Las perspectivas del nuevo gobierno – periódico La Tercera, Chile
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región
EL CICLO político que se inicia hoy con la inauguración del nuevo gobierno parece marcado por las expectativas que genera el retorno a La Moneda de la Presidenta Michelle Bachelet. El amplio triunfo que obtuvo en los comicios de enero, así como las promesas incluidas en su programa y las demandas provenientes de distintos sectores, configuran un panorama exigente en el cual las autoridades que asumen hoy deberán mostrar capacidad política para llevar adelante la tarea.
Tal como hizo en la primera conformación del gabinete en 2006, la Mandataria ha realizado ahora una apuesta al designar a su equipo de colaboradores más estrechos. Pese a que en general se tuvo en cuenta la representatividad de los distintos partidos de la Nueva Mayoría al momento de llenar los cupos de la primera línea de gobierno, el rasgo más llamativo de los principales ministros y asesores es la cercanía con la Presidenta y con el programa que ella impulsa. Este propone una serie de ambiciosas transformaciones en ámbitos diversos, desde la reforma de la Constitución hasta la gratuidad de la educación o la eliminación del FUT. Para llevar adelante estos cambios, el gobierno que inicia funciones hoy contará con una amplia mayoría en ambas cámaras del Congreso, lo cual le abre la perspectiva de impulsarlos sin el concurso de la oposición, siempre y cuando sea capaz de articular debidamente a las fuerzas que lo apoyan.
PESE A las favorables condiciones descritas, se han hecho palpables en el último tiempo algunas fisuras que representan obstáculos para la gestión política y que, si no son enfrentadas de manera adecuada, pueden llegar a convertirse en amenazas para el nuevo gobierno.
Algunos de estos problemas han quedado al descubierto con el proceso de designación de autoridades. El hecho de que cuatro subsecretarios nominados hayan debido renunciar a su cargo antes incluso de asumirlo debe preocupar a La Moneda. En el caso de aquellos que exhibían antecedentes procesales reñidos con la función pública, las dimisiones entregan una imagen de desorden y desprolijidad que sugiere una errada lectura del momento por el que atraviesa la sociedad chilena, la cual demanda transparencia y muestra escasa tolerancia frente a los errores cometidos por la autoridad.
Por otra parte, en el caso de aquellas que debieron renunciar debido a presiones de grupos de interés -como lo ocurrido el fin de semana con la subsecretaria de Fuerzas Armadas-, se revela debilidad política a la hora de sostener decisiones propias que puedan resultar polémicas. Gobernar supone tomar opciones que a menudo despiertan resistencia entre ciertos sectores e incluso pueden resultar impopulares, pero que deben ser adoptadas por la autoridad en pro del interés general de la sociedad. Ya en su administración anterior, la Presidenta Bachelet mostró poca disposición a arriesgar su capital político en situaciones complejas o de crisis, lo cual provocó problemas para su gobierno y su coalición política.
PARA PREVENIR descoordinaciones, el nuevo ministro del Interior ha señalado que implementará un estilo de trabajo que contempla una serie de reuniones con los partidos políticos de la Nueva Mayoría y con las bancadas parlamentarias de éstos. Es conveniente que, al mismo tiempo que ejerce sus facultades constitucionales en la conducción del Estado, el Ejecutivo sea capaz de mostrar liderazgo político, para lo cual resulta necesario que desarrolle vínculos con los grupos y partidos que lo apoyan y también tienda lazos hacia la oposición.
Sin embargo, dado el enorme poder que tendrá el próximo gobierno debido a la votación que obtuvo y al control político de la Nueva Mayoría en el Congreso, es necesario que La Moneda actúe con extrema cautela en el respeto a las atribuciones constitucionales de los poderes del Estado. Por ello, no parece aconsejable que en las reuniones de coordinación políticas anunciadas actúen en su calidad de tales los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, pues ello puede importar una indebida subordinación de una rama del Estado respecto de otra.
En este escenario -en el marco de una alta exigencia y expectativa ciudadana y de un gobierno que se estrena en medio de condiciones políticas nunca antes vistas- adquieren especial importancia las primeras medidas que adopten las autoridades que hoy llegan a La Moneda. Estas han prometido que actuarán con rapidez y presentarán muy pronto proyectos de ley significativos. Más allá del efecto que ello pueda provocar en la opinión pública, será útil conocer el detalle de propuestas que pretenden reformar profundamente la institucionalidad en una serie de ámbitos cruciales para el desarrollo del país, alterando el camino seguido por éste hasta ahora. En la búsqueda de este objetivo, las nuevas autoridades han prometido que se ceñirán estrictamente a lo establecido en el programa de gobierno.
Aunque la férrea determinación de seguir al pie de la letra lo prometido en el programa puede ser entendida como el cumplimiento de un compromiso adquirido con el electorado, es necesario que al momento de impulsar sus contenidos las nuevas autoridades consideren el impacto que éstos pueden tener sobre el dinamismo de una economía que hoy ya no exhibe las condiciones externas de las que el país ha gozado en los últimos años.