Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional: “Se acabaron los tiempos de las vacas gordas”
Por Santiago Dávila Philippon
En poco menos de seis meses, la Junta de Gobernadores del Grupo del Banco Mundial (GBM) y la Junta de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) se reunirán en Lima por primera vez, lo que representa el retorno de estas reuniones a Latinoamérica después de cerca de 48 años (la ultima vez en que ambos organismos se reunieron en esta parte del mundo fue en Rio de Janeiro en 1967).
Conversamos con Christine Lagarde, directora general del FMI, sobre la desaceleración en China y el fin del superciclo de los commodities; la reducción del estímulo monetario en los Estados Unidos y el consecuente incremento de las tasas de interés; además del impacto que este nuevo entorno internacional tendrá en el Perú.
Su principal recomendación es profundizar la implementación de reformas estructurales que incrementen la efectividad del gasto público, principalmente en infraestructura, apuntando a mejorar la productividad y competitividad, sin descuidar la inclusión social.
¿Cuál es el reto más importante que afrontará el Perú en una coyuntura de menores precios de commodities y tasas de interés más altas? ¿Qué acciones deben tomar nuestras autoridades fiscales y monetarias?
Visité el Perú hace tan solo 5 meses y me sorprendieron los resultados económicos de la última década, que han sido notables, y que han permitido sólidos avances en la agenda social, además de un crecimiento significativo del empleo. Evidentemente, el entorno exterior de hoy plantea mayores dificultades. La caída de los precios de las materias primas y unas condiciones de financiamiento más restrictivas dificultan que un país exportador de materias primas, como el Perú, crezca al mismo ritmo que en el pasado.
No obstante, el Perú sigue siendo una de las economías con mejores resultados de América Latina. Tiene políticas macroeconómicas y fundamentos económicos sólidos y esperamos que el crecimiento se recupere en 2015 y a mediano plazo. Las autoridades han adoptado las medidas adecuadas para respaldar la recuperación y mantener la estabilidad macroeconómica, incluido el estímulo fiscal, a la luz de la fuerte desaceleración experimentada el año pasado. Una prioridad inmediata es incrementar la inversión pública, dada su eficacia a la hora de estimular el crecimiento.
¿Cómo ver el largo plazo?
A largo plazo, mi principal mensaje para el Perú es el siguiente: aceleren las reformas estructurales para impulsar el potencial de crecimiento y sigan reforzando la inclusión social. Una ejecución resuelta —también de las reformas de los mercados de trabajo— mejorará la productividad, la inversión, el capital humano y el empleo formal.
¿Qué acciones debería llevar a cabo el gobierno para reducir la dolarización de la economía? ¿Qué experiencias de éxito hay?
El Perú ha avanzado mucho en la reducción de la dolarización, pasando de aproximadamente el 75% del crédito total a principios de los años 2000 al 38% actual, gracias a un marco macroeconómico estable y la labor para desarrollar el mercado de deuda en moneda local. Es importante seguir avanzando hacia la desdolarización, puesto que ésta sigue siendo una de las principales vulnerabilidades estructurales del sistema financiero.
Por eso las medidas adoptadas hace poco por el banco central son bienvenidas y deben aplicarse con flexibilidad para garantizar que el crédito mantenga su fluidez, mientras que los bancos se esfuerzan por cumplir los objetivos de desdolarización. Asimismo, existen argumentos a favor de que el supervisor bancario adopte medidas para reducir los riesgos por el lado de los préstamos.
Otro componente importante del programa de desdolarización debería ser la profundización de los mercados financieros y de capital. La experiencia de países como Israel y Polonia muestra que la desdolarización duradera es posible si se aplica de forma activa una política de profundización del mercado de bonos en moneda local y se fomenta el desarrollo de mercados de derivados, en un contexto de flexibilidad de los tipos de cambio.