Nicaragua: se acelera la transformación de la matriz energética
El inicio de la construcción de la hidroeléctrica Tumarín, proyectada para el próximo año, se vislumbra como un paso fundamental en el propósito de Nicaragua de profundizar el cambio en su matriz energética.
Actualmente esta nación genera más de la mitad de su electricidad con fuentes renovables, una realidad muy diferente a la existente en el país en 2007, cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) retornó al Gobierno.
Entonces la energía derivada de dichos recursos apenas representaba un 27 por ciento del total y los racionamientos, debido a la crítica situación del sistema eléctrico nacional, podían llegar incluso a más de 10 horas al día.
Siete años después, Nicaragua no sólo se cuenta entre las naciones con mayor cantidad de inversiones en este ámbito, según estudios de organizaciones especializadas, sino que pretende llegar en 2020 a generar un 90 por ciento de su energía a partir de fuentes renovables.
La planta con mayor peso para ese cambio será Tumarín, afirmó recientemente el ministro de Energía y Minas, Emilio Rappaccioli, en alusión a esa obra que deberá sumar 253 megavatios tras el inicio de sus operaciones en 2019.
Durante la reunión para suscribir el convenio de su construcción con representantes de empresas de Brasil, autoridades de este país centroamericano reafirmaron en agosto que la inversión ascenderá a más de mil millones de dólares.
Será la mayor planta de su tipo construida en Nicaragua, un sueño que empezamos a hacer realidad, aseveró el presidente Daniel Ortega minutos antes de que el Gobierno y los inversionistas firmaran el acuerdo.
La primera iniciativa de estas dimensiones proyectada en la nación fue Copalar, una idea surgida antes de 1979 y luego impulsada por el primer gobierno sandinista, que no pudo ver la luz debido a la guerra impuesta por Estados Unidos en la década de los ochenta.
Ortega afirmó que Tumarín, sin embargo, se emprende en tiempos de paz, seguridad y estabilidad, en medio de una gran alianza de trabajadores, productores pequeños, medianos y grandes de las zonas campesinas, banca y comercio.
Según datos oficiales, cuando la planta comience a operar en 2019, generará más de un 20 por ciento de la demanda nacional y, junto a esta obra, las empresas brasileñas también edificarán otra hidroeléctrica.
La inversión en ambas iniciativas sumará mil 345 millones de dólares, y se prevé que entre las dos creen siete mil 500 puestos de trabajo.
Sin embargo, la entrada en funcionamiento de Tumarín no sólo supondrá los beneficios anteriormente mencionados, la disminución en el peso de la generación con combustibles fósiles y la reducción en 50 millones de dólares de los gastos anuales por compra de petróleo.
El proyecto a cargo del consorcio Centrales Hidroeléctricas de Nicaragua y a realizarse mediante el aprovechamiento de las aguas del río Grande de Matagalpa, también mejorará el nivel de vida de la población en esa área de la Región Autónoma del Atlántico Sur.
Autoridades aseguran que significará un incremento en el acceso a la electricidad y el perfeccionamiento de sistemas y vías de comunicación.
La obra se inserta en un empeño nacional, reforzado por un plan para el período 2014-2028 que apunta a explotar todavía más las grandes posibilidades de este país para el empleo de fuentes hídricas, eólicas y geotérmicas, así como el aprovechamiento del sol.
Como resultado de los esfuerzos realizados hasta hoy, se prevé que la cobertura energética ascienda a un 80 por ciento de la población al finalizar este año, según datos de la Empresa Nacional de Transmisión Eléctrica citados por Rappaccioli.