Primer desvío del “nuevo rumbo” – Diario ABC Color, Paraguay

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“Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región” 

El presidente Cartes remitió al Congreso para su estudio el Protocolo de Adhesión de Venezuela al Mercosur, contradiciendo una posición expresada firmemente en un comunicado emitido el 12 de julio pasado, cuando era presidente electo. ¿Qué motivos le habrán inducido a tragarse sus palabras y a pretender que el Senado convalide la irregular incorporación venezolana? Debería explicárselo al país. El Paraguay, cuya dignidad quedaría mancillada si se prestara a la farsa proyectada, no debe darle institucionalidad al Mercosur avalando una grosera irregularidad. De ninguna manera podemos ni debemos “blanquear” una fechoría sacrificando la dignidad del pueblo paraguayo. Eso es, por lo menos, lo que se desprende de lo bien dicho por el presidente Cartes en su comunicado de julio pasado. Salvo que estemos en presencia del primer desvío del “nuevo rumbo”

“Las características jurídicas del ingreso de Venezuela como miembro pleno al Mercosur no han sido subsanadas conforme a las normas legales. El mero transcurso del tiempo o decisiones políticas posteriores no restablecen, por sí, el imperio del Derecho. El Derecho concerniente, internacional y nacional, debe ser reconocido, respetado y cumplido, tal como se ha acordado”, dijo el entonces presidente electo Horacio Cartes el 12 de julio pasado. El jueves último, ya presidente de la República, Horacio Cartes firmó y remitió al Congreso el Protocolo de Adhesión de Venezuela al bloque. Exactamente lo contrario.

Entre lo declarado antes y lo realizado el jueves pasado no hubo hechos jurídicos nuevos: pese a lo cuestionado por el Paraguay, Venezuela continúa en el Mercosur, en contra del Tratado de Asunción (Art. 20), del Protocolo de Ouro Preto (Arts. 3 y 37) y del propio Protocolo de Adhesión de Venezuela (Art. 12). Esas normas dicen que los pedidos de adhesión requieren la aprobación unánime de los Estados partes. Nuestro país nunca aprobó el ingreso de Venezuela. Ese acto jurídico nulo, dispuesto por los otros miembros previa arbitraria y humillante suspensión de la membresía paraguaya, no puede ser subsanado por el paso del tiempo ni por decisiones políticas posteriores, como bien lo dijo en su momento el propio Horacio Cartes. ¿Qué motivos le habrán inducido, entonces, a tragarse ahora sus palabras y a pretender que el Senado convalide la irregular incorporación venezolana? Debería explicárselo al país.

Según el senador Enrique Bacchetta, “van surgiendo nuevas situaciones”. Es de lamentar que no haya sido más explícito. Se podría haber creído que se prometió no cobrar compulsivamente la deuda ya vencida de unos 300 millones de dólares que Petropar tiene contraída con Petróleos de Venezuela SA. Sin embargo, ahora nos enteramos de que el pedido de prórroga hecho por el deudor fue rechazado el 20 de noviembre. El Paraguay se evitaría así la vergüenza de vender su consentimiento a una incorporación ilícita al Mercosur, a cambio de una espera. Reiteramos que ese consentimiento, de todos modos, sería inútil para darle hoy retroactivamente visos de validez a la flagrante violación de la normativa internacional vigente.

Tampoco en Venezuela hay hechos nuevos que obliguen a rever la decisión tomada por el Senado paraguayo en el anterior periodo legislativo o desvirtúen la posición expuesta en su oportunidad por el presidente Cartes. Todo lo contrario. Si bien allí, a pesar del pajarito, ya no mandonea Hugo Chávez, las cosas han empeorado considerablemente para el pueblo venezolano con su destornillado sucesor, Nicolás Maduro, declarado persona no grata por la Cámara de Diputados por haberse inmiscuido en junio del año pasado en nuestros asuntos internos, al intentar impartir órdenes a militares paraguayos desde el mismísimo Palacio de López. El senador Bacchetta dijo, en fin, que “el Paraguay tiene el corazón grande para perdonar”. No se trata de perdonar, sino de hacer que impere el Derecho en la comunidad internacional y de rechazar la teoría de los hechos consumados, esgrimida por los que quieren que rija el derecho del más fuerte. Ciertamente, el Paraguay tiene el corazón grande, y justamente por eso es que no debe humillarse ni ante el peso del dinero ni ante la prepotencia de los grandes. Son inaceptables, por eso, las palabras del presidente del Congreso, el colorado Julio César Velázquez, quien se refirió a la incorporación de Venezuela al Mercosur como un hecho consumado que había que aceptar. Y agregó que “es muy difícil que dos potencias como Brasil y Argentina vuelvan sobre la posición que ya han tomado”. Entonces, quienes tienen que bajar la cabeza, o los pantalones, son los países chicos, como Paraguay. ¿Es así, señor senador del “nuevo rumbo”?

Si el ingreso bolivariano por la ventana es irreversible, ¿qué necesidad tienen entonces nuestros grandes vecinos de que lo aceptemos formalmente ahora? Acaso saben que ese ingreso fue un acto jurídico nulo, perpetrado arteramente mediante la suspensión arbitraria del Paraguay como miembro del bloque, y quieren que al menos le demos una legitimidad ficticia a lo que tiene un insanable vicio de origen. La razón es que ella facilitará las negociaciones con la Unión Europea, en las que el Brasil tiene sumo interés, como país hegemónico dentro del bloque.

El senador Velázquez señaló también que las dos potencias han tenido gestos hacia el Paraguay y que este “debe demostrar algo más”. El único gesto hecho público, más de una vez, es el de ofrecer a nuestro país el caramelito de la presidencia pro témpore del Mercosur, como una suerte de moneda de cambio para oficializar la ilegalidad. La cuestión no es que haya más o menos gestos, sino que quienes quebrantaron el Tratado de Asunción quieren ahora que su arbitrariedad tenga nuestro visto bueno.

El canciller Eladio Loizaga aseguró que no hubo presión de los demás países, que la dignidad del Paraguay estaría salvada y que nuestro país le daría “institucionalidad” al Mercosur. Desde luego, pueden ser interpretadas como medidas de presión las sistemáticas trabas impuestas a nuestro comercio exterior, sobre todo por la Argentina. El Paraguay, cuya dignidad quedaría mancillada si se prestara a la farsa proyectada, no debe darle institucionalidad al Mercosur avalando una grosera irregularidad. La única solución jurídicamente válida al problema generado por el abuso cometido en el Mercosur por la decisiva intervención brasileña es que Venezuela abandone el bloque y luego se presente al Congreso paraguayo un nuevo protocolo de adhesión. Es la manera jurídicamente correcta de salir del brete en que se metieron los que violaron el Tratado de Asunción.

De ninguna manera podemos ni debemos “blanquear” su fechoría sacrificando la dignidad del pueblo paraguayo. Eso es, por lo menos, lo que se desprende también de lo bien dicho por el presidente Horacio Cartes en su comunicado de julio pasado. Salvo que estemos en presencia del primer desvío del “nuevo rumbo”.

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