. Son válidas muchas experiencias, como la autogestión y cogestión, la propiedad cooperativa y colectiva, etc. Estamos poniendo en marcha un ensayo de empresas de producción social y unidades de producción comunitaria. Eso está recién naciendo pero ayudará a definir un modelo teórico. Le da también una connotación especial: no se trata de un grupo de intelectuales escribiendo un libro de dos mil páginas. Práctica y teoría deben marchar en paralelo.”
XIII. LAS BASES SOCIALES Y ECONÓMICAS DEL NUEVO SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
Chávez había señalado desde una concepción holística (totalizadora) el movimiento bolivariano revolucionario perseguía una revolución:“(…) una transformación política, social, económica y cultural inspirada en el planteamiento de Bolívar. Diseñamos así lo que hemos llamado el «árbol de las tres raíces», que es nuestra fuente ideológica.”
Desde entonces el tema de “deuda social acumula dio lugar primero a una crítica de las concepciones neoliberales (programas de focalización y compensación) de la política social para luego concluir que: “el único camino para salir de la pobreza es el socialismo, es el empoderamiento de los más pobres”:
“(…) yo quiero aportar algunas ideas. Una es afirmar que el primer socialista de nuestra era fue Cristo. Soy cristiano y pienso que el socialismo debe nutrirse de las corrientes más auténticas del cristianismo. Tampoco se trata de andar buscando a un iluminado, como tú decías, para que nos haga un modelo que vamos a copiar todos. Sería absurdo. Vamos a hacer el socialismo desde nuestras propias raíces, desde nuestros aborígenes, desde las comunas en Paraguay y Brasil, desde el socialismo utópico que representó Simón Rodríguez, desde el planteamiento de Bolívar de libertad e igualdad, desde el planteamiento de Artigas, el gran uruguayo, de que hay que invertir el orden de la justicia, eliminando los privilegios. Creo que estamos comenzando esta tarea.”
De modo que en ámbito de lo social: “(…) el socialismo debe conjugar igualdad con libertad. Una sociedad de incluidos, de iguales, sin privilegios, sin esta abismal diferencia entre extrema riqueza y extrema pobreza. En lo económico: un cambio del sistema de funcionamiento metabólico del capital. Este es un tema complejo de tratar.”
Chávez partía de un diagnóstico de crisis para hablar de desuda social acumulada: “En Venezuela, en los ’80 marcaron, comenzando la década, el Viernes Negro, 1983, crisis económica, palabra que no se conocía en Venezuela, situación que no se conocía, devaluación, inflación. Eso en Venezuela, durante décadas, había sido materia para los estudiosos de la economía, inflación, devaluación, déficit, desempleo, incremento de la pobreza. Luego, finalizando la década, la explosión social, rebelión popular, el Caracazo, miles de muertos, represión salvaje de una llamada democracia que atropellaba a los pobres y protegía a los poderosos.”
Frente a los jóvenes en Asunción, Paraguay, Chávez fue muy claro acerca del papel de eslabón generacional que habría que tomar en consideración para poder dar cuenta de las transiciones: “yo concluyo, muchachos, con una afirmación, producto de esos 40 años, a nosotros, a mi generación, digo: Nos robaron el futuro, nos lo robaron. Llegamos al futuro ¿dónde está? Todo es una tormenta, se trata ahora de que nosotros en los que nos queda en vida, los que ya hemos pasado los 50, algunos los 60, debemos hacer todo lo posible con nuestros errores, con nuestras impurezas, nuestras contaminaciones incluso, porque también hay que decir que la generación a la que pertenecemos, esa generación fue bombardeada de falsos valores, fue envenenada, le borraron buena parte de la memoria histórica, pero con todo lo que podamos tener de fortaleza y de conciencia, de coraje y de luces, lo poco que podamos tener de eso, todas las fuerzas morales, físicas, intelectuales que podamos reunir nosotros, los que nacimos por los 50 o por los 40, tenemos que aportarlo aunque sea como ceniza, no importa ya. Para evitar, para impedir que a ustedes, hermosa juventud, le roben también el futuro. Y además aún a esos niños, a esos niños que andan por allí soñando con mundos futuros y mejores. De eso se trata, así que tenemos que echar el resto sin ningún temor, con audacia.”
De manera que el diagnóstico planteado por Chávez colocaba el asunto social de cara a la crisis estructural y el globalismo neoliberal: “El neoliberalismo está viviendo una verdadera crisis, el modelo del capital está en crisis integral, crisis permanente veníamos diciendo ayer con el ministro Giordani, estudioso del socialismo desde hace tiempo, socialista es él y estudioso del socialismo y del capitalismo. La crisis del modelo del capital es profunda ya, no es coyuntural, es permanente y avanza como un reptil, dice un buen amigo filósofo, es como un cáncer, no tiene solución la crisis del capital y del capitalismo.”
No hay que borrar la historia: “Lo que Mr. Danger señala como la vía de la salvación para nuestros pueblos, es decir, el libre mercado, es precisamente el gran culpable de la tragedia histórica de nuestros pueblos. Es precisamente el libre mercado la causa fundamental de las grandes desigualdades que hay en América latina, es precisamente el libre mercado y el neoliberalismo el culpable de nuestras divisiones que nos ponen a pelear y nos dividen para competir a ver quién llega primero a los mercados que ellos supuestamente abren para bien ¿de quién?: de las oligarquías de nuestros países, no para bien de nuestros pueblos.”
Y el contraste con el neoliberalismo no era un tímido progresismo de izquierda, un reformismo del arte de lo posible: “Ahora, yo les hablaba de la propuesta hacia el socialismo, es una propuesta para la discusión, para los aportes, para el debate, porque esa es la dirección. Ahora, ¿qué socialismo? ¿Se tratará de traer modelos del siglo, inicios del siglo veinte, mediados del siglo veinte para copiarlos tal cual? No.”
Y en contraste con los modelos de calco y copia: “Nosotros en Venezuela estamos comenzando a discutir y a perfilar y a diseñar elementos, elementos de un socialismo futuro. No podemos decir que en Venezuela existe el socialismo, no. Vamos rumbo al socialismo. Ahora, el socialismo, permítanme reflexionarlo como aporte para esos debates, yo creo que ese es el camino para la América Latina, para todos nuestros pueblos, dejar atrás progresivamente el perverso y maldito sistema capitalista, culpable de los desastres que hemos vivido y los desastres que estamos viviendo.”
Además de tratarse de un socialismo con particularidades propias, de un nuevo socialismo, se trataba de abrir el espacio para la crítica: “Al gobierno siempre hay que criticarle y exigirle, yo siempre le digo al pueblo venezolano, ¡critíquenme, critíquennos, exíjannos que ustedes tienen derecho y que para eso nos eligieron, para responder por sus problemas, por sus dramas, para darles el rostro, darles la cara, para darles el alma! ¡Pero no esperen que todo lo arregle el gobierno!”
No es lo mismo decir: no esperen que todo lo arregle el gobierno que impulsar un apagón, una actitud censuradora de la crítica. He allí una diferencia central frente a la mentalidad conservadora, frente a una intersubjetividad reaccionaria, frente a una lógica de sentido que enciende semáforos en rojo apenas se irrita con la palabra “critica”. Una revolución no necesita de los felicitadores a los que se refería Pio Gil. En consecuencia, las bases sociales y económicas del socialismo no pueden desligarse de las bases morales y políticas. Las actitudes reivindicativas que refuerzan los estímulos materiales y las motivaciones basadas en el cálculo egoísta de utilidades son parte de un proceso de transición. Ya lo decía Marx en la tan citada crítica al Programa de Gotha cuando al referirse a la prefiguración de la nueva sociedad se trata de “(…) una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede.”
No es casual entonces que Chávez insistiera: “(…) los trabajadores que muchas veces exigen con derecho salarios justos y otros beneficios, tienen derechos a exigirlos. Pero la clase obrera está obligada, no sólo a exigir sus derechos, sino a constituirse en un factor transformador de la sociedad, la clase obrera está llamada a ser elemento fundamental de la transformación social.”
Obviamente que los trabajadores deben auto-determinar su proceso de emancipación, pero rompiendo con la racionalidad instrumental que ha impuesto la lógica reivindicativa, sindicalera y lochera, rompiendo con la reproducción de la integración al capitalismo basada en carnadas materiales. Sin necesidad de crear un falso dilema entre estímulos materiales y estímulos morales, como lo hacen quienes sin intenciones manifiestas confunden el socialismo con el comunismo de la escasez material generalizada. Allí hay que ser rigurosamente marxianos: la plena existencia social es el desarrollo de las potencialidades y facultades del individuo, no una ética de compulsión psicológica y de sacrifico por ideales que suprimen al individuo social en nombre de un colectivismo abstracto. No se trata de la “conciencia del deber social” de cuyo soviético, sino de la “conciencia de la liberación social y política”, que no vea lo social como algo prefabricado, superior y anterior a la agencia humana, como una veneración supersticiosa, reiteramos, a una colectividad abstracta, a una nueva forma de mistificación alienante.
Pero siendo fieles a la interpretación del discurso de Chávez, no podemos dejar de reconocer que Chávez asumió, al menos verbalmente, las influencias sugestivas del equipo político animado por Toby Valderrama y un Grano de Maíz, de aportes críticos de Néstor Kohan y Rubén Dri, cuando centró su posicionamiento político en la tradición moral del Che Guevara, del cristianismo de la liberación y en la conciencia ética, a pesar de no abrirse el debate de influencias ancladas también en las elaboraciones éticas de la filosofía soviética en el periodo que va de 1954 a 1964. Un debate entre las ideas de Adolfo Sánchez Vásquez, Enrique Dussel, Franz Hinkelanmert y Rubén Dri hubiese enriquecido el aspecto central de las bases morales y éticas del socialismo del siglo XXI, para sacudir la modorra ideológica que obtura tantos debates necesarios y que se ha apoderado de vastos estratos dirigentes y de cuadros medios de la revolución bolivariana.
Quizás allí entonces, nos sentaríamos disciplinadamente, sin necesidad de estar apuntalando la crítica, a aprender con humildad como se superaría la corrupción de la política y de la palabra revolucionaria. Pero, seguramente aparecería la tesis que la única manera de no dejar fallecer a un cuerpo menguado, es intentar sacarlo del estado de agonía permanente.
Intentamos ser fieles a la reconstrucción de las ideas-fuerza de Chávez. La fidelidad comprensiva a los documentos es nuestra única guía. No queremos enjuiciar sus ideas-fuerzas a priori, no queremos pasar de su comprensión a su evaluación crítica. Esa es otra tarea, otro momento del debate, pero comencemos por no licuar, distorsionar o desfigurar al pensamiento de Chávez. Es la primera regla de oro para asumir una aproximación rigurosa del legado revolucionario de Chávez.
Por mi parte, lo más audaz de Chávez fue plantear esta ecuación compleja entre revolución, socialismo y una nueva democracia en el marco de una vía electoral, constitucional y constituyente, pacífica y apostando a formas de lucha democráticas. Esto nos lleva a plantear los dilemas históricos y conceptuales de la construcción socialista de las experiencias de Cuba, Chile, Nicaragua y Venezuela al menos, sin desestimar otras experiencias, como la movilización popular Boliviana. Cada proceso de transición revolucionaria teje sus propias particularidades históricas, sus vías nacionales. Esto incluso quedó muy claro luego del breve deshielo posterior en la URSS luego de la Muerte de Stalin conocido como desestalinización: Las particularidades nacionales y posibles vías pacíficas al socialismo.
Pero esto contrasta no con ideales, sino con la realidad de los conflictos de grupos, sectores y clases. Luego del asesinato de Gaitán en 1948, la experiencia de Arbenz en 1954, la ocupación estadounidense en República Dominicana en 1965, el golpe contra Allende en 1973 y las Dictaduras de Seguridad Nacional no es fácil suponer que las formas de lucha pacíficas y electorales, serán las únicas condiciones de lucha para la posibilidad del socialismo en América Latina. Pero lo cierto es que Chávez coloco en el debate una fórmula que ha generado uno de los filones de debate más interesantes para la historia política del Continente.
Si se trata de “revoluciones pacíficas pero no desarmadas”: ¿Cuál es el rol de las Fuerzas Armadas en el proceso político? ¿Se han despejado las dudas históricamente fundadas sobre el principio de Supremacía Constitucional o las posibilidades fácticas del arbitraje militar en un proceso político? ¿Se dirimen las controversias políticas fundamentales entre opciones ideológicas a través de procedimientos democráticos y electorales legalmente consagrados? ¿O la política está dominada fundamentalmente por el realismo decisional y las relaciones fácticas de fuerzas? Estas preguntas no son poca cosa si se trata de despejar el asunto de una posible transición pacífica y democrática al Socialismo, como lo mostró la experiencia histórica Chilena. En contraste Chávez planteó:
“Los militares hablan de revolución y socialismo, y discuten esos temas. Creo que es muy positivo. Y yo asumo la responsabilidad que me cabe en este proceso. Tenemos que estudiar y debatir mucho. Ojalá podamos hacer pronto un evento internacional sobre socialismo y conocer así distintas opiniones y experiencias.”
Este debate no es poca cosa a la luz de las experiencias históricas y de los modelos teóricos disponibles en la tradición revolucionaria de izquierda. Tampoco a la luz del legado revolucionario de Chávez.
De hecho, Chávez escogió una vía muy riesgosa, porque en cierta medida implica jugar en terrenos y reglas elaboradas por sus propios oponentes. Y los sucesores de Chávez heredan estas condiciones, que pueden ser incluso desfavorables si fallan en áreas claves de la acción de gobierno y de la gobernabilidad del sistema social.
¿Practica y teoría deben marchar en paralelo en este riesgoso camino? ¿Y si se debilitan ambas para licuar el debate y la construcción del socialismo del siglo XXI? En palabras llanas, ¿No ha sido hasta ahora la ventaja electoral en términos políticos una condición para pensar el devenir de la revolución bolivariana? ¿Y si se pierden las ventajas electorales?
El factor crítico de eficacia de la visión de Chávez fue reiterado con obsesión: “Si no les damos contenido de participación popular, serían, como decía Bolívar, «repúblicas aéreas», castillos en el aire.” Ya esa había sido la tragedia señalada por Bolívar en el Manifiesto de Cartagena.
¿Podría devenir entonces en una arquitectura aérea, sin arraigo y fundamento todas estas formaciones discursivas de Chávez sobre el Socialismo del siglo XXI? ¿En qué quedaría la acción política sobre el socialismo del siglo XXI?
XIV.- ¿QUIÉNES VOLVERÁN A ESTUDIAR EL DISCURSO DE CHÁVEZ EN EL XVI FESTIVAL MUNDIAL DE LA JUVENTUD Y LOS ESTUDIANTES?
Retomemos finalmente aquí otro discurso de Chávez, aquel titulado: “La Revolución Bolivariana y la construcción del Socialismo del siglo XXI”, realizado en el marco del XVI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en Caracas, aquel 13 de agosto de 2005. Allí Chávez plantea un tema vital para pensar el destino de su legado revolucionario:
“Tú, Fidel, ya has sido absuelto por la Historia. Y digo aún más, digo aún más (…): no sólo es que ya fuiste absuelto por la Historia sino que la Historia te abrió los brazos, te envolvió con su manto mágico y te selló en sus páginas imborrables para siempre jamás. En cambio yo, este humilde soldado bolivariano, no puede decir lo mismo. No, no, aún no, para ser exactamente justos con la Historia, con los tiempos, con los hombres, con los pueblos, no se puede decir lo mismo de Hugo Chávez Frías, todavía. Quién sabe si se dirá algún día, dependerá de muchas cosas. Ahora, el problema no es mío nada más, yo quiero aprovechar la colectivización que ha hecho Fidel de “La Historia me absolverá”, medio siglo después, para meterlos a ustedes en el lío también, a todos ustedes yo los quiero meter en este lío. Y voy a parafrasear una vez más a Fidel Castro para decir: Si ustedes estuvieran de acuerdo, yo lo diría de esa manera, condénennos, no importa. La Historia nos absolverá a todos nosotros, los que luchamos por el bien de la Humanidad; los que luchamos por salvar al mundo. Los que luchamos de verdad por un mundo mejor, de igualdad, de justicia, de libertad.”
¿Ha absuelto la historia al legado revolucionario de Chávez?
Esta pregunta no depende sólo de Chávez sino de sus testamentarios, de quienes afirman ser sus hijos y albaceas. Aunque parezca un criterio ajustado al mero realismo político, la historia absolverá a Chávez si y sólo si logran efectivamente que la revolución bolivariana logre sus cometidos estratégicos. Si no lo hacen, Chávez y quizás todos ellos serán condenados.
Cuando Chávez abordó su discurso en el XVI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en Caracas el 13 de agosto de 2005, hizo hincapié en que el desarrollo e implantación de un modelo socialista debe partir de la premisa de su adaptación a las realidades de cada sociedad y a los avatares del siglo XXI.
Así mismo señaló con claridad que la planificación era esencial pues se trataba de pensar el socialismo para “cuatro o cinco décadas” y no previéndolo para un futuro indefinido. El riesgo de no hacerlo concreto en la carga del tiempo histórico era el riesgo de la desaparición de la especie humana sobre el planeta. De allí que este discurso este marcado por el dramatismo de las opciones: O Socialismo o Barbarie, opciones que para los pragmáticos son sólo fantasías de ideólogos.
Pero además, hay otro aspecto sumamente relevante del discurso en el XVI Festival de la juventud y los estudiantes: el mensaje de Fidel Castro sobre las particularidades de la revolución bolivariana. Prestemos atención al mensaje inicial grabado de Fidel:
“(…) tal vez las cosas más importantes por las cuales hay que luchar no es por preservar algo sino por crear mucho, si quieren más exactamente las (…), es decir, no se lucha por lo que podemos perder, porque tenemos muy poco que perder, se lucha por lo mucho que tenemos que conquistar. Eso simboliza Venezuela en este momento y es ésa la lucha que se libra.”
Primer punto a tratar: no se lucha a la defensiva, conservado o preservado algo, se lucha “por lo mucho que tenemos que conquistar”. Aquí Fidel parece marcar que no se trata de una lucha defensiva ni de asumir la línea de la menor resistencia. Se trata de una lucha por derechos verdaderamente humanos que están por conquistarse. Y desde allí, también Fidel hace referencia a la delicada coyuntura política del año 2002:
“Al surgir la Revolución Bolivariana, en que pueblo y fuerza militar estrechamente unidos, desataron un proceso revolucionario y democrático, también sin precedentes, la respuesta fue el golpe fascista, la oligarquía privilegiada que disfruta del grueso de los ingresos del país y es dueña de los más poderosos medios masivos —con el aliento y el apoyo del imperialismo— lanzó a sus seguidores contra el pueblo bolivariano y la propia sede del Presidente del país, en busca de un choque sangriento que justificara la acción coordinada de una reducida pero bien ubicada fuerza militar.
Milagrosamente se evitó una sangrienta guerra civil, gracias a la actuación razonable y serena del presidente Chávez, el apoyo del pueblo bolivariano y la lealtad de la inmensa mayoría de los oficiales y soldados de las Fuerzas Armadas de ese hermano país; una nueva página de la Historia de América, compleja y difícil, se abre para el pueblo que inició la independencia de las colonias de España en este hemisferio.
Los que añoran el regreso a los años perdidos no volverán jamás a ganar la confianza del pueblo, si la nueva generación de líderes que hoy dirige el país logra aunar fuerzas, estrechar filas y hacer todo lo que esté en sus manos.
¿Es posible hacerlo dentro del modelo constitucional y político recién elaborado y aprobado? Mi respuesta es: sí puede, bajo el esquema de una economía de mercado, alcanzarse un nivel de justicia social superior al que existe actualmente.
Soy marxista convencido y socialista. Pienso que la economía de mercado engendra desigualdad, egoísmo, consumismo, despilfarro y caos.
Un mínimo de planificación del desarrollo económico y de prioridades es indispensable pero pienso que en un país con los enormes recursos con los que cuenta Venezuela, la Revolución Bolivariana puede alcanzar —en la mitad del tiempo— 75% de lo que Cuba, país bloqueado y con infinitamente menos recursos que Venezuela, ha podido lograr desde el triunfo de la Revolución.”
De manera que es con este prólogo de Fidel escenificado al discurso de Chávez se hace posible comprender que los modelos de Cuba y Venezuela son diferentes, como diferentes sus contextos. Pero para poder alcanzar lo que Fidel llama una meta de 75 % de lo que Cuba ha podido lograr desde el triunfo de la revolución es preciso partir de una condición política previa:
“Los que añoran el regreso a los años perdidos no volverán jamás a ganar la confianza del pueblo, si la nueva generación de líderes que hoy dirige el país logra aunar fuerzas, estrechar filas y hacer todo lo que esté en sus manos.”
Unidad, acumulación de fuerza y capacidades son condiciones políticas necesarias e indispensables para avanzar en la conquista de la justicia social dentro del modelo constitucional y político propio de 1999, sin necesidad de liquidar inmediatamente la economía de mercado. La combinación de recursos disponibles, con un mínimo de planificación del desarrollo económico y de prioridades permite un punto de partida distinto al modelo revolucionario cubano.
Para Fidel esto implicaría erradicar totalmente el analfabetismo en pocos años; lograr una enseñanza de alta calidad para todos los niños, adolescentes y jóvenes; una cultura general elevada para la mayoría de la población; garantizar asistencia médica óptima a todos los ciudadanos; facilitar empleo a todos los jóvenes; eliminar la malversación; reducir al mínimo el delito y proporcionar viviendas decorosas a todos los venezolanos. Todo esto en el marco del modelo constitucional y político consagrado en la Constitución de 1999.
¿Pero acaso se trata de un simple programa de acción inmediato de tinte reformista sugerido por Fidel para Venezuela en el año 2005?
“(…) si se llevan consecuentemente las ideas de Bolívar y Martí, se concluirá siempre en el fin de la injusticia, en el fin de la explotación; se concluirá siempre en la necesidad desesperada de justicia social que tienen nuestros pueblos; se concluirá siempre que sólo la Revolución que ponga fi n a todas esas injusticias, sólo la Revolución que ponga fin a ese sistema, más tarde o más temprano, será la que resuelva los problemas sociales de nuestros pueblos. Cada cual lo llamará de una forma o de otra; nosotros, es bien sabido, lo llamamos socialismo.”
Fidel pasa a considerar que el socialismo, el bolivarianismo, el martianismo o el cristianismo pueden perfectamente articularse en un programa de emancipación, justicia social y lucha antiimperialista: “(…) ése es el antiimperialismo de esta época, y eso nos hace sentir la necesidad de Bolívar y Martí más que nunca”. Así mismo, Fidel valora positivamente el ALBA y Petrocaribe como dispositivos de integración para señalar que “si el gobierno norteamericano considera que Chávez y a Castro, están desestabilizando y subvirtiendo a los países de la región, sería la ocasión propicia para responder: “¡Condenadnos, no importa. La Historia nos absolverá!”
Es muy importante no olvidar estas palabras, que luego de la derrota de la propuesta de reforma constitucional en el año 2007 reaparecieron en el ambiente. Todavía hoy el campo bolivariano no ha metabolizado este acontecimiento con un aprendizaje significativo para aumentar su autoeficacia. El fantasma de la derrota del año 2007 reaparece en el año 2015, en momentos en los que la revolución socialista luce paralizada, congelada, fosilizada. Y entre las múltiples vías para una posible recuperación y repolitización está no sólo el tacticismo electoral de intentar ganar con maniobras de variada naturaleza. El problema central es que la revolución bolivariana ha perdido su norte porque ha perdido su camino: el camino de los debates que se iniciaban en el año 2005:
“Ahora, consideramos que esta convocatoria para discutir, para ir prefigurando, configurando ese socialismo del siglo XXI y abriendo los caminos distintos, no habrá un solo camino, habrá muchos caminos; no habrá un modelo, habrá muchas variantes del socialismo; habrá que acoplarlo a las circunstancias de cada país, de cada región; creo que fue una de las tragedias del socialismo del siglo XX intentar copiar modelos; ya Armando Hart en sus palabras, hace un rato, es taba recordándonos al gran José Carlos Mariátegui, no puede ser calco el socialismo para la América Latina, debe ser creación gran diosa, heroica, construcción heroica de nuestros pueblos.”
La urgencia que le otorgaba Chávez a tales debates era una cuestión planteada no desde la óptica del tacticismo sino de la clarificación de la gran estrategia:
“Empujados, además, por la conciencia y por la urgencia de salvar la vida en el planeta, como ya he dicho. Tenemos que agotar todos los recursos intelectuales, académicos, ideológicos, morales, físicos que podamos y nadie mejor que ustedes, muchachos, para hacerlo, para desplegarse por el mundo en la batalla socialista; ya terminó el tiempo de la defensa, después de la caída soviética terrible y además inevitable, como ya lo decían también ustedes aquí, quienes me antecedieron, de alguna manera o de otra; después de la caída por los barrancos del llamado campo socialista en la Europa oriental, bueno eso desmotivó, eso enfrió o congeló muchos debates y muchas luchas, mucha gente se rindió, mucha gente pensó que era el fin. Ahora, apenas, catorce años después de la caída de aquel campo socia lista, aquí estamos en plena batalla. ¡El socialismo ha resurgido! ¡Ha resurgido! Podemos decirlo hoy con Carlos Marx y Federico Engels: el fantasma vuele a recorrer el mundo. ¡Ha vuelto el fantasma! ¡Ha vuelto! Y ahora ha vuelto, además, renovado, con rostros jóvenes, con ideas nuevas, con planteamientos nuevos; alimentándose de las realidades de los indios, de los negros, de los blancos, de los jóvenes, de los pueblos.”
Vale la pena hacer un llamado a estudiar estos tres discursos del año 2005, para retomar los hilos rotos de la construcción de espacios; proyectos y programas, para crear las condiciones porque no se decreta el socialismo, hay que crearlo, hay que construirlo y primero hay que pensarlo, hay que diseñarlo, hay que crearlo, hay que inventarlo, hay que debatirlo, la batalla de las ideas en la que estamos.
Y no podemos tampoco pasar ahora cien años debatiendo, no hay tiempo, hay que pensar y hacer, hacer y volver a pensar; “de corregir el rumbo cuando haya que corregirlo; de ser muy autocríticos en el rumbo y en la construcción del modelo, en el trabajo revolucionario.”
El mejor homenaje a Bolívar y a Chávez no es mencionarlos con rituales vacíos, sino estudiarlos, dejar de llamarse Bolivarianos sin conocer a Bolívar, dejar de llamarse Chavistas sin estudiar a Chávez, dejar de llamarse socialistas si lo que se apuntala es el capitalismo.
Todo comienza con el primer paso: poner la piedra fundacional de la moral socialista. Necesidad de aprender a inspirarse en viejos tipos y en viejos códigos como aquellos Taquileños que dirigen su sociedad basados en el comunitarismo y en la moral inca: Ama Sua, Ama Llulla, Ama Qhilla, (No robar, No mentir, No ser flojo).
Sería un mínimo ético necesario para corregir erráticos rumbos de la revolución bolivariana. Un extraordinario homenaje a Bolívar y a Chávez.