El 2015, otro año de sojización en Argentina – Por Matilde Fierro

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El 2015 será otro año más de sojización en la Argentina ya que los productores no se encuentran tentados de sembrar trigo y maíz debido al elevado costo de la implantación, lo que conspira contra la rotación de los cultivos.

La soja será finalmente predominante en los campos del país una vez más en este 2015, un año cruzado por una fuerte incertidumbre entre los productores por las elecciones generales de octubre próximo.

El país sigue así en la ruta de la soja que en el actual ciclo 2014-2015 ya ocupó 20,4 millones de hectáreas, según fuentes de la consultora Oil World, mientras que de trigo fueron 4,2 millones y de maíz 5,5 millones.

«La ecuación no cierra», dijo a NA el técnico Adolfo Guerrico, «porque son aproximadamente 5 hectáreas de soja por cada una de maíz y esto no es sustentable en el tiempo por distintos motivos: pérdida de fertilidad física del suelo, extracción de los mismos nutrientes durante años sobre todo calcio y fósforo con cada vez más baja reposición».

Este asesor y productor agropecuario suma a las consecuencias de la sojización, el «aumento de géneros de malezas resistentes a herbicidas y a sus combinaciones y plagas de insectos desequilibradas».
Desde el Gobierno viene un doble mensaje: por un lado el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) insiste con la rotación de cultivos para preservar los agotados suelos argentinos, pero las políticas agropecuarias desde el Ejecutivo no incentivan la siembra de otros granos.

«Desde el Instituto de Suelos y desde el Programa Nacional de Suelos del INTA se está preconizando una agricultura más intensiva que aproveche mejor los recursos y que atienda, fundamentalmente, a diseños de rotaciones más eficientes de cultivos, aseguró Miguel Taboada, director de ese instituto.

Más aún los técnicos del INTA pregonan la importancia de efectuar rotaciones intensivas con trigo, centeno, cebada y maíz, porque mejoran el contenido de carbono y la estabilidad estructural y protegen al suelo de la erosión por el agua y el viento.

Nada de esto se cumple y la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en tanto, mantuvo su previsión de una cosecha récord de 57 millones de toneladas de soja apuntalada por las elevadas productividades registradas en las regiones núcleo donde se concentró la mayor actividad de cosecha en los últimos días.

Ocurre que la soja es «la caja» de divisas para el Estado con 35 por ciento de retenciones que pocos candidatos electorales están dispuestos a borrar de un plumazo.

Para los productores, la soja ya no es lo que era antes, según el economista Juan Manuel Garzón del Ieral de la Fundación Mediterránea, quien afirmó en un reciente estudio que el poder adquisitivo de la oleaginosa en el mercado interno cayó al nivel de fin de los ’90, pese a que el precio internacional duplica al de entonces.

«Con un precio de 2.050 pesos (la tonelada) para mayo de 2015, el poder de compra de la soja de un productor agrícola local se ubicará un 39 por ciento por debajo del promedio observado en los últimos 16 años (1998/2014), quedando en un nivel muy similar al del período 1999/2001, cuando la oleaginosa cotizaba a 178 dólares la tonelada en el mercado internacional», indicó

Para el especialista, «el productor percibe ahora una relación de intercambio similar a la de fines de los ’90, pero los precios internacionales actuales duplican los de aquellos años: Esto se debe a la elevada presión tributaria y también al atraso del tipo de cambio».

Entre 2014 y mayo 2015 el poder de compra de la soja a nivel del productor se habrá deteriorado mucho más en Argentina (-32%) que en Brasil (-5%).

En Brasil, el tipo de cambio real se ha movido de forma de atenuar la caída de precios externos, mientras en la Argentina ha sucedido lo contrario.

Pero no son los productores pequeños y medianos los únicos que están en problemas, los contratistas, se dice, se encuentran al «límite de la supervivencia» como afirmó el ingeniero agrónomo Ezequiel Pezzoni en una revista del sector.

El negocio del contratista es cada vez más chico, en los últimos 7 años muchas actividades dejaron de ser rentables a pesar de que como señalaron Luciana Moltoni, Gerardo Masiá y Fernanda González Maraschio del Instituto de Ingeniería Rural del INTA, éste era una figura central en el rol de los sistemas productivos en la última década del siglo XX.

Ahora, la globalización de los agronegocios los amenaza como al grupo de los que prestan el servicio de mecanización de las tareas agropecuarias, tareas que ya no les son del todo rentables.

Los diagnósticos coinciden, el desafío del próximo gobierno será el de rever la forma de producción del agro argentino mediante políticas de Estado acertadas tendientes a mejorar sustancialmente la ecuación económica, social y ecológica.

Terra Argentina

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