La desigualdad social en Costa Rica es la más alta de los últimos 25 años
Desde el 2010, el desempleo, la desigualdad y la brecha entre ricos y pobres alcanzaron pico máximo en un cuarto de siglo. 1989, año final del primer gobierno de Óscar Arias, fue el momento de mayor equidad social.
En los tres años que lleva el gobierno de la presidenta Laura Chinchilla, la brecha entre sectores de mayores y menores ingresos se disparó, y las estadísticas sobre desigualdad y desempleo alcanzaron picos históricos que colocan a esta época como la de mayor desigualdad en los últimos 26 años.
Así lo revela un análisis realizado por UNIVERSIDAD con información suministrada por el programa Estado de la Nación que compiló datos del Banco Central de Costa Rica (BCCR), el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC) y el Ministerio de Hacienda.
El análisis comparó una serie histórica de indicadores recopilados desde 1987 (año en que se comenzó a calcular el coeficiente de Gini en el país), sobre desigualdad, crecimiento del Producto Bruto Interno (PIB), desempleo, pobreza y distancia entre el 10% de la población que más gana y el 10% con menos ingresos.
El resultado revela que, desde el 2010, la distancia entre los sectores de la población con mayores y menores ingresos creció de 22 a 24,8 veces, siendo la mayor en 26 años.
El coeficiente de Gini (un indicador que muestra la desigualdad dentro de un país en una escala en donde 1 es la desigualdad total y cero la equidad perfecta) también se encuentra a una centésima de su punto más desfavorable.
En 2012 fue de 0,518 y su mayor pico de desigualdad fue 0,519 durante la administración Rodríguez Echeverría.
La tasa de desempleo abierto también creció a su punto más alto en 26 años, hoy es de 7,8 y cuando recibió la administración era de 7,3.
Durante esta administración el crecimiento real del PIB se mantuvo entre el 4,4% y 5,1%, es decir que, aún con aumento de los ingresos el país no logró frenar el incremento de la desigualdad.
El análisis histórico de esta serie de indicadores reveló que el último año de la primera administración del liberacionista Óscar Arias (1986-1990) fue el momento de mayor equidad social.
En aquel año, con un crecimiento real del PIB similar al de hoy (4.8%), la brecha entre los deciles más ricos y más pobres de la población era de 18,2 veces, el coeficiente de Gini marcaba 0.489 y la tasa de desempleo abierto era de 5.6.
Los últimos 7 gobiernos
Durante los 26 años analizados se alternaron en el gobierno cuatro administraciones del Partido Liberación Nacional (PLN) y tres del Partido Unidad Socialcristiana (PUSC) y los niveles de desigualdad se mantuvieron en una relativa estabilidad hasta 1998 con la llegada de la administración socialcristiana de Miguel Ángel Rodríguez, cuando alcanzó su pico máximo (0.519 de Gini), la brecha entre ricos y pobres trepó hasta 23,4 veces y el crecimiento real del PIB cayó al 1,1%.
Su sucesor fue otro socialcristiano: Abel Pacheco, quien por el contrario logró bajar la desigualdad (0.485 de Gini) y la brecha entre los deciles más ricos y los más pobres hasta 18,3 veces, con un crecimiento real del PIB de entre el 6,4% y el 8,8% y una tasa de desempleo abierto de entre 6,1 y el 5,7.
La administración que le siguió fue la del liberacionista Óscar Arias, quien durante los primeros dos años logró mantener la desigualdad en niveles estables y, en su tercer año, logró bajar la brecha entre los sectores de mayores y menores ingresos hasta 16 veces, la tasa de desempleo al 4,8 y el coeficiente de Gini a 0.498.
Luego, la crisis mundial provocada por el desplome de la economía estadounidense llevó el crecimiento real del PIB al sótano, con un decrecimiento del -1,1% y los indicadores de desigualdad volvieron a subir.
Analizando el modelo
¿Qué factores influyen para que mejore o empeore la desigualdad? ¿Debe Costa Rica cambiar su modelo económico? Son las preguntas que UNIVERSIDAD les hizo a tres economistas especialistas en el tema.
Para el economista del Centro de Investigaciones en Cultura y Desarrollo de la UNED, Luis Paulino Vargas, se trata del resultado de aplicar un modelo económico que provoca graves asimetrías que resultan en un incremento de la desigualdad.
Según Vargas, un factor importante fue la manera en que se estructuró el desarrollo del país, con sectores económicamente muy dinámicos como las zonas francas y centros de oficinas que proveen servicios a empresas trasnacionales y otros muy rezagados o deprimidos.
“Es un patrón en donde la economía adquiere el aspecto de un archipiélago fragmentado en zonas dinámicas y otras deprimidas, un patrón que tiene muchas capas en donde tanto la región central como las periféricas tienen sectores boyantes y sectores que no avanzan; este es un desequilibrio en la forma del desarrollo en donde se ven unos sectores muy favorecidos y de ahí para atrás sectores en condiciones más difíciles o francamente malas”.
El economista señala que se trata de una forma en que se orientó el desarrollo que adolece de grandes desequilibrios que repercuten en la distribución de la riqueza.
“Esta estructuración fragmentada provoca que algunos empleos sean muy bien remunerados y otros no. Además provoca que los empleos más precario tengan condiciones ligadas a la informalidad. Esta estructura provoca que se den pocos empleos de alta calidad y una enorme cantidad de empleos de baja o mala calidad”.
Para Vargas, en este modelo la desigualdad se agrava con el debilitamiento de las instituciones del Estado, particularmente en áreas como la salud y el empleo.
“La función misma del Ministerio de Trabajo que debería velar porque se cumplan los derechos laborales y no lo hace, lo que provoca es que empeoren los procesos de precarización laboral”, analizó el economista de la UNED.
Para el director del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE) de la UCR, Max Soto, no se trata de que en el país se impulsara un modelo de desarrollo erróneo sino de que se requiere profundizarlo y resolver el problema de incorporar una mayor educación en la oferta laboral.
“El modelo económico ha generado puestos de trabajo mejor remunerados que están ligados a los sectores exportadores y de servicios. Son empleos de mayor calidad pero que requieren una fuerza laboral más educada, podríamos decir que el modelo económico ha sido adecuado pero insuficiente y que debe resolver aún el problema de la educación”, explicó Soto.
Para Juan Diego Trejos, economista e investigador del IICE de la UCR, los niveles de desigualdad podrían ser aún mayores que los revelados por los indicadores analizados, ya que estos miden los ingresos de capital en los hogares, una cifra relativamente simple de recopilar en hogares de bajos ingresos, pero difícil de comprobar en los hogares con mayores ingresos que no estás ligados a salarios.
El economista coincide en que el rezago en la educación de una parte de la mano de obra disponible le impide acceder a empleos mejor remunerados y señala que esta desventaja se agravó con la caída en la cobertura de la educación secundaria, que se produjo en los años ochenta.
“Adicionalmente durante la década de 1999 al 2009 se dio una política de congelar los salarios mínimos que incrementó aún más la desigualdad. Se trata de un modelo incompleto, que no resolvió el problema de la educación de la oferta laboral, que se abrió a la exportación sin resolver el problema fiscal, por lo que el crecimiento no es sostenido y no permite consolidar un mercado de trabajo”, analizó Trejos.
Gini, el termómetro de la desigualdad
Se trata de una herramienta de las ciencias económicas que sirve para medir la desigualdad en la distribución de los ingresos que perciben los habitantes de un país.
El coeficiente de Gini fue creado por el estadístico y demógrafo italiano Corrado Gini (1884-1965), en Costa Rica este coeficiente se calcula desde 1987.
El coeficiente de Gini expresa la igualdad o desigualdad a través de un número que se mueve en un rango que va entre cero y uno.
Los países con valores que más se acercan al cero, como Noruega (0,226), Suecia (0,244) o Finlandia (0,249) son países con una mejor y más equitativa distribución de la riqueza.
Los países cuyos coeficiente de Gini se acerca más al uno, como Namibia (0,639) o Haití (0,595) tienen una mayor desigualdad en la distribución del sus ingresos.
Según datos del Estado de la Nación, en los últimos 20 años, Costa Rica desmejoró su tendencia a reducir la desigualdad. A inicios de los años 90 tenía el Gini más bajo de una muestra de 11 naciones latinoamericanas y en el periodo 2001-2011 fue el único país de ese mismo grupo cuyo coeficiente de Gini, es decir su desigualdad, aumentó.
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