Tras ser recibido por Correa y miles de personas, el papa Francisco oficia hoy su primera misa en Ecuador
Una fiesta religiosa fue la que se vivió en Quito este domingo por la histórica visita del papa Francisco a Ecuador, pues miles de feligreses lo esperaban en las calles con cantos, oraciones y mucha alegría.
Tras su llegada al país andino alrededor de las 14:45 fue recibido por el presidente Rafael Correa en el aeropuerto internacional Mariscal Sucre en la localidad de Tababela para luego dirigirse en un vehículo cerrado hasta la entrada del campo santo Monte Olivo en el norte de la capital, desde donde recorrió varias de calles de la ciudad saludando y dando la bendición a los fieles católicos a bordo del Papa móvil.
Miles de ciudadanos desde varias provincias de Ecuador llegaron a la ciudad para ver de cerca al máximo líder de la iglesia católica y se ubicaron desde la mañana en las calles, desde Monte Olivo hasta la Nunciatura Apostólica donde descansará para dirigirse este lunes, a las 09:00, a Guayaquil y realizar una serie de actividades, entre ellas, una misa en el parque Samanes.
“Es una emoción única, una bendición, una alegría que se conjuga con sentimientos de felicidad. Bienvenido Francisco, esperamos que traiga a nuestro país muchas bendiciones”, expresó Viviana Zapata, quien llegó a la ciudad desde la provincia de Tungurahua.
“Queremos que nos bendiga, que ponga la paz y la tranquilidad en Ecuador”, señaló María Macas, quien viajó desde la provincia de Loja (frontera con Perú).
Mientras se esperaba la llegada del sumo pontífice, los ciudadanos en las calles portaban banderas, globos, camisetas y decenas de artículos con el rostro del papa o de sus mensajes de justicia social.
Varios voluntarios alentaban además a los fieles con alegres cantos religiosos, muchos de los cuales se escuchan en la misa y otros dedicados al carismático líder espiritual.
La Policía realizó un impresionante operativo con el desplazamiento de cientos de uniformados a lo largo de las avenidas y calles por las que pasó tanto la caravana de seguridad que trajo al papa desde el aeropuerto, como las que recorrió bendiciendo a la población a bordo del Papa Móvil.
Entre la gente que esperaba a Francisco se encontraban ciudadanos de todas las edades a quienes no les importó ni el cansancio ni el fuerte sol que caía en Quito, con tal de saludar y recibir la bendición del máximo representante del catolicismo.
Durante su recorrido el papa realizó algunas paradas en las que se dio el tiempo de saludar a la gente y bendecir a algunos niños, mientras la gente le lanzaba flores y alabanzas.
“Podrá contar siempre con el compromiso y colaboración de la Iglesia para servir al pueblo ecuatoriano”
“Le agradezco señor Presidente sus palabras, agradezco su consonancia con mi pensamiento (…). A lo que correspondo con mis mejores deseos para el ejercicio de su misión, que pueda lograr para el bien de su pueblo” expresó el Papa Francisco durante su intervención a su llegada al Ecuador, en referencia al discurso de bienvenida por parte del Presidente Rafael Correa, en el cual citó varias frases del Santo Padre.
Francisco agradeció con alegría la calurosa bienvenida, la cual según él es una muestra más del carácter acogedor que define a la gente del Ecuador. “Agradezco a Dios por haberme permitido volver a América Latina y estar aquí con ustedes en esta hermosa tierra del Ecuador”.
Recordó que visitó el Ecuador en distintas ocasiones por motivos pastorales y manifestó que hoy viene como testigo de la misericordia de Dios y de la fe de Jesucristo la cual durante siglos ha modelado la identidad del pueblo ecuatoriano.
Francisco afirmó que el evangelio se pueden encontrar las claves que permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación, sin exclusiones, para que los logros y el progreso en desarrollo que se están consiguiendo, se consoliden y garanticen un futuro mejor para todos. “Poniendo especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en la minorías más vulnerables que son la deuda que todavía toda América Latina tiene” resaltó.
Además enfatizó en la labor que debe cumplir la Iglesia, la cual no debe apartarse del testimonio de Jesucristo. “Los cristianos identifican al Sol con Jesucristo y a la luna con la Iglesia, la luna no tiene luz propia y si la luna se esconde del sol vuelve oscura. El Sol es Jesucristo y si la Iglesia se aparta o se esconde de Jesucristo, se vuelve oscura y no da testimonio” dijo el Papa.
El Sumo Pontífice extendió al Presidente Correa el compromiso y colaboración de la Iglesia para servir al Ecuador. “Podrá contar siempre con el compromiso y colaboración de la Iglesia para servir al pueblo ecuatoriano, país que se ha puesto de pie con dignidad” manifestó.
Tras dar su discurso, los niños de nacionalidades indígenas que formaron parte del recibimiento tuvieron la oportunidad de saludar con el Santo Padre, así mismo dos niños con discapacidades auditivas entregaron una medalla a Francisco y a Rafael Correa como muestra de agradecimiento.
De esta manera el Papa Francisco inicia su visita en el país, la cual durará hasta el miércoles 8 de julio.
Presidente Rafael Correa: «El gran pecado social de nuestra América es la injusticia»
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, dio la bienvenida al papa Francisco a su arribo a Quito. En su intervenciónñ el mandatario sudamericano aludió palabras del pontífice en relación a la necesidad de acabar la brecha entre ricos y pobres y mejorar la distribución de la riqueza para alcanzar la justicia social.
Discurso
Bienvenido Papa Francisco a nuestra América, a su América, a este tesoro de la Patria Grande llamado Ecuador, que lo recibe con los corazones de todos los ecuatorianos desbordantes de alegría y esperanza.
Bienvenido al país mega-diverso más compacto del mundo. Por su ubicación geográfica, Ecuador es el eco centro del planeta.
Bienvenido a Quito, primer patrimonio cultural de la humanidad y capital de Sudamérica.
Somos orgullosos de un mestizaje luminoso. Somos geografía multicolor y tierra germinadora de pensamientos y acciones revolucionarias, de quienes, como usted, nos exasperamos por la injusticia y la exclusión.
Ecuador ama la vida. Nuestra Constitución ordena al Estado reconocer y garantizar la vida, incluido el cuidado y protección desde la concepción; establece reconocer y proteger a la familia como núcleo fundamental de la sociedad; y nos compromete profundamente a cuidar nuestra casa común, al ser la primera Constitución en la historia de la humanidad en otorgar derechos a la naturaleza.
El 20% de nuestro territorio está protegido en 44 Reservas y Parques Naturales. La gama multicolor de nuestra flora y fauna se complementa y enriquece aún más con la diversidad de nuestras culturas humanas. Tenemos, además de una mayoría mestiza, 14 nacionalidades indígenas con sus correspondientes lenguas ancestrales, incluyendo a dos pueblos no contactados, que han preferido el aislamiento voluntario, en el corazón de la selva virgen. Nuestra Constitución define al Ecuador como un Estado unitario, pero plurinacional y multicultural.
Los argentinos, muy orgullosos, dicen: “El Papa es argentino”; mi querida amiga Dilma Rousseff, Presidenta de Brasil, dice: “Bueno, el Papa será argentino, pero Dios es brasileño”. Por supuesto que el Papa es argentino, probablemente Dios es brasileño, pero de seguro… ¡el Paraíso es ecuatoriano!
¡Bienvenido, Su Santidad!
Justicia
Querido Santo padre: El gran pecado social de nuestra América es la injusticia. ¿Cómo podemos llamarnos el continente más cristiano del mundo, siendo a su vez el más desigual, cuando uno de los signos cristianos más recurrentes en el Evangelio es compartir el pan?
Por eso los obispos latinoamericanos reunidos en Puebla hace casi 40 años nos decían: “Vemos, a la luz de la fe, como un escándalo y una contradicción con el ser cristiano, la creciente brecha entre ricos y pobres”.
Nos llamamos un continente de paz, pero la insultante opulencia de unos pocos, al lado de la más intolerable pobreza, son también balas cotidianas en contra de la dignidad humana.
Usted, como un gigante moral para creyentes y no creyentes, nos dijo a los jefes de Estado reunidos en la Cumbre de las Américas en Panamá: ‘La inequidad, la injusta distribución de las riquezas y de los recursos, es fuente de conflictos y de violencia entre los pueblos, porque supone que el progreso de unos se construye sobre el necesario sacrificio de otros y que, para poder vivir dignamente, hay que luchar contra los demás. El bienestar así logrado es injusto en su raíz y atenta contra la dignidad de las personas”, y que “mientras no se logre una justa distribución de la riqueza, no se resolverán los males de nuestra sociedad.
Nos insistió en que la pobreza no se eliminará con limosnas, sino con justicia, al sostener que “la teoría del “goteo” o “derrame” se ha revelado falaz: no es suficiente esperar que los pobres recojan las migajas que caen de la mesa de los ricos», y por ello, con claridad usted sostiene que debe exigirse la distribución de la riqueza.
Estas injusticias claman al cielo. La fundamental cuestión moral en América Latina es la cuestión social, más aún si por primera vez en la historia la pobreza y la miseria en nuestro continente no son consecuencia de falta de recursos, sino de sistemas políticos, sociales y económicos perversos.
En ese maravilloso regalo que usted ha dado a la humanidad, su encíclica Laudato Si, nos dice que la política no debe someterse a la economía, y que necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana.
Nos recuerda a todos los fieles que la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada, y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada. Cita las palabras de San Juan Pablo II, quien nos visitó hace 30 años, cuando dice: “Dios ha dado la tierra a todo el género humano, para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno” y que “la Iglesia defiende, sí, el legítimo derecho a la propiedad privada, pero enseña con no menor claridad que sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca social, para que los bienes sirvan a la destinación general que Dios les ha dado”.
Globalización y migración
Usted ha denunciado con fuerza la tragedia de la migración, la cual bien conoce nuestro país.
No entiendo cómo los países ricos, muchos de ellos mayoritariamente cristianos, podrán justificar éticamente a las futuras generaciones la búsqueda de cada vez mayor movilidad para mercancía y capitales, al mismo tiempo que penalizan e incluso criminalizan la principal de las movilidades: la humana.
La solución, como tantas veces lo ha sugerido usted, Santo Padre, no es más fronteras: es solidaridad, es humanidad, y crear condiciones de prosperidad y de paz que desincentiven a las personas a migrar.
Vivimos una globalización inhumana y cruel, totalmente en función del capital y no de los seres humanos, ya que no busca ciudadanos globales, sino tan solo consumidores globales; no busca crear una sociedad planetaria, sino tan solo mercados planetarios; y que, sin adecuados mecanismos de control y gobernanza, puede devastar países, como usted también lo menciona en su encíclica.
Santo Padre:
El orden mundial no solo es injusto, es inmoral. Todo está en función del más poderoso y los dobles estándares cunden por doquier: los bienes ambientales producidos por países pobres, deben ser gratuitos; los bienes públicos producidos por los países hegemónicos, como el conocimiento, la ciencia y la tecnología, deben ser pagados.
Usted en su encíclica cuestiona el estilo de vida de los países ricos, por insostenible y antihumano, y acertadamente nos habla de la deuda ecológica que estos tienen con los países pobres.
La mejor manera de enfrentar este injusto orden mundial es con la unidad de nuestros pueblos. La construcción de la Patria Grande es impostergable. Tal vez los europeos tendrán que explicar a sus hijos por qué se unieron, pero nosotros tendremos que explicarles a los nuestros por qué nos demoramos tanto.
Despedida
Santo Padre:
En lo personal, jamás acabaré de darle gracias a la vida por todos los privilegios que me ha dado y, entre ellos, poder conocerlo y recibirlo en mi Patria.
El Evangelio dice “donde está tu tesoro está tu corazón”. Tengan la seguridad que mi tesoro no es el poder, sino el servicio. Tener un país sin miseria, pero también sin lujuriosos derroches. Un país que supere la cultura de la indiferencia, donde se acaben los descartables de la sociedad, en el cual trabajemos para los hijos de todos, y así, juntos, alcanzar el buen vivir, el “sumak kawsay” de nuestros pueblos ancestrales.
La doctrina social de la Iglesia nos dice que el bien común es la razón de ser de la autoridad política. Es ese bien común el que hemos tratado de construir en Ecuador desde hace 8 años, considerando “al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios para vivirla dignamente”, como nos dice la constitución pastoral Gaudium et spes.
La Conferencia Episcopal Latinoamericana reunida en Medellín nos decía hace casi medio siglo: “El Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina, que mantiene a la mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria. Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte”.
Gracias a Dios, la iglesia latinoamericana nos ha dado extraordinarios pastores, como Mons. Óscar Arnulfo Romero, mártir de nuestra América, recientemente beatificado por usted; nuestro Leonidas Proaño, el obispo de los indios, quien luchó por la verdad, por la vida, por la libertad, por la justicia, los valores del Reino de Dios, como él los llamaba; nos dio un Helder Camera quien decía “cuando doy de comer a los pobres, me llaman santo, cuando pregunto por qué hay pobres, me llaman comunista”.
Y ahora, esa Iglesia nos lo da a usted, Francisco, el primer Papa latinoamericano, con su mensaje profético, que si alguien quisiera callar, lo gritarán hasta las piedras.
Bienvenido a su casa.
Eucaristía de Francisco emociona a Guayaquil
El templete del campo Eucarístico donde el papa Francisco hará su misa campal, ante más de un millón de fieles, está engalanado con tres imágenes religiosas.
Se trata del Cristo del Consuelo, la Virgen de Guayaquil y de la Sagrada familia. La primera está de lado derecho del templete y las otras dos, también cerca al pontífice.
Con esto, queda todo listo para la misa de hoy, al igual que todos los cuadrantes donde los fieles comenzaron a ubicarse desde ayer en la tarde para estar presente en la misa.
En el sitio, algunas carpas y otros pertrechos fueron colocados para pasar la noche. La mayoría de los asistentes son jóvenes que esperan estar cerca al Pontífice.
Sobre las 17:00, ingresaron alrededor de 4 mil voluntarios que se ubicaran en los 32 módulos de la explanada para vigilar que los fieles estén sin inconvenientes. Las puertas del campo se abrieron desde las 12h00 para permitir el acceso de los fieles que arriban de Guayas y otras provincias de la costa.
Cada uno de los cuadrantes se identifican con nombres de santos de acuerdo a cada una de las parroquias de donde proceden los fieles. Delante del templete, en un espacio especial, estarán personas con capacidades especiales, ancianos y otros invitados.
El Papa, después de su visita al Santuario de la Misericordia, llega alrededor de las 11h00 para la misa en Samanes. Primero ingresará sacristía junto a sus obispos para colocarse la túnica adecuada para el acto litúrgico.
El campo cuenta, además, con cientos de letrinas y casi una veintena de pantallas de televisión para que los fieles observen y escuchen el mensaje del Papa.
Después del acto religioso, Francisco se dirigirá hasta el colegio Javier para almorzar con sus amigos jesuitas.
En los alrededores del parque Samanes, miles de fieles acampan a la espera de la misa del Sumo Pontífice.
Desde la provincia de Santa Elena arribaron 18 buses cargados de fieles. Todos ingresaron al campo para permanecer en vigilia hasta la hora de la misa que será a las 11:45. (DAB)
La llegada del papa a Guayquil
Francisco despegará desde Tababela, en Quito, a las 08:00, y pisará suelo guayaquileño a partir de las 09:00. Llegará a la Base Aérea Simón Bolívar y desde ese sitio partirá al Santuario de la Divina Misericordia, en el kilómetro 26 de la vía Guayaquil-Salinas.
Las autoridades de la SGNR indicaron que una vez que todos los asistentes estén dentro nadie podrá salir del campo eucarístico hasta después de las 15:00. Por la noche, hubo una jornada de cánticos, rezos y lecturas de mensajes religiosos.