Marcelo Dias Carcanholo: “El neodesarrollismo es una falsa alternativa al neoliberalismo”
Por Rodrgio Alonso
El presidente de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico (SEPLA), Marcelo Dias Carcanholo, señaló, en una entrevista con Zur, que “la política de los ajustes para enfrentar la crisis, desde la perspectiva del capital, es profundizar el neoliberalismo”. Aquí, el texto completo:-Ya han pasado casi quince años desde la llegada a gobiernos latinoamericanos de diferentes fuerzas de izquierda y progresistas. ¿Qué balance se puede hacer de esas experiencias?
-En realidad, lo primero a entender es que esos gobiernos, cada uno con sus especificidades, se conformaron en un momento donde la estrategia neoliberal de desarrollo presentaba sus límites y contradicciones. De esa forma, cuando se dice que se trata de gobiernos progresistas se los debe comparar con lo que es la estrategia neoliberal de desarrollo y en este punto existen muchas confusiones, e incluso, errores.
El neoliberalismo no se define en el nivel de abstracción de las políticas económicas (monetaria, fiscal y cambiaria). No se trata de políticas económicas ortodoxas, de control de la demanda agregada para combatir los problemas inflacionarios y fiscales. El neoliberalismo se define en un nivel más elevado de abstracción, en el nivel de los marcos estrucuturales de la sociedad, más allá de las distintas coyunturas que se presenten en esos marcos. Estas distintas coyunturas son lo que definen distintas políticas económicas.
El neoliberalismo se define por dos características. La primera es que la estabilización macroeconómica (control de precios y de los equilíbrios fiscales) es una condición previa, necesaria. No importa la forma como se obtenga (con cual tipo de política económica), sino que sea obtenida. Es por eso que, en los años 90, los neoliberales aceptaron el control del tipo de cambio como forma de control de precios, aunque esto sea contrario a lo que normalmente se cree sean las políticas ortodoxas. La segunda, que es la clave, es que después de la estabilización, son necesarias las reformas estructurales de liberalización y apertura de los mercados (particularmente el mercado financiero y de trabajo), así como las privatizaciones. La idea es que esto profundiza la sociabilidad mercantil, promoviendo la competencia y, por lo tanto, las inversiones, el aumento de la productividad, el crecimiento, la distribución del ingreso y el desarrollo.
El hecho es que estas promesas neoliberales no fueron cumplidas por sus programas de ajuste. Los problemas sociales graves que se establecieron como consecuencia de esos programas definen el marco en que los gobiernos progresistas suben al poder. Eso quiere decir que estos gobiernos fueron elegidos para combatir el proyecto neoliberal. Algunos de ellos se propusieron avanzar en el combate e intentaron revertir algunas de las reformas neoliberales, con todas las reacciones políticas que eso produce. Otros, ni siquiera se propusieron eso.
El balance que se puede hacer después de casi quince años de esos gobiernos se debe dividir en dos partes. En primer lugar, los gobiernos (fueron pocos) que se propusieron revertir las privatizaciones, el grado de apertura económica, incorporar derechos laborales, etc., siguen sufriendo las reacciones económicas y políticas de los grupos dominantes internos y externos. Además, en función del propio desgaste de tantos años de lucha, en algunos casos con relativos pocos avances, la derecha tradicional empieza a reconquistar espacios políticos.
En segundo lugar, aquellos gobiernos que, más allá del discurso crítico, no combatieron de frente el proyecto neoliberal. Promovieron dos cosas: por un lado, el agravamiento de los efectos sociales de ese proyecto. Por otro lado, la deconstrucción de alternativas realmente de izquierda, una vez que en el sentimiento de la mayoria de la población, en función de lo que hicieron en los gobiernos, no habría mucha diferencia entre unos y otros.
Al final de cuentas, lo que se trata de hacer es profundizar la crítica a los proyectos neoliberales, cambiando las políticas económicas sí, pero por sobretodo rompiendo con las reformas estructurales que elevaron el grado de dependencia de nuestras economías, apuntando a una estrategia que, al final, cuestione ese carácter dependiente que tenemos frente a la economía capitalista mundial. Y eso, en los marcos del capitalismo, no es posible.
– ¿Dejamos atrás el neoliberalismo?
– Desafortunadamente, no. Y eso por tres razones. Algunos piensan que el neoliberalismo fue superado porque los gobiernos progresistas implementaron políticas sociales para combatir los problemas creados por ese proyecto. Pero de nuevo se demuestra el desconocimiento sobre lo que es el neoliberalismo. Las distintas perspectivas político-teóricas no se definen por las banderas que defienden, sino por lo que proponen política y teóricamente para cada una de ellas.
Los neoliberales tienen propuestas para las políticas sociales. Ellas tienen que ser focalizadas, compensatorias, con base en los individuos más frágiles (para promover la competencia). Las políticas sociales aplicadas por los gobiernos progresistas, en su mayoria, no están afuera de los marcos propuestos por el neoliberalismo. Al contrario, hacen parte de sus recetas.
Otros nos dicen que el neoliberalismo fue derrotado, pues hoy día lo que se implementa en gran parte es lo que se llama neodesarrollismo. ¿Pero qué es eso? ¿Se trata de rescatar el viejo desarrollismo, que planteaba una fuerte presencia del Estado para dirigir el desarrollo, en contraposición a los señales del mercado? No. El neodesarrollismo sostiene, en su versión más cínica, que el costo de revertir las reformas neoliberales es tan alto que lo mejor es no hacerlo y trata de implementar políticas para ceñir los efectos de esas reformas que, solamente en el corto plazo, pueden tener costos económicos y sociales.
De esa forma, lo que propone el neodesarrollismo solamente es bajar las tasas de interés a níveles inferiores a las tasas de ganancia del capital productivo para que los capitales inviertan y acumulen en proceso (re)productivo, generando crecimiento y empleo, y no la valorización financiera. Se debe tener claro que la propuesta del neodesarrollismo frente al neoliberalismo no es enfrentarlo donde él se define, esto es, en los marcos sociales estructurales (las reformas).Incluso se habla a veces de la necesidad de profundizar las reformas, modificandoapenas las políticas económicas. Por eso es que el neodesarrollismo es una falsa alternativa al neoliberalismo.
Además, la forma que el capitalismo encuentra para responder a los efectos de su crisis actual, tanto en el centro de la acumulación mundial como en las economías dependientes -lo que nos incluye-, es profundizar el neoliberalismo más radical. Esto porque la crisis actual implica una rebaja de las tasas de ganancia, una vez que gran parte de los capitales se especializaron meramente en apropriarse de la riqueza, sin contribuir directamentepara su producción.
Así, hay dos formas de resolver la situación. Una es dejar que los mercados devalúen esa cantidad enorme de capitales superacumulados, sin respaldo en la producción de la riqueza. Esa salida está descartada porque implicaría quiebra de capitales. La otra es ganar tiempo en los mercados de corto plazo para que esos capitales no se devalúen, lo que implica que el Estado tiene que entrar comprando los títulos podridos, garantizando demanda por esos títulos e impidiendo sus rebajas.
La implicancia de esto es el crecimiento de la deuda pública, actual forma de manifestación de la crisis mundial. Pero eso apenas permite ganar tiempo para lo que de hecho es la salida del capital para la crisis. Se trata de aumentar la producción de riqueza, para que los derechos de apropiación tengan sostenibilidad en la producción aumentada. Y para eso hay que sobreexplotar la fuerza de trabajo. ¿Cómo se hace? Profundizando las reformas neoliberales. O sea, el ajuste que promueve el propio capital para su crisis hace que quien pague la cuenta sean los trabajadores. Esto en los marcos del capitalismo es lo normal.
– China ya es el principal socio comercial de varios países sudamericanos y comienza un claro proceso de exportación de capitales a la región, ¿Qué implicancias tiene esto?
– La mayor participación de China en la balanza comercial de los países sudamericanos es manifestación de una redivisión internacional del trabajo en el capitalismo contemporáneo. Se ha producido uma reprimarización de las exportaciones de las economías sudamericanas, al mismo tiempo que aumentan las importaciones de mercancías con mayor productividad y de elevada intensidad tecnológica.
Eso tiene que ver con la presencia china. Esta economía es la que más creció en los últimos años y se especializó en importar productos primarios basados en recursos naturales, precisamente lo que Sudamérica exporta. Por otro lado, China exporta la gran parte de los productos manufacturados que nuestra región importa.
De esa forma, China tiene un papel protagónico en lo que se puede llamar como imperialismo contemporáneo. Alavez, capitales chinos lleganya hace tiempo a nuestra región, incluso comprando buena parte de las tierras que producen justamente los productos primarios que ellos importan de nosotros. Esos capitales también empiezan a comprar capital productivo en la región y, desde aquí, impulsan producción de riqueza que generará ingresos para esos capitales, aunque sean producidos en nuestras economias.
Esos procesos implican que se reafirman, ahora con el protagonismo chino, los mecanismos de transferencia de valor, siendo que el valor producido en nuestras economías finalmente es realizado y acumulado en los países centrales, reconfigurando la condición dependiente de nuestras economías.
– ¿Mantiene validez la cateogoría de Rui Mauro Marini de subimperialismo para pensar, por ejemplo, el rol de Brasil en América del Sur?
– Por lo visto antes, se puede sostener la validez contemporánea de la teoria marxista de la dependencia, que tiene en Rui Mauro Marini uno de sus principales autores. Este autor arriesgó en llamar subimperialismo a algunas características específicas de algunas economías dependientes, como el caso brasileño. Para ese autor, el hecho de que algunas etapas del proceso productivo hayan sido trasladadas a economías como la brasileña, produjo una elevación de la productividad media en el capitalismo brasileño. Con esto, capitales anclados en Brasil logran reproducir hacia la región sudamericana los mecanismos de transferencia de valor desde las economías menos productivas hacia las economías más productivas.
Lo importante de la categoría subimperialismo es tener claro que no se trata que Brasil no sea más una economía dependiente. Lo sigue siendo. Pero con ese proceso, los capitalesdeBrasil logran apropriarse de parte del valor producido en las economías menos desarrolladas de la región. Como esos capitales están transnacionalizados, el imperialismo también puede participar en ese proceso de apropiación del valor producido en la región.
En el siglo XXI este subimperialismo brasileño presenta características más fuertes. Desde el plan de comercio exterior, la economía brasileña se especializó en importar mercancías primarias y basadas en recursos naturales desde las otras economías de la región, y en exportar productos con algún grado de complejidad tecnológica reproduciendo hacia la región el mismo mecanismo de transferencia de valor del imperialismo. Por otro lado, inversiones desde el Brasil invaden otras economías de la región, ya sean las constructoras, mineras, Petrobrás, etc.
De esa forma, la característica imperialista de exportación de capitales también se presenta. En tercer lugar, esos procesos son financiados en buena parte por un banco semi-oficial, el BNDES, que financia capitales “brasileños” para “actuar” en la región. Desde Brasil, un banco que se dice de desarrollo económico y social financia la actuación subimperialista de los capitales “brasileños”.
Algunos autores siguen criticando la utilización de la categoría. Un argumento es que haría falta la pata militar del imperialismo. Parece que con el liderazgo brasileño en las fuerzas de ocupación de la Minustah en Haiti esa pata ya no está ausente. Otro argumento de los críticos es que la economía brasileña sigue siendo dependiente del imperialismo internacional, lo que es la más absoluta verdad. Por eso es que Marini no llamó el capitalismo brasileño de imperialista, sino de subimperialista.
– En el debate económico actual pareciera que no hay espacio para medidas que puedan afectar lo que el mainstream considera un manejo “serio y responable” de la macroeconomía. ¿Tenemos programa económico contrahegemónico para relanzar la perspectiva socialista? ¿Cuáles serían sus principales ejes?
– Esta pregunta nos remite, nuevamente, al distinto plan de abstracción en la crítica al desarrollo neoliberal. Una cosa es plantear otra política económica, o sea, sostener que la política monetaria debe disminuir las tasas de interés para que los capitales sean invertidos cada vez más en procesos productivos que generen crecimiento y empleo. Además, las políticas fiscales también tendrían que ser pro-crecimiento, y no para crear saldos fiscales que garanticen el pago de los intereses financieros.
Las pre-condiciones para eso son, por un lado, controlar el flujo de capitales, pues una disminución de la tasa de interés puede generar fuga de capitales, con problemas externos serios. Por otro lado, las inversiones públicas deben expandir la capacidad productiva de los productos prioritarios, de forma que la expansión de la demanda no genere inflación.
Pero esta otra política económica en nada modifica la superexplotación de la fuerza de trabajo que caracteriza las economías dependientes. Apenas modifica la forma de apropiación del valor producido en esas economías. Un nível mayor de crítica es justamente disminuir el impacto de los factores estructurales que condicionan la dependencia. Ese otro modelo de desarrollo tiene que romper con los procesos de liberalización, apertura externa, privatizaciones, conformando una verdadera estrategia alternativa de desarrollo, que implique también un cambio de modelo productivo en contra de la lógica transnacionalizada y extractivista que caracteriza las economías de la región en la actualidad.
Esta otra estrategia también requiere un cambio de política económica, pues necesita de la ampliación de los mercados internos, para realizar el valor producido. Esto, a su vez, requiere redistribuir ingresos y riquezas para que más personas tengan condiciones de participar del mercado interno. Todo aún dentro de una sociedad capitalista, aunque en contraposición a su faceta neoliberal. De cualquier forma, por más radicales que sean estas modificaciones, no se reslvería el carácter dependiente de nuestras economías, apenas disminuiríamos sus manifestaciones.
Una estratégia socialista debe, mas allá de cambiar la política económica y la estrategia de desarrollo, lo que es absolutamente necesario, modificar el proprio carácter social que define el capitalismo. En éste, las relaciones sociales son intermediadas por los intercambios mercantiles. Ellas son establecidas por el intercambio de nuestras mercancías. Se trata de una sociedad intermediada por lo mercantil. Una estratégia socialista debe construir espacios donde las relaciones sociales sean cada vez más directas, sin ningún tipo de intermediación.
El socialismo requiere que los seres humanos, de forma colectiva, conciente, y sin ninguna instancia que haga la intermediación, decidan lo que van a producir, la forma de producirlo, distribuirlo y consumirlo. Por eso es que un socialismo de mercado es una contradicción. No se puede vivir el socialismo si las decisiones de los seres humanos son definidas por algo (el mercado, la ley del valor) que les es ajeno, extraño.
– Por acá, Fernando Henrique Cardoso es uno de los autores brasileros más difundidos y se lo tiene como referente principal de la teoría de la dependencia. ¿Qué opinión te merece eso?
Lo más increible de todo eso es que lo mismo ocurre en Brasil. Arriesgo decir que de forma más intensa. Autores de la teoría marxista de la dependencia brasileños como Marini, Theotonio dos Santos y Vania Bambirra eran absolutamente desconocidos hace algunos años. Eso tiene que ver con la estrategia deliberada que las elites brasileñas, financiadas por instituciones como la fundación Ford (y otras), tuvieron de tornar estos autores desconocidos, promoviendo además otros de muy baja calidad, como Fernando Henrique Cardoso. ¿Y, por qué eso?
La explicación se encuentra en la propia categoría de dependencia, como la entiende Fernando Henrique Cardoso. Para ese autor, la dependencia quiere decir que nuestras economías están condicionadas por la economía mundial y, esto es lo más importante, la única forma que tenemos de generar algún crecimiento y desarrollo, es aprovechar momentos donde la economía mundial nos permita engancharnos dentro de su lógica. Es como si ella fuera un tren que, en algunos momentos coyunturales, acepta otros vagones. Para que eso sea posible, son necesarios gobiernos que aprovechen las oportunidades, abriendo nuestras economías para el comercio y la entrada de capitales. Fue exactamente lo que hizo este señor en su gobierno en los años 90. Simplemente impulsó lo que habia escrito.
Se trata de una versión weberiana de la dependencia, donde al actor central es el Estado Nación, como si éste fuera una entidad única, sin contradicciones, con una lógica propia y racionalidad instrumental burocrática. No hay clases sociales, lucha de clases, dialéctica en la actuación estatal, etc. Cuando éstas aparecen son subordinadas al proyecto estatal. No se ve que el Estado es el resultado contradictorio de las luchas sociales.
Lo que la teoria marxista de la dependencia acentúa es justamente el hecho de que el actor central en el capitalismo es el capital, y éste es constituido con base en una relación social clave. Los capitalistas pagan la fuerza de trabajo para que esta produzca más valor de lo que se requiere para producir un equivalente a sus sueldos. Este valor a más, el plusvalor, es la base de las ganancias de los capitales. El Estado, con todas sus contradicciones, y autonomía relativa de actuación, es el resultado dialéctico de este tipo de sociedad.
Además, cuanto más las economías dependientes profundicen sus relaciones económicas con el capitalismo mundial, más los mecanismos de dependencia van a actuar, profundizando la dependencia, y no creando crecimiento y desarrollo, como piensa Fernando Henrique Cardoso. La história parece que le dio la razón a la teoria marxista de la dependencia.
– ¿Cómo anda el marxismo latinoamericano hoy?
– El pensamiento crítico marxista está resurgiendo en América Latina. La región ya tuvo una fuerte tradición en el pensamiento marxista, y lo más interesante de éste no era la mera copia del marxismo que llegaba de Europa. La propia realidad contradictoria de la región obligó al pensamiento marxista latinoamericano a construirse en conformidad con sus problemas específicos.
En este momento preciso vuelve el interés por la teoría marxista, en primer lugar, por la situación social específica de profundización de los problemas estructurales promovida por las políticas neoliberales desde los años 90 del siglo pasado. Los movimientos de lucha y resistencia sociales, de alguna forma, necesitaron para esos procesos recuperar la tradición del pensamiento crítico, especificamente el marxista.
En segundo lugar, las falsas alternativas que se presentaron a esa situación (como el neodesarrollismo) muestran en estos momentos sus límites, lo que permite que pensamientos más radicales y genuinamente alternativos, como el marxismo, sean presentados y sostenidos.
Además de eso, la actual crisis del capitalismo mundial también contiene una crisis de la teoría social que no logra explicar el hecho que el proceso de acumulación de capital funciona inerentemente de manera cíclica. Esto quiere decir que las crisis hacen parte del funcionamiento de la economía capitalista, no es un fenómeno ajeno, fortuito, casual. La única teoria social que logra entender las crisis como de hecho ellas son es la marxista. Como nuestras economías tienen una inserción dependiente en el capitalismo mundial, las crisis de éste último se manifiestan con particularidades en nuestra región, y eso explica el rescate del pensamiento marxista latinoamericano.
Este proceso ocurre no solamente en las universidades sino también en los procesos de formación que los mismos movimientos sociales implementan, al darse cuenta de que el arma teórica es crucial para los enfrentamientos anticapitalistas que se proponen. De hecho, esa relación del trabajo militante académico formal con los procesos de formación y pensamiento que vienen desde los movimientos sociales, sindicales y políticos es clave para una estrategia socialista de combate a la manera como el capital está saliendo de su actual crisis.
La política de los ajustes para enfrentar la crisis, desde la perspectiva del capital, es profundizar el neoliberalismo. Sólo un trabajo serio e intenso de construcción de esa estrategia socialista, con base en un proceso de relación de mutuo apoyo entre intelectuales orgánicos y movimientos socialistas, puede enfrentar la estrategia del capital. Este es el sentido, por ejemplo, de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico (SEPLA) que, junto con otras organizaciones, pretende impulsar esa estrategia verdaderamente crítica, socialista.
-¿Algunas lecturas imprescindibles para pensar América Latina?
– Es imprescindible recuperar todas las experiencias teóricas y prácticas de los movimientos socialistas. No podemos olvidarnos de las experiencias revolucionarias que ya ocurrieron en la história, y no sólo en América Latina, sino también de otras partes del mundo, en distintos momentos históricos.
La tradición marxista tiene una enorme cantidad de debates teóricos muy importantes para entender nuestra realidad. No se trata de traspasar discusiones antiguas como si fueran suficientes para transformar nuestra realidad presente. Hay que respetar la especificidad de los distintos momentos históricos. Desde que el capitalismo es capitalismo nosotros los trabajadores sufrimos las contradicciones de este sistema social. Tenemos que conocer al enemigo si queremos derrotarlo. Para eso la lectura de los clásicos del marxismo es imprescindible.
Adicionalmente, tenemos que recuperar lo nuestro, el pensamiento crítico latinoamericano, y aquí la lista tambien es enorme (Mariátegui, Mella, Che Guevara, y muchos otros). La teoria marxista de la dependencia (Marini, Bambirra, Dos Santos, Caputo) tiene que ser rescatada, pero, nuevamente, sin creer que se puede utilizar este debate de los 60, 70, del siglo pasado sin ninguna intermediación hacia la realidad presente. Se trata de construir una estrategia socialista para la dependencia contemporánea de nuestra región.
Afortunadamente aquí tambien tenemos nombres importantes que nos ayudan en ese trabajo, pero hay que destacar una gran cantidad de jóvenes que recién empiezan a estudiar este gran listado de lecturas imprescindibles desde América Latina y para pensar América Latina con una perspectiva crítica. No sólo en la SEPLA, sino en otras instituciones se ve mucho trabajo de esos jóvenes, y de la mejor forma, sin restringirse al academicismo y trabajando junto con los movimientos sociales, políticos y sindicales.
– ¿Hay preocupación en Brasil por un nuevo “Maracanazo’?
-Si uno se queda en lo meramente futbolístico, se puede decir que existe un cierto temor por la posibilidad de que Brasil no gane el mundial en la segunda vez que lo organiza. Pero, de hecho, para los sectores que impulsan las manifestaciones populares desde junio del 2013 el resultado del mundial no es relevante.
Una de las principales características de las llamadas manifestaciones de junio fue el hecho de que ellas separaban los reclamos en la calle del apoyo a la selección brasileña. Las protestas no eran contra la selección, en el campo de juego, pero contra la lógica que está por arriba de eso, y que determina toda el “business” en torno al fútbol mundial. Las protestas ocurrieron, y están ocurriendo en este exacto momento, en contra el domínio y la imposición por parte de la FIFA de todo el negocio (capitalista) que eso involucra. Muchas inversiones (que en el capitalismo requieren ganancias) en estadios e infraestructura con el único objetivo de tornar el mundial rentable. ¿Cuánto de eso para salud, educación, viviendas? Nada.
Lo que ocurre es una creciente mercantilización (capitalismo) de los espacios urbanos, con fuerte especulación imobiliaria, que expulsa los más pobres de sus viviendas. En San Pablo, incendios sospechosos en favelas que se transforman, después de “limpio” el espacio, en negócios imobiliarios para las elites; en Rio ocurren fuertes y violentas desocupaciones de los más pobres para construir lo necesario para el mundial y las olimpiadas.
Estamos también ante un incremento de la criminalización de los movimientos sociales, llegando al asesinato de algunos líderes, como si fueran meros traficantes de drogas, lo que se suma al fuerte aparato policial para reprimir violentamente las protestas.
No son protestas conscientes con una estrategia socialista, pero tienen un carácter de rechazo a las consecuencias sociales de una falsa estrategia de desarrollo, que estallaron en el momento en que se percibió cuanto se gastó, y aún se va a gastar, para viabilizar los negocios promovidos por la FIFA y sus socios. ¿Se pueden radicalizar las protestas? Por supuesto, una vez que la causa de fondo seguirá después del mundial, sea cual sea el resultado que tenga en el campo de juego. El neodesarrollismo es una falsa alternativa, por lo menos desde el punto de vista de los trabajadores.
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