El patio trasero- Periódico La Hora, Guatemala

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región

Por décadas, el patio trasero de los Estados Unidos servía maravillosamente a sus fines, puesto que bajo el control de dictaduras amigas, como la de Somoza al que llamaban hijo de tantas, pero afirmando que era “su” hijo de tantas, entregaban los recursos a empresas norteamericanas que influían notablemente en la política de esos pueblos. Era un patio trasero ordenado bajo el cuidado de severos jardineros que no permitían que se moviera una hoja sin su intervención o permiso.

Pero el desinterés ha ido haciendo estragos. América Latina no es una región prioritaria para los intereses norteamericanos y si acaso les preocupa el tema del narcotráfico y los débiles focos de nacionalismo que hay en algunos países. Ni el Ejecutivo ni el Congreso han tenido realmente una atención significativa para la región y en medio del descuido, fueron surgiendo gobiernos cada vez menos dependientes, menos alineados, que ahora han puesto la pica en Flandes al convertir la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en una auténtica cumbre, con una participación masiva de jefes de Estado, que contrasta con la última Cumbre Iberoamericana auspiciada por España cuyo fracaso fue tal que hubo de plantear que las reuniones ya no sean anuales sino cada dos años.

Siendo en Cuba el encuentro, natural era esperar que se ratificara lo que desde hace años se viene diciendo en la Asamblea General de Naciones Unidas contra el bloqueo y embargo económico de la isla por Estados Unidos. En forma unánime, los gobernantes condenaron el embargo, lo que constituye un revés importante para la política exterior norteamericana.

Y es que el foro regional de las relaciones multilaterales, la Organización de Estados Americanos, ha sido criticado por ser literalmente un perro faldero de los intereses norteamericanos. Se evidenció con el caso de Guatemala en 1954, con el de Cuba en los años sesenta, la República Dominicana en la misma década y luego con las posturas que se asumieron contra cualquier país que desafiara la influencia del gran imperio. El secretario general de la OEA, el chileno Insulza, anticipando la debacle prefirió ir a Cuba rompiendo una tradición de medio siglo, sabiendo para qué lado se mueven las aguas.

América Latina se ha movido entre los extremos de la Alianza para el Progreso y la Política del Garrote. La primera fue efímera y la segunda casi eterna. Sin embargo, el desinterés ha marcado grandes diferencias y hoy el patio trasero se coloca al frente en un giro interesante.

 

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