En un nuevo editorial, The New York Times pide poner fin al bloqueo de EEUU
En un nuevo editorial publicado en inglés y español -el tercero en menos de un mes-, el diario The New York Times exige el levantamiento del bloqueo contra Cuba por considerarlo “una política fallida”.
Este editorial, titulado “Los cambios electorales respecto a Cuba“, que saldrá mañana en la edición impresa y se adelantó este sábado en la digital, se suma a otros dos en días recientes: “Tiempo de acabar el embargo de Cuba” (12 de octubre) y “La impresionante contribución de Cuba en la lucha contra el Ébola” (20 de octubre), en los cuales se pide al Presidente Barack Obama que levante las sanciones contra la Isla.
El Times asegura que “en tiempos pasados, no muy lejanos, todo candidato político creíble haciendo campaña en Florida para elecciones estatales o nacionales obligatoriamente debía recitar denuncias contra el gobierno cubano y proclamar su fe en que el embargo a la isla finalmente sacaría a los Castro del poder”.
Añade que “durante generaciones, para los cubanoamericanos, un grupo que anteriormente fue altamente monolítico a la hora de votar, el embargo representó un símbolo de desafío, más credo que política”.
Eso ha cambiado drásticamente en los últimos años, asegura, “a medida que los más recientes miembros de la diáspora se han manifestado a favor de fomentar lazos estrechos con la isla. Cuba sigue siendo un tema político importante en Florida y, hasta cierto punto, a nivel nacional. Pero el tema se ha vuelto mucho más complejo”.
Agrega que
“esa evolución ha permitido que un creciente número de políticos destacados puedan llamar el embargo una política fallida, y argumentar que ponerle fin a la era de enemistad con Cuba representa la mejor oportunidad para fomentar un futuro más próspero en la isla. Muchos industriales cubanoamericanos que defendieron el embargo en el pasado se han convertido en partidarios de establecer nuevos nexos con la isla. El lobby pro-embargo, hoy en día, recauda una fracción de los fondos que colectaba en años anteriores. El Presidente Obama recibe actualmente más correspondencia de legisladores que están a favor de reanudar la relación, que de aquellos que aún quieren mantener sanciones.“
En el Editorial, la publicación reconoce que en la Casa Blanca los asesores del presidente están considerando cuánto progreso pueden lograr al ampliar lazos con Cuba, una aspiración que Obama ha tenido hace mucho tiempo. “El presidente se pronunció a favor de abolir el embargo cuando era candidato al Senado en 2004, aunque se retractó durante la contienda presidencial, argumentando en 2008 que las sanciones permitían que Washington ejerciera presión sobre el gobierno cubano”, dice el Times.
Asegura que “cualquier giro significativo en política exterior respecto a Cuba sería riesgoso. Pero la reacción de quienes se oponen a normalizar la relación sería tolerable, aún en la comunidad cubanoamericana, si se tienen en cuenta las oportunidades que una expansión del comercio, comunicación y relaciones interpersonales representaría para empresas norteamericanas y cubanos en la isla”.
El diario recuerda que Charlie Crist, el antiguo gobernador de Florida, quien se ha postulado para regresar al cargo, recientemente dijo que estaba dispuesto a viajar a Cuba durante la campaña.
“Abandonó la idea, diciendo que su agenda estaba demasiado apretada. Sin embargo, Crist ha dicho enfáticamente que el embargo es una política obsoleta que debe ser abandonada. Hillary Rodham Clinton escribió en su autobiografía recién publicada, y lo reiteró en una entrevista, que hoy en día está a favor de terminar el embargo, llamándolo una estrategia fallida”.
En Florida, los congresistas han planteado posiciones respecto a Cuba que, en otra época, hubieran representado un suicidio político. “Kathy Castor, una representante Demócrata de Tampa, viajó a la isla el año pasado y, a su regreso, hizo un fuerte llamado por terminar el embargo, diciendo que Estados Unidos no estaba sacando provecho de las reformas económicas que el gobierno Cubano había implementado. Ella piensa que, lejos de que esto le haya costado políticamente, su posición ha sido aplaudida por miembros de su electorado, incluidos los cubanoamericanos, que quieren influir en el futuro de la isla”, confirma el diario.
The New York Times reconoce los obstáculos que significa la ultraderecha de origen cubano:
“Aún así, acabar el embargo exigirá mayores giros en la opinión pública, dado que se requiere acción en el Congreso, y hay un pequeño pero apasionado grupo de legisladores de ascendencia cubana quienes abogan por mantener el embargo. Los defensores más visibles son el Senador Robert Menéndez, un Demócrata de Nueva Jersey; el Senador Marco Rubio, un Republicano de la Florida; y dos congresistas Republicanos de Miami: Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart.”
Sin embargo, asegura el Times, “a la Casa Blanca le preocupan menos los ataques de legisladores Republicanos, ya que suelen criticar su política exterior reflexivamente. Mientras varios de sus colegas han viajado a Cuba recientemente, Ros-Lehtinen, una de las más fervientes defensoras del embargo, parece estar desinformada del día a día en la isla. Durante una entrevista reciente, al criticar la visita a La Habana de Beyoncé y Jay-Z, Ros-Lehtinen expresó indignación de que la pareja de artistas se hubiera hospedado en un hotel lujoso al cual los cubanos no tienen acceso, aún si tuvieran dinero. Resulta que el gobierno cambió esa regla en 2008″.
Añade que “a medida que el ámbito electoral respecto a Cuba ha cambiado, algunos políticos cubanoamericanos han comenzado a pedir que se evalúe la ley que permite que los cubanos que llegan a Estados Unidos se vuelvan ciudadanos norteamericanos de manera expedita. Esto parece ser a raíz de que muchos de los nuevos inmigrantes desean mantener vínculos cercanos con la isla y crecieron detestando el embargo”.
Finalmente, el periódico afirma que la administración estadounidense no debe seguir “anclando la política exterior estadounidense en un curso errado”.
Los cambios electorales respecto a Cuba
En tiempos pasados, no muy lejanos, todo candidato político creíble haciendo campaña en Florida para elecciones estatales o nacionales obligatoriamente debía recitar denuncias contra el gobierno cubano y proclamar su fe en que el embargo a la isla finalmente sacaría a los Castro del poder.
Durante generaciones, para los cubanoamericanos, un grupo que anteriormente fue altamente monolítico a la hora de votar, el embargo representó un símbolo de desafío, más credo que política.
Eso ha cambiado drásticamente en los últimos años, a medida que los más recientes miembros de la diáspora se han manifestado a favor de fomentar lazos estrechos con la isla. Cuba sigue siendo un tema político importante en Florida y, hasta cierto punto, a nivel nacional. Pero el tema se ha vuelto mucho más complejo.
Esa evolución ha permitido que un creciente número de políticos destacados puedan llamar el embargo una política fallida, y argumentar que ponerle fin a la era de enemistad con Cuba representa la mejor oportunidad para fomentar un futuro más próspero en la isla. Muchos industriales cubanoamericanos que defendieron el embargo en el pasado se han convertido en partidarios de establecer nuevos nexos con la isla. El lobby pro-embargo, hoy en día, recauda una fracción de los fondos que colectaba en años anteriores. El Presidente Obama recibe actualmente más correspondencia de legisladores que están a favor de reanudar la relación, que de aquellos que aún quieren mantener sanciones.
El cambio ha sido percatado en la Casa Blanca, donde los asesores del presidente están considerando cuánto progreso pueden lograr al ampliar lazos con Cuba, una aspiración que Obama ha tenido hace mucho tiempo. El presidente se pronunció a favor de abolir el embargo cuando era candidato al Senado en 2004, aunque se retractó durante la contienda presidencial, argumentando en 2008 que las sanciones permitían que Washington ejerciera presión sobre el gobierno cubano.
Cualquier giro significativo en política exterior respecto a Cuba sería riesgoso. Pero la reacción de quienes se oponen a normalizar la relación sería tolerable, aún en la comunidad cubanoamericana, si se tienen en cuenta las oportunidades que una expansión del comercio, comunicación y relaciones interpersonales representaría para empresas norteamericanas y cubanos en la isla.
Charlie Crist, el antiguo gobernador de Florida, quien se ha postulado para regresar al cargo, recientemente dijo que estaba dispuesto a viajar a Cuba durante la campaña. Abandonó la idea, diciendo que su agenda estaba demasiado apretada. Sin embargo, Crist ha dicho enfáticamente que el embargo es una política obsoleta que debe ser abandonada. Hillary Rodham Clinton escribió en su autobiografía recién publicada, y lo reiteró en una entrevista, que hoy en día está a favor de terminar el embargo, llamándolo una estrategia fallida que le ha dado legitimidad a los Castro.
En Florida, los congresistas han planteado posiciones respecto a Cuba que, en otra época, hubieran representado un suicidio político. Kathy Castor, una representante Demócrata de Tampa, viajó a la isla el año pasado y, a su regreso, hizo un fuerte llamado por terminar el embargo, diciendo que Estados Unidos no estaba sacando provecho de las reformas económicas que el gobierno Cubano había implementado. Ella piensa que, lejos de que esto le haya costado políticamente, su posición ha sido aplaudida por miembros de su electorado, incluidos los cubanoamericanos, que quieren influir en el futuro de la isla.
Incluso ha habido cambios destacables en Miami, donde el embargo aún cuenta con el apoyo de la comunidad tradicional de cubanoamericanos, un electorado predominantemente Republicano. En 2012, Joe García fue el primer cubanoamericano Demócrata de Miami elegido a la cámara baja del Congreso. Aunque apoya el embargo, García tiene diferencias significativas respecto a las posiciones de otros congresistas del sur de Florida. Por ejemplo, está a favor de estudios clínicos en Estados Unidos sobre una terapia para la diabetes, desarrollada en Cuba, que ha generado muchas expectativas. También quiere flexibilizar las restricciones para quienes desean viajar a la isla.
Aún así, acabar el embargo exigirá mayores giros en la opinión pública, dado que se requiere acción en el Congreso, y hay un pequeño pero apasionado grupo de legisladores de ascendencia cubana quienes abogan por mantener el embargo. Los defensores más visibles son el Senador Robert Menéndez, un Demócrata de Nueva Jersey; el Senador Marco Rubio, un Republicano de la Florida; y dos congresistas Republicanos de Miami: Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart.
En abril, durante el auge de la crisis que desató la invasión rusa de una provincia de Ucrania, Menéndez dio un largo y vehemente discurso en el Senado, argumentando que, a pesar del sinnúmero de crisis a nivel mundial, Washington debía tomar nota de los abusos de un “estado policial estalinista” a 90 millas de Estados Unidos. Menéndez, hijo de padres cubanos que emigraron en 1953, mostró fotos de disidentes en la isla, y advirtió que ampliar oportunidades de viaje a Cuba empodera a un estado déspota. Funcionarios de la Casa Blanca temen que Menéndez podría usar su posición al mando del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, frenando la confirmación de postulaciones a cargos federales, como represalia, si Obama toma medidas para flexibilizar el embargo.
El repudio que Menéndez siente frente al gobierno cubano ha incrementado, ya que el senador cree que el servicio de inteligencia de la isla intentó destruir su carrera, al difundir en los medios una noticia falsa implicando al senador de haber tenido relaciones sexuales con prostitutas menores de edad en República Dominicana.
A la Casa Blanca le preocupan menos los ataques de legisladores Republicanos, ya que suelen criticar su política exterior reflexivamente. Mientras varios de sus colegas han viajado a Cuba recientemente, Ros-Lehtinen, una de las más fervientes defensoras del embargo, parece estar desinformada del día a día en la isla. Durante una entrevista reciente, al criticar la visita a La Habana de Beyoncé y Jay-Z, Ros-Lehtinen expresó indignación de que la pareja de artistas se hubiera hospedado en un hotel lujoso al cual los cubanos no tienen acceso, aún si tuvieran dinero. Resulta que el gobierno cambió esa regla en 2008.
A medida que el ámbito electoral respecto a Cuba ha cambiado, algunos políticos cubanoamericanos han comenzado a pedir que se evalúe la ley que permite que los cubanos que llegan a Estados Unidos se vuelvan ciudadanos norteamericanos de manera expedita. Esto parece ser a raíz de que muchos de los nuevos inmigrantes desean mantener vínculos cercanos con la isla y crecieron detestando el embargo.
Más allá de política, para los que no quieren abandonar el embargo, el tema es visceralmente personal, ya que evoca sentimientos de ancestro, patria y pérdida. Dado que han persistido más de medio siglo, esos sentimientos no pueden ser ignorados. Pero no deben seguir anclando la política exterior estadounidense en un curso errado que ha generado tensión en las relaciones de Washington con sus vecinos, ha inhibido el comercio con la isla y le ha proporcionado al gobierno cubano una excusa para justificar sus fallas.
Mañana en la Onu, Cuba presentará a votación resolución que exige el fin del bloqueo de EE.UU.
Este 28 de octubre, por vigésimo tercera ocasión, se presentará ante la Asamblea General de las Naciones Unidas la resolución Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba. Como ha sido el caso en los últimos años, la abrumadora mayoría de los Estados miembros de la ONU con toda certeza reafirmarán su apoyo a esta resolución, y ratificarán así el aislamiento internacional total de la política de guerra económica del Gobierno de Estados Unidos contra nuestro país.
A pesar del rechazo universal a esta política inhumana y de creciente alcance extraterritorial, que rebasa el marco de las relaciones bilaterales y provoca graves afectaciones no solo a Cuba y su pueblo, sino también a entidades y ciudadanos de terceros países, incluyendo norteamericanos, y del fracaso rotundo de su propósito declarado de provocar el derrocamiento del gobierno y doblegar a la nación cubana, el Gobierno de Estados Unidos no solo ha mantenido intacto el bloqueo, sino que lo ha recrudecido, particularmente en el área financiera.
Desde los primeros años de la Revolución, las finanzas externas cubanas fueron uno de los principales blancos de la política de asfixia económica del Gobierno de Estados Unidos contra Cuba. Entre las primeras medidas en esta esfera estuvieron la denegación de préstamos, el congelamiento de todos los activos y de los fondos depositados en bancos norteamericanos por ciudadanos y entidades cubanas, la prohibición del uso del dólar estadounidense en nuestras operaciones financieras, la suspensión de las inversiones estadounidenses y los intentos de impedir las extranjeras, y la oposición de Estados Unidos al otorgamiento de asistencia y facilidades crediticias a Cuba por parte de las instituciones financieras internacionales.
En fecha tan temprana como el 1ro. de julio de 1959, la Oficina de Asuntos Económicos Regionales del Departamento de Estado, al referirse a las perspectivas económicas de Cuba y las propuestas de acciones de Estados Unidos, afirmaba que “…existen otras armas en el arsenal de la guerra económica: prohibición de préstamos públicos o privados, tratamiento comercial discriminatorio, desaliento a la inversión e impedimento de las transacciones financieras”. La Operación Mangosta de 1962, vasto plan de acciones subversivas y terroristas dirigido a desestabilizar a Cuba, también incluyó medidas en el ámbito económico-financiero, bajo el supuesto de que “la Revolución podía ser debilitada y destruida si el flujo de dólares hacia el país se interrumpía a través de la pérdida de las líneas de crédito”.
El arma financiera, que ha sido un componente permanente del bloqueo desde hace 55 años, se ha convertido en los últimos años en uno de los instrumentos predilectos de la política exterior de Estados Unidos. El actual gobierno norteamericano ha defendido la utilización de esta herramienta para asegurar la primacía de Estados Unidos y su involucramiento en los asuntos mundiales, no necesariamente a través del poderío militar. Como resultado, las sanciones financieras contra diversos países, incluyendo Cuba, se han estado aplicando más agresivamente y se han perfeccionado los mecanismos para su implementación.
En el caso de nuestro país, las acciones de Estados Unidos en el sector financiero se sustentan, además, en la injusta e insostenible inclusión de Cuba, por 35 años, en la lista de “Estados patrocinadores del terrorismo internacional”, decisión políticamente motivada e infundada que ofende profundamente al pueblo cubano.
Desde el año 2010 hasta la fecha, se han registrado alrededor de 130 acciones del bloqueo contra Cuba que han tenido manifestaciones extraterritoriales, de las cuales 81 califican como actos de persecución financiera.
Se han incrementado exponencialmente las multas impuestas por el Gobierno de Estados Unidos contra entidades estadounidenses y extranjeras, en su mayoría bancos, por realizar transacciones con Cuba y otros países sujetos a sanciones. En los últimos diez años, el monto total de estas penalidades asciende a la cifra astronómica de 11 638 millones 615 979 USD.
Como consecuencia, importantes bancos europeos y estadounidenses se han visto obligados a entregar a las arcas del gobierno y de instituciones estaduales norteamericanas miles de millones de dólares por supuestas violaciones de los regímenes de sanciones unilaterales de Estados Unidos contra Cuba y otros países, que tienen la particularidad de ser las únicas legislaciones nacionales con un ámbito de aplicación en terceros Estados, incluidos sus propios aliados.
El acoso a las operaciones bancarias cubanas, que se ha convertido en una verdadera guerra financiera de Estados Unidos contra Cuba, impone grandes obstáculos al desarrollo de nuestro país. Todas las esferas de la vida económica y social cubanas han sido golpeadas, desde la obstaculización de transferencias para la adquisición de equipos para el tratamiento del cáncer en pacientes pediátricos hasta los pagos de aranceles consulares por parte de ciudadanos cubanos residentes en el exterior.
Estas medidas han llegado al extremo de afectar a las misiones diplomáticas cubanas, incluyendo la Sección de Intereses de Cuba en Washington, que desde el mes de febrero del presente año carece de servicios bancarios para cumplir sus funciones habituales y prestar servicios consulares normales, con el impacto negativo que ello tiene en las visitas familiares y los viajes entre los dos países.
El fortalecimiento del cerco financiero contra Cuba evidencia que el Gobierno de Estados Unidos no ha renunciado al bloqueo como uno de los pilares de su política de hostilidad hacia nuestro país. Confirma también que, tras más de cinco décadas, continúa vigente la filosofía que llevó a la imposición de esta política cruel, dirigida, al decir del subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Lester Mallory, en abril de 1960, a fomentar el “desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas…”, a “negarle dinero y suministros a Cuba…a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
La guerra económica y financiera que el Gobierno de Estados Unidos insiste en mantener contra Cuba, constituye una flagrante violación de la soberanía de los Estados, las normas del libre comercio y del Derecho Internacional, en abierto desafío al sentir de la mayoría abrumadora de las naciones del mundo y de sectores de la sociedad estadounidense cada día más amplios, que reclaman el fin del bloqueo económico, financiero y comercial más implacable y prolongado que se haya aplicado jamás contra país alguno.