México: antropólogos y Procuraduría confirman que restos óseos analizados corresponden a un normalista desaparecido

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Jesús Murillo Karam, titular de la Procuraduría General de la República (PGR) confirmó este domingo que uno de los restos óseos encontrados en un basurero del municipio de Cocula, Guerrero, corresponden al normalista Alexander Mora Venancio, uno de los 43 estudiantes desaparecidos desde el pasado 26 de septiembre en Iguala, y aseguró que las autoridades federales continuarán la investigación del caso Ayotzinapa “hasta detener a todos los culpables” e implicados en los hechos.

«Con base a los datos establecidos por la Universidad de Innsbruck se determinó que dicha muestra corresponde a un varón que, leo textual, es al menos un billón de veces más probable que se trate del hijo biológico de Ezequiel Mora Chávez, así como hermano biológico de Omar Mora Venancio y de Hugo Mora Venancio, en comparación con los de cualquier otro individuo no relacionado», sostuvo el funcionario durante la lectura de un comunicado en el que no se permitieron preguntas a los reporteros.

Murillo Karam añadió que «esta prueba científica confirma que los restos encontrados en una de las escenas coincide con la evidencia de la investigación y con la declaración ministerial de los detenidos, en el sentido de que en dicho lugar y forma se privó al grupo de personas en los términos y señalamientos que se dan en la averiguación».

El pasado 7 de junio, durante un encuentro con los representantes de los medios de comunicación, en el que sí se permitieron preguntas, Murillo informó que los 43 normalistas de Ayotzinapa, presuntamente fueron asesinados y posteriormente quemados por el grupo criminal Guerreros Unidos, según confesiones de tres presuntos integrantes de la organización dadas a conocer por el propio funcionario.

Sin embargo, ese día no le salieron bien las cosas a Murillo Karam, ya que al final de la conferencia soltó la frase “ya me cansé”. En cuestión de minutos las palabras del funcionario dieron la vuelta al mundo mediante las redes sociales, lo que generó una andanada de críticas a Murillo. Ese mismo día los familiares de los 43 desaparecidos dijeron públicamente que no creían en las investigaciones de la PGR.

En aquella conferencia de noviembre, Murillo informó que tras las declaraciones de tres detenidos -quienes afirmaron haber participado en el asesinato-, las autoridades federales hallaron restos humanos calcinados en un basurero ubicado en una región montañosa y de difícil acceso ubicada en el municipio de Cocula.

Uno de los huesos ahí encontrados fue analizado por especialistas de la Universidad de Innsbruck, Austria, quienes el pasado jueves enviaron sus resultados al gobierno mexicano y les informaron que uno de los huesos hallados en el río de Cocula pertenece al normalista Alexander Mora Venancio.

Este domingo, en el «Salón Independencia» de la PGR, Murillo leyó un boletín informativo en el que afirmó que la investigación continuará hasta detener a todos los responsables de la detención, traslado y desaparición de los normalistas.

Mientras daba lectura al comunicado, el ex senador del PRI mostró un video de imágenes aéreas filmadas sobre la zona montañosa en la que se ubica el tiradero de Cocula donde presuntamente fueron incinerados los cuerpos de los 43 normalistas.

En el mensaje, el funcionario dijo que hasta el momento por los hechos de Ayotzinapa hay 80 detenidos.

Dijo que entre los capturados hay 40 policías municipales de Iguala y de Cocula, mientras que cinco de 16 personas directamente relacionadas con la presunta ejecución de los 43 normalistas han sido detenidas, tres de las cuales fueron las que declararon haber incinerado los cuerpos de los estudiantes.

Recordó que entre los detenidos están el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa.

En la parte fundamental del informe de la Universidad de Innsbruck se indica que “los datos genéticos-nuclerares obtenidos de esa muestra son consistentes con los restos humanos identificados (previamente por peritos de la PGR y por especialistas forenses de Argentina) pertenecientes a un hijo biológico de (Ezequiel Mora Chávez), así como hermano biológico de (Omar Mora Venancio y de Hugo Mora Venancio)”.

El estudio añade que “basados en los datos de la frecuencia e índice genérica de la población caucásica establecida por GMI, bajo la hipótesis de que los datos genéticos-nucleares obtenidos del fragmento óseo sean de un hijo biológico (de Ezequiel Mora Chávez), es un billón de veces más probable, en comparación con la de cualquier otro individuo”.

Antes de concluir la lectura del comunicado, Murillo informó que en horas recientes la PGR recabó nuevas evidencias, pero sostuvo que primero se las dará a conocer a los familiares de los desaparecidos y luego las informará a la ciudadanía.

Añadió que la identificación fortalece la teoría a partir de los testimonios de tres sicarios del grupo del narcotráfico Guerreros Unidos, que dijeron que los quemaron en un basurero y las cenizas las metieron en ocho bolsas, seis de las cuales fueron lanzadas al Río Cocula, cercano al lugar.

«Esta prueba científica confirma que los restos encontrados en una de las escenas coincide con la evidencia de la investigación», dijo el procurador.

«Hay más evidencias que no voy a mencionar en este momento», agregó en su mensaje.

«Por convicción personal y por instrucción del propio Presidente de la República vamos a continuar con esta investigación hasta detener a todos los culpables», agregó al realizar un balance de la indagatoria.

Más de dos meses después de la desaparición de los estudiantes de magisterio, estas son las primeras pruebas concretas sobre el destino que sufrieron los normalistas.

Jornada

 

«Su sueño era ser maestro y ni modo, le quitaron la vida…»

Tecoanapa.

En una humilde vivienda del sur de México, la familia de Alexander Mora, el primero de los 43 estudiantes presumiblemente masacrados en ser identificado, lo recuerdan este domingo como un joven alegre cuyo sueño era ser maestro para sacar adelante a su viudo padre.

De 19 años, Alexander era el más pequeño de los ocho hijos de Ezequiel Mora, un campesino de la comunidad de El Pericón, en el municipio de Tecoanapa (Guerrero).

«Alexander fue el único de los hijos que quiso salir. Decidió irse a estudiar porque su sueño era formarse como maestro y ni modo, le quitaron la vida», explica afligido su padre a la AFP en su diminuta casa de dos cuartos.

Vecinos, amigos y compañeros estudiantes han ido llegando a la vivienda de color azul de la familia de Alexander desde que el sábado se conoció que es el primero de los 43 estudiantes desaparecidos en septiembre del que hay pruebas de su muerte.

En su memoria prepararon un pequeño altar con velas, varias fotografías del muchacho y una playera de fútbol, su gran pasión junto a la lectura, recuerdan.

También hay imágenes de su madre, fallecida en marzo de 2010 por diabetes.

A El Pericón, una empobrecida comunidad montañosa de mil 800 habitantes no ha llegado ningún representante del gobierno estatal ni federal. La familia asegura que tampoco ha recibido la llamada de ninguna autoridad ni nunca les dieron ninguna ayuda.

Los restos del joven fueron encontrados en la misma zona donde sicarios de un cártel narcotraficante declararon haber asesinado a los 43 jóvenes e incinerado sus cuerpos.

La identificación fue realizada por un prestigioso laboratorio de Austria y ahora su padre está a la espera de que le envíen los restos de su hijo, apenas un hueso y una muela, para darles sepultura.

«Somos gente humilde que vivimos del campo. Queremos darle un sepelio como se hace aquí, honradamente, pobremente», explica su hermana Edith.

«Era un compañero perseverante y tierno»

Alexander era estudiante de primer curso de Magisterio de la escuela rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa (Guerrero), a 150 km de El Pericón. En este reconocido centro público de ideología socialista se forman maestros que después se encargarán de dar clases en áreas rurales de Guerrero, uno de los estados más pobres del país.

Parientes y compañeros de los jóvenes en la Normal Rural de Ayotzinapa dijeron el sábado que los expertos habían confirmado la identidad del estudiante Alexander Mora, un joven campesino al que sus compañeros apodaban «La Roca» por su determinación.

«Era un compañero fuerte, muy perseverante en lo que se proponía», explicó el líder estudiantil Omar García. «Es una pérdida muy grande».

Las familias fueron informadas el viernes por la noche por un equipo de expertos forenses argentinos que trabajan en nombre de los familiares y con la oficina del procurador general, dijeron familiares. Los padres de Mora estuvieron acompañados el sábado por miembros de la comunidad escolar en su localidad de El Pericón, en una zona del estado sureño de Guerrero conocida como Costa Chica.

García dijo que la familia había recibido la noticia «con mucho coraje, con mucho valor y con mucha dignidad y determinación».

«Cuando su padre, Ezequiel, supo la noticia, sólo nos dijo que quería justicia», añadió García.

La identificación confirmó lo que el procurador general dijo a los padres en noviembre: que los estudiantes capturados en un ataque de la policía habían sido asesinados e incinerados por un grupo de narcotraficantes. La macabra historia, sin testigos y apenas sin rastro de los 43 jóvenes, hizo que los padres rechazaran esa versión, diciendo que seguirían buscando y que esperaban encontrar a sus hijos con vida.

Los padres de los desaparecidos marcharon el sábado con miles de personas en una manifestación organizada con antelación en Ciudad de México, descendiendo de los autobuses con el rostro sombrío. La mayoría declinó hablar con los reporteros.

«Los padres no vamos a descansar hasta hacer justicia», dijo Felipe de la Cruz, padre de un estudiante de la escuela.

Señalando que sólo se había identificado a uno de los 43 desaparecidos, añadió «si piensan que con uno confirmado nos vamos a quedar a llorar se equivocan».

Los estudiantes desaparecieron el 26 de septiembre luego de varios ataques de la policía local contra los jóvenes, en los que murieron tres alumnos y tres civiles más en la localidad de Iguala, al sur de la Ciudad de México.

La fiscalía cree que los estudiantes fueron luego entregados por la policía al grupo de narcotráfico Guerreros Unidos, que los habrían asesinado. Cuando anunció el hallazgo de los restos el 7 de noviembre, el procurador general dijo que algunos de los detenidos habían admitido haber quemado a los jóvenes en una gran hoguera junto a un vertedero para después triturar los restos, meterlos en bolsas y lanzarlos al río.

Murillo Karam dijo entonces a los padres que los fragmentos de hueso que quedaban serían casi imposibles de identificar.

El 26 de septiembre, Alexander y otros 42 compañeros -la mayoría entre 18 y 21 años- desaparecieron en la cercana ciudad de Iguala, a donde se habían desplazado para recaudar fondos para su escuela.

La fatídica noche, los jóvenes fueron brutalmente atacados a tiros por policías de Iguala que después los entregaron a sicarios del cártel Guerreros Unidos. Según la reconstrucción de la fiscalía, los narcotraficantes asesinaron a los jóvenes e incineraron sus cuerpos, una versión que hasta ahora no creían las familias.

«Que se haga justicia porque esto no se puede quedar así. Mi hermano no era un animal como lo mataron. Era un niño inocente que no sabía nada de la vida, no era un drogadicto», reclama Edith, quien no ha podido participar en las múltiples protestas por el crimen para cuidar a su bebé.

«Era un niño tranquilo, alegre, tierno. Ayudaba en el trabajo en el campo y su ilusión era ser maestro para sacar adelante a su papá», recuerda.

En la escuela de Ayotzinapa, de donde los estudiantes suelen salir con un empleo, «estaba bien porque es una escuela de gente humilde, pobre. Ellos no pagaban renta, solo trabajaban en algunas siembras para mantenerse», explica su hermana.

«¡Queremos justicia!»

La familia de Alexander reclama que se castigue al detenido alcalde de Iguala, acusado de trabajar para Guerreros Unidos y de ordenar el ataque por temor a que los jóvenes sabotearan un evento público de su esposa.

Su padre también exige la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto «porque no sirve para gobernar, encubre a los maleantes, no hace justicia con los desaparecidos».

Las familias de los desaparecidos y activistas han criticado la respuesta y actitud de Peña Nieto en este brutal crimen que ha marcado su presidencia y en general ante la situación de Derechos Humanos en México, donde más de 80 mil personas han sido asesinadas 22 mil desaparecidas desde 2006.

A la espera de que lleguen los restos de su hijo, que calcula que puede tardar unas dos semanas, Ezequiel Mora se muestra dispuesto a seguir batallando para que haya justicia para Alexander y se encuentre a sus 42 compañeros.

«Hay que hacer justicia. Vamos a seguir luchando», asegura.

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