Santos valora cese al fuego de las Farc pero no aceptará una verificación internacional
El hecho de que el presidente Juan Manuel Santos no aceptara la verificación internacional para el cese del fuego unilateral e indefinido que anunciaron las Farc el miércoles, dejó en manos de esta guerrilla la decisión de mantener su gesto de paz aunque no cuente con una veeduría externa.
El grupo armado había propuesto a Unasur, la Celac y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) como verificadores y había dicho que con uno solo de estos organismos que manifestara su disposición a asumir el papel, el cese del fuego comenzaría a primera hora del sábado, 20 de diciembre. También había hecho la salvedad de que sería indefinido si los guerrilleros no eran atacados por la Fuerza Pública.
Tras valorar “el gesto” de las Farc de cesar el fuego de manera indefinida, el presidente Santos sostuvo que aún no es el momento para permitir una veeduría internacional sobre las decisiones que se tomen en el proceso y advirtió –con tono enfático– que la Fuerza Pública no cesará en el cumplimiento de su deber constitucional que, entre otras cosas, implica combatir a los actores armados ilegales.
Santos comparó el ofrecimiento de las Farc con “una flor con un tallo lleno de espinas”, por las dificultades que representa para el Estado.
Hasta este jueves la guerrilla no se había pronunciado sobre la posición del Gobierno, lo que, por supuesto, despierta la inquietudsobre si está o no dispuesta a materializar su anuncio.
“Vamos, eso sí, a analizar muy bien el avance y el cumplimiento de este cese del fuego, porque me parece que es un buen paso inicial. Debe completarse, complementarse, con otros gestos de paz, otros gestos de generación de confianza, que se han venido discutiendo para que sigamos avanzando en la dirección correcta”, precisó Santos en una declaración desde Quibdó (Chocó).
Añadió que “ni el Presidente de la República ni ningún miembro de las Fuerzas Armadas puede dejar de cumplir con la Constitución y con las leyes de Colombia, que nos obligan a defender la seguridad y las libertades de todos los colombianos en todos los rincones de la patria. Por ningún motivo vamos a renunciar, ni a hacer excepciones en el cumplimiento de esa obligación”.
Por otro lado, el Jefe de Estado valoró como positivo el acto de perdón que las Farc hicieron este jueves con las víctimas de la masacre de Bojayá (Chocó), en la que en el 2002 murieron 79 personas por un cilindro bomba lanzado por esa guerrilla.
Para la Casa de Nariño y para los negociadores del Gobierno estos “son gestos de paz y fundamentales” para consolidar el fin del conflicto y darle credibilidad al proceso de paz entre la opinión pública.
“Creemos que estamos avanzando bien”, precisó el Jefe de Estado, quien añadió que “eso nos permite irnos acercando al objetivo del cese del fuego bilateral y definitivo, que es cuando firmemos los acuerdos”.
El punto 3 de la agenda de negociación de La Habana, denominado fin del conflicto, es parte de lo que hace falta por discutir en la mesa de diálogos, pero ya se han dado avances en cuanto a qué tipo de medidas se podrían implementar para desescalar la intensidad del conflicto armado.
Diferentes analistas coincidieron en que, sin embargo, el cese unilateral como está planteado por las Farc hace que sea de difícil cumplimiento, pero resaltaron –como lo hizo Santos– la intención de dar ese paso porque contribuye a consolidar el respaldo al proceso de paz.
“Este es un buen inicio para un proceso de desescalamiento de las hostilidades en el territorio nacional”, dijo el Gobierno en un comunicado.
El ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, dijo que espera que “cumplan y dejen de cometer atentados terroristas, de extorsionar, la minería criminal y el reclutamiento de niños”.
En el alto Gobierno confían en que las Farc cumplirán su palabra y desde este sábado cesarán unilateralmente sus actividades militares, pero también son conscientes de que hasta que la guerrilla no reitere su compromiso ese paso queda en suspenso.
¿Qué tan frágil es la idea de un cese al fuego?
Más allá de las diferencias entre quienes ven en el “cese unilateral al fuego” anunciado por las Farc un gesto de la voluntad de la guerrilla de llevar a buen puerto el proceso de La Habana (Cuba) y quienes lo creen un “engaño” que pretende forzar un cese bilateral, existe la certeza de que las negociaciones han llegado al punto en el que el silencio de los fusiles dejó de ser una ilusión para el largo plazo.
Aunque el Gobierno se rehusó a aceptar públicamente la condición de la guerrilla de darles fin a las acciones ofensivas del Ejército para mantener el cese al fuego, está claro que la etapa de desescalamiento del conflicto está llegando. Las voces e investigaciones de académicos y expertos en conflictos armados sobre las implicaciones que ha tenido este mecanismo en la consolidación de escenarios de paz aportan luces para imaginar lo que sería un cese al fuego como el planteado por las Farc.
“Hay experiencias internacionales en las que, en el marco de una negociación, o fuera de ella, uno de los actores da un paso como el anunciado por las Farc. Es el caso de España: Eta ha hecho manifestaciones progresivas de ir abandonando la violencia sin que eso haya sido reconocido por el gobierno y la sociedad española. Han hablado incluso de desarme, pero sigue el mote de terroristas. En los casos de Irlanda, Sri Lanka o Nepal, acciones de reducción de la violencia y de desescalamiento han sido anunciadas por una de las partes y la otra ha correspondido tácitamente”, advierte Jorge Restrepo, de la Universidad Javeriana.
Desde la perspectiva de Restrepo, ante “el arrinconamiento” que marca para el Gobierno la condición de las Farc de romper el cese en caso de ataques del Ejército, hay una salida: “Que las dos partes diferencien entre las acciones de carácter ofensivo, que son las que las Farc van a desescalar o a dejar de hacer, y otras de carácter defensivo, que se presentarán, pues no habrá un acuartelamiento o concentración de las fuerzas legales. Creo que la Fuerza Pública puede disminuir las acciones ofensivas de manera muy callada o limitarlas. Recordemos que el propio presidente Santos dijo que pensaría dos veces en bombardear el campamento de Timochenko (máximo jefe de las Farc)”.
Carlo Nasi, profesor de la Universidad de los Andes, planteó en 2012, en el foro “Cese al fuego: ¿qué está en juego?”, que se realizó en Bogotá, las complejidades de una eventual tregua con la guerrilla que negocia en Cuba. “Si se declara una tregua con las Farc, debe tenerse en cuenta que ellos se encuentran desperdigados en todo el territorio nacional, por lo que la única tregua que sirve es una que sea monitoreable. Para monitorearlos, hay que concentrarlos en unas zonas específicas. Si se concentran, es una desventaja militar para las Farc porque se delimitan, se controlan y, si es el caso y se rompe el proceso de paz, los van a atacar muy fuertemente”.
Nasi fue cauteloso sobre la posibilidad de una tregua que, dijo, es “muy deseable y se constituye en un elemento para afianzar la confianza en un proceso de paz”. Y explicó la importancia de la disminución o la regulación de la violencia para la consolidación de la negociación. En la práctica, afirma, “la violencia es ‘tolerable’ en una negociación de paz, siempre y cuando se dé en momentos muy específicos donde uno diga que ese tipo de violencia está mandando un mensaje político a la mesa de negociación. En el caso salvadoreño, el Fmln utilizó por primera vez sus misiles tierra aire en una fase muy adelantada de la negociación, cuando la mesa había llegado a un impasse y los militares no querían hacer ciertas concesiones claves. Entonces la violencia es una herramienta que juega en una negociación. Lo que toca hacer es que las partes se autocontengan en el ejercicio de la violencia o la usen de manera estratégica”.
También, durante ese foro, fue clave la posición del coronel (r) Carlos Alfonso Velásquez, para quien el acuerdo, que no necesariamente se daría públicamente, podría consistir en parte en que el Gobierno ofrezca “suspensión, no eliminación, de misiones beta (bombardeos, por ejemplo) sobre campamentos de la guerrilla, a cambio de que ellos se comprometan a suspender, también, no eliminar, asaltos a puestos de Policía o bases militares permanentes o temporales ubicadas no más lejos de un kilómetro de áreas pobladas. En apoyo aerotáctico (misiones alfa) solamente se mantendrían las misiones de ametrallamiento en combates entre Ejército y guerrilla o Policía y guerrilla”.
De acuerdo con Page Fortna, profesora de Ciencia Política de Columbia University y cuyas investigaciones giran en torno a la durabilidad y la consolidación de la paz, el fin de la guerra y el terrorismo existen cuatro mecanismos por los cuales un cese al fuego bilateral puede fracasar.
“El primero es la agresión, entendida como una acción deliberada por una de las partes . El segundo está conducido por el miedo, la falta de confianza y la incertidumbre sobre las intenciones de la contraparte. En tercer lugar, puede haber accidentes o incidentes que llevan a las partes otra vez a la guerra. Y, el cuarto, ‘la exclusión particular’. Es decir, las dos partes van a tener luego que convivir juntas en el mismo lugar, (…) es muy difícil que se mantenga ese estado de paz si alguna de las partes piensa que, por ejemplo, las reformas que se habían prometido no ocurren”, dice Fortna.
Ante la expectativa de que se consolide un acuerdo de paz, el anuncio de la guerrilla es un bálsamo para quienes quieren ir aterrizando en la realidad la idea del fin del conflicto. Las condiciones, que fueron negadas oficialmente por el Gobierno, se convertirán formalmente en un obstáculo, pero pueden ser asumidas tácitamente y paulatinamente por el Estado. En últimas, el silencio de los fusiles es sólo el primer paso.