Eliminar la pobreza para el 2030 – Por María Emma Mejía
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
El año 2015 marcará un hito en la lucha global contra la pobreza, la desigualdad y la promoción del desarrollo equitativo y sostenible. Justo al cumplirse los 70 años de la creación de las Naciones Unidas, la comunidad internacional logró hace pocos días, en Adís Abeba, durante la Tercera Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo, fijar el marco sobre el que se basará la financiación de la nueva agenda de desarrollo sostenible para los próximos 15 años. Esta base de financiación pone sobre la mesa la hoja de ruta en la asignación estratégica de recursos en la atención de los principales desafíos sociales, económicos y ambientales que enfrenta la humanidad.
El acuerdo de Adís es el tercer consenso alrededor del desarrollo y su financiación, luego de la primera conferencia convocada en Monterrey en el 2002, y de la de Doha, a finales del 2008. Lo histórico de lo logrado en Adís, tras cinco meses de arduas negociaciones entre los países, recae en la magnitud de las alianzas globales y en la ampliación de los frentes de acción, sobre todo en los orientados hacia la protección del medioambiente.
Los más de cien objetivos que se traza este ambicioso plan de financiación para el desarrollo se enfocan directamente en erradicar la pobreza y el hambre, reducir la inequidad social, mitigar el avance del cambio climático y preservar los recursos naturales, a través de diversas fuentes de financiación y de cooperación discutidas y promovidas por los países. Estos serán apalancados en inversiones especialmente en ciencia y tecnología, innovación, infraestructura, comercio, construcción de capacidades e inversión en proyectos de nuevas tecnologías para países en vías de desarrollo.
El documento reafirma el compromiso de los países desarrollados para cumplir con una partida de asistencia oficial destinada al desarrollo, especialmente para los menos avanzados, e insta a una mayor cooperación Sur-Sur. Establece una ampliación de la base tributaria, mejora de los sistemas de recaudo y lucha contra la evasión fiscal para la movilización de mayores recursos. De igual manera, contempla el apoyo de las inversiones del sector privado en los objetivos de desarrollo sostenible y del fortalecimiento de las políticas públicas y marcos regulatorios.
Si bien todos estos consensos evidencian la decidida voluntad de los países por impulsar el desarrollo, el acuerdo de Adís Abeba es el primero de tres eventos sustanciales que definirán la agenda del mundo en los próximos años. En septiembre se adoptará en Nueva York la agenda de desarrollo sostenible cuyas tres dimensiones (económica, social y ambiental) se integran en 17 objetivos y 169 metas universales que guiarán la acción global hacia el 2030; es una agenda para las personas, el planeta y la prosperidad que busca también fortalecer la paz mundial. Posteriormente, en diciembre, esperamos aprobar un acuerdo vinculante en desarrollo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático en la COP 21, en París.
De acuerdo con el secretario general de la Naciones Unidas, Ban Ki-moon, las Naciones Unidas buscan una asociación global revitalizada para el desarrollo que “no dejará atrás a nadie”. Y Colombia va en ese mismo sentido; todos los esfuerzos de la política de gobierno del presidente Juan Manuel Santos van orientados al logro de un nuevo país en paz, con más equidad y mejor educación, apalancado en la apuesta que le hace a su máximo desarrollo.
María Emma Mejía. Embajadora de Colombia ante las Naciones Unidas