Renuncia del Presidente – Diario El Periódico, Guatemala
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
La renuncia de Roxana Baldetti al cargo de Vicepresidenta de la República, debido a su presunto involucramiento en la red de contrabando y defraudación aduanera, en lugar de atemperar la protesta ciudadana en contra del gobierno, la ha acicateado, y hoy la ciudadanía exige la renuncia del presidente Otto Pérez, de los ministros, los secretarios de la Presidencia y demás funcionarios del Ejecutivo.
La designación de Alejandro Maldonado, exmagistrado de la Corte de Constitucionalidad, como Vicepresidente sustituto, no bajó la intensidad de la indignación ciudadana contra la “clase política”, tachada de corrupta y degenerada. Por el contrario, se prevé una multitudinaria protesta mañana sábado, que demandará la renuncia de Pérez y su gabinete.
En todo caso, una eventual resignación de Pérez supondría que Maldonado asuma como Presidente de la República y que el Congreso, de una terna de candidatos que este le envíe, elija a un nuevo Vicepresidente, con el voto favorable de, por lo menos, 105 de los 158 diputados.
No obstante, percibimos que la ciudadanía tampoco quedaría satisfecha, toda vez que no solucionaría el rechazo popular a la partidocracia, que busca afanosamente relegitimarse en las elecciones generales que se celebrarán a principios de septiembre de este año, principalmente a través de un voto clientelar, basado en el intercambio de favores, ventajas y beneficios por votos.
En todo caso, el monopolio del voto clientelar, en manos de los partidos PP, UNE y Lider, impide que la vía electoral permita un cambio, una luz al final del túnel; y por el contrario, garantiza que se reproduzca el mismo modelo de corrupción e impunidad bajo el que se articularon los regímenes de Álvaro Colom (2008-12) y Otto Pérez (2012-6), ambos de corte populista autoritario.
La gente está harta del saqueo de fondos públicos, de los trinquetes, de las picardías, de los desmadres, del enriquecimiento ilícito, de la demagogia, del engaño y del cinismo de los politiqueros delincuentes que han gobernado este país. En dos platos, la ciudadanía perdió la fe en ellos y exige que sean juzgados y castigados por sus delitos y despropósitos.
Tanto va el cántaro al agua que al fin se rompe, dice el refrán. La población simplemente se hartó y exige una segunda depuración de los órganos e instituciones del Estado, así como un cambio rotundo en la conducción del Estado. Nos parece que no hay disposición a hacer concesiones, salvo que la gente vea un verdadero cambio en el manejo de la cosa pública, que solo puede acreditarse mediante la elocuencia de las decisiones y
los hechos.