Mas ALBA menos ALCA – Por Eduardo Camin

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América Latina muestra las huellas de la prolongada política neoliberal impuesta por el imperialismo y sus aliados de la globalización. Al cabo de décadas perdidas para el desarrollo con justicia social, el continente sigue sometido a nuevas formas cada vez más crueles de dependencia y pisoteo de la soberanía. Cualquier reflexión seria y comprometida acerca de la necesidad de transformar el Estado en las actuales circunstancias debe partir de la influencia a esta altura trágica del neoliberalismo en crisis.

El nuevo orden mundial de la globalización, arrasa con toda noción que recurra a la identidad y a la tradición de una nación, ya que oponerse a la globalización es oponerse al progreso.

Haciendo pasar aquellos partidos, organizaciones o intelectuales que reivindican la lucha anticapitalista y de explotación del colonialismo global como elementos radicales o marginales que sufren una crisis de identidad.

Pero la globalización capitalista se encuentra hoy en una fase diferente a la de sus orígenes. Esta ha entrado en crisis. Por lo tanto podemos hablar de una segunda globalización, la “globalización de la crisis”. En la fase inicial de este gran proceso de restructuración del capitalismo mundial, tanto sus apologistas como sus detractores tenían claro que este generaría desigualdad en el plantea y también en los países ricos del occidente industrializado.

Pero se afirmaba que, como nunca se produciría desarrollo, crecimiento, civilización. Pero la tendencia era inversa, ya que el mundo globalizado aumentaban las injusticias así como las diferencias entre ricos y pobres. Algunos índices hablan claro; cada minuto una mujer o un hombre muere porque no tiene agua para beber; el ingreso per cápita de seiscientos millones de personas de los 43 países mas pobres del planeta equivale al ingreso de tres personas multimillonarias. Pero todo esto parece casi irrelevante. Muchos han pagado el precio se admitía pero el saldo final habría sido positivo; el bienestar finalmente habría llegado hasta los últimos rincones de la tierra. Muchos aun lo creen y siguen deslumbrados. Tan fuerte ha sido el impacto de este tsunami ideológico que arrastro las fuerzas socialdemócratas y obreras, que representaban a los trabajadores y a las clases populares. Estas últimas fueron convencidas, cooptadas y sumidas a los procesos de globalización. Su proyecto frente a aquellas ilusiones cambio radicalmente. Ninguna oposición a las terribles leyes del mercado y de la empresa globalizada. En lo esencial, esas fuerzas democráticas aceptaron todo lo que la restructuración capitalista propuso e impuso, limitándose a abogar por una moderación de los aspectos más feroces de la globalización y de los excesos del mercado. Nació de esta ilusión el “nuevo reformismo” europeo y mundial que, abandonando la visión de las clases sociales asumió plenamente el punto de vista del mercado; el reformismo que ha considerado al neoliberalismo como algo objetivo y natural, ha aceptado la guerra como evento necesario para consolidar la nueva modernidad. Es el reformismo de los Blair, D’ Alema , y Zapatero montados en las espaldas de la globalización, perdiendo los lazos sociales y su identidad con la izquierda. Hoy aquella primera fase de la globalización se ha agotado.

Y nos encontramos frente a la traición de todas las promesas sobre las cuales, la globalización había construido su hegemonía. Estamos frente a la desilusión. No hay civilización, sino crisis de civilidad, no hay crecimiento imparable, sino crisis económica; no hay futuro cierto, sino inestabilidad. Se ha derrumbado la idea de que el mundo podía ser únicamente de la forma en que la globalización lo estaba definiendo. Y sobre todo la idea que este a pesar de sus limitaciones y sufrimientos, era el mejor de los mundos posibles.

La nueva economía y sus promesas han sido desmentidas de la forma más clamorosa. Los tigres asiáticos son apenas gatitos que sobreviven; el Japón vive una crisis desde hace dos décadas y con una deuda pública del 250% de su PBI, la irresistible locomotora norteamericana hoy es vagón de los sobresaltos de China.

La vida cotidiana que gracias al progreso de la ciencia y la tecnología tendría que haberse vuelto segur, está expuesta al arbitrio y al miedo.

Ya no bastan las formulas tecnológicas para el dominio del Planeta. Aquí esta entonces el resurgimiento permanente de la guerra, se asoma con violencia y se vuelve constituyente y pone en evidencia la total incapacidad de resolver la exclusión de una gran parte de la población mundial del bienestar y también de las más elementales posibilidades de sobrevivencia. La globalización necesita de la guerra, esta ultima determina el nuevo orden mundial e impone el dominio del imperio.

Europa el gigante con pies de arcilla

En el marco de la política mundial, Europa es la dimensión mínima necesaria para el resurgimiento de la política de clases. Europa es su teatro mínimo insuperable del resto del mundo. Sin embargo Europa no existe políticamente; no es una autónoma realidad geopolítica, ni una original experiencia de democracia y de gobierno. El fundamento de este “estado” de esta Unión de Naciones reside en el modelo social modelador de la globalización y por eso cada día es menos europeo.

Pero Europa tiene al mismo tiempo en su tradición y en su DNA algo que permitió en el siglo XX la irrupción de las clases desfavorecidas en política. Pensamos a todas las formas de subjetividad organizada, a los partidos y sindicatos además de las ligas, casas del pueblo, periódicos, asociaciones a todas formas de organización de la sociedad, que ha producido cambios y emancipación, nuevas conquistas y grandes conciencias criticas.

Es en este marco que en los últimos años hemos visto en el movimiento antiglobalización un recurso de gran valor estratégico. Grecia lo viene de demostrar con la victoria de Alexis.

No obstante la izquierda de alternativa no puede nacer sobre la discriminante geografía política. Un proceso de transformación debe tener un componente mundial y tiene que surgir con vocación critica frente al nuevo capitalismo, en oposición a la guerra y el abandono.

Esta reflexión nos lleva a nuestro continente América Latina. Creemos profundamente que cuenta con una posibilidad histórica sin precedentes para dar un paso decisivo en la creación de un bloque político … tal vez mirando mas al ALBA y pensar menos en el ALCA.

“Todos los presidentes están convocados para participar. La mayoría asistirán, excepto Canadá y Estados Unidos. Eso también es una forma de liberarnos del dominio del imperio norteamericano”, expresó Morales después de anunciar su asistencia en la cumbre.

El mandatario boliviano agradeció a los líderes de la Revolución Cubana, Fidel Castro y de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, así como al expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y al argentino Néstor Kirchner por crear una comunidad política en el continente americano sin la intervención de EE.UU.

En su discurso, lanzó críticas a la política intervencionista de Estados Unidos, y recordó que las autoridades estadounidenses, antes bajo la excusa del comunismo, buscaban realizar un golpe de Estado, y ahora el terrorismo y el narcotráfico son sus excusas para intervenir.

Además, puso en cuestión la situación de los derechos humanos en Estados Unidos, un país que acusa, según Morales, a los Gobiernos que no quieren ser su títere, de violar estos valores humanos.

*Periodista uruguayo, fue director del semanario Siete sobre Siete y colaboró en otras publicaciones uruguayas y de America Latina. Corresponsal en Naciones Unidas y miembro de la Asociacion de Coresponsales de prensa de la ONU. Redactor Jefe Internacional del Hebdolatino en Ginebra. Miembro de la Plataforma Descam de Uruguay para los Derechos Economicos sociales y medio ambientales. Docente en periodismo especializado sobre Organismos Internacionales.

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