Sebastián Piñera, presidente saliente de Chile: “Me arrepiento de todos los errores y omisiones que cometimos»
En entrevista con «La Segunda», el Mandatario profundiza en las huellas que le dejaron los 4 años de presidencia. «Pretendo dar un paso atrás y no estar los próximos dos años en la primera línea de la política contingente… sí en el debate de ideas», agrega sobre el futuro.
-Sí.
El Presidente Piñera sonrió en la terraza de su casa el domingo por la mañana, cuando recibió a La Segunda con el fin de reflexionar sobre lo que aprendió durante sus cuatro años al mando del país.
En una conversación distendida se refirió a su experiencia en La Moneda, el poder Presidencial en Chile y sus proyectos futuros, pero siempre con su característica energía y entusiasmo por recontar tanto los logros como sus decepciones en los últimos años. Señala que la Presidencia lo ha hecho más reflexivo, más humilde, con mayor capacidad de escuchar.
-¿Qué le parece Underwood? ¿Se ha cruzado con políticos de ese corte?
-Bueno, él es una caricatura, porque concentra todo el cinismo, hipocresía, pero seguro que hay muchos Frank Underwood dando vuelta no solamente en la política, sino en todos los ámbitos del quehacer humano. Y en Chile también.
-¿Podría mencionar algunos?
-Se me vienen algunos a la cabeza, pero aquí hay un cambio de esta Presidencia: una mayor cuota de prudencia.
-¿Y algunas Claire Underwood también?
-Bueno, Claire es la pareja perfecta, porque lo acompaña, lo ayuda, no lo cuestiona, y por tanto forman una dupla formidable. Y efectiva. Tanto es así, que llegó a donde quería llegar. Mejor dicho, llegaron a donde querían llegar, la Presidencia de la república, sin tener los méritos tradicionales, sino que en base a astucia, hipocresía, cinismo, y muy poca lealtad.
-Esa no es la fórmula del éxito, usted cree. ¿O sí lo es?
-No. Yo creo que eso sólo ocurre en las series de Netflix.
-Sobre el poder de la Presidencia, Ud. ha dicho que los Presidentes entran pensando que hay que redistribuir el poder entre el Ejecutivo y el Congreso, pero salen contentos que Chile sea un país tan presidencialista.
-Así es. Y yo no soy la excepción.
-¿Por qué?
-En Chile la Presidencia es muy poderosa. De pronto el Presidente lidera el Ejecutivo que, después de todo, administra cerca de un cuarto del producto nacional bruto. Pero eso no es todo. Además tiene un montón de otras facultades. Es el legislador más importante, que colegisla con el Congreso, pero con muchas atribuciones.
Yo siento que en un país como Chile se requiere que exista una instancia de responsabilidad personal, porque cuando las responsabilidades son compartidas o colegiadas a veces se diluyen y se difunden.
Yo me imagino cómo serían las finanzas públicas en nuestro país si los parlamentarios tuvieran iniciativa de gastos, que hoy día gracias a Dios no tienen.
El Presidente siente esa responsabilidad de ser Presidente. Siente que tiene un compromiso y una obligación especial. Siente que él no puede caer a los cantos de sirena de la demagogia, del populismo.
-El Presidente de EE.UU. Abraham Lincoln dijo «Casi todos los hombres pueden resistir la adversidad, pero si uno quiere probar el carácter de un hombre, hay que darle poder».
-Tiendo a compartir esa opinión de Abraham Lincoln, porque cuando uno es sólo un opinólogo, uno opina lo que quiere. Cuando uno es parte de un cuerpo colegiado, por ejemplo el Congreso, las responsabilidades se diluyen. Pero cuando uno sabe que uno es el Presidente, y que uno tiene que tomar la decisión, uno lo piensa con más fuerza, con más compromiso, ¿qué es lo mejor para Chile?. ¿Cuál es mi deber como Presidente?
Por ejemplo, cuando los estudiantes en las calles pedían terminar con la educación privada, y que el Estado monopolizara la educación en Chile, y que la educación fuera gratuita y sin ninguna exigencia y sin ningún requisito para ninguno, yo sabía que eso era lo más popular y que las encuestas le daban 80 y 90 por ciento de respaldo.
Pero uno se preguntaba, ¿es bueno para Chile entregarle al Estado el monopolio de la educación? ¿Es mejor un Estado docente o una sociedad docente en que la sociedad civil y el Estado puedan participar en la creación de instituciones educacionales en todos los niveles, preescolar, escolar, y superior, y que los padres y los estudiantes puedan elegir la educación de sus hijos o de ellos mismos?
Ahí uno se da cuenta de que no se podía ceder a esa demanda. Yo veía cómo los diputados y los senadores eran tan complacientes, y algunos tan obsecuentes, con estas peticiones que eran, a mi juicio, tan equivocadas. Y se prueba el carácter del Presidente.
-¿Será difícil para Ud. encontrarse el 12 de marzo sin ese poder?
-No voy a echar de menos los adornos del poder en el sentido de la rendición de honores, que los Carabineros se cuadren, que todo el mundo lo llame Señor Presidente.
Pero sí creo que voy a echar de menos el poder mismo.
Hoy en la mañana yo conversaba con mi mujer, porque hoy día me desperté muy temprano e inmediatamente esperé hasta que llegara las 6:30 y 7 de la mañana, para empezar a llamar a los ministros y decirles «Hagamos esto. Hagamos esto otro».
Yo me pregunto qué voy a hacer el miércoles 12. ¿A quién voy a llamar? Y mis hijos me dicen, por favor no nos llames a nosotros a las 6 de la mañana, recordando una anécdota de mi padre. El tenía esa misma vocación por la vida, y nos llamaba a sus hijos a las 6 de la mañana. Mis hijos me dicen que no incurra en la misma conducta que tanto me molestaba cuando éramos niños.
También estoy seguro que hay vida, y buena vida, más allá de La Moneda.
La paradoja de la nueva ciudadanía
-En su discurso para el 80.o aniversario de La Segunda, en julio de 2011, Ud. se refirió al descontento de la población a pesar de los buenos indicadores económicos. Habló de una «nueva ciudadanía», con mayor conciencia de sus derechos, más exigente con resultados, más empoderada, más impaciente.
En ese momento estaba entrando en el segundo tercio de su Gobierno. ¿Cómo lo ve a la sociedad chilena y sus exigencias 2½ años después?
-Bueno, esa descripción y tendencia que está en las palabras que usted acaba de recordar, se acentuó con el tiempo. Porque sin duda que hoy día tenemos una sociedad más empoderada, más consciente de sus derechos, más exigente de las soluciones, más impacientes, y muchas veces, poco conscientes de sus deberes. Eso es parte de una tendencia bastante universal.
Por ocurre una paradoja, que por lo demás ha sido descrito en la literatura. A veces los países, cuando son muy pobres, la gente no protesta y agradece todo lo que recibe.
Pero cuando logran despegar, y empieza a producirse ese cambio desde la pobreza hacia esa clase media emergente, a pesar de que el país avanza mejor y más rápido, las aspiraciones, las necesidades, los derechos crecen aún más rápido, y se produce una paradoja de que el país va mucho mejor y sin embargo la gente está mucho más descontenta.
Al final yo hice un diagnóstico ahí, que a veces el crecimiento y la felicidad corren por carriles distintos. Por tanto, un gobierno tiene que preocuparse no solamente de las variables tradicionales que están bajo la acción pública -el crecimiento, la inversión, el empleo, los salarios- sino que también tratar de ampliar el ámbito de su acción hacia temas que están directamente ligadas con la felicidad.
Por ejemplo, en esa época surgió el programa Elige Vivir Sano, que fue algo que impulsó la Primera Dama y que tenía por objeto cambiar la cultura de nuestro país.
-Muchos analistas políticos locales y extranjeros han alabado el hecho de que su gobierno haya seguido a cuatro gobiernos de la Concertación como algo sano para la democracia chilena. La alternancia del poder es visto como un bien en sí mismo.
¿Ud. cree en otro tipo de alternancia, en la renovación de los liderazgos de los partidos políticos y de los candidatos presidenciales?
-Sí, creo que la alternancia es buena para la democracia, pero la alternancia no está escrita ni está asegurada en ninguna ley. Hay que ganársela. Es como abrir las puertas y las ventanas para que entre el aire fresco y entren las nuevas ideas.
Por supuesto que creo en la renovación de los liderazgos. Para que algo nazca, algo tiene que morir. Es una regla de oro de la naturaleza, incluyendo la naturaleza humana.
-El vicerrector para Asuntos Internacionales de Harvard, Jorge I. Domínguez, un especialista en política latinoamericana, dijo esta semana que le preocupa el distanciamiento que él ve en Chile entre los partidos políticos y la sociedad.
-Comparto este diagnóstico de este distanciamiento, este divorcio, entre la política y la ciudadanía, y, cuidado, porque no hay democracia sana con política enferma. Hay que recuperar la legitimidad, el valor y el aporte de la política.
-Domínguez dice que si tuviera una varita mágica en Chile no permitiría la reelección de Presidentes saltándose un período, como lo está haciendo Michelle Bachelet ahora y como Ud. posiblemente lo podría hacer en 2017.
Piensa que este procedimiento posterga el relevo de los liderazgos de los partidos y en los candidatos.
-Yo soy contrario a la reelección inmediata porque no me gustan los Presidentes candidatos. Sin embargo, me gusta el principio que florezcan todas las flores, pero que la gente tenga la libertad de elegir a sus liderazgos.
Desde ese punto de vista, no me parece mal la posibilidad de que un Presidente, si lo ha hecho bien, si la gente lo quiere, pueda ser reelegido.
-¿Pueden florecer todas flores bajo la sombra de un ex Presidente que sigue en la vida pública como candidato?
-Por supuesto que sí. Los Presidentes de la Concertación, ninguno se repitió salvo Michelle Bachelet aunque algunos lo intentaron. No quiero mencionar nombres, pero hubo algunos ex Presidentes de Chile que quisieron reelegirse y no pudieron. Algunos no lo lograron porque no los nombraron candidatos, y otros los designaron candidatos pero perdieron la elección. Y no me estoy refiriendo ni al Presidente Aylwin ni a la Presidenta Bachelet.
-¿De qué se arrepiente en estos cuatro años?
-Se me viene a la cabeza esa maravillosa canción de la Edith Piaf, que me recuerda a mi padre que se emocionaba hasta las lágrimas cada vez que la escuchaba, que decía «Je ne regrette rien», no me arrepiento de nada.
Pero, no, yo me arrepiento de muchas cosas. Por lo pronto me arrepiento de todos los errores que he cometimos. Me arrepiento de todas las omisiones que cometimos.
-Cuéntenos una.
-Yo creo que creamos demasiadas expectativas al comienzo. Estábamos tan contentos, tan entusiastas, tan motivados, que creíamos que todo era posible, que creamos más expectativas que las posibles para cumplir. Y al final eso nos cobró la cuenta.
La fundación que viene: «No será de trinchera, estará en el debate de las ideas»
-Usted ya tiene la Fundación Futuro y la Fundación Tantauco. ¿Para qué crear una más?
-La Fundación Futuro y la Fundación Tantauco vienen de muy atrás. Una se dedica a la cultura y la educación; la otra, al mundo del medio ambiente, de la conservación.
Tenemos un plan de crear una nueva fundación, cuya función es distinta a las anteriores: Será estar en el debate de las políticas públicas, aportando a nuestro sector con ideas, propuestas, ayudando a nuestros parlamentarios, partidos políticos, dirigentes, alcaldes, a ejercer una labor más fecunda. Y defendiendo el legado de este Gobierno, lo cual es perfectamente legítimo.
Le he pedido al ministro Andrés Chadwick que presida esa fundación. El ha aceptado, lo cual me tiene muy contento.
-¿Tendrá fines partidistas?
-No partidistas. No será una fundación de trinchera, de un partido, pero sí estará en el debate de las ideas y las políticas públicas, bajo la orientación de nuestros principios: los de la libertad, de la dignidad de la vida, de los derechos humanos, de la innovación, del emprendimiento, de la iniciativa individual, de economía social del mercado, de la familia, de la igualdad de oportunidades, de la justicia social, de la protección del medio ambiente.
-¿Será más de debate público contingente que académico o teórico?
-Una justa combinación de las dos, porque el debate contingente sin nada de la academia es muy pobre, y el debate académico sin nada de contingencia es muy estéril.
-¿Y cuál va a ser su rol en la fundación? Usted ha sido profesor, ha sido empresario y político.
-Muchos, cuando les cuento, no me creen, partiendo por mi propia mujer: Pretendo dar un paso atrás y no estar durante los próximos dos años en la primera línea de la política contingente, pero sí en la primera línea del debate de las ideas y de las políticas públicas.
Por lo tanto, tengo muchos planes y proyectos, entre ellos volver al mundo de la academia. Tengo muchas invitaciones para ser profesor visitante en universidades importantes del mundo.
-¿Nos puede adelantar algunas de ellas que la han tentado?
-Me tienta el mundo sajón y el francófilo. De hecho, después de dejar la Presidencia, la primera actividad que tenemos es una invitación a los ministros y subsecretarios a visitar el Parque Tantauco, donde hace cinco años que no voy.
Después tengo muchos planes: Ir a un seminario en Lima, Perú, al cual me invitó Mario Vargas Llosa. Después tengo planificado un viaje a EE.UU., a dar muchas conferencias en Miami, Philadelphia, Boston. Visitaré también la Universidad de Harvard, y después de eso tengo programado un viaje a Europa. En fin, muchos planes y proyectos.
Ley Unica de Donaciones: «Los afortunados pueden dar mucho más de lo que están dando»– Ud. recién envió el proyecto de Ley Unica de Donaciones. ¿Cómo considera que debe ser el rol de las personas naturales y de las empresas comparado con el rol del Estado en el apoyo de las obras sociales? En EE.UU. se ve a la filantropía más como un deber de las personas. No así en Europa y Asia.
-Pensar que todas las acciones de filantropía competen sólo al Estado, es minimizar y empobrecer la naturaleza de una sociedad. Debieran comprometer a todos, y particularmente a la sociedad civil y los que tienen más.
Por eso enviamos esta Ley, la cual fortalece los incentivos a través de ampliar el número de causas que pueden recibir donaciones, aumentar el número de donantes, de montos, facilitar los trámites, dar mejores franquicias tributarias para fomentar, incentivar y promover la filantropía y la contribución privada a causas de interés público. Es una ley que, espero que sea aprobada, y hará de Chile una sociedad con mayores aportes privados de interés público.
Es cierto que en EE.UU. eso está mucho más desarrollado, pero en Chile ha venido creciendo la cantidad de empresas que se comprometen con proyectos privados. Antes siempre pensábamos que la única responsabilidad que tenía la sociedad civil en esta materia era de pagar los impuestos. Hoy día sabemos que va mucho más allá. El impuesto es el «desde».
– En EE.UU., Andrew Carnegie, filántropo del siglo 19, dijo que «un superávit de riqueza es un fideicomiso ( trust ) cuyo dueño debe administrar para el bien de la sociedad». ¿Comparte esa opinión?
-De hecho, cuando uno ve las grandes fortunas, uno se pregunta: «¿Cuál es el objetivo de las personas de seguir trabajando, produciendo, creando, cuando ya todas sus necesidades las tienen satisfechas?». Pueden haber dos. Una, que quieran seguir consumiendo más y más, o quieran seguir produciendo, pero no para un interés particular, sino que para construir su país.
La élite chilena en general ha sido muy comprometida con su país -siguió viviendo en él, a diferencia de lo que ha pasado en otros países de América Latina-, y a la vez (algo de esto se ha perdido) tenía también un compromiso con una vida más simple y más austera.
El poder y el dinero se pueden ver desde dos puntos de vista. Uno, como un objetivo en sí mismo. Acumularlo y acumularlo. Para los que así lo hacen, termina siendo un factor de esclavitud. En cambio, cuando uno toma el dinero y el poder como un medio para hacer cosas buenas, se transforma en un factor de libertad.
-En ese mismo sentido, Bill Gates y Warren Buffet crearon la organización Giving Pledge, que incentiva a multimillonarios a donar más de la mitad de sus fortunas a organizaciones filantrópicas. ¿Funcionaría acá en Chile?
-Oiga, el padre Hurtado decía que había que donar hasta que duela, pero era el padre Hurtado. Por supuesto que de pasar de donde estamos hoy día a que los más afortunados donen la mitad, hay un largo trecho por recorrer, pero sí pueden dar mucho más de lo que hoy están donando.
Ley Unica de Donaciones: «Los afortunados pueden dar mucho más de lo que están dando»
– Ud. recién envió el proyecto de Ley Unica de Donaciones. ¿Cómo considera que debe ser el rol de las personas naturales y de las empresas comparado con el rol del Estado en el apoyo de las obras sociales? En EE.UU. se ve a la filantropía más como un deber de las personas. No así en Europa y Asia.
-Pensar que todas las acciones de filantropía competen sólo al Estado, es minimizar y empobrecer la naturaleza de una sociedad. Debieran comprometer a todos, y particularmente a la sociedad civil y los que tienen más.
Por eso enviamos esta Ley, la cual fortalece los incentivos a través de ampliar el número de causas que pueden recibir donaciones, aumentar el número de donantes, de montos, facilitar los trámites, dar mejores franquicias tributarias para fomentar, incentivar y promover la filantropía y la contribución privada a causas de interés público. Es una ley que, espero que sea aprobada, y hará de Chile una sociedad con mayores aportes privados de interés público.
Es cierto que en EE.UU. eso está mucho más desarrollado, pero en Chile ha venido creciendo la cantidad de empresas que se comprometen con proyectos privados. Antes siempre pensábamos que la única responsabilidad que tenía la sociedad civil en esta materia era de pagar los impuestos. Hoy día sabemos que va mucho más allá. El impuesto es el «desde».
– En EE.UU., Andrew Carnegie, filántropo del siglo 19, dijo que «un superávit de riqueza es un fideicomiso ( trust ) cuyo dueño debe administrar para el bien de la sociedad». ¿Comparte esa opinión?
-De hecho, cuando uno ve las grandes fortunas, uno se pregunta: «¿Cuál es el objetivo de las personas de seguir trabajando, produciendo, creando, cuando ya todas sus necesidades las tienen satisfechas?». Pueden haber dos. Una, que quieran seguir consumiendo más y más, o quieran seguir produciendo, pero no para un interés particular, sino que para construir su país.
La élite chilena en general ha sido muy comprometida con su país -siguió viviendo en él, a diferencia de lo que ha pasado en otros países de América Latina-, y a la vez (algo de esto se ha perdido) tenía también un compromiso con una vida más simple y más austera.
El poder y el dinero se pueden ver desde dos puntos de vista. Uno, como un objetivo en sí mismo. Acumularlo y acumularlo. Para los que así lo hacen, termina siendo un factor de esclavitud. En cambio, cuando uno toma el dinero y el poder como un medio para hacer cosas buenas, se transforma en un factor de libertad.
-En ese mismo sentido, Bill Gates y Warren Buffet crearon la organización Giving Pledge, que incentiva a multimillonarios a donar más de la mitad de sus fortunas a organizaciones filantrópicas. ¿Funcionaría acá en Chile?
-Oiga, el padre Hurtado decía que había que donar hasta que duela, pero era el padre Hurtado. Por supuesto que de pasar de donde estamos hoy día a que los más afortunados donen la mitad, hay un largo trecho por recorrer, pero sí pueden dar mucho más de lo que hoy están donando.