Santos dice que no buscará la paz a cualquier precio y recibe apoyo de Ban Ki-moon
Para Bernard Aronson los temas de la paz y la guerra no son extraños. De hecho, uno de los grandes logros de su carrera diplomática fue gestionar los acuerdos que condujeron al fin del conflicto en El Salvador a comienzos de los 90.
Por eso, no lo dudó ni un minuto cuando el presidente Barack Obama le pidió que prestara nuevamente sus servicios como su Enviado Especial para el proceso de paz en Colombia. Un trabajo –dice Aronson– por el que no cobra y que hace con gusto dados sus vínculos afectivos con el país.
En la primera entrevista escrita que concede, Aronson dice creer que las Farc tomaron la decisión política de hacer la paz, pero que ahora, con las ataques de la semana pasada en el Cauca, deben demostrarle al país que son serios.
¿Qué vio EE. UU. en el actual proceso de paz con las Farc que lo empujó a nombrar una figura tan relevante como un Enviado Especial?
El presidente Juan Manuel Santos habló tanto con el presidente Barack Obama como con el secretario de Estado, John Kerry, porque sentía que había suficiente progreso como para pedirnos una presencia más visible y un compromiso más concreto con el proceso de paz.
Creyó que era el momento oportuno, pues las Farc tenían preguntas directamente relacionadas con EE. UU. y pensó que un diálogo con ellos y con negociadores (del Gobierno) sería útil. Obama y Kerry respetan mucho a Santos y, basados en esa solicitud, se nombró al enviado.
¿Cómo ha sido su rol en estos dos meses que van desde que lo nombraron?
Van dos sesiones en La Habana tanto con las Farc como con los negociadores. Mucho de lo que hago es escuchar. Doy sugerencias cuando los negociadores me preguntan e intercambio opiniones con el Presidente. Pero no estoy como un clásico negociador o mediador, sino como un amigo del Gobierno de Colombia.
Ofrezco consejos y alguna asesoría que emana de mi experiencia pasada con otros procesos de paz exitosos en Latinoamérica.
En Colombia todavía hay muchos que no creen en las intenciones de las Farc. Usted, que ya se reunió con ellos en varias ocasiones, ¿les cree cuando dicen que quieren la paz?
Creo que las Farc tomaron la decisión política de tratar de negociar la paz. Está por verse si están dispuestos a tomar las difíciles decisiones que se requieren para conseguirla. En la mesa se ha logrado progresar en tres de los cinco puntos centrales. Como es el caso en todos los procesos de paz, han dejado lo más difícil de discutir para el final. Pero eso tiene que enfrentarse y a un ritmo acelerado.
¿Para usted qué es lo más difícil?
No se han resuelto los temas que se refieren al desarme, desmovilización y reintegración y los que tienen que ver con justicia transicional, verdad, reparación, garantías de no repetición y justicia. No solo para las Farc, sino para todos los actores que cometieron abusos.
Dice que las Farc tomaron la decisión política de hacer la paz. ¿Cómo se explica entonces el ataque de la semana pasada en Cauca en el que murieron once militares?
Eso, sin duda, fue un golpe muy fuerte.No se sabe exactamente qué pasó, pero fue un evento terrible que amenaza el proceso de paz, y compromete a las Farc a que les demuestren a los colombianos y al Gobierno si son serios. Antes de esto ya habían llegado a un acuerdo sobre desminado que no fue un acuerdo en papel, sino para realizar un esfuerzo conjunto que permita remover las minas antipersonales que se sembraron.
También han discutido un acuerdo de cooperación para identificar fosas comunes y restos de desaparecidos usando nueva técnicas forenses que podrían llevar algo de paz a los familiares. Esos fueron signos tangibles, pasos concretos. Pero ahora, dados los ataques en Cauca, la responsabilidad recae en las Farc para que demuestren que son serios y que esto no es una táctica para prolongar el conflicto.
¿Cómo qué cosas específicas cree que deberían hacer?
Mostrar progreso concreto en la mesa de negociación.
¿Cree usted que se debe establecer un cronograma con tiempos específicos para el diálogo?
Eso es algo que depende del Gobierno de Colombia. Pero lo que es claro es que las Farc tienen que entender que son ellos los que deben mostrar que su compromiso es real.
Las Farc insisten en un cese del fuego bilateral y sostienen que situaciones como las del Cauca podrían evitarse si existiera uno. ¿Usted qué opina?
Nadie quiere una repetición del despeje. Si hay un acuerdo sobre desarme, desmovilización y reintegración con cronogramas firmes y estrategias claras para lograrlo, entonces un cese del fuego bilateral podría ser parte de ese acuerdo. Me parece que tenerlo por separado (y sin ese contexto) generaría un riesgo más alto. Pero esta es una decisión del Gobierno.
El presidente Santos ha dicho en público que los procesos judiciales de las Farc en EE. UU. –al igual que las solicitudes de extradición de sus líderes– es algo que debe resolverse, pues las Farc no harán la paz para terminar en una celda estadounidense. ¿Ve algún escenario en el que Washington estaría dispuesto a colaborar para que ese obstáculo salga de la mesa?
Esos temas no están en la mesa en este momento y me parece prematuro hablar de ellos.
Las Farc han insistido en que no piensan pagar un solo día de cárcel. ¿Cree que en el contexto de hoy esa pretensión es siquiera viable?
Las cosas son diferentes desde el establecimiento de la Corte Penal Internacional (CPI) y la Convención de Roma, de la que Colombia es parte, y hay sentencias también de la Corte Interamericana.
La justicia transicional es parte necesaria de un proceso de paz, pero cómo se define esta es una pregunta por resolver. No creo que la tradicional amnistía en blanco sería aceptable para la CPI.
En otras palabras, tendrían que pagar cárcel
Hay un cuerpo de leyes internacionales que tienen jurisdicción sobre estos asuntos y por eso se requiere de justicia transicional. Pero esta involucra muchas cosas. Una comisión de la verdad, reparación de las víctimas, garantías de no repetición y alguna privación de la libertad. Y no solo para las Farc, sino para todos los que cometieron serios abusos de los derechos humanos. Es un paquete de cosas que no solo incluye la privación de libertad, pero a veces se mira de manera general y solo desde esta óptica.
Cómo será configurado ese paquete es lo que aún no se sabe.
¿Está cómodo su país con la idea de que miembros de las Farc, que ustedes consideran una organización terrorista y narcotraficante, terminen haciendo política?
Parte del acuerdo ya negociado es que las Farc cortarían todos sus nexos con el narcotráfico y que colaborarían con la erradicación manual y otras formas. Estaría implícito en cualquier acuerdo que las Farc ya no estarán directa o indirectamente relacionadas con el narcotráfico. Y también que han renunciado a la violencia terrorista para que nosotros miremos el asunto de su designación como grupo terrorista.
Ahora, la decisión sobre cómo y de qué forma entrarán a la política es una decisión de los colombianos y no de nosotros. Y hay precedente de esto con otros grupos.
¿Qué opina de la oposición radical al proceso de paz del expresidente Álvaro Uribe y el Centro Democrático?
Colombia es una democracia, todo el mundo tiene derecho a sus opiniones y las puede expresar como considere. Mi papel no es cuestionar este principio.
Es muy difícil negociar la paz tras una guerra que lleva 50 años y que ya se ha intentado sin suerte en tres ocasiones anteriores.
Es un reto muy grande el que asumió Santos. Ha mostrado arrojo político al mover esto hacia adelante y alcanzar lo que ya se ha logrado.
En caso de que llegue la paz, ¿cómo ve a EE. UU. participando en un posconflicto?
EE. UU. es un fuerte aliado de Colombia. No hay país con el que tengamos una relación tan estrecha, amigable y positiva y eso va a continuar, prospere o no el proceso de paz.
Como parte de nuestra ayuda regular, ya respaldamos en varios frentes como desarrollo, infraestructura, tierra para campesinos y podríamos ayudar a implementar las decisiones que ya se han tomado dentro del proceso.
Tenemos un equipo técnico en el campo forense que podría ayudar, si nos lo piden, en la identificación de desaparecidos y tenemos algunos recursos que estamos ofreciendo para el desminado. Seguiremos trabajando con las Fuerzas Armadas para combatir a las bacrim y otros grupos. También, ir a la comunidad internacional y ayudar a conseguir recursos de otros aliados e instituciones financieras que quieran respaldar la paz. Si sale el acuerdo de paz, querríamos incrementar nuestra participación y pediríamos a otros que lo hagan también. No vamos a imponer nada, pero si nos piden apoyo, el Congreso y la Casa Blanca querrán ayudar.
¿Aceptaría EE. UU. que Colombia decida, como parte del proceso de paz, renunciar a la fumigación de cultivos ilícitos en el país?
El acuerdo lo que dice es que arrancarán con la sustitución manual y, si eso no funciona, será manual pero forzosa. Pero deja abierta la posibilidad de que se tomen otras acciones. Esas son decisiones soberanas del Gobierno de Colombia.
Su firma, Acon Investments, tiene inversiones en Colombia y se cuestiona si hay conflicto de intereses ahora que ha sido nombrado enviado especial para el proceso de paz. ¿Existe?
Esto fue revisado por el Departamento de Estado y se concluyó que no lo hay. Pedí específicamente que no me pagaran por este trabajo. Lo hago porque quiero a Colombia y porque mi presidente y secretario de Estado me lo pidieron.
Ban Ki-moon coincide con Santos en acelerar el proceso de paz
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, coincidió con el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en la necesidad de acelerar el proceso de paz en ese país y ofreció el apoyo de Naciones Unidas en ese propósito.
Ban habló hoy por teléfono con Santos para expresarle su pesar por la muerte de once militares, el pasado 15 de abril, por un ataque de las Farc en el municipio de Buenos Aires.
Este «lamentable incidente» destaca la necesidad «de acelerar la conclusión de un acuerdo de paz negociado», afirmó el secretario general de la ONU.
Ban, agregó el comunicado oficial, expresó a Santos «su admiración por su determinación con el fin de preservar la búsqueda de la paz y reiteró el firme apoyo de Naciones Unidas en este proceso».
El Gobierno de Colombia y las FARC negocian en Cuba desde noviembre de 2012 un acuerdo de paz, del que han logrado tres acuerdos parciales (desarrollo rural, participación política y narcotráfico).