Chile: de la sartén al fuego – Periódico Jornada, Bolivia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El respeto a los tratados internacionales, a las convenciones, a la soberanía y dignidad de los países, son temas esenciales en el mantenimiento de la paz y el afianzamiento de las relaciones internacionales.

La lógica nos dice que la moral y la ética deben ser enseñadas y predicadas por quienes cumplen estas virtudes y no por los que, más bien, son totalmente contrarios en su actuación, demostrando en su vida diaria que las mismas no se encuentran en su forma de vida.

Eso está sucediendo con nuestro país vecino, Chile, el que, lamentablemente, no ha demostrado en su actuación histórica el menor escrúpulo en demostrar que parte de las riquezas, territorio y mar que detenta, es efecto del asalto y de la usurpación a una Nación que le tendió una mano para que pudiera, antes de 1879, explotar guano y salitre en sus costas.

Ahora predica respeto a los tratados, a la libre determinación, a la soberanía y dignidad de los pueblos, cuando su ejemplo ha sido contrario, además de querer demostrar al mundo que lo ajeno puede ser tomado por la fuerza de las armas, acto delincuencial que pretende que la comunidad internacional de su visto bueno y, quizá, felicite en un tiempo en el que la paz es producto del respeto y de la reparación de los daños históricos, como acontece con la invasión y el corolario del enclaustramiento de un país que nació con costa y mar en el Océano Pacífico en su fundación como República en 1825.

Encima quiso desconocer los derechos del Perú y apoderarse de su heredad marítima, en el proceso que siguió esa nación hermana ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, no contenta con haber usurpado también territorio a la misma. Felizmente ese organismo de justicia reconoció el derecho peruano y falló en consecuencia.

Y en estos momentos, tiene que pasar otra vergüenza ante la comunidad internacional, cuando en el Perú se descubre que dos miembros de su Marina habían sido contratados como espías por el Mapocho, seguramente para adentrarse de las defensas y de las adquisiciones bélicas de nuestro aliado en la denominada guerra del Pacífico.

El problema no es haber descubierto a los malos ciudadanos, sino el investigar quién les pagaba y por qué se espiaba, lo que implica, por supuesto, el repudio internacional, cuando en este tiempo La Moneda asegura que respeta la soberanía de sus vecinos, lo que con su actitud demuestra lo contrario.

La responsabilidad no sólo es del corrupto, sino también del corruptor y, en este caso es o son los gobiernos del país trasandino que continúan con las andanzas del pasado, buscando debilidades y brechas por donde continuar, seguramente, con su mala costumbre de invadir para apoderarse de riquezas, de territorio y mar.

Chile, en este momento, «ha saltado de la sartén al fuego».

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