Entrevista a Pedro Brieger en www.marcha.org.ar: «Mirarnos con nuestros propios ojos»
Saber qué pasa en América Latina y el Caribe sin pasar por el filtro de las agencias europeas y de EEUU. Esa es la principal cruzada a la que apuesta hoy el periodista y analista internacional Pedro Brieger. En entrevista con Marcha, analiza la situación mediática en la región.
Tiene una larga trayectoria y es una de las principales referencias del periodismo especializado en temas internacionales de la Argentina. Además, es titular de la cátedra de Sociología de Medio Oriente en la Universidad de Buenos Aires y recientemente fue nominado por quinta vez a los premios Martín Fierro por su labor periodística en televisión (ganó en 2009 y 2010). Publicó una quincena de libros, la mayoría relacionados con Medio Oriente; pero hoy está impulsando un proyecto dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe: el portal Nodal (www.nodal.am).
-Comenzaste a hacer una columna en la CNN. ¿Qué significa para vos este nuevo desafío en el que seguramente le vas a hablar a un público distinto al de los medios en los que solés trabajar? ¿Qué te llevó a aceptar la propuesta y qué les respondés a quienes te han criticado?
-Hace más de 20 años que la CNN en español me consulta sobre temas puntuales que hacen a la política internacional. He hablado allí sobre muchísimos tópicos: desde la invasión de EEUU a Irak en 2003 hasta la situación actual en Venezuela debatiendo con Álvaro Vargas Llosa en vivo, o el conflicto palestino-israelí. Siempre di mi opinión sin correrme un ápice de lo que pensaba y con absoluta libertad. El desafío de todo periodista que está en TV es llegar a la mayor cantidad de televidentes posible manteniendo una línea de pensamiento coherente.
Aparecer en la CNN implica llegar a un amplio público latinoamericano que no sintoniza la TV argentina. Todos los que realizamos una tarea periodística sabemos que en un artículo o una columna que dura dos minutos en radio o TV no se puede decir absolutamente todo, pero sí sabemos que nadie nos obliga a decir algo con lo que no estamos de acuerdo. He trabajado a lo largo de mi carrera con gente muy diversa, e incluso con algunos que estaban en las antípodas de mi pensamiento. Sin embargo, nunca he dicho ante ninguna audiencia algo que no creía, y quienes me siguen a lo largo de los años lo saben muy bien. Así de simple.
-Teniendo en cuenta este momento histórico globalizado y conflictivo, ¿qué rol cumple un periodista que trata temas internacionales?
-El rol que cumplimos los que llevamos la cobertura de la política internacional es acercar el mundo a un público que cada vez tiene más posibilidades de acercarse a los temas internacionales pero que tal vez no tiene los elementos necesarios. Por eso surgió también la iniciativa de Nodal, para acercar las noticias de América Latina y el Caribe a todo el mundo y que sean accesibles. Lo que hace Nodal es permitir que cualquiera pueda tener acceso a la información de Jamaica, de Honduras, de Paraguay, o seguir los discursos de asunción de Luis Guillermo Solís en Costa Rica o de Sánchez Cerén en El Salvador, algo a lo que la mayoría de la gente no tiene acceso.
Entonces, uno de los roles es darle la posibilidad a la gente de acercarse a una síntesis que le permite, vía Nodal, que en cinco minutos pueda conocer los temas más interesantes e importantes de América Latina, muchos de los cuales no tienen una amplia cobertura en los grandes medios.
-Luego de trabajar muchos años en el periodismo y viendo la complejidad del mundo actual, ¿creés que ha cambiado la cobertura internacional de la noticia?
-El gran cambio revolucionario tiene que ver con las tecnologías. Es el hecho de que yo estoy sentado frente a una computadora y puedo acercarme a lo que está sucediendo en Ucrania, o al aniversario de los 25 años de Tian’anmen en China, o poder ver las protestas que hay en Brasil o la reunión de la OEA en Paraguay. Esto es algo que 20 años atrás era impensable. Hoy te podés enterar de una reunión de movimientos sociales en Bolivia y tener acceso a entrevistas sobre diversos temas que antes era imposible.
-¿Estas nuevas tecnologías restan un poco en el análisis más profundo sobre los temas internacionales?
-Es verdad que ha habido un cambio, que no tiene que ver solamente con la urgencia, sino con la forma de presentar la noticia. El diario Clarín acaba de modificar el diseño de su página web y ahora se pueden ver fotos gigantescas con pocos textos, y podés saltar de una noticia de chimentos a otra de un asesinato casi sin poder hacer una selección al respecto. Esto es un problema y atenta contra la profundización de los temas. Llenar con muchas fotos y mucho escándalo va en detrimento de profundizar en muchísimos temas.
-Por diferentes razones, en Argentina se fue perdiendo el hecho de enviar corresponsales al exterior. ¿Creés que los grandes medios del país no le dan la importancia necesaria a los temas internacionales?
-Es difícil de determinar, habría que hacer un análisis de cada medio. Sí es verdad que todavía los grandes medios de la Argentina y de América Latina siguen la agenda marcada por las grandes agencias internacionales. Nos seguimos enterando de lo que pasa en Paraguay, por ejemplo, a través de la agencia EFE de España o la agencia DPA de Alemania. La inmensa mayoría de la información es generada por las agencias internacionales de Estados Unidos y Europa. Hay poco espacio para profundizar un tema cuando tanto se depende de las agencias internacionales y cuando hoy podés captar la imagen de Ucrania en diez cadenas de televisión. Entonces, ¿para qué voy a mandar a alguien a Ucrania si esas cadenas me pueden dar las imágenes? Es una lógica perversa, pero es la que existe.
-Estuviste en muchas partes del mundo realizando coberturas. ¿Qué importancia tiene que el periodista esté en el lugar del hecho?
-A veces la posibilidad de ver con los propios ojos lo que sucede permite palpar realidades que tal vez a la distancia es imposible. Tuve la oportunidad de estar en el año 2000 en Yugoslavia, cuando cayó (Slobodan) Milosevic y ver cómo quemaban el Parlamento. Era algo que solamente yo podía sentir, no alcanzaba con que me lo hubieran explicado o haberlo leído en otros lugares. Eso es irremplazable. Haber estado en el funeral de Hugo Chávez, haber entrado, haber podido palpar la gente a las tres de la mañana frente al cajón, es algo que ninguna imagen de televisión puede transmitir, aunque eso no le quita validez al trabajo internacional y más al hecho del análisis, porque uno no puede estar en todos lados.
El trabajo del periodista de internacionales se construye mucho con estas cosas, como el trabajo de alguien que hace deportes se construye yendo a la cancha y palpando lo que sucede ahí, y no solamente a través de la televisión. Esas experiencias son irremplazables, pero esto no quita que uno no pueda hacer buenos análisis de lo que sucede en el mundo.
-En el siglo XX hubo una tradición de periodistas como John Reed, Ryszard Kapuściński, Gabriel García Márquez, Rodolfo Walsh, que hicieron grandes coberturas internacionales. ¿Se está perdiendo esa tradición?
-No estoy seguro. Hay muchos cronistas que han escrito trabajos maravillosos en muchos lugares, que tal vez no han tenido la difusión o la suerte que han tenido otros de ser publicados y reconocidos. No sé cuánto lo conocen a Walsh en Indonesia y tampoco sé cuánto conocemos nosotros de periodistas de Indonesia o de Malasia que hagan un extraordinario trabajo. Estamos más apegados, tal vez, a nuestras propias realidades. Pero creo que hay grandes periodistas y escritores que siguen haciendo ese trabajo.
-Desde hace casi una década se viene dando en América Latina un cambio de época (en palabras de Rafael Correa), aún con sus tensiones y contradicciones. ¿Cómo vienen jugando las corporaciones mediáticas ante esta realidad?
-Las corporaciones mediáticas juegan un rol político muy importante. El mejor ejemplo para eso es la campaña “Todos somos Venezuela”, impulsada por tres grandes grupos mediáticos de la región. La iniciativa nació en Colombia y dijeron abiertamente que intervenían en la política interna de Venezuela. Esto no es una interpretación mía, lo reconoció abiertamente una de sus impulsoras. Los grupos mediáticos siempre tuvieron adhesiones políticas e ideología, y este caso no es la excepción.
-En esta confrontación mediática en la región, ¿cómo ves el desempeño de los medios públicos?
-Habría que analizar cada medio en particular. No es fácil hacer periodismo en un medio público que suele estar controlado por un gobierno de turno. Respeto mucho a los medios públicos, esto lo digo hace mucho tiempo, incluso antes de trabajar en medios públicos, porque los medios públicos, oficiales u oficialistas, como se los llame, dan muy buena información que no aparece en otros lugares.
Los grandes medios se siguen guiando mucho por el sensacionalismo, entonces la muerte lúgubre de alguna persona vende mucho más que la inauguración de un puente en una provincia lejana. Pero tal vez la inauguración de un puente o un hospital, para mucha gente es algo trascendental, porque les cambia la vida de la noche a la mañana. Y ahí se vuelve al debate de siempre: qué es noticia. Cuando entro a las páginas de los ministerios de Colombia o de México dan muy buena información sobre muchas actividades que se hacen y, por supuesto, los grandes medios -y en estos caso no estoy citando a gobiernos progresistas-, no mencionan. Los medios públicos tienen el problema de mantener el equilibrio entre la información que dan y que suele ser, entre comillas, aburrida, y el problema de la lucha frente a un sensacionalismo que existe.
-En esta confrontación mediática, un medio como Nodal u otros similares, ¿cómo se posicionan frente a la realidad latinoamericana?
-La originalidad de Nodal es que ocupa un lugar que no existía, no había un espacio que te permitiera saber en cinco minutos qué está pasando en América Latina con nuestros propios ojos. Por eso, la información que damos de Guatemala está originada en Guatemala, la información de Chile proviene de Chile. Esto es algo novedoso, si bien hay experiencias interesantes en la región, como Prensa Latina que ahora cumple 55 años, o como Telesur, que buscan contrarrestar una información dominante, lo novedoso es que Nodal se dedica solamente a América Latina y el Caribe, mientras que Prensa Latina y Telesur abarcan lo que pasa en todo el mundo y muchas veces las noticias latinoamericanas quedan subordinadas por otros hechos internacionales.
Otra particularidad de Nodal es poner un muy fuerte acento en la integración latinoamericana, dando información desde congresos de salud donde hay médicos latinoamericanos hasta los debates en los grandes organismos regionales, mostrar también lo que pasa en el Caribe y, por ejemplo, el reclamo que están haciendo los países caribeños a las grandes potencias europeas por el tema de la esclavitud colonial. Hay temas que no están en los grandes medios y que ni siquiera están en los pequeños medios, y en este sentido hay una novedad que está aportando Nodal que tiene que ver con esto de mirarnos con nuestros propios ojos.
-¿Cómo ves el proceso de integración latinoamericano teniendo en cuenta la ausencia de Hugo Chávez y el avance de la Alianza del Pacífico?
-Creo que hay un proceso de unidad latinoamericana importante: el nacimiento de Unasur, de la Celac, incluso de Telesur desde el punto de vista de comunicacional. Hoy en Argentina sabemos mucho más de Ecuador de lo que se sabía 20 años atrás. Y no sólo por la existencia de internet, sino que hay un interés mayor. Hace 20 años los argentinos ignorábamos lo que pasaba en Ecuador, en Costa Rica o en El Salvador. Fijáte que Nodal publicó el discurso de apertura de Luis Guillermo Solís cuando asumió en Costa Rica. Esto hace 20 años atrás era imposible, no sólo por cuestiones técnicas sino porque le importaba muy poco a la gente, y en eso creo que hay un cambio muy importante.