La abstención superó el 58%, la más alta desde el regreso de la democracia
En medio de una escasa participación, la candidata de la Nueva Mayoría consolidó la derrota más aplastante que ha sufrido la derecha desde el retorno de la democracia. Sin embargo, aunque para la segunda vuelta se esperaba una alta abstención, las cifras fueron más que decidoras. Más del 58% de los electores no llegó y la participación fue un 15% menor que en los sufragios para la primera vuelta. Varios atribuyeron los resultados al debut del voto voluntario en una segunda vuelta presidencial. Otros han leído más allá y atribuyen el hecho a la debilidad de las candidaturas.
Lo más noticioso de la jornada fue probablemente la alta abstención registrada en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de este 2013. Fueron alrededor de 5.672.356 los chilenos que llegaron hasta las a las urnas este domingo, de un total de 13.573.000 votantes según las cifras del Servel. Esto significa que el 58,21% de los electores no fue a votar.
La alta abstención ha desatado un debate sobre la legitimidad de los resultados de esta elección que terminó con la carta de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, convertida en Presidenta con el 62% de los votos, versus los 37,8% recopilados por la abanderada de la Alianza, Evelyn Matthei. Con ello, la ex directora de ONU Mujeres consiguió la derrota más aplastante a la derecha desde el retorno a la democracia.
En la primera vuelta de estas presidenciales, un total de 6.696.229.000 personas fueron a votar, registrándose una participación del 49,3% y hubo una abstención de 50,6%. Esto significa que, en relación a la primera vuelta, un 15,29% menos de votantes participaron hoy en el proceso.
En tanto, en las pasadas elecciones municipales, cuando por primera vez se aplicó la ley del voto voluntario y la inscripción automática, la cantidad de personas que no asistió a las urnas alcanzó el 60%. Sin embargo, se esperaba que la cifra de participación repuntara en las presidenciales.
La de hoy es la cifra de abstención electoral en una elección presidencial más alta de la historia. Con ello, el debut del voto voluntario y la inscripción automática en sus primeras elecciones presidenciales deja entrever un descontento, o al menos una importante desconexión con el proceso democrático, de grandes proporciones.
Ante los indicios de baja participación, desde muy temprano en una breve conferencia de prensa, la recién electa Mandataria salió a pedir que no se cuestionara la legitimidad de los resultados a raíz de la baja participación de votantes que se auguraba desde temprano con los locales de votación vacíos. “En democracia gana el que tiene más votos. La legitimidad no depende de cuánta gente vaya a votar”, enfatizó, y agregando que “es relevante que las personas puedan hoy concurrir a participar y con su voto dar una clara expresión del Chile en el que quieren seguir viviendo”.
La alta abstención de la jornada sirvió como mecanismo de alarma para la clase política desde la que inmediatamente interpretaron los índices de participación como un llamado a interpretar lo que quiere la gente.
La diputada electa por La Florida, Camila Vallejo (PC), planteó como alternativa un mecanismo de inscripción automática con voto obligatorio y “desincripción” voluntaria. Otros, como el ex Presidente Patricio Aylwin, criticaron de lleno el voto voluntario: “Temo que conduzca a que mucha gente no se comprometa con el país”.
Por su parte, el presidente del Servel, Patricio Santamaría, descartó que las bajas cifras de participación pongan en juego la legitimidad de los resultados. “Aquí no está en juego la legitimidad, quien obtenga la mayoría absoluta es la nueva Presidenta de Chile”, afirmó, agregando que sólo cuando se tengan los datos finales se podrá “sacar las conclusiones”.
“Debemos esperar conocer el grado de abstención y mirar la experiencia internacional. Hay democracias sólidas que han superado el 50% de abstención, como Estados Unidos o Suiza”, concluyó Santamaría.
En tanto, otros han dado otras interpretaciones a las cifras del día hoy, más allá de culpar solamente al voto voluntario. En las redes sociales, el debate desatado tiene que ver con si los bajos índices se deben exclusivamente a esta modificación en la ley o está relacionado con la poca capacidad de las candidaturas de atraer adherentes.