Argentina: entrevista a la revista autogestiva Sudestada
Marcha
sigue dialogando con revistas autogestivas, esas que día a día construyen una nueva forma de comunicación en Argentina. Hoy nos responde el colectivo Sudestada.
Con más de una década en las calles, Sudestada se ha convertido en un emblema para la comunicación autogestiva. Por las temáticas que aborda, el profesionalismo y calidad de su trabajo, su impecable edición, su coherencia ideológica y práctica, sus tremendas tapas y su trabajo a pulmón y sin atajos, la labor de la revista nacida en Lomas de Zamora no paró de crecer en todo este lapso de tiempo. Hoy dialogó con Marcha, y acá se los mostramos.
¿Qué los motivó a comenzar con su proyecto comunicacional? ¿Cómo se organizan internamente?
Nacimos como una revista pensada como alternativa propia de un grupo de estudiantes universitarios desengañados por el perfil de la carrera y también por la oferta laboral en la prensa comercial de aquel entonces. No nos interesaba ser parte de aquella geografía. Queríamos construir un proyecto que no nos frustrara, donde pudiéramos publicar, investigar, entrevistar y trabajar alrededor de los temas que a nosotros nos interesaban y no los que los demás nos impusieran. Los grandes medios no eran nuestro anhelo. Nuestras discusiones tenían que ver con años de encuentros, charlas e inquietudes compartidas.
La revista surgió como algo pequeño que fue creciendo y se convirtió en la única revista alternativa que subsistió trece años consecutivos, con 126 ediciones en la calle y hasta un sello editorial con más de quince libros publicados sin pauta oficial ni subsidios ni apoyo de ningún organismo oficial a ningún nivel. Era el momento de asumir riesgos, de lanzarse a la búsqueda, de defender nuestra propia manera de pensar el periodismo, de discutir política a partir de algunas certezas y de salir a la calle para cotejar nuestras ideas con la realidad.
La línea editorial se discute todos los días y está marcada por la opinión de quienes conformamos el núcleo de la revista. Si bien se defiende una perspectiva amplia de las miradas que se asumen, la revista tiene una dirección editorial que toma las decisiones cuando no hay unanimidad ni consenso, pero siempre se intenta discutir y debatir todos los temas en instancias de reuniones y asambleas donde todos aquellos que trabajan más y que tienen mayor presencia cotidiana tienen, por lógica, más autoridad para exponer sus ideas y se los escucha de otra manera.
¿Por qué consideran importante comunicar desde un medio autogestivo?
Mucho ha pasado en estos años, imposible de sintetizar en estas líneas. Aprendimos, erramos, la pegamos y nos equivocamos, sembramos lectores y cosechamos amigos, abrimos las puertas y nos llenamos de historias, de melodías, de imágenes imborrables. Defendimos esta independencia autogestiva que hoy nos permite hablar con autoridad de todo aquello que nos inquieta, proponer algunos ejes de debate, empujar referencias para compartir con tantos como nosotros. Y en todo este largo proceso, no encontramos otra fórmula mejor para crecer que el esfuerzo, el fervor y la pasión, que la seguridad que nos genera escribir sobre los temas que nos interesan y rescatar las experiencias que nos conmueven.
La verdad es que no tenemos ganas de mendigar nada al Estado ni a nadie, trabajamos hace doce y pico años desde abajo sin esperar gestos ni limosnas de nadie. Somos una cooperativa de hecho sin formalismos ni cuestiones técnicas. No tenemos ni queremos subsidios, más de una vez dijimos que no por una cuestión de principios que debatimos en la revista: lo único que tenemos es nuestra autoridad para opinar sobre algunos temas, y depender del dinero oficial creemos que sesgaría esa autoridad. Subsistimos a partir del esfuerzo diario que significa distribuir, vender, difundir y recorrer el país con nuestra publicación. Tenemos la suerte de que hay muchos interesados en nuestra revista y gracias a la venta podemos editar Sudestada. Somos 100 por ciento dependientes de nuestros lectores y hacemos la revista que nos gustaría leer, sin condicionamientos, con problemas y contradicciones, pero entre amigos y compañeros que, además de sentirse bien por su trabajo individual, pueden disfrutar del esfuerzo de un colectivo que potencia las voces singulares y las diluye en un lenguaje propio, pequeño todavía, pero con mucho potencial.
¿Cómo ven el panorama de los medios autogestivos en la actualidad?
El rol de los medios autogestivos no lo sabemos ni somos quienes para definirlo, pero el nuestro desde Sudestada es ofrecer otra realidad cultural y política, que se diferencie de la agenda de los grandes medios comerciales, y que se corresponda con los intereses e inquietudes del sector social al que pertenecemos. Para eso hay que investigar, hay que trabajar con seriedad, hay que ser mejores que aquellos que criticamos, hay que observar y escuchar. No creemos que el solo hecho de armar un medio alternativo signifique asumir una postura revolucionaria: muchos lo hacen porque no lograron acomodarse en los grandes medios y en algunos casos reproducen a muy baja escala las mismas características.
¿Qué lugar ocupa en la actualidad la comunicación popular en la sociedad?
Un rol marginal, pero cada vez más importante. A diferencia de lo que sucedía décadas atrás, hoy en día hay formatos y esfuerzos colectivos que atraviesan los obstáculos económicos y las barreras de la difusión para ir creciendo a pequeña escala todavía, pero con un protagonismo cada vez mayor. Ante un escenario de grandes medios enfrentados por los intereses que cada uno de ellos defiende, la consolidación de una mirada alternativa representa una gran oportunidad para instalar algunos temas que nos interesan. En nuestro caso y desde el comienzo, las dificultades fueron todas las imaginables. Pero nunca los problemas se transformaron en obstáculo; más bien siempre fueron parte de la apuesta general. Nadie pensó que iba a ser sencillo, y siempre fueron más las ganas de construir algo desde lo comunicacional que nos perteneciera y que nos permitiera identificarnos, que los bajones y contratiempos que fueron surgiendo en el camino. Más que de una ley, depende de nosotros.
¿Cómo observan desde la comunicación popular a la situación del periodismo en estos tiempos de polarización mediática, en el marco de los debates entre el gobierno nacional y sus multimedios afines, y multimedios privados?
Desde 2001 teníamos muy en claro quién era el Grupo Clarín, pero es evidente que no es posible articular un proyecto alternativo cuando el que garantiza el financiamiento es el Estado; porque el Estado (o la gestión de turno) siempre exige una mirada uniforme como contrapartida: no hay espacio para la crítica, porque cualquier crítica es funcional al que tienen enfrente. De ese modo, los medios oficialistas terminan reproduciendo aquello que sistemáticamente critican. No hace falta ir muy lejos para descubrir esta realidad. Con mayor o menor poder, los modelos de uno y otro bando se parecen mucho: los dos ocultan la información perjudicial, manipulan aquello que muestran, disimulan defectos, barren debajo de la alfombra opiniones que ponen en cuestión sus certezas porque detrás hay un negocio, hay intereses que defender.
Nosotros elegimos mantenernos al margen de esta disputa, porque además hoy el escenario de los medios está lleno de conversos y mercenarios que a cambio de un puestito y un sueldito se cambian de camiseta y se ponen a bajar línea, sin ningún tipo de complejos.
¿Cuál es el cambio fundamental que se daría con la Ley de formato y protección de revistas culturales independientes?
No lo sabemos. Sí sabemos que las leyes no generan cambios de fondo si no van acompañadas con otros procesos políticos que tienen que ver con la presión y la participación. Por lo tanto, veremos qué pasa. Nadie puede esperar demasiado de un Estado que durante muchos años se mantuvo ausente (y en otro período, indiferente) al mensaje comunicacional que no le era funcional. En ese sentido, no esperamos grandes cambios. Todo dependerá de las revistas culturales, de que batallen por seguir llevando su voz a todos lados, que no nos resignemos antes.
¿Qué acciones llevan a cabo para profundizar el vínculo con otros medios autogestivos?
Participamos de cuanta instancia en común surja: ferias, mesas debate, encuentros. Incluso seguimos pensando en la necesidad de unir fuerzas para algo más que reclamarle al Estado. Pero siempre teniendo en cuenta las diferentes formas de entender la realidad y las dinámicas distintas de trabajo. En todo caso, nos sentimos pares de aquellos medios que dan la disputa en la calle, que van a los kioscos y dan la pelea en ese ámbito, no sólo en reductos cerrados o especializados. Pensamos que hay que cotejar las ideas en la calle y ver si lo que pensamos y decimos tiene un rebote, si representa o si genera un pensamiento crítico interesante, aunque no se compara la línea ideológica o los contenidos.
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