Manuel Canelas, diputado boliviano del MAS: «Con Evo construimos un nuevo Estado solidario y justo»

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Por Mariano Shuster

LA VANGUARDIA- Después de diez años, en los que se incluyen estatizaciones, políticas de apertura social e incorporación de nuevos actores a la democracia, Evo Morales, no solo conserva su popularidad sino que ha aumentado su caudal de votos. ¿Cuáles son, según tu entender, las razones que han llevado al sostenimiento de Evo en el poder?

MANUEL CANELAS – El presidente Evo suele repetir que la ecuación que permite que el proceso de transformación que lleva adelante nuestro gobierno tenga buena salud tiene tres pilares:
Estabilidad social: hay que recordar que Bolivia vivía convulsionada socialmente hasta hace una década. Los estragos de las polítcas neoliberales iban generando más y más demandas que una institucionalidad débil y poco legítima era incapaz de satisfacer. Y no eran pocas las ocasiones en las que la respuesta estatal era de una violencia significativa pero inútil, en última instancia, de restaurar el orden. Ni convencían, ni obligaban. Bolivia es un país que se caracteriza por un alto grado de asociacionismo. Aquí uno es obrero, a la vez que representante vecinal y además pertenece a la agrupación de padres de familia en el colegio de su hijo menor. El nuevo Estado ha reconocido, en lugar de combatido, esta realidad tan arraigada. Y eso ha quedado de manifiesto en el nuevo pacto constituyente que integra la pluralidad de realidades sociales que componen el país.

Estabilidad política: ese nuevo pacto permitió construir una estabilidad política. Se reconocieron diversos actores sindicales, campesinos, indígenas, etc. Entre todos ellos se configuró el nuevo orden societal. Razón por la cual el país vive el periodo más largo de estabilidad política que se recuerde. Evo se convertirá este año en el presidente que más tiempo haya gobernado nuestro páis de manera ininterrumpida.

Estabilidad económica: con las anteriores condiciones fue posible poner en marcha un modelo de gestion económico distinto. El Estado recuperó su rol en la economía: a nivel exterior se conviritó en un eficaz mediador con el mercado mundial y dejó de ser un mero delegado de los intereses de otros países; a nivel interno privilegió el fortalecimiento de un mercado interno, de impulsar la demanda y llevar adelante politicas de industrialización.

LV- El New York Times ha resaltado la estabilidad macroeconómica de Bolivia y diversos medios internacionales – no específicamente de izquierda – han valorado positivamente las cuentas del gobierno. ¿Qué ha pasado para que se produzca tal transformación en las élites del capitalismo mundial?

MC – Creo que el pequeño grupo de propietarios que antes detentaban el poder político en Boliva fue tremendamente miope. Se creyó el cuento de que el desarrollo llegaría por goteo del crecimiento que, como todos sabemos, nunca llegó a derramar muchas gotas y las pocas se quedaron concentradas en la cabeza de la pirámide. Esto llevó a lo que comentábamos más arriba: una situación de permanente inestabilidad en todos los campos. Bolivia era vista, hasta hace poco más de una década y siguiendo la peligrosa doctrina de gente como Madeleine Albright, como un Estado fallido: poco atractivo para las inversiones, ingobernable y con continuos conflictos sociales.

Si bien el primer Gobierno de Evo fue recibido con la hostilidad imaginable, pienso que las élites del capitalismo se han, por un lado, resignado y por el otro lado convencido de que es mejor contar con un gobierno de cambio pero estable en muchos campos.

Los primeros momentos requieren de mucha audacia y valentía, como ahora en Grecia, nacionalizar sin preguntarle a nadie, expulsar al embajador de EEUU, etc. Es importante que sepan que uno va en serio pero que uno va en esa dirección porque la gente asi lo quiere. Creo que después se pueden poner términos de la relación más equilibrados.

LV- En Santa Cruz de la Sierra, territorio naturalmente hostil para Evo, el MAS consiguió su primer triunfo electoral en octubre. ¿Se trata de una victoria o de una derrota para Evo, en tanto que ese voto puede ser visto como un apoyo a ciertas políticas de ortodoxia económica?

MC- En absoluto se trata de una derrota del MAS. Los que perdieron la batalla fueron ellos; no hay que olvidar en qué condiciones se enmarca esta nueva relación entre Evo y parte de la élite de Santa Cruz: después de la derrota de los intentos golpistas y terroristas de su parte más reaccionaria que provoca una fuerte desmovilización de sus bases y una división al interior de su grupo dirigente. Es sobre ese escenario que se va modificando la relación.

En esas nuevas coordenadas es posible ir teniendo varios acuerdos y, como en cualquier acuerdo, se negocian varios aspectos y uno tiene que aceptar algunas de las demandas del socio, siempre que no éstas no cuestionen elementos centrales del proyecto. Ahora bien, esto no está exento de riesgos porque, como sabes, toda relación hegemónica no es una relación de imposición, sino de mancharse mutuamente, es una relación de ida y vuelta que también cambia al bloque hegemónico.

LV- El MAS es un movimiento en el que caben diversos sectores de la izquierda. ¿En qué posición te colocas vos dentro de ese amplio espectro?

MC – Si tengo que buscar una definición, un tipo de fórmula, la que más me gusta es la de Santiago Alba Rico: revolucionario en lo económico, reformista en lo institucional y conservador en lo antropológico. Santiago Alba, que tiene una cabeza excepcional, ha explicado esto de manera muy hermosa en varios artículos y en su último libro que precisamente se interroga sobre qué es ser de izquierda hoy.

LV – Se habla, a menudo, de dos ejes en la izquierda latinoamericana. Uno, representado por Bolivia, Ecuador y Venezuela, y otro por Chile, Uruguay y Brasil. ¿Considerás que es justa esta diferenciación o, por el contrario, creés que existen mixturas que no son mensuradas en este tipo de clasificaciones?

MC- Se trata de una disvisón interesada, de la mano de gente como Vargas Llosa, intentando encontrar buenos y malos, encontrar líderes que, según ellos, eran más fácilmente persuadibles desde los centros de poder mundial de reconducirse por el buen camino, de no juntarse con “ los malos”. Creo que por supuesto estas clasificaciones no alcanzan ni de lejos a explicar lo que ocurre en la región. Pasa un poco como con el uso que le da al término populismo gente como Enrique Krauze, solo buscan disciplinar y dividir, tienen muy poco rigor y carecen casi por completo de capacidad análitica.

LV- Sos el primer diputado abiertamente homosexual en la historia de Bolivia, un país en el que todavía esta orientación es vista por buena parte de la sociedad como una “enfermedad”. ¿Como creés que puede encararse una lucha de concientización para reducir los niveles de homofobia?

MC- Creo que lo fundamental es debatirlo y discutirlo mucho y no solamente en una comisión del Congreso, de otro modo difícilmente se logrará que una buena parte de la sociedad boliviana deje de pensar que hablamos de una enfermedad. Es fundamental, antes de pensar en tener éxito con diferentes proyectos de ley, persuadir a la gente, explicarle concepciones diferentes sobre estos temas a los que se tienen de manera intuitiva en una sociedad conservadora.

Creo, sin embargo, que estamos bastante mejor que hace pocos años. De algún modo el mismo hecho de mi candidatura – y que no fue la única que se presentó, aunque me parece que las otras no lograron ingresar a la cámara- es una señal de un cambio, modesto aún, ciertamente,pero impensable hace poco.

LV -¿Tenés pensado plantear en el Congreso la posibilidad del matrimonio igualitario, tal como sucedió en otros países de la región?

MC – Las grandes competiciones, como dice el Cholo Simeone, se juegan partido a partido. Creo que ahora mismo plantear una ley de matrimonio igualitario sería no medir bien la relación de fuerzas que hay en este tema. Me parece que lo primero es incentivar un debate social. Esto lo he hablado mucho con militantes de diversos colectivos. Hay que empezar a debatir de manera intensa estas cuestiones, saber contar bien con los aliados que hay (por ejemplo los dos garndes periódicos de La Paz han editorializado a favor ) y empujar a las instituciones a que actuen pero sobre un respaldo social que, por supuesto, no precisa ser mayoritario pero si tiene que hacerse escuchar. Y no pensar que una ley de uniones resulta un fracaso y tener solo como mínimo exigible una ley de matrimonio. De todos modos los colectivos aquí tienen el panorama, las fuerzas y la estrategia bastante claras. Ese escenario nos da mejores condiciones a los que estamos dentro de las instituciones para dar la pelea con más posibilidades de éxito.

La Vanguardia

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