Venezuela: un semestre ¿con final electoral? – Por Aram Aharonian

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Las elecciones parlamentarias en Venezuela se realizarán –finalmente- en el último trimestre de este año (entre el 22 de noviembre y el 6 de diciembre), y lo que pase en el próximo semestre, será decisivo para el resultado de las mismas y el futuro de la Revolución Bolivariana .

Si el gobierno del presidente Nicolás Maduro logra, como lo prometido, que en tres meses haya una mejoría sensible en el tema del desabastecimiento y alcanza victorias importantes en la guerra económica, el Partido Socialista Unidos de Venezuela (Psuv ) podría soñar otra vez con la mayoría calificada en la unicameral Asamblea Nacional.

Maduro anunció un sacudón, pero nunca se supo en qué consistirían las medidas previstas, y se vio obligado a (suponemos) postergarlas, por imprecisiones -¿técnicas?, ¿de coherencia?-en la aplicación del plan que sus asesores le entregaron a su regreso del viaje a Cuba.

De tener éxito en un plan contra el desabastecimiento, la gran bandera de la oposición se vendría abajo, y la popularidad y la credibilidad del mandatario subirían Pero, si por el contrario, como auguran los voceros de la oposición, la situación económica empeora, se debieran prender todas las alarmas del bolivarianismo.

Las encuestas coinciden en la percepción de que existe un fuerte malestar con la gestión del gobierno –las colas, la inflación y la inseguridad- que se refleja en la inclinación hacia el voto castigo, lo que favorecería a la oposición. La única solución a la vista parece ser generar una nueva percepción con hechos y mejoras ostensibles.

Nada de polvo cósmico

“Los candidatos que dicen ser de la tercera vía quedarán hechos polvo cósmico y arena de playa”, señaló el líder opositor Henry Ramos Allup, quien retomaba una sentencia acuñada por Hugo Chávez en las elecciones parlamentarias de 2010 y lanzada contra la oposición: “los vamos a demoler, los vamos a volver polvo cósmico”, había dicho.

Las candidaturas al margen de las postulaciones oficiales de la oposición o del Psuv son una realidad y van a obtener una porción de la votación. Por 15 años ha habido entre un siete y un quince por ciento de electores que no vota por ninguno de los dos bloques y se expresa, por lo general, a favor de liderazgos regionales o de organizaciones locales. Sin embargo, esa votación difícilmente se convierte en puestos en el parlamento.

Según el politólogo opositor Leopoldo Puchi, los factores en pugna no disponen de la suficiente fuerza para establecer una hegemonía y mucho menos para hacer desaparecer “al otro”. Las organizaciones políticas del chavismo y de la oposición son una realidad de largo plazo, gane quien gane unas elecciones. Señala que si bien el pueblo ha sacado la cabeza del agua, no puede prescindir del empresariado, ni tampoco los sectores acomodados de la sociedad tienen la fuerza para volver a sumergir e invisibilizar a los de abajo. “Hay que crear las bases de un piso común de convivencia, sin que esto signifique el fin de la confrontación de intereses y visiones distintas, sino de canalizarla de manera fructífera”, añade.

Analistas oficialistas y de oposición coinciden en que la delincuencia se ha desbordado y el gobierno no da muestras de capacidad de dar respuestas al problema. Policías asesinados para robarles el armamento, bandas que continúan actuando hasta con armas de guerra, hacinamiento en las cárceles, lentitud procesal en los tribunales, cuerpos policiales infiltrados … Y la percepción generalizada de que no es un problema de fácil solución.

Mientras desde los centros del poder financiero sigue la presión para que el gobierno dolarice la economía, la crisis económica deja prever una reducción del PIB en torno al 5%. Seguramente, en los meses que quedan para las elecciones, la oposición levantará los problemas de la escasez y la inflación; el gobierno hablará sobre la utilización social de las divisas, favoreciendo a las capas más desposeídas con bienes asequibles e impulsando la producción de la pequeña y mediana empresa con insumos a tasa preferencial.

Algunos chavistas confían en que las divisiones de la oposición –que perduran, acentúan e impiden tarjeta única- podrían atentar contra las opciones electorales de éste, pero éstos, en su gran mayoría, votarán por los candidatos propuestos por la Mesa de Unidad Democrática (MUD), la amplia sombrilla antichavista.

La batalla comunicacional –interna y desde el exterior- presente estos comicios parlamentarios como la última carta que se juega “la democracia”. La oposición lo asume como si Venezuela se acabara si triunfa el chavismo.

Desde lugares e imaginarios políticamente distintos, los medios, de una u otra tolda política, cumplen las funciones manipulativa y movilizadora de la opinión pública con la intención de que la mayoría se someta a la conducta esperada. En la procura del control social, desde el sector oficial, los medios escenifican el poder y el control resultante de ese poder; desde la oposición, su deslegitimación, señala la socióloga Maryclén Stelling.

“Esta visión catastrofista, demencial, sobre unas elecciones que se realizan en un país con vasta experiencia en la materia, donde ha habido comicios todos los años desde 1999, está concebida para alimentar reacciones antidemocráticas. Es así como cobra fuerza el planteamiento de que el gobierno de Maduro y el chavismo se disponen a hacer fraude”, señala el exvicepresidente José Vicente Rangel.

Obviamente, si dirigentes de la oposición consideran que marchan hacia una derrota inevitable, buscarán –como lo hicieron coherentemente en los 19 procesos electorales- la manera de descalificar un resultado electoral adverso.

La historia ¿vuelve a repetirse?

*Magister en Integración, periodista y docente uruguayo, fundador de Telesur, director del Observatorio en Comunicación y Democracia, presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana

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