Segunda vuelta: una especie de gran referendo del proceso con las Farc – Por Marisol Gómez Giraldo
Colombia llegará a la segunda vuelta presidencial, el 15 de junio, en medio de dos hechos inéditos para una elección: con un proceso de paz en marcha que busca cerrar 50 años de enfrentamiento armado con las Farc, y con dos candidatos con posiciones distintas frente a las condiciones de negociación con el grupo armado.
El presidente Juan Manuel Santos, que comenzó ese proceso el 19 de noviembre del 2012, convirtió la paz con esta guerrilla, y eventualmente con el Eln, en punto central de su campaña. Y este domingo lo ratificó al decir: “Los colombianos tendrán dos opciones: quienes queremos el fin de la guerra y los que prefieren una guerra sin fin”. (Lea también: La paz será el tema clave en la segunda vuelta presidencial).
Óscar Iván Zuluaga, mientras tanto, ha manifestado su intención de replantear las condiciones del diálogo con las Farc, si es elegido. Para el uribismo, representado en Zuluaga, un proceso de paz con las guerrillas es más parecido a un sometimiento que a la negociación con una contraparte reconocida del conflicto, como ocurre hoy con Santos.
Y, claramente, el replanteamiento de Zuluaga, que exigiría un cese unilateral y permanente del fuego de la guerrilla, la desmovilización de sus combatientes y cárcel para los jefes de las Farc, jamás sería aceptado por el grupo armado.
En otras palabras, si el candidato del uribismo es elegido, la negociación de La Habana quedaría en vilo. Esto es precisamente lo que convierte el segundo tiempo de la elección presidencial en un referendo por el proceso de paz.
Este es el dilema al que se verán enfrentados los colombianos el 15 de junio, pues, con todo y los defectos que atribuyen los críticos a los diálogos de La Habana, allí se han logrado acuerdos históricos sobre distribución de la tierra para los campesinos que no la tienen, participación política de movimientos hasta ahora marginados y en erradicación de cultivos ilícitos y fin de la participación de las Farc en el negocio del narcotráfico.
Así como esto es lo que deben poner en la balanza los votantes, la ventaja de Zuluaga sobre Santos en zonas de presencia histórica de las Farc, como Guaviare, Caquetá y Meta, debería llamar la atención de esta guerrilla.
Sobre todo en momentos en que está a punto de entrar a la mesa de negociación el tema de víctimas, que por ser uno de los más sensibles para la opinión debería ser convertido por el grupo armado en una oportunidad.
Reconocerlas sin reparos es parte de lo que podrían hacer para que los colombianos, en la segunda vuelta presidencial, tomen partido por el proceso de paz, al que esta vez parecen estarle apostando en serio.