El costo de la colonia – Periódico El Vocero, Puerto Rico

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Decimos que los puertorriqueños somos ‘ciudadanos’ de los Estados Unidos de América. Falso. Si vivimos en Puerto Rico, no somos ciudadanos. Somos súbditos. Súbditos como eran los franceses antes de la Revolución de 1789. Esa revolución produjo que cada francés dejara de ser súbdito del monarca para ser ‘citoyen’ de Francia. Desde entonces esos ciudadanos son los que eligen a los que les gobiernan. Los puertorriqueños, mientras estamos en nuestra tierra, estamos condenados a obedecer a un Presidente y un Congreso en cuya elección no tenemos participación.

Somos tan colonia como eran los que vivían en las 13 colonias americanas antes de que la Revolución de 1776 culminara en un régimen democrático que acabó con la sumisión al poder absoluto del monarca inglés, estableciendo un sistema democrático en el cual los ciudadanos eligen a sus gobernantes: el Presidente y el Congreso. Al igual que los franceses, dejaron de ser súbditos y se convirtieron en ciudadanos. El principal costo de la colonia que Puerto Rico es, es el de no tener derecho de elegir a sus verdaderos gobernantes. Aquí somos súbditos, allá ciudadanos. No tenemos democracia como no la tenían los franceses, como no la tenían los americanos de las 13 colonias.

Como consecuencia de ser súbditos en el territorio colonial (al cual llaman ELA), recibimos menos Seguro Social, menos Medicare, menos Medicaid (que paga nuestra tarjeta de salud), becas menores a los que reciben los estudiantes de los estados. Nuestra economía insular así como nuestro ingreso promedio por persona es menos de la mitad que el de Mississippi, que es el estado menos próspero. Ello no se puede atribuir ni a nuestro tamaño ni a la población. Mírese a Rhode Island, Connecticut, Massachusetts y otros de similar población y tamaño a los nuestros. Si la estadidad fuera tan costosa los estados estarían poblados por deambulantes. El costo de la colonia es enorme porque no tenemos la estabilidad que el capital exige para sentirse tan seguro como se siente el capital que invierten las corporaciones en los estados. Como consecuencia de ello, según lo reconoció el gobernador, el gobierno de Puerto Rico está atiborrado de personas que no encuentran trabajo en nuestro subdesarrollado sector privado. Esa enorme nómina gubernamental resulta en que los puertorriqueños pagamos más contribuciones que las que tendríamos que pagar si fuéramos un estado, aun sumando los impuestos federales y los estatales. El porcentaje de la fuerza laboral total de Puerto Rico empleado en el gobierno es diez veces mayor que el del estado que más empleados gubernamentales tiene. Parte del costo de la colonia es el de tener contribuciones altísimas para pagarle a tantos empleados públicos, que si no lo fueran estarían desempleados.

La frase “costo de la estadidad” la acuñan los que no quieren que el Tesoro Federal (IRS) descubra las trampas que ahora le hacen con impunidad al Departamento de Hacienda colonial. Esa plutocracia colonial tiene enormes ingresos y tiene sus manos metidas en cada renglón de nuestra economía, desde las acciones de los bancos hasta algunos medios de comunicación. La propaganda de esos multimillonarios locales quiere hacernos creer que lo que cuesta es la estadidad cuando lo que tiene un enorme costo es el no tener el voto presidencial, ni los congresistas ni los senadores que nos tocarían si fuéramos estado y tuviéramos el poder político para que nuestros votos en el congreso y en las urnas nos permitan obtener igualdad en los fondos de la enorme red de ayuda a los que la necesitan.

Como los que vivimos en Puerto Rico no somos ciudadanos sino súbditos coloniales, nos tenemos que conformar con una parte menguada de la asistencia que necesitan nuestros ancianos, nuestros estudiantes, nuestros menos pudientes. Y con pagar enormes contribuciones al gobierno de Puerto Rico. Para los multimillonarios que acuñan la frase “costo de la estadidad”, la patria es su bolsillo. Para los que creemos en la estadidad, la patria es la gente. La patria es los que ahora somos súbditos y aspiramos a ser ciudadanos.

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