Panamá: exdictador Manuel Antonio Noriega pide perdón por los crímenes cometidos durante su gobierno de facto

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El exdictador Manuel Antonio Noriega rompió ayer su silencio, luego de más de tres años de que fue repatriado y pidió perdón al país por los perjuicios y humillaciones cometidas por las acciones de sus superiores, las suyas y las de sus subalternos.

A pesar de que afirmó: «soy un hijo de Dios», mantuvo silencio sobre la desaparición y crimen del sacerdote católico Jesús Héctor Gallego y del médico opositor Hugo Spadafora. Evadió hablar sobre si busca ser favorecido con alguna medida cautelar.

En lo que fue el intento frustrado de su primera «entrevista» -tras casi 26 años de silencio- Noriega leyó una declaración desde El Renacer ante las cámaras de Telemetro, donde dijo también que espera que las circunstancias le permitan en un futuro revelar «verdades desconocidas» hasta ahora en el país. A diversas preguntas sus respuestas fueron escuetas y nunca se salió del texto preelaborado.

La declaración

Con las manos un poco temblorosas, pero con la firmeza de su voz, el ex hombre fuerte de Panamá -antes de leer su declaración- advirtió: «Yo he venido hoy bajo mis propias convicciones, sin apremios, sin intereses, a dar una declaración. No doy una entrevista hoy, doy una declaración» y de inmediato leyó: «Soy Manuel Antonio Noriega, el último general de la era militar, la cual irrumpió en la vida nacional el 11 de octubre de 1968. Yo era un teniente de la Guardia Nacional en esa época. He estado en cautiverio por más de 25 años, tiempo que excede las penas que me fueron impuestas, en ausencia y sin haber sido interrogado. Los tribunales internacionales indican que esto significa tiempo servido. Durante estos últimos días he estado conversando conmigo mismo, he estado conversando con mi familia, he estado reflexionando con la Iglesia y considero oportuno, bajo mis propias convicciones, que contribuya yo a la ciudadanía cerrando el ciclo de la era militar y lo considero oportuno en estas circunstancias, que todos conocemos que está viviendo el país y yo cierro el ciclo de la era militar como el último general de ese grupo, pidiendo perdón como comandante jefe, como jefe de Gobierno. Reitero, bajo la inspiración del padrenuestro -que fue la primera oración que aprendí en mi casa- que pido perdón a toda persona que se sienta ofendida, afectada, perjudicada o humillada por mis acciones o las de mis superiores, en el cumplimiento de órdenes o las de mis subalternos en ese mismo estatus y en el tiempo de la responsabilidad de mi gobierno civil y militar».

El silencio sigue

Al ser abordado sobre qué le diría a la familia del dirigente opositor Hugo Spadafora, Noriega se mantuvo en la postura de su lectura: «Esta reflexión es cristiana y conlleva los actos de constricción correspondientes e inherentes a las expresiones del pedir perdón».

Ante la insistencia de si estaría dispuesto a conversar con los Spadafora, Noriega no titubeó: «Yo quiero mantener la solemnidad de mis expresiones, de mis meditaciones, de mis asesoramientos espirituales, en este marco para que no se salga -hablando en panameño- del propósito por el cual, yo, hoy, después de tantos años, acepté sentarme frente a usted y hablar pidiendo perdón a la ciudadanía».

Cuando se le cuestionó si él estaría dispuesto a colaborar para que se resuelva el caso de la desaparición física del sacerdote católico Jesús Héctor Gallego, Noriega fue firme en su posición: «Si yo adentro en cualquiera respuesta de la pregunta… me estoy saliendo de la solemnidad que, ante el altar de mi conciencia, yo he venido hoy a expresar lo que es el perdón».

Se autocalificó: «Soy un hijo de Dios, con el sentimiento -no solo con la expresión- sino con la sensibilidad, el conocimiento y mi fortaleza es la fortaleza divina».

El contexto en el que habla

Noriega, quien estuviera en la nómina de la CIA, fue acusado por los EE.UU. de encabezar una narcodictadura, tuvo un gran poder e influencia en el fortalecimiento del Partido Revolucionario Democrático (PRD) y durante su periodo se dieron persecuciones, arrestos, torturas, exilios, desapariciones y se desfalcó al Banco Nacional.

Noriega ha roto su sigilo -a medias- en el contexto de la alianza de su hueste política -el PRD- con el que hasta hace poco era considerado su enemigo histórico: el hoy oficialista Partido Panameñista.

El arzobispo José Domingo Ulloa dijo que «tiene un gran valor el aceptar la culpa. El valor del gesto de pedir perdón. Creo que esto puede ser una lección para tanta gente que nos hacemos daño».

Sin embargo, R.M. Koster, un novelista y biógrafo del exgeneral que lleva décadas viviendo en Panamá, dijo que el «problema con Noriega es que nunca se puede distinguir entre lo que es verdad o no».

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