Ante más de 600 mil fieles, el Papa Francisco ofició en Guayaquil su primera misa

Ante más de 600 mil fieles, el Papa Francisco ofició en Guayaquil su primera misa
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Con un mensaje centrado en la familia como el núcleo clave del ser humano, el papa Francisco celebró la primera eucaristía en Ecuador ante alrededor de 600.000 personas, que se congregaron en el parque Samanes de Guayaquil (suroeste), donde llamó a «encontrar soluciones y ayudas concretas para muchas dificultades e importantes desafíos que la familia hoy debe afrontar».

«La familia constituye la gran riqueza que otras instituciones no pueden sustituir, que debe ser ayudada y potenciada para no perder nunca el justo sentido de las servicios que la sociedad presta a sus ciudadanos. En efecto, estos servicios que la sociedad presta a los ciudadanos no son una forma de limosna, sino una verdadera deuda social respecto a la institución familiar, que es la base y la  que tanto aporta al bien común de todos», dijo el santo padre en su homilía, quien tuvo que hacer una pausa ante los aplausos de la gente.

El papa Francisco ingresó al parque Samanes para la misa campal en el papamóvil provocando el júbilo de los fieles. Foto: César Muñoz/Andes

Desafíos que la familia debe enfrentar hoy

Bajo un fuerte sol y una temperatura de casi 35°C, unos 600.000 fieles de la Iglesia católica -según cálculos de la organización- recibieron al santo padre con aplausos y cantos para luego participar en la eucaristía al aire libre que empezó casi una hora después de lo previsto. Esa misa es una de las dos que el pontífice prevé celebrar en Ecuador. Una segunda se oficiará en el parque Bicentenario de Quito el martes.

El pontífice argentino, el primer papa latinoamericano en la historia de la Iglesia católica, transmitió a los feligreses en su mensaje (de unos 17 minutos) que la «familia es el hospital más cercano -cuando uno está enfermo lo cuidan ahí, mientras se puede-, familia es la primera escuela de los niños, es el grupo de referencia imprescindible para los jóvenes, es el mejor asilo para los ancianos».

El papa Francisco sube al templete desde donde se dirigió a unos 600.000 fieles. Foto: AFP

Evidenciando su constante preocupación por acercar la Iglesia a la población y a las realidades contemporáneas, el papa Francisco habló de la importancia de buscar formas de acompañar a las familias que se han alejado de la Iglesia.

El pontífice de 78 años se refirió en la homilía al Sínodo de Obispos, previsto del 4 al 25 octubre en el Vaticano, que estará dedicado a las familias con el objetivo de «madurar un verdadero discernimiento espiritual y encontrar soluciones y ayudas concretas para muchas dificultades e importantes desafíos que la familia hoy debe afrontar».

«Los invito a intensificar su oración por esta intención, para que aún aquello que nos parezca impuro (…) nos escandalice o nos espante, Dios -haciéndolo pasar por su hora- lo pueda transformar en milagro. La familia hoy necesita de este milagro», manifestó sin hacer ninguna referencia específica.

Sin embargo, el documento de trabajo de los miembros del Sínodo para la cita de octubre (Intrumentum Laboris) analiza la realidad de las familias de todo el mundo, y está dirigido a comunicar que Dios «no abandona nunca» a las personas que conviven antes del matrimonio, a los divorciados que se han vuelto a casar, ni a las personas con tendencias homosexuales, entre otros casos. En el Sínodo se tratarán esos temas que causan resistencia en un sector de la Iglesia.

Una mujer católica muestra objetos alusivos a la visita del Papa mientras espera su llegada a la misa en el parque Samanes. Foto: César Muñoz/Andes

Durante su homilía y ante la mirada y los oídos atentos de la multitud, el papa Francisco resaltó: «La familia también forma una pequeña Iglesia, la llamamos Iglesia doméstica, que junto con la vida encausa la ternura y la misericordia divina (…) La familia es una escuela donde la oración también nos recuerda que hay un nosotros, que hay un prójimo cercano, patente, que vive bajo el mismo techo, que comparte la vida y está necesitado».

Finalmente, usando la metáfora del vino de las bodas de Caná, que se leyó en la parte del Evangelio, y que muestra cómo Jesús ante la preocupación de María por la falta de vino para el matrimonio que se celebraba, convirtió tinajas de agua en tinajas de vino, llamó a los fieles a creer que «el mejor vino está por venir» en referencia a que hay mejores tiempos por venir.

Carmen Jordán, quien llegó junto con su vecina desde el sector de la Floresta, 25 kilómetros al sur del parque Samanes, escuchó atenta el sermón del Papa usando sombrero y bebiendo agua para lidiar con el intenso calor. «Es maravilloso tener la presencia de nuestro vicario de Cristo en nuestro país para que ilumine nuestros corazones», dijo a la agencia Andes.


Andes

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