Venezuela: vuelve la rutina micropolítica, con parlamentarias a la vista – Por Aram Aharonian
Nicolás Maduro cumplió dos años en la presidencia de Venezuela, marcados por una guerra económica sin cuartel, guarimbas, desestabilización y hasta una agresión directa de Washington, con el decreto de Obama que declaraba –sin siquiera sonrojarse- la amenaza venezolana para la seguridad estadounidense.
Evaporada la efervescencia de la VII Cumbre de las Américas, retorna la rutina, lo ordinario y la confrontación interna. “Cual pasajera ilusión, la Cumbre se desvanece y el volátil foco mediático redirecciona la opinión pública hacia otros derroteros fundamentalmente locales. Se impone una suerte de micropolítica en la que entran en juego intereses y creencias, razones y pasiones”, señala la socióloga Maryclén Stelling. Lejos queda “la victoria de paz” obtenida en Panamá.
Ahora, las elecciones parlamentarias que se realizarán este año (hasta ahora el chavismo tiene mayoría absoluta en la Asamblea Nacional unicameral), marcan el ritmo de la convivencia y la confrontación, en momentos en que las últimas encuestas revelan una recuperación de los niveles de aprobación de la gestión de Maduro y también un fortalecimiento del chavismo como identidad y posición política.
Igualmente han subido los niveles de optimismo y esperanza, y bajaron los de preocupación y molestia, con respecto a enero pasado. Sin embargo, persiste elevada la incertidumbre con respecto al rumbo económico del país y se mantienen los índices de desabastecimiento en general: éste es el problema que más preocupa a la gran mayoría de los venezolanos.
El mayor crecimiento y recuperación se observa en las bases sociales que históricamente respaldaron a la Revolución Bolivariana, indican los muestreos. Entre los factores que explican este ascenso, se destaca la campaña contra el Decreto Obama, que le aportó banderas, metas, tareas y argumentos a estos sectores sociales, los cohesionó y movilizó de manera entusiasta en defensa de la soberanía, la independencia nacional y el Legado de Chávez.
La encuestadora Hinterlaces señala que hoy, el chavismo es la única fuerza social, cultural y simbólica, con carácter popular, y es la única vanguardia política del país, frente a una oposición dividida, sin mensaje ni oferta, elitesca, sin presencia en los movimientos sociales ni en las calles.
Mientras, el sector oficial celebra los dos años de gobierno de Maduro. A 13 años del golpe del 2002, el Presidente planteó “radicalizar la revolución”, prometió un “13 de abril (la reconquista del gobierno tras el golpe) económico” y poner mano dura contra la “guerra económica” y contra “todo el que se oponga”.
Y la oposición retoma con fuerza la campaña antigobierno y activa el aparato mediático transnacional. La campaña se reinicia con la denuncia del empeño de las reservas para paliar la crisis, de estar “raspando la olla para cubrir una brecha entre ingresos y egresos de 30 millardos de dólares”.
Pero le queda menos de un mes para que sus 110 aspirantes se midan en unas primarias, organizadas en medio de diferencias y desacuerdos tras hacer el proceso en 34 circuitos (de 87 en total), lo que indica que la gran mayoría de candidaturas se elogen por consenso, lo que genera molestia a los partidos pequeños de la Mesa.
No hay duda que las elecciones parlamentarias serán definidas por las respuestas y propuestas a los problemas de la gente en su vida cotidiana y no por los grandes temas políticos, entre ellos las acciones tomadas por el propio presidente Barack Obama con la intención de cambiar el gobierno venezolano.
Maduro debe mejorar su desempeño económico y ofrecer soluciones a la escasez, las largas colas y el alto costo de la vida, pero si la situación sigue igual o desmejora, la oposición puede beneficiarse del voto castigo, sin que pese mucho su actitud elusiva frente a la injerencia estadounidense. Lo que queda para el análisis son las actitudes tomadas por los dos sectores opositores: el que está dispuesto a ganar posiciones en las parlamentarias (aun cuando no se deslastra de las conspiraciones) –alrededor de la Mesa de Unidad Democrática- y el golpista, porque marcan cómo sería dirigido el país en relación a su soberanía y su posición geopolítica.
Algunos sectores y personalidades opositores han rechazado las acciones injerencistas y desestabilizadoras lanzadas desde Washington (bloqueo comercial a la Fuerza Armada, aprobación de la “Ley de protección de los derechos humanos y de la sociedad civil de Venezuela”, sanciones, definición de Venezuela como una amenaza), pero lo cierto es que en su gran mayoría las han respaldado, justificándolas porque están dirigidas a desestabilizar al gobierno. Y para ellos, los declamadores de “democracia”, todo vale: los fines justifican los medios y los medios (de comunicación) justifican los fines.
Es más, algunos “patriotas” opositores sostienen (y lo escriben o lo dicen en radio y televisión) que debe ser más fuerte y directa la intervención extranjera. Las pocas críticas a las medidas estadounidenses son por la modalidad aplicada, que le brindó al gobierno de Maduro la posibilidad de apoderarse de las banderas del nacionalismo. La MUD en su comunicado estimó que la intervención para cambiar al gobierno de Venezuela ha debido ser emprendida por organismos multilaterales.
“En el fondo hay una explicación: la vieja visión de subordinación al dispositivo geopolítico estadounidense que marcó al hemisferio durante la guerra fría. Hay quienes todavía hoy continúan atados a esos patrones de pensamiento “, señala el politólogo Leopoldo Puchi.
*Magister en Integración, periodista y docente uruguayo, fundador de Telesur, director del Observatorio en Comunicación y Democracia, presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana