Escasos avances en la integración regional de Chile – Diario La Tercera, Chile

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

DESDE su llegada al poder, en marzo del año pasado, el actual gobierno apostó por América Latina como el eje de sus relaciones exteriores. Desde un comienzo la Cancillería expresó que buscaría trabajar desde y con América Latina y el Caribe. Ese planteamiento era concordante con el propio programa de gobierno de la Nueva Mayoría, en el que se afirmaba que Chile “debe recuperar su papel de promotor activo de la convergencia regional, confirmando su compromiso con una política de integración regional activa y vinculante”. Un enfoque que buscaba, además, marcar diferencia con la administración anterior, a la que se acusó de haber privilegiado una “visión mercantil de los vínculos latinoamericanos”, debilitando la presencia regional y generando asperezas a nivel vecinal.

Sin embargo, durante su primer año de gestión, el balance de la nueva administración en esta materia es poco auspicioso. Las relaciones vecinales no han mostrado un mayor avance. En el caso de los vínculos con Bolivia, éstos atraviesan probablemente uno de los momentos más bajos de su historia. La demanda marítima presentada por el gobierno de Evo Morales ante la Corte de La Haya ha deteriorado de manera profunda las relaciones entre ambas naciones, en un contexto donde la Cancillería chilena no ha logrado neutralizar la agresiva campaña comunicacional de La Paz, que busca instalar el tema fuera del ámbito bilateral. Incluso el mandatario boliviano ha tratado de sumar a su favor la anunciada visita del Papa Francisco a mediados de este año, además del pronunciamiento del ex Presidente uruguayo José Mujica, quien respaldó una salida soberana al mar para Bolivia, y las recomendaciones de la Aladi para que Chile resuelva con el gobierno de Morales un eventual incumplimiento del acuerdo sobre transporte terrestre.

En el caso de Perú, pese a que el fallo de La Haya sobre el límite marítimo parecía cerrar definitivamente las diferencias con ese país, algunas situaciones han provocado nuevas discordias. Primero fue la discusión por el triángulo terrestre que instaló Palacio Pizarro, y en la última semana surgió un supuesto caso de espionaje por parte de Chile. Al margen de los problemas de política interna peruana que explicarían estos episodios, es de esperar que las buenas relaciones que han venido cultivando ambos países se mantengan. En cuanto a la propuesta chilena de avanzar hacia una convergencia entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico, si bien el gobierno logró instalar el tema en la agenda regional, las diferencias de enfoque entre los dos bloques hacen difícil que se pueda avanzar hacia una integración efectiva.

Como uno de los representantes de la región en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Chile tiene la oportunidad de asumir un liderazgo ante al complejo escenario regional -por ejemplo, en la crisis de Venezuela-; sin embargo, no ha asumido ese rol. Además, su apuesta por lograr un mayor acercamiento con Brasil colisiona con el difícil momento interno que enfrenta Dilma Rousseff y el escaso interés de ese país por la propuesta de vincular la Alianza del Pacífico y el Mercosur. De esta forma, aun cuando el gobierno de la Presidenta Bachelet ha mostrado voluntad por reforzar los lazos con América Latina, los resultados hasta el momento no han sido los esperados.

La Tercera

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