Ajuste fiscal – Periódico Tiempo, Honduras

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Hasta después del 10 de noviembre nada sabremos acerca del intríngulis del acuerdo “stand-by” con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que, en nuestro país, se maneja entre los secretos de Estado mejor guardados.

El ciudadano presidente Juan Orlando Hernández a menudo ha dado declaraciones sobre este asunto, siempre recalcando que no habrá más impuestos a consecuencia de dicho acuerdo. No se ha explicado, sin embargo, si esto es en relación únicamente con los impuestos directos, ésos que conforman el famoso “paquetazo” del cierre de 2013 y sus derivados.

Es difícil sacar conclusiones sobre los pronósticos y aserciones oficiales porque todo es comunicación “para la exportación”, como decían en tiempos pasados, y que ahora –de acuerdo con el sistema– plasma la desinformación y la propaganda. No hay verdad pública ni publicación de la verdad.

Los negociadores del susodicho acuerdo regresaron de Washington con la noticia calculada del éxito de su gestión, con cara de alivio y con parquedad de comentario, lo cual es inherente al mundo de la alta política y las finanzas. Después de todo, la apuesta del gobierno ha sido por la palanca del FMI, a como hubiera lugar.

No obstante ese esfuerzo por acolchar el probable impacto del compromiso, una vez que –por razones políticas– el FMI ratifique la Carta de Intenciones en principio pactada, del otro lado se ha visto un relámpago, como de tormenta en verano.

El subdirector para el Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Robert Rennhack, ha expresado (¿o advertido?) en rueda de prensa que el acuerdo con Honduras implica “un fuerte ajuste fiscal”. Para quienes saben interpretar este lenguaje cabalístico, no hay duda de que un calofrío pasó por sus columnas vertebrales.

De allí las carreritas (pero no las de San Juan) para tratar de suavizar el exabrupto de Rennhack: 1. Que se refiere únicamente a la reducción del déficit fiscal de 7,9% a 5,2% (Marlon Tábora), y 2. Que es en relación con el paquetazo de 2013 (Mario Dehesa, representante del FMI en Honduras interpretando a Rennback).

Total, nada de qué preocuparse. A veces no nos explicamos tanto interés de pintar de rosado nuestro campanario, cuando, vale decirlo, es muy difícil, casi imposible, que nuestro pueblo entre en histeria colectiva.

Nada nos conmueve. No en vano somos uno de los países más violentos del mundo y basta con manipular las estadísticas de homicidios para que el problema esté resuelto. El cólera, el VIH-Sida, el dengue, la TB, el chick, el ébola, nos hacen lo que el viento a Juárez. El hambre, la corrupción, y cientos de etcéteras salen sobrando.

Así es que “el fuerte ajuste fiscal” a nadie asusta. Puede significar más desempleo masivo, recorte brutal de asistencia pública en salud y en educación, vía privatización, devaluación acelerada del lempira por inercia fiscal y cero producción, incremento de la violencia y su máxima expresión de pobreza, desbordamiento de la militarización, encarecimiento de los servicios públicos, disminución de valor adquisitivo y congelación de salarios, y, en fin, la de no acabar…

Pero, por encima de todo esto, el gobierno ha pasado el Rubicón… y eso es gran logro, no importa si los fideicomisos no funcionan o funcionarían con nombre y apellido. La solución mágica. Magia de presentarse bonito, con ropas exclusivas y primorosos chongos, a través de los medios de comunicación social.

Tiempo

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