Se conformó en Montevideo la Federación Internacional de Trabajadores del Hogar

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El 28 de octubre quedó formalmente establecida en Montevideo la Federación Internacional de Trabajadores del Hogar, con el fin de representar a uno de los sectores laborales menos favorecidos a nivel mundial. Si la crisis financiera de 2008 tuvo como consecuencia una precarización generalizada de las condiciones de trabajo, la situación actual de los trabajadores domésticos es aún peor: la mayoría no goza de las garantías laborales básicas.

“A pesar de que los trabajadores del hogar brindan servicios indispensables de los que dependen las familias, como cocinar, limpiar y cuidar niños, hemos sufrido discriminación y marginación durante generaciones”, sostuvo Myrtle Witbooi, presidenta de la Red Internacional de Trabajadores Domésticos.

“Un país fundamentalmente agropecuario, en el que las vacas hicieron posible que mucha gente se bajara de los barcos y se instalara aquí luego de aplastar a los indígenas, le costó sin embargo más de cien años que la jornada de ocho horas llegara a los trabajadores rurales, y hace demasiado poco tiempo logramos que los trabajadores de los servicios domésticos empezaran a tener derechos como cualquier otro”, sostuvo el presidente de Uruguay, José Mujica, quien participó del Primer Congreso de la Red de Trabajadoras y Trabajadores Domésticos. De hecho, se estima que hay 53 millones de trabajadores domésticos en el mundo, en su mayoría mujeres y niñas, y que muchos de estos trabajadores son migrantes, lo cual los coloca en una situación de mayor vulnerabilidad. “La concentración de las mujeres y las niñas en el trabajo del hogar está relacionada con su condición en la sociedad. Las mujeres y las niñas tienen menos acceso a oportunidades de trabajo y a la educación. Por esta razón, se concentran en los sectores que no están bien regulados y en mayor riesgo de sufrir abusos”, dijo a Página/12 Nisha Varia, investigadora especializada en derecho de la mujer para Human Rights Watch.

La Organización Internacional deI Trabajo (OIT), que depende de Naciones Unidas, señaló que el 30 por ciento de los trabajadores del hogar de todo el mundo se desempeña en países donde quedan excluidos de los beneficios de las leyes laborales, como días de descanso semanales, limitaciones a la cantidad de horas de la jornada de trabajo, salario mínimo y remuneración de horas extra. Incluso cuando se encuentran parcialmente protegidos por estos beneficios, estos trabajadores muchas veces no tienen acceso a garantías fundamentales, como los requisitos sobre la edad mínima laboral, licencia por maternidad, prestaciones de seguridad social y medidas sobre salud ocupacional. “Según exponen varias trabajadoras domésticas, el mayor problema es que en su sector existe gran alienación, están solas en sus puestos de trabajo, lo que dificulta organizarse, también la falta de escolaridad y que provienen de sectores muy vulnerables”, le explicó a este diario Amalia Antúnez, representante de la Federación Internacional de Trabajadores del Hogar, un sindicato de alcance global.

En los últimos años, sólo algunos países de América latina modificaron sus leyes en beneficio de los trabajadores domésticos. En cambio, la crisis y la demanda de servicios brindados por estos trabajadores en una población en proceso de envejecimiento como la europea impide la realización de algunas reformas en el Viejo Continente. Las dificultades son aún mayores en países de Asia, donde se producen abusos que van desde jornadas de trabajo de más de 12 horas hasta la explotación de menores de edad. “Las campañas contra la informalidad del trabajo doméstico suponen la organización de los trabajadores que presionan para lograr reformas, un cambio de las actitudes sociales profundamente arraigadas y asegurarse el apoyo de los líderes de alto nivel del gobierno”, afirmó Varia.

“El avance con respecto a la ratificación y la adopción de leyes más eficaces que se observa actualmente en países de América latina y, en menor medida, en otras regiones muestra que los gobiernos sí están en condiciones de proteger a los trabajadores del hogar”, observó Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional (CSI). Según el Convenio sobre los Trabajadores del Hogar, que entró en vigor el 5 de septiembre, los trabajadores domésticos deben contar con los mismos derechos fundamentales que corresponden a otros trabajadores. Pero hasta el momento, el convenio fue ratificado por diez países –Uruguay, Filipinas, Mauricio, Nicaragua, Italia, Bolivia, Paraguay, Sudáfrica, Guyana y Alemania– aunque algunos otros están completando estos procesos. “Los cambios son lentos en países donde no existen protecciones fuertes respecto del derecho de organizar y formar sindicatos”, resaltó Varia, quien reconoció que la tarea es más difícil cuando algunos gobiernos justifican la falta de avances por la crisis y los niveles de desempleo.

En la región, Argentina, Brasil y Venezuela garantizaron una jornada laboral con un máximo de horas, vacaciones remuneradas y seguro de desempleo. En otros países, sin embargo, las reformas están pausadas, como en el caso de Chile, cuyo Congreso no aprobó hasta el momento un proyecto de ley que limita la jornada laboral de los trabajadores domésticos a 45 horas por semana y les otorga dos días adicionales de descanso por mes. “América latina tiene gobiernos progresistas que han apostado a implementar políticas de carácter social que inciden positivamente en la realidad de muchos grupos minoritarios”, dijo Antúnez.

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