Sobre marchas y el barroco ecuatoriano: el sentido de la fanesca – Por Kintto Lucas
La marcha convocada por distintos sectores para el 19 de marzo se desarrolló en un ambiente político especial, en el cual se juntan elementos subjetivos y objetivos que hacían prever una participación importante.
A nivel objetivo y subjetivo de la sociedad se han dado cambios importantes que ya se expresaron en las elecciones locales del año pasado y se han ido consolidando.
A nivel subjetivo se nota un cansancio de sectores variados con respecto al gobierno, en diversas zonas de la Sierra y en particular en Quito y en parte Azuay. Esa fue la expresión que sobresalió en la marcha de Quito
A nivel objetivo se intenta consolidar una confluencia amplia de diversos sectores que se reúnen para oponerse al gobierno incluso con reivindicaciones contrapuestas. Hay una sensación en diversos sectores de la oposición que la contradictoria confluencia es la única opción y tratan de sacar provecho mirando a mediano y largo plazo.
En esa múltiple alianza contradictoria han confluido sectores de izquierda que se asumen marxistas, sectores liberales, sectores conservadores, derecha tradicional, mujeres, glbt, burócratas, indígenas, empresarios, banqueros, ecologistas, figuras de la partidocracia, gente salida de Alianza País, jóvenes, gente de la cultura, sindicalistas, gremios profesionales, religiosos de izquierda y de derecha y una variada clase media que en su momento votó por el presidente Rafael Correa.
El hilo conductor principal fue la reivindicación de la democracia, contra el autoritarismo, por la libertad, similar al que une a la oposición en otros países. También se pidió por diversos derechos y se sumó la consigna contra el supuesto “paquetazo” por la aprobación de las salvaguardias. Además, cada grupo tuvo sus consignas propias, en buena parte contradictorias con los otros grupos.
Sin duda fue lo que se denomina “fanesca política”. Pero eso no debe llamar la atención si analizamos parte de la historia política ecuatoriana del siglo XX y de este siglo. En ese sentido, se debe tener claro que muchos ecuatorianos y ecuatorianas, se han sentido y se sienten identificados con la fanesca. Primero por el significado simbólico que tiene el plato en sí y segundo porque políticamente hablando identifica una realidad de la historia del país.
Este tipo de confluencias contradictorias son comunes a lo largo de la historia del Ecuador en distintas circunstancias. Y cuando se han dado, responden a un sentimiento subjetivo de distintos sectores, de rechazo a algo, lo que a veces no se corresponde con elementos objetivos. Muchas veces el sentimiento subjetivo supera a los hechos objetivos. Por lo tanto hay una aceptación histórica de la fanesca política.
El liberalismo como el conservadurismo de alguna forma fueron fanescas políticas en determinado momento. La Gloriosa fue una fanesca. Las idas y venidas de Velasco Ibarra fueron producto de fanescas. La caída de Bucaram (recordemos la famosa camioneta) fue consecuencia de una fanesca. La caída de Mahuad, aunque en menor término, también tuvo algo de fanesca. La caída de Lucio Gutiérrez fue producto de una amplia fanesca liderada por una variopinta clase media. Y a su turno cada sector que llegó al gobierno lo hizo como parte de una fanesca. Por lo tanto, para la gente, sobre todo en la Sierra, señalar como “fanesca” a la fanesca, no producirá cambios en sus sentimientos políticos coyunturales. No producirá cambios subjetivos en ese imaginario colectivo que se identifica como algo en común a pesar de no tener casi nada en común.
En todo caso, ya sea desde un punto de vista político o culinario, lo importante es analizar el sentido de la fanesca. Es distinta una rica fanesca en comunidad o familia, o sea como parte de una construcción colectiva, que una fanesca, también rica, almorzada solitariamente en un restaurant de lujo. Es distinta una fanesca potente en la que se destaca el sabor de cada grano que una fanesca en la cual se impone solo el bacalao y se distorsiona su gusto.
En política es muy similar. Es distinta una fanesca en la cual el sentido, las consignas principales y el contenido lo coloca la derecha, aunque algunas izquierdas digan que no es fanesca, que el sentido lo de la izquierda y los sectores populares. Esto sirve para una marcha, para una alianza electoral o para una alianza de gobierno.
La Gloriosa tuvo un sentido dado desde la izquierda y desde lo popular. La caída de Mahuad, más allá de las traiciones posteriores, tuvo un sentido dado desde el movimiento indígena y desde los sectores populares. La Caída de Gutiérrez tuvo un sentido dado desde una determinada clase media. Las movilizaciones contra el TLC, que en un principio tuvieron el sentido claro dado desde el movimiento indígena y la izquierda pero sin grandes apoyos en otros sectores, al tiempo lograron la adhesión de más del 60 por ciento de la población.
Entonces viendo la historia, no debe llamar la atención que confluyan personas del Movimiento Pro Vida y del Opus Dei que apoyan el Plan Familia del gobierno y están contra el aborto, con organizaciones feministas y grupos GLBT que tienen otra visión. O gente como Carlos Vera y Blasco Peñaherrera a favor del TLC y las políticas neoliberales, con gente que se ha opuesto a esas políticas. O gente vinculada a Nebot y defensora del gobierno de Febres Cordero con gente que sufrió la violación de los derechos humanos en esos años. Defensores de la Constitución con quienes han pedido derogarla y redactar una nueva.
La fanesca es un símbolo de identidad surgido de la Sierra y más arraigado en esta región que en otras. A veces a los políticos costeños les cuesta entender ese significado, como les cuesta entender el imaginario serrano, la realidad política serrana y la psicología de las masas serranas.
Pero en cualquier fanesca política, lo importante es determinar quién le da el sentido, quién se mueve en las sombras sacándole partido, quién hegemoniza el camino, o sea el futuro político y, sobre todo, quién acumula más en la construcción del poder. Al fin de cuentas, la fanesca política es también una expresión de la historia de la lucha de clases, que también puede terminar en sumisión de clases.
Causó gracia que Guillermo Lasso primero convocara a la marcha y luego quisiera tomar distancia. Ante la evidencia del apoyo de Lasso y de que el sentido de la marcha lo estaba dando la derecha, algunas personas y sectores trataron de desmarcarse públicamente y generaron el desdicho y la desdicha del banquero.
Sin embargo, aunque no estuviera directamente en la marcha, su apoyo previo y su vinculación con la misma no se pueden ocultar. Independientemente de que líderes y partidos de derecha no hayan estado como tales, estuvieron presentes porque muchos de sus sentidos estuvieron en la marcha.
En la marcha de Quito, más allá de las consignas por izquierda, el contenido mayoritario de las frases en carteles y el sentimiento de buena parte de la gente, tuvo un contenido de derecha. El sentido de la marcha en sí lo dio la derecha.
La fanesca como plato y la fanesca política son casi un símbolo ya establecido y aceptado en el imaginario ecuatoriano, son imágenes de ese barroco que de forma excelente investigó y describió Bolívar Echeverría.