Delegación cubana se aloja en hotel donde García Marquez se refugió en 1998 como mensajero de Fidel

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La delegación que ha viajado a Washington para participar en la ceremonia de reapertura de la Embajada de Cuba en esta ciudad, ha recibido este domingo en la noche el homenaje de los directivos de la cadena hotelera Starwood en el lugar donde se alojan. En el último piso del Hotel Washington, con una espectacular vista de 360 grados de la capital de los Estados Unidos, ha transcurrido la recepción, en la que los invitados de la Isla recibieron la bienvenida de Ken Siegel, jefe administrativo y consejero general de la compañía que posee 1200 hoteles en 100 países.

La sorpresa sobrevino al descubrir que el Hotel Washington, en el 515 de la Calle 15, fue donde se refugió hace 17 años Gabriel García Márquez como mensajero secreto de Fidel Castro. La misión del Nobel colombiano tuvo lugar en abril de 1998, cuando el líder cubano le solicitó que llevara a Clinton un memorándum confidencial que contenía “un sumario de temas”. La Habana advertía sobre planes terroristas que podían afectar a ambos países y ofrecía como solución la colaboración entre los dos gobiernos.

Con la anuencia de García Márquez, el propio Fidel divulgó años después el contenido y los hechos que se desataron tras la entrega de la carta. Enterado de los planes terroristas, el FBI envió un equipo a la capital cubana para recibir información detallada. Lo que vino después es conocido: en vez de apresar a los terroristas, Estados Unidos encarceló a Cinco agentes que alertaban a la Isla de los propósitos de los grupos violentos y monitoreaban a los criminales en el Sur de la Florida.

El Hotel Washington fue, por tanto, un lugar clave en esta historia. La carta privada de García Márquez a Fidel, leída por el líder de la Revolución en la Tribuna Antiimperialista el 20 de mayo de 2005, ofrece detalles reveladores de los días que pasó recluido aquí, temiéndole a la posibilidad de micrófonos ocultos en los floreros y esperando a que se confirmara la reunión con Clinton:

“No tenía prisa. Había escrito más de veinte páginas servibles de mis memorias en el campus idílico de Princeton (había ido a esta ciudad a ofrecer un curso de Literatura), y el ritmo no había decaído en la alcoba impersonal del hotel de Washington, donde llegué a escribir hasta diez horas diarias. Sin embargo, aunque no me lo confesara, la verdadera razón del encierro era la custodia del mensaje guardado en la caja de seguridad. En el aeropuerto de México había perdido un abrigo por estar pendiente al mismo tiempo de la computadora portátil, el maletín donde llevaba los borradores y los disquetes del libro en curso, y el original sin copia del mensaje. La sola idea de perderlo me causó un escalofrío de pánico, no tanto por la pérdida misma como por lo fácil que habría sido identificar su origen y su destino. De modo que me dediqué a cuidarlo mientras escribía, comía y recibía visitas en el cuarto del hotel, cuya caja de seguridad no me merecía ninguna confianza, porque no se cerraba por combinación sino con una llave que parecía comprada en la ferretería de la esquina. La llevé siempre en el bolsillo, y después de cada salida inevitable comprobaba que el papel seguía en su lugar y en el sobre sellado. Lo había leído tanto, que casi lo había aprendido de memoria para sentirme más seguro si tuviera que sustentar alguno de los temas en el momento de entregarlo.”

Pero lo que no ha sido tan divulgado es que el documento enviado por Fidel también contenía un punto que no se pudo concretar hasta ahora: el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. A lo que se suma otra evidencia premonitoria: García Marquez abandonó Washington “con la impresión cierta de que el esfuerzo y las incertidumbres de los días pasados habían valido la pena”, según escribió a su amigo de La Habana.

No solo ha valido la pena, sino que se ha hecho justicia a los protagonistas de esta historia, admite Milton Sánchez Parodi, médico cubano que se aloja en el Hotel Washington y que gentilmente le permite a Cubadebate fotografiar la caja fuerte de su habitación, parecida a aquella donde Gabo guardó el sobre sellado que le había dado Fidel.

Cuba Debate

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