Prensa Latina, un hito en la comunicación para la integración de América latina, por Aram Aharonian

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Hace 55 años nacía la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina, hecho que significó un hito importantísimo en la lucha por una información que tuviera que ver con nuestra región, desde la perspectiva de la historia y las realidades de nuestros pueblos. Y aquí quisiera dejar una serie de apuntes al respecto.

Prensa Latina fue, durante años, la casa de grandes periodistas latinoamericanos y latinoamericanistas como Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, Rodolfo Walsh, Haroldo Wall, Rogelio García Lupo, Carlos Núñez, entre muchos otros.

 
La primera noticia que transmitió la agencia Prensa Latina, el 16 de julio de 1959, fue sobre América Latina, emitida desde la capital más generadora de informaciones de aquella década, La Habana. La consigna de su primer director, el argentino Jorge Ricardo Masseti fue la de “somos objetivos pero no imparciales”. 
 
En 1961, gracias a la existencia de PL, a la que desde Washington no daban más que un mes de vida, el mundo pudo conocer la derrota de la invasión estadounidense a Playa Girón, mientras las agencias transnacionales hablaban incluso de la muerte de Fidel Castro.
Recién a mediados del siglo pasado comienzan a surgir las agencias nacionales de noticias en América latina, pero el desarrollo mayor de estas se verifica entrada ya la década de 1970. Télam es la agencia de noticias nacional de Argentina, fundada en 1945. Nació con el nombre de Telenoticiosa Americana el 14 de abril de 1945 a impulso del entonces vicepresidente Juan Domingo Perón, con el objeto de hacer frente a la hegemonía informativa de las agencias estadounidenses United Press International y Associated Press.
55 años despúes, y pese a los aires de democratización, la mayoría de la información que circula en América Latina y el Caribe sigue siendo generada por las agencias trasnacionales de noticias, europeas o de los Estados Unidos.  
Sin dudas, el tema de los medios de comunicación social tiene relación directa con el futuro de nuestras democracias, porque la dictadura mediática pretende suplantar a las dictaduras militares de cuatro décadas atrás. El diagnóstico sigue siendo el mismo: es necesario desalambrar los latifundios mediáticos, que tratan de sabotear las políticas de justicia social y equidad y construir democracia, que es construir ciudadanía, darle voz e imagen a las grandes mayorías, ocultadas por más de 520 años.
Hace cuatro décadas, para imponer un modelo económico y político se recurrió a las fuerzas armadas, hoy alcanza con el control de los medios masivos de comunicación social.
No cabe duda que es indispensable cambiar esta realidad informativa con la difusión de contenidos generados en la región que -además- reflejen la idiosincrasia de nuestros pueblos, sus intereses y, sobre todo, los procesos de integración existentes.
En el camino de un periodismo soberano, el Foro de Comunicación para la Integración de Nuestra América, integrado por organizaciones y movimientos sociales, y medios públicos y redes de medios alternativos, comunitarios y populares,decidió priorizar en sus agendas de trabajo el apoyo, el fomento y la difusión de los procesos de integración, e  incluir la democratización de la comunicación como tema prioritario en sus agendas integracionistas.
Una tarea que, en esta etapa de ofensiva contra nuestros procesos de integración, comienza con contrarrestar el impacto causado por el neoliberalismo en el terreno de la cultura ,la educación y la comunicación social. Y para eso es fundamental hacer efectiva la participación de la sociedad y sus expresiones organizadas a los procesos integracionistas, para garantizar su reimpulso. Hay que situar a los movimientos sociales –y a sus expresiones mediáticas-como sujetos (y no meros objetos) de la integración.
Es más, hoy no solo hay que educar para la integración, sino contrarrestar el impacto causado por el neoliberalismo en el terreno de la cultura, la educación y la comunicación social. Y podría ir un poco más allá: es imprescindible la elaboración de un pensamiento estratégico de la integración, para trazar los lineamientos de procesos que superen las dificultades y las resistencias.
La comunicación es básica para cualquier intento integracionista, pero no debemos olvidar que la integración está en disputa en nuestra América Latina y en el interior de nuestros propios países.
Y PL se reprodujo en decenas de proyectos en decenas de países. Sin los antecedentes de PL no pordríamos haber pensado en crear Telesur…
Dividir para reinar
La historia de América Latina y el Caribe se presenta marcada por el “divide para reinar” implementado por los colonialistas de ayer y del presente para imponer su dominio, tanto por las armas como por el discurso. De ahí que el lenguaje del colonizador, mediado por las elites criollas, ha logrado que en el imaginario colectivo de nuestros países sea común la sospecha, la descalificación, la rivalidad, cuando no la enemistad, frente a los vecinos, o bien la indiferencia y el desconocimiento respecto a los más distantes.55 años atrás,  Masetti sostenía que el periodista no puede ser imparcial, porque siempre, lo quiera o no lo quiera, lo sepa o no lo sepa, el periodista toma partido, se identifica con uno de los elementos de la ecuación, social, económica o política que caracterizan a determinado escenario informativo, bajando del pedestal el paradigma liberal de la objetividad, la imparcialidad y la neutralidad.
 
Hoy, el compromiso sigue el mismo, en medio de una ofensiva de los medios hegemónicos, cartelizados en toda la región, bombardeando permanentemente con información falsa, medias verdades, manipulación, con el fin de desestabilizar a nuestros gobiernos, a través de la publicidad, las series de televisión y juegos cibernéticos, con mensajes e imágenes únicas, en el intento de crear imaginarios colectivos que destruyan la autoestima y la identidad de Patria Grande.
Si bien de un buen tiempo a esta parte, el tema integración se ha tornado recurrente, poco o nada ha modificado la figura de que siendo tan próximos permanecemos distantes y ajenos, pues seguimos mirándonos con ojos de extranjeros que nos impiden conocernos y reconocernos. En los planes oficiales se suele reducir la comunicación a relaciones públicas o mercadeo, y en el mejor de los casos a la transmisión de información.
Más allá de la falta de voluntad política que ha caracterizado a los procesos integracionistas, prácticamente no se ha considerado la importancia de la comunicación en tanto factor articulador clave para el reencuentro y la solidaridad de las nacionalidades involucradas, que implica el reconocimiento de un destino común por encima de rivalidades reales o forjadas. Ningún organismo de integración tiene el tema información o comunicación en sus agendas.
La creciente y orgánica participación de los medios de comunicación –nacionales y extranjeros- cartelizados, en la preparación y el desarrollo de las guerras y planes desestabilizadores promovidos por y desde Estados Unidos, demuestra que éstos se han convertido en verdaderas unidades militares. Es la internacionalización del terror mediático. Es el Plan Cóndor simbólico.
Hoy la información que recibimos de los demás países de la región (y del mundo en general) proviene de agencias de prensa y medios masivos transnacionales. Y no se diga de la programación que vehicula la industria del entretenimiento, bajo predominio hollywoodense.
Además, la aparición de internet permitió que también los medios españoles aumentaran su influencia en América Latina.  Hoy ABC, El Mundo y El País son fuente de consulta permanente, no sólo para lo que sucede en España sino también para difundir lo que sucede en América Latina, ofreciendo sus particulares enfoques acorde a sus intereses económicos y políticos.
En América Latina, los medios de comunicación han jugado un papel importante en la imposición del modelo neoliberal, las privatizaciones, los Tratados de Libre Comercio (TLC), y en contra de la integración. Han sido difusores de una visión económica que responde a la ideología de los sectores dominantes.
Hoy, la guerra es cultural. Es simbólica, y más efectiva que una ofensiva militar es el bombardeo permanente de mentiras, manipulaciones, mensajes e imágenes únicas que van imponiendo un imaginario colectivo que facilita la reimposición de los modelos neoliberales. El concepto de terrorismo mediático está relacionado con un entramado de estrategias políticas, económicas, sociales y psicológicas que buscan crear realidades ficticias, miedos colectivos y convertir mentiras en verdades que permitan manipular a la sociedad de acuerdo al conflicto y al enemigo en cuestión.
Es la internacionalización del terror mediático. Es el Plan Cóndor simbólico. ¿Estamos preparados para enfrentarlo o nos conformaremos con la mera denuncia?
No cabe duda que es indispensable cambiar esta realidad informativa con la difusión de contenidos generados en la región que -además- reflejen la idiosincrasia de nuestros pueblos, sus intereses y, sobre todo, los procesos de integración existentes. En este escenario, los grandes medios de comunicación domésticos  han perdido los papeles en materia de integración.
Un poco de historia
América Latina tiene una particular y contradictoria experiencia en materia de lucha por la democracia y la integración comunicacional. En 1976 la Conferencia Intergubernamental de Comunicación, reunida en Costa Rica, trazó los primeros lineamientos de lo que sería llamado el “nuevo orden internacional de la comunicación y la información”, permitiendo las primeras políticas nacionales y, unos años después, la puesta en marcha de Alasei, la Agencia Latinoamericana de Servicios Especiales de Información.
Alasei y el Sistema de Información Latinoamericana (ASIN), efímero, emergieron en los marcos del Sistema Económico Latinoamericana (SELA), pero ambos –y también otros– fueron desgastándose hasta la desaparición, ante el desinterés de algunos gobiernos, y el constante ataque de los medios comerciales.
Hoy tenemos hasta cierto grado de libre tránsito de mercaderías… pero no de conocimiento, tecnología y mucho menos de personas. Lentamente, la aproximación comercial entre los países sudamericanos se fue manifestando en el ámbito cultural aunque muy superficialmente, a través de tratados para la producción cinematográfica y festivales de producción audiovisual, pero siempre como expresiones periféricas de un movimiento económico más profundo, que poco tiene que ver realmente con la cultura.
El hecho de que los bienes culturales sean también considerados como mercaderías, y de que su circulación sea condicionada por leyes de mercado, explica la manera como la cultura ha sido registrada como un ítem de producción y consumo.
Un hecho significativo fue la creación del Foro de Comunicación para la Integración de Nuestra América (en noviembre de 2013 en Quito), por parte de organizaciones y movimientos sociales, y medios públicos y redes de medios alternativos, comunitarios y populares que, cambiando de estrategia, decidió priorizar en sus agendas de trabajo el apoyo, el fomento y la difusión de los procesos de integración, e  incluir la democratización de la comunicación como tema prioritario en sus agendas integracionistas.
Pero aquella lucha que comenzara hace 55 años, sigue cada vez más vigente. Y son estas nuevas generaciones las que deben responder al reto de construir una comunicación soberana, democrática, de todos, para todos, sin invisibilizados ni excluidos, base de la lucha por una de nueva democracia, menos declamativa y muchos más participativa, en nuestra América.
Hace 55 años se comenzó una nueva de información, con la creación de PL. Hoy debemos comprender que la construcción de una nueva comunicación, de una nueva sociedad, sólo se hace desde abajo, desde los movimientos sociales, desde la base del pueblo, hombro con hombro, codo con codo… porque desde arriba, lo único que se construye … es un pozo.
Vernos con nuestros propios ojos, hacer efectiva la participación de las sociedad y sus expesiones representativas, convirtiéndolas en sujetos de integración de nuestros pueblos, es el renovado compromiso.

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