Discurso del Presidente de la República de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, ante la Asamblea General de la ONU
Señor Presidente:
Felicito a Su Excelencia Sam Kutesa, Ministro de Relaciones Exteriores de Uganda, por su designación como Presidente de la Asamblea General. Le auguramos el mayor de los éxitos.
Señor Presidente:
Torbellinos de opresión y violencia, desasosiego, desesperación y sistemáticas violaciones de derechos humanos afectan a muchos rincones del orbe. Somos testigos de un recrudecimiento de la violencia y enfrentamientos armados, de un aumento de crímenes atroces y de extremismos, con un número cada vez mayor de desplazados, de crisis humanitarias y actos deplorables que han quedado en la impunidad.
Nuestra particular preocupación se enfoca, también, en la dimensión universal de la crisis provocada por ISIS. Esta es una realidad que exige la acción coordinada y contundente de la comunidad internacional en el marco del multilateralismo y de acuerdo con lo dispuesto por los órganos correspondientes de esta organización.
Hemos visto, además, las imágenes y escuchado los gritos de angustia que emanan de
Gaza, Iraq, Siria, Ucrania, Afganistán, Mali, Libia, Sudán y Sudán del Sur, Somalia y la
República Centroafricana.
Los sollozos se escuchan, también, desde Centroamérica, donde miles de niños, niñas y jóvenes cruzan solos las fronteras hacia los Estados Unidos, huyendo de la violencia y la falta de oportunidades, en pos de sueños que pueden tornarse pesadillas. Niños y niñas cuyos destinos nunca pueden ser ajenos a los afanes de esta Asamblea, pues, en muchos sentidos, son hijas e hijos nuestros.
El horror de los conflictos armados no es ajeno a las y los costarricenses, ni mucho menos el sufrimiento de millones de víctimas de sus más abyectas manifestaciones. Como nación, siempre nos hemos unido a nuestros pueblos hermanos en los esfuerzos por poner fin a la guerra y concretar la paz.
Los conflictos que nos abruman suelen surgir de situaciones de fragilidad del Estado y de sus instituciones, pobreza extrema, corrupción e impunidad. En todos ellos, se han producido serios agravios a los derechos humanos.
Ninguno de esos conflictos estalló sin previo aviso. Existían claros indicadores de alarma. En algunos casos se reconoció la amenaza, pero no se emprendió ninguna acción como en Siria. En otros, no se comprendió a tiempo el peligro, como en Sudán del Sur. En todos, las víctimas son los más vulnerables quienes más nos necesitan, quienes no pueden alzar su voz.
Por ellas y ellos, estamos aquí.
Ante la pérdida de tantas vidas humanas, tenemos motivos para preguntarnos si hemos cumplido la promesa solemne que acompañó la fundación de las Naciones Unidas sesenta y nueve años atrás. ¿Están todos los miembros de esta organización absteniéndose de recurrir al uso o la amenaza del uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de otro Estado?
En algunos casos sí, en otros no. Sin embargo, la inacción es inaceptable. Cuando los Estados incumplen, el sistema de las Naciones Unidas está llamado a la acción; si no se debilita.
El reto más importante de la comunidad internacional, de las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad, el que discuto hoy aquí, es el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional como bienes públicos globales.
“Si Vis Pacem Para Pacem.” Si quieres la paz, prepárate para la paz. Mantener la paz y la seguridad internacional empieza con una cultura de paz. Como una democracia desarmada y sede de la Universidad para la Paz, del Instituto Interamericano y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Costa Rica considera que la cultura de paz y la educación para la paz deben ser una prioridad absoluta. Estamos convencidos que la paz, lo mismo que la guerra, no es el producto de una fatalidad histórica, sino que brota de la misma libertad del ser humano.
Mantener la paz y la seguridad internacionales no se limita a atender los conflictos. Esta organización se erigió de las cenizas de dos guerras mundiales precisamente para evitarlos.
Si bien la prevención empieza a nivel del Estado, con el fortalecimiento de la democracia y sus instituciones, la buena gobernanza, el Estado social de Derecho como requisito indispensable para promover el desarrollo y sociedades justas e incluyentes; la prevención también se apoya en un sistema multilateral sólido y funcional. Costa Rica valora y alienta las medidas de diplomacia preventiva que figuran en el Capítulo VI de la Carta, entre ellas la mediación, los buenos oficios y la alerta temprana.
Como parte del Grupo de Amigos de la Mediación, deseo resaltar el liderazgo de Costa Rica en la negociación de la resolución de la Asamblea General 68/303, con el fin de reconocer el rol fundamental que las organizaciones regionales y subregionales desempeñan en mediación y gestión de conflictos. Esta es la primera resolución en mediación de la Asamblea General que, hasta ahora, reconoce dicho rol y su inclusión constituye un verdadero logro para ésta.
Mantener la paz y la seguridad internacionales requiere que todos los Estados resolvamos las controversias por medios pacíficos, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y en estricto respeto del derecho internacional y de los tratados internacionales. Costa Rica cree firmemente y practica todas las dimensiones del derecho internacional y, por ello, destacamos en especial el papel de la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional.
La paz no puede gestarse donde existe impunidad. Cuando se hayan cometido crímenes de guerra, genocidio o lesa humanidad, sus responsables deben ser investigados y procesados, incluso por la Corte Penal Internacional cuando la justicia nacional resulteinsuficiente. Nuestro país se opone al debilitamiento del Estatuto de Roma y a toda propuesta de reforma que pueda resultar en la tolerancia de la impunidad. Una vez más, recordamos al Consejo de Seguridad su potestad y responsabilidad de remitir a la Corte Penal Internacional los casos que ocurren en Estados no Partes.
Esta es la única vía que conocemos. Nuestra única arma, ha sido y será el derecho internacional.
Señor Presidente:
Mantener la paz y la seguridad internacionales requiere también reforzar al único órgano mundial encargado de defenderlas. El Consejo de Seguridad debe pasar de una mentalidad de reacción a una de acción, y reafirmar su compromiso moral y político con la humanidad toda. Debe ser vigilante, estratégico y proactivo. Debe ser democrático, eficaz, transparente e inclusivo.
Mi país se ha manifestado en contra del uso del veto para detener medidas encaminadas a evitar o resolver los conflictos. A los costarricenses nos asombra cómo, invocando el principio de la soberanía, algunos de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad han imposibilitado su intervención cuando éste debió haber actuado para evitar que los ríos se tiñeran de sangre. La sangre de víctimas inocentes.
Reiteramos nuestro llamado a los miembros permanentes para abstenerse de utilizar el veto especialmente en situaciones de genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y violaciones masivas de los derechos humanos. Agradecemos por ende la propuesta francesa de un Código de Conducta en torno al uso del veto.
Con este espíritu, Costa Rica apoya la iniciativa del Secretario General “Los Derechos en primer lugar,” pues coloca a los derechos humanos en el centro de las actividades de las Naciones Unidas, en materia de prevención.
Por nuestro serio e inquebrantable compromiso con los derechos humanos, les solicito respetuosamente favorecer la reelección de Costa Rica ante el Consejo de Derechos Humanos en octubre próximo.
Señor Presidente:
Decía nuestro poeta Jorge Debravo que los costarricenses «tenemos la obligación de luchar por un mejor destino para el hombre. Por un destino maravilloso. No nos es permitido el silencio. No nos es permitido ser observadores o simples testigos de la lucha de nuestros pueblos. En una época como esta, ser neutral es traicionar el destino del hombre.»
Porque no nos es permitido el silencio, condenamos los ataques indiscriminados de cohetes de Hamás hacia Israel y el uso de escudos humanos, al igual que lo hacemos del uso de armas altamente destructivas en las operaciones militares de las fuerzas armadas israelíes. Exigimos el respeto al cese al fuego y la negociación de una solución permanente en la que coexistan en paz y armonía los dos Estados.
Porque no nos es permitido el silencio, repudiamos la transferencia de armas convencionales a las actuales zonas en conflicto. Como uno de los líderes mundiales en la negociación que condujo al Tratado del Comercio de Armas, -una idea propiciada originalmente por el Ex Presidente Oscar Arias Sánchez, Premio Nobel de la Paz, exhortamos a los Estados a examinar sus leyes y políticas que regulan la transferencia y disponibilidad de armas y municiones, con miras a evitar su acceso a aquellos que las utilizarán para de violar los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.
Comerciar con la muerte es ser cómplices de sus atrocidades. Al respecto, sería lícito preguntarnos, ¿cuál es la diferencia ética -que no legal ni normativa- entre comerciar con armas que matan a los jóvenes en los países subdesarrollados, y comerciar con drogas que igualmente lo hacen en las sociedades más ricas del planeta?
Porque no nos es permitido el silencio, Costa Rica repudia el uso de armas explosivas en zonas densamente pobladas en Siria, Gaza y el Este de Ucrania. Costa Rica hace un llamado urgente a los Estados a desarrollar normas más estrictas y compromisos para prohibir y restringir su uso, no solo por ser una violación al derecho internacional humanitario, sino porque tomar acciones en esta materia, aquí y ahora, es fundamental para reducir los incentivos de los no combatientes a tomar las armas y unirse a causas extremistas.
Porque no nos es permitido el silencio, condenamos también el uso de municiones en racimo en Siria, Sudán del Sur y en el Este de Ucrania. Como sede de la Quinta Reunión de la Convención sobre Municiones en Racimo, que tuvo lugar en San José, del 2 al 5 de setiembre, mi país continuará repudiando la producción, comercialización y uso de estas armas. Celebramos que Centroamérica se haya convertido ya en la primera zona libre de municiones en racimo en el mundo, y reitero nuestro compromiso para continuar impulsando su universalización.
Porque no nos es permitido el silencio, reiteramos nuestro rechazo absoluto a las armas nucleares. Ningún Estado debe desarrollar o poseer armas nucleares. Su mantenimiento y modernización requiere inmensos recursos económicos y humanos que son necesarios para enfrentar los desafíos de nuestro tiempo, entre ellos, alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Costa Rica está lista para negociar un nuevo instrumento jurídicamente vinculante para el desarme nuclear, y llama a los Estados a cumplir sus compromisos en esta materia.
Señor Presidente:
No habrá paz sin desarrollo sostenible. No habrá paz en el mundo mientras exista la pobreza. No habrá paz mientras la riqueza se reparta tan desigualmente. No habrá paz mientras arrasemos con el hábitat de nuestros pueblos. No habrá paz mientras amplios sectores de la humanidad no tienen garantizado el derecho al agua. No habrá paz mientras no comprendamos que la humanidad y toda la biodiversidad del planeta pueden y deben desarrollarse y convivir. No habrá paz mientras no se garantice el respeto de todos los derechos humanos: los civiles, culturales, económicos, políticos y sociales y, en particular, el derecho al desarrollo.
Porque queremos la paz, llamamos a las naciones del mundo a unirnos en el proceso de definición de la agenda de desarrollo post-2015. En justamente un año, corresponderá a esta Asamblea General adoptar el marco que guiará los esfuerzos internaciones por alcanzar el desarrollo sostenible. La magnitud del reto que enfrentamos en esta materia es colosal; pues hemos de reconocer con toda humildad que, a pesar de sus avances, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio- ha sido, cuando menos, insuficiente.
Estoy convencido que la nueva Agenda de Desarrollo Sostenible debe ser un instrumento orientado a la acción, con objetivos precisos, metas claras e indicadores que nos permitan su medición y monitoreo. Además, debe ser el producto de un amplio consenso internacional, alcanzado en procesos abiertos y transparentes de negociación que, incluyan no solo a los Estados sino también a otros actores internacionales y a las organizaciones de la sociedad civil, cuya experiencia en esta materia enriquecerá sustancialmente el acuerdo final.
Nos enfrentamos ante la más grave amenaza de nuestra historia: la propia sobrevivencia de nuestra especie. Las acciones frente a esa amenaza no pueden seguir siendo tímidas. Todo lo contrario. Toda política pública, nacional e internacional, debe incorporar el cambio climático como un factor determinante.
Costa Rica celebra la clara visión del Secretario General de convocar, al inicio de esta Asamblea General, la Cumbre sobre el Clima. Este es el momento de demostrar el compromiso político para alcanzar un instrumento jurídicamente vinculante sobre el cambio climático para el 2015.
Demandamos, además, acciones contundentes de los países que más contribuyen al calentamiento global. Sus formas de producción y consumo debe ser completamente revisadas pues ellas tienen un impacto innegable en las vidas de los más desposeídos del planeta, que son los más afectados por el cambio climático. Para sobrevivir como humanidad debemos revertir esta tendencia actual.
Señor Presidente:
Hace tres años, 33 países constituimos la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC. Su agenda está sustentada en el respeto irrestricto a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional y tiene como objetivo final la construcción de sociedades diversas, equitativas, justas e igualitarias, donde la erradicación de la pobreza y el hambre ocupen un lugar prioritario.
En un contexto internacional de creciente tensión militar y conflicto armado, conscientes de que la prosperidad y estabilidad de la región contribuyen a la paz y seguridad internacionales, los Estados miembros de la CELAC declararon a América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
Como Presidencia Pro Témpore de la CELAC reitero nuestro compromiso con la diplomacia preventiva y la solución pacífica de controversias con el fin de desterrar para siempre el uso y la amenaza del uso de la fuerza en nuestra región.
Señor Presidente:
Costa Rica confía en las Naciones Unidas para mantener la paz y la seguridad internacionales; para promover el desarrollo sostenible y garantizar el respeto efectivo de todos los derechos humanos. En momentos en que debemos controlar el reflejo de recurrir a medidas coercitivas como primera opción, en que el desasosiego y desesperación sacuden a muchos, debe instaurarse la esperanza. Ante el miedo, la confianza. Ante el conflicto, la paz. Ante el rechazo y los perjuicios frente a los otros, el abrazo solidario y fraterno. ¡Ante la muerte, la vida!
Con fe en el diálogo y la concertación, he venido a esta Asamblea General a pedirles que nos declaremos la paz. Que consciente y asertivamente trabajemos a favor de la cultura y la educación para la paz; por el fortalecimiento del Estado social de Derecho, sus instituciones y nuestras economías; a favor de la prevención de los conflictos; la resolución de las controversias internacionales por medios pacíficos; por un papel renovado del Consejo de Seguridad; por ponerle un alto y revertir los efectos del cambio climático, por un desarrollo sostenible donde ni una sola persona del mundo sea excluida.
He venido a decirles que no nos es permitido el silencio y que debemos levantar nuestra voz ante actos y situaciones que van en contra de los principios universales consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. He venido a motivarnos a trabajar unidos alrededor de nuevos paradigmas de desarrollo sostenible, seguridad humana y paz para el mundo entero.
Se preguntaba la poeta costarricense Julieta Dobles:
“¿Llegará a ser la Tierra en el nuevo milenio esa casa común?”
Quisiera responder con sus mismas palabras:
“Nadie se salva solo.
Quizá por la palabra y la acción compartidas estalle, al fin, la paz.”
Muchas gracias.
http://www.sica.int/consulta/Noticia.aspx?idn=91265&idm=1