Embajadores del ALBA destacaron en Francia importancia del bloque regional
Latinoamérica y el Caribe fortalecen hoy su desarrollo y soberanía gracias a la creación de novedosos mecanismos de integración que rebasan los marcos económicos y mercantiles, afirmaron en Francia embajadores de cinco países de esa región.
Durante un foro celebrado en el prestigioso instituto Sciences Po, de esta capital, los representantes diplomáticos de Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela explicaron los cambios ocurridos a partir de la creación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Esta entidad, fundada en 2004, es una expresión de las profundas transformaciones políticas que están en curso actualmente en varios de nuestros países, aseguró Carlos Játiva, de Ecuador.
Su concepción, señaló, es una respuesta a la pretensión estadounidense de imponer iniciativas basadas en el control de nuestros mercados, como la fracasada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Creada tras una declaración conjunta de los entonces presidentes de Cuba, Fidel Castro, y de Venezuela, Hugo Chávez, el ALBA abarca en la actualidad a otros siete Estados: Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente y las Granadinas y Santa Lucía.
Paulatinamente el ALBA se ha dotado de instrumentos para alcanzar sus metas, entre ellos el Tratado de Comercio de los Pueblos, el Banco del Sur y una moneda común para independizarse de las divisas occidentales, el SUCRE, Sistema Único de Compensación Regional.
«La soberanía, la solidaridad y la cooperación son las únicas vías en el camino complejo y difícil que estamos trazando por nuestra independencia», aseguró Michel Mujica, embajador de Venezuela.
Por su parte el boliviano Jean-Paul Guevara precisó que a partir del ALBA se concibe la integración regional con nuevas ideas, entre ellas la complementariedad de las economías entre los miembros.
Se trata, dijo, del primer proyecto donde la prioridad son los intereses de los pueblos y no los de Estados Unidos.
Una muestra de esta voluntad son los programas sociales desarrollados por este mecanismo que benefician a millones de personas, dentro y fuera de la organización, aseguró la embajadora de Nicaragua, Ruth Tapia.
Mencionó entre ellos los planes de alfabetización Yo, si puedo, la Misión Manuela Espejo, el sistema de seguridad alimentaria, la cooperación energética, la asistencia médica y la Escuela Latinoamericana de Medicina, en La Habana, donde se forman profesionales para atender a sus pueblos.
Mientras, el representante diplomático de Cuba, Héctor Igarza, explicó que a partir del ALBA se construyeron organismos más amplios, como la Unión de Naciones Suramericanas y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), integrada por 33 países, sin la presencia de Estados Unidos, ni Canadá.
En la última cumbre de la CELAC celebrada en La Habana se adoptaron decisiones trascendentales, dijo Igarza, entre ellas la declaración de la región como una zona de paz, libre de armas nucleares, donde los problemas se resuelvan por medio del diálogo y la cooperación.
En el foro estuvieron presentes alumnos de Sciences Po, representantes de organizaciones francesas de solidaridad, miembros del cuerpo diplomático y latinoamericanos residentes aquí.
Esta entidad, fundada en 2004, es una expresión de las profundas transformaciones políticas que están en curso actualmente en varios de nuestros países, aseguró Carlos Játiva, de Ecuador.
Su concepción, señaló, es una respuesta a la pretensión estadounidense de imponer iniciativas basadas en el control de nuestros mercados, como la fracasada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Creada tras una declaración conjunta de los entonces presidentes de Cuba, Fidel Castro, y de Venezuela, Hugo Chávez, el ALBA abarca en la actualidad a otros siete Estados: Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente y las Granadinas y Santa Lucía.
Paulatinamente el ALBA se ha dotado de instrumentos para alcanzar sus metas, entre ellos el Tratado de Comercio de los Pueblos, el Banco del Sur y una moneda común para independizarse de las divisas occidentales, el SUCRE, Sistema Único de Compensación Regional.
«La soberanía, la solidaridad y la cooperación son las únicas vías en el camino complejo y difícil que estamos trazando por nuestra independencia», aseguró Michel Mujica, embajador de Venezuela.
Por su parte el boliviano Jean-Paul Guevara precisó que a partir del ALBA se concibe la integración regional con nuevas ideas, entre ellas la complementariedad de las economías entre los miembros.
Se trata, dijo, del primer proyecto donde la prioridad son los intereses de los pueblos y no los de Estados Unidos.
Una muestra de esta voluntad son los programas sociales desarrollados por este mecanismo que benefician a millones de personas, dentro y fuera de la organización, aseguró la embajadora de Nicaragua, Ruth Tapia.
Mencionó entre ellos los planes de alfabetización Yo, si puedo, la Misión Manuela Espejo, el sistema de seguridad alimentaria, la cooperación energética, la asistencia médica y la Escuela Latinoamericana de Medicina, en La Habana, donde se forman profesionales para atender a sus pueblos.
Mientras, el representante diplomático de Cuba, Héctor Igarza, explicó que a partir del ALBA se construyeron organismos más amplios, como la Unión de Naciones Suramericanas y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), integrada por 33 países, sin la presencia de Estados Unidos, ni Canadá.
En la última cumbre de la CELAC celebrada en La Habana se adoptaron decisiones trascendentales, dijo Igarza, entre ellas la declaración de la región como una zona de paz, libre de armas nucleares, donde los problemas se resuelvan por medio del diálogo y la cooperación.
En el foro estuvieron presentes alumnos de Sciences Po, representantes de organizaciones francesas de solidaridad, miembros del cuerpo diplomático y latinoamericanos residentes aquí.