Marco Enríquez-Ominami, candidato a presidente chileno: «Bachelet es la dueña del ‘casi’: casi aborto, casi reforma educativa…»
Surgido de la crisis institucional chilena, el candidato presidencial del Partido Progresista, Marco Enríquez Ominami, intentará este domingo conseguir el pasaje a una segunda vuelta. Lejos, al parecer, del 20% de los votos con el que dejó atónita a la clase política en 2009, este centroizquierdista apela a que la movilización del electorado juvenil le permita superar a la oficialista Evelyn Matthei, cuya intención de voto oscila entre el 14% y el 21%.Pero la relevancia de la candidatura de Enríquez Ominami va más allá de esto. El hecho de que compita con Michelle Bachelet en el mismo nicho del electorado hace que su desempeño resulte determinante para saber si el país deberá encarar un balotaje el 15 de diciembre. Y de la mano de esto, su presencia obligó a la expresidenta a tomar buena parte de sus banderas políticas y económicas, dando a su candidatura una impronta progresista que va mucho más allá de lo que se le conoció en sus años en el poder (2006-2010). Aun perdiendo, Marco podría «ganar».
Las propuestas del candidato que han sido replicadas por la exmandataria son varias: una reforma de la Constitución, cambios en la política tributaria, el fin del sistema electoral binominal que subrepresenta en el Congreso a las minorías, una educación gratuita y de calidad, y eliminar restricciones al aborto, entre otras.
¿Habrá cambiado realmente Bachelet, habrá girado a la izquierda? «Bachelet es la dueña del ‘casi’. Casi matrimonio igualitario, casi aborto, casi reforma educativa», enumeró Enríquez Ominami en una entrevista con Ámbito Financiero, horas antes del cierre de su campaña hoy en la Plaza de Armas de San Bernardo, periferia de Santiago. A continuación, los principales tramos de la conversación.
Periodista: De acuerdo con los sondeos, los resultados de las elecciones parecen «cantados», pero en este caso en particular interviene un nuevo factor: el voto optativo. ¿Confía realmente en llegar a una segunda vuelta?
Marco Enríquez Ominami: Así es. Las encuestas para esta campaña no han sido del todo creíbles, por lo que no confiamos en lo que predicen. Pero si nos dejamos llevar por ellas, adelantan que somos la formación con más probabilidades de hacerle frente en el balotaje a Bachelet. Esperamos la gran encuesta popular del próximo domingo.
P.: La expectativa es grande en torno de los planes de reformas de la expresidenta. ¿Considera que tendría el suficiente respaldo para ponerlas en marcha?
M.E.O.: Sin polemizar, los sectores empresarial, bancario y de derecha prefieren, ante un escenario de segunda vuelta entre mi propuesta y la de Bachelet, que sea ella la que gane. Yo tengo la sospecha de que un Gobierno de la Nueva Mayoría será una continuidad de lo que hemos visto estos últimos años. Bachelet es la dueña del «casi». Casi matrimonio igualitario, casi aborto, casi reforma educativa. Ella dice «vamos a debatir sobre tal o cual tema», pero no habla de algo que va a hacer. Y yo me pregunto algo: ¿hay casi embarazadas, casi homosexuales, casi estudiantes con deudas de por vida? Yo aspiro a un gran cambio, Chile tiene más plata que nunca como para hacerlo.
P.: ¿Está Chile aprovechando los beneficios del «boom» del cobre?
M.E.O.: Chile se está farreando el «boom» del cobre. Tiene una ley de armas que financia las Fuerzas Armadas. Es una gran anomalía en un país que hace 130 años que no tiene una guerra, que el dinero se destine a tanques y ametralladoras. Yo estoy convencido de que Chile necesita una reforma tributaria que distribuya de forma equitativa la renta del cobre. Una reforma tributaria que nazca tras una Asamblea Constituyente ambiciosa que permita la educación gratuita. Chile tiene las universidades más caras del mundo, pero ninguna de ellas se ubica entre las mejores. La deuda acumulada de 400.000 estudiantes suma los 2.900 millones de dólares. En un país que no tiene deuda, es contranatura que estudiar sea un lujo.
P.: ¿Considera que Chile se alejó de la región?
M.E.O.: Yo creo que Chile tiene una clase chauvinista. Sudamérica es un bien para Chile, no un mal. Durante el Gobierno de la Concertación, Perú nos llevó a La Haya, y con Piñera, Bolivia. Miramos de reojo a la Argentina y a Brasil: eso tiene que cambiar.
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