La inseguridad está creciendo en vísperas electorales -Periódico La Prensa Gráfica, El Salvador
La imprevisión y la improvisación han hecho de las suyas, y las consecuencias no sólo están a la vista sino que todos las sufrimos en carne propia, de una u otra manera.
En los días más recientes se han producido varias masacres o asesinatos múltiples, con características que hacen sospechar la presencia activa de grupos de exterminio. En los primeros 20 días del año en curso se han producido 20 muertes con estas características. Si se llegara a comprobar que hay grupos de exterminio en acción eso indicaría que se está pasando a una fase del más alto riesgo en la escalada de violencia que padecemos. Resulta dramáticamente alarmante que las condiciones que se dan en la realidad estimulen el que aparezcan formas de justicia privada, de cualquier tipo que esta sea, pues eso vendría a dejar a las autoridades en una situación aún más deteriorada frente al desafío de una criminalidad que ya está fuera de control.
En otro aspecto igualmente sintomático de ese grave trastorno al que nos referimos, se han dado acusaciones públicas en el sentido de que las pandillas están tratando de intimidar a la población para que se incline por uno de los partidos políticos en contienda. El Fiscal General de la República se ha pronunciado en el sentido de que la ciudadanía no se someta a ningún tipo de coacción a la hora de emitir su voto; y a las pandillas el Fiscal les ha enviado un mensaje en lenguaje coloquial: “Hacemos una advertencia a las pandillas: que no se dejen enganchar por los partidos políticos en esta contienda electoral”.
En términos generales, lo que se percibe es un fenómeno cada vez más complicado, que se manifiesta de distintas maneras: por una parte, la fragilidad de los mecanismos institucionales está dando pie para que las maras o pandillas expandan su accionar; por otra parte, eso podría estar ya generando reacciones organizadas fuera de la ley; en otro sentido, la politización de esta temática tan sensible contribuye a trastornar aún más las cosas; y en el ambiente ciudadano es creciente la impaciencia ante el hecho cierto de que la inseguridad va ganando cada vez más espacios, en detrimento de una vida normal y segura, que ahora parece más lejana que nunca.
Ante tal panorama, es inevitable formularse, con apremio de obtener respuestas muy concretas, la reiterada pregunta del millón: ¿Qué hacer? Y como ya se han dado múltiples reacciones parciales y coyunturales al respecto, lo que hoy se reclama es un plan integral e integrador, que no se vaya por las ramas sino que acuda programáticamente a las causas y les dé tratamiento efectivo a las consecuencias. Esa será tarea inescapablemente prioritaria de la próxima Administración, que entrará en funciones exactamente dentro de 128 días.
Habría que crear, de entrada, una mesa de diagnóstico, multisectorial y pluralista, y con tiempo definido para presentar resultados. Luego, establecer el equipo que, a partir del diagnóstico, articule el proyecto, que contemple todos los elementos necesarios: investigación exhaustiva, accionar legal con carácter interinstitucional, mecanismos preventivos eficaces y formas de reinserción que garanticen que ésta sea irreversible. En pocas palabras: toda una dinámica inequívocamente orientada a atacar la problemática en sus múltiples dimensiones.
Ya no es posible darse el lujo cómodo de dejar cabos sueltos. La imprevisión y la improvisación han hecho de las suyas, y las consecuencias no sólo están a la vista sino que todos las sufrimos en carne propia, de una u otra manera. La coyuntura del cambio de gobierno es una oportunidad para hacer los giros pertinentes, y nada justificaría dejarla pasar de modo irresponsable.
http://www.laprensagrafica.com/2014/01/23/la-inseguridad-esta-creciendo-en-estas-tensas-visperas-electorales