O’Grady: la pluma buitre – Por Jorge Elbaum (Especial para Nodal)
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Las páginas del Wall Streeet Journal (WSJ) suelen ser la biblia de los inversores especulativos y la panacea de quienes reivindican el hoy perimido Consenso de Washington, y su antesala necesaria y más oscura, la doctrina de la seguridad nacional.
La pluma consecuente con dicho trayecto es su editora de temas latinoamericanos, Mary Anastasia O`Grady. En sus columnas semanales estigmatiza ante millones de lectores norteamericanos los proyectos políticos de quienes postulan banderas soberanistas y condena a los líderes que se atreven a cuestionar las bases mismas del neoliberalismo contemporáneo.
Entre sus antecedentes más conocidos aparece la teoría –difundida en 2002– de la fabricación de virus por parte del gobierno cubano, en connivencia con grupos integristas musulmanes, para contaminar a los ciudadanos estadounidenses de la Florida y desatar la primera guerra bacteriológica del planeta. Otra de las famosas diatribas lanzadas desde sus columnas neoyorkinas, (reproducidas con asiduidad en el diario la Nación de Argentina y en otras publicaciones conservadoras del continente), alcanzan al actual gobierno de Colombia por insistir “temerariamente” en los acuerdos de Paz con las guerrillas de las FARC, sugiriendo, como única solución posible al conflicto, una ofensiva militar apoyada por los marines estadounidenses. Sus críticas a las tratativas de paz que se desarrollan en La Habana, advierten sobre el poder que se le está otorgando a las FARC en dichas conversaciones. En una entrevista de marzo de este año, Mary Anastasia afirmó: “…obtener la paz a cualquier precio no es lograr la paz” . En ese mismo reportaje criticó la insistencia del actual presidente colombiano con respecto al proceso de paz, y consideró que “las tratativas son otra señal de desesperación de Santos para alcanzar un acuerdo con las FARC a cualquier precio. Eso pone al país en un lugar de debilidad”. (http://bit.ly/1H45NwP)
Entre los últimos artículos se incluyen diatribas contra el Papa Francisco por la supuesta función de acercamiento entre el gobierno cubano y el presidente Barak Obama. Un año atrás, O´Grady cuestionó severamente el lenguaje tercermundista de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (El gozo del evangelio) por valorar la pobreza en vez de reivindicar el esfuerzo y el emprendedorismo. En esa ocasión O’Grady afirmó: «El Santo Padre es un hijo de la Argentina del Siglo XX, definida ideológicamente por el nacionalismo, el socialismo, el corporativismo y el sentimiento antiestadounidense. No me extrañaría descubrir que estas tendencias influyen en sus opiniones sobre Estados Unidos y la isla a 144 kilómetros de sus costas
A fines de marzo del presente año publicó –en referencia a una posible cambio de orientación de la política peruana producto de la caída de los precios internacionales de los comoditis–: «Los lectores estadounidenses entenderán cómo podría ocurrir esto si recuerdan cómo un organizador comunitario de Chicago con menos de un período en el senado de EE.UU. usó el colapso del sector inmobiliario de 2008 para aprovechar el resentimiento contra el capitalismo de amigos e impulsar una agenda antimercado que ha socavado la libertad económica y el crecimiento de EE.UU»
En la actualidad, los receptores de sus reproches mas sistemáticos residen en Caracas, donde se anuncia el fin de Maduro achacándole al dirigente bolivariano toda clase de delitos e incluso la complicidad con el narcotráfico. En Lima donde O`Grady advierte sobre la chavización en ciernes, luego de la finalización del gobierno de Ollanta Humala como producto de la “insidiosa” influencia de Maduro y Evo Morales. En Brasilia, donde la corrupción –segùn Anastacia– supera los estándares planetarios, y, por supuesto, en Buenos Aires, donde el Kirchnerismo ataca a la prensa libre y se perpetúa en el poder.
En las semanas posteriores a la muerte del fiscal Nisman, Mary Anastacia acusó al gobierno argentino de «magnicidio» y explicó la fortaleza del kirchnerismo a partir de la utilización de medidas demagógicas y populistas. Su más reciente ofensiva llevada a cabo desde el WSJ tuvo como epicentro la reproducción (y amplificación) de las noticias aparecidas en la revista Veja, de San Pablo, donde se acusaba a la ex ministra de defensa de la argentina, Nilda Garrè y al hijo de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, por la tenencia de cuentas en paraísos fiscales, provenientes de acuerdos espurios con el gobierno de Irán. la desestimación de esta acusación por parte de periodistas argentinos no fueron nunca reproducidas en las columnas semanales del WSJ.
La columnista nacida en Pensilvania ha logrado convertirse en la voz de referencia de la realidad política y económica latinoamericana instituyendo una agenda de “peligros” frente a una población “provinciana” que observa e interpreta el mundo exterior a los Estados Unidos como un conjunto de situaciones pintorescas asociadas a las palmeras, el calor y los dictadores bananeros sangrientos. Lo relevante de la editorialista del WSJ, más allá de ser coherente con una línea editorial republicana y de haberse desempañado como analista financiera en varios bancos de Manhattan, es que lidera la construcción del “sentido común imperial” que posee clara hegemonía en el contexto norteamericano cuando se trata de analizar a América Latina, y que las comisiones de relaciones exteriores de ambas cámaras del capitolio tienen entre su documentación de consulta sus superficiales posicionamientos periodísticos.
Algunos de sus selectos lectores, que consumen y reproducen su mirada son los analistas del Fondo Monetario Internacional y del BID. Sus conspicuos seguidores conforman los «think tank» que redactan los informes con los que se toman decisiones de inversión o de boicot referentes a nuestros países. En síntesis: O’Grady escribe lo que quieren leer en la Gran Manzana y en los centros de poder oligárquicos de nuestras capitales latinoamericanas.
Dentro de ese contrato-marco de lectura, Mary Anastasia relata a los pragmáticos lectores del WSJ un panorama pesimista, sobre todo, de las decisiones políticas que contribuyen a un mínimo de soberanía subcontinental. En su enfoque categorial, las políticas de inclusión son mecanismos orientados a solventar la vagancia; la estatización de empresas supone el aval para la ineficiencia, y las conquistas laborales impiden la productividad empresaria.
El anclaje de sus columnas semanales conforman un conjunto compacto de principios que impactan con comodidad en el sentido común microeconómico y neoclásico de los corredores de bolsa e inversores de la Gran Manzana, y en los diálogos de brunch de los encargados de financiar campañas electorales en Washington. El contexto interpretativo del que parten los análisis de O`Grady es similar al utilizado por los denominados fondos buitres, encargados de torpedear las reestructuraciones soberanas de deuda impulsadas por el kirchnerismo. Sus intereses son convergentes y coinciden –en última instancia— en sabotear las capacidades autónomas de los estados que se atreven a desafiar los modelos de endeudamiento y ajuste estructural y en repudiar todo trayecto reivindicatorio de las gestas emancipatorias del siglo XIX y XX.
Si la doctrina de la seguridad nacional fue la antesala del consenso de Washington y la actual glorificación de la globalización (con el reinado de la financierización) aparecen como el modelo actual de legitimación de los grandes grupos de poder internacional, la comunicación imperial es su más importante vector de legitimación.
Estos tres fundamentos aparecen como la columna vertebral que busca disciplinar a los díscolos movimientos rebeldes que se han alzado en los últimos sesenta años contra la hegemonía continental del norte. Y tienen en O’Grady su difusora más conspicua, sobre todo a la hora de defender a los sectores privilegiados de nuestro subcontinente, desorientados desde la irrirrupción la actual ola soberanista.
Los artículos de Mary tienen el impacto de la audiencia del WSJ. Según el órgano de medición de las publicaciones periódicas estadounidenses (la Alliance for Audited Media) el Wall Streeet Journal es el diario de mayor circulación de los Estados Unidos con 2,4 millones de copias vendidas diariamente.
Quizás sea hora de asumir, desde America Latina, que debemos trabajar para alternativizar las voces de quienes nos ocultan. No solo para brindar otra visión de nuestro subcontinente en tierras norteamericanas sino para evitar que esas visiones sean adquiridas acríticamente al interior de nuestros países. La actual etapa de la financiarización se sustenta crecientemente en el poder de la información y en el intercambio on-line de datos y en la virtualización de las relaciones políticas e internacionales. Uno de los núcleos centrales de su “eficacia” –para la construcción de legitimidad y poder– es el periodismo, que se encuentra en la primera línea de construcción del sentido común. O’Grady seguirá siendo influyente en la medida que no se constituyan voces legítimas, alternativas y creíbles, que la enfrenten y desenmascaren, en el territorio difuso de la palabra.
*Jorge Elbaum. Sociólogo argentino.